Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Salmo 125 (124)
El Señor rodea a su pueblo
125 Cántico de peregrinación.
Los que confían en el Señor
son como el monte Sión,
inamovible, firme por siempre.
2 Como los montes rodean Jerusalén,
así el Señor rodea a su pueblo
desde ahora y para siempre.
3 El cetro de la maldad
no se abatirá sobre los justos,
para que estos no se entreguen al mal.
4 Señor, trata bien a los buenos,
a los que son de corazón recto.
5 Mas a quienes siguen senderos tortuosos,
que el Señor los lleve con los malhechores.
¡Que reine la paz en Israel!
Título y programa
1 Proverbios de Salomón, hijo de David y rey de Israel.
2 Han sido reunidos para conocer sabiduría y educación,
para entender expresiones inteligentes,
3 para adquirir la educación adecuada:
justicia, derecho y honradez;
4 para enseñar agudeza a los ignorantes,
conocimiento y discreción a los jóvenes;
5 —el sabio atiende y aprende más,
el inteligente adquiere maestría—;
6 para entender proverbios y refranes,
los dichos y enigmas de los sabios.
7 Respetar al Señor es el principio del saber,
pero los necios desprecian la sabiduría y la educación.
I.— PRIMERA COLECCIÓN SALOMÓNICA (1,8—9,18)
Sobre las malas compañías
8 Hijo mío, atiende a la educación paterna
y no olvides la enseñanza materna,
9 pues serán corona preciosa en tu cabeza,
collar alrededor de tu cuello.
10 Hijo mío, no consientas
cuando los malvados intenten seducirte.
11 Tal vez te digan: “Acompáñanos
a poner trampas mortales
asaltando a inocentes por diversión.
12 Nos los tragaremos vivos como el abismo,
enteros como los que caen al hoyo.
13 Conseguiremos un montón de riquezas
y llenaremos nuestras casas de despojos.
14 Comparte tu suerte con nosotros
y haremos un fondo común”.
15 Hijo mío, no sigas sus caminos
y aleja tus pasos de sus sendas,
16 porque corren disparados hacia el mal
y van decididos a derramar sangre.
17 ¿No ves que es inútil poner trampas
a la vista de los pájaros?
18 Se ponen emboscadas a sí mismos,
atentan contra su propia vida.
19 Ese es el destino de la avaricia:
quienes la practican no viven.
El justo juicio de Dios
2 Por eso, tú, quienquiera que seas, no tienes excusa cuando te eriges en juez de los demás. Al juzgar a otro, tú mismo te condenas, pues te eriges en juez no siendo mejor que los demás. 2 Es sabido que el juicio de Dios cae con rigor sobre quienes así se comportan. 3 Y tú que condenas a quienes actúan así, pero te portas igual que ellos, ¿te imaginas que vas a librarte del castigo de Dios? 4 ¿Te es, acaso, indiferente la inagotable bondad, paciencia y generosidad de Dios, y no te das cuenta de que es precisamente esa bondad la que está impulsándote a cambiar de conducta? 5 Eres de corazón terco y obstinado, con lo que estás amontonando castigos sobre ti para aquel día de castigo, cuando Dios se manifieste como justo juez 6 y pague a cada uno según su merecido: 7 a los que buscan la gloria, el honor y la inmortalidad mediante la práctica constante del bien, les dará vida eterna; 8 en cambio, a los contumaces en rechazar la verdad y adherirse a la injusticia les corresponde un implacable castigo. 9 Habrá angustia y sufrimiento para cuantos hacen el mal: para los judíos, desde luego; pero también para los no judíos. 10 Gloria, honor y paz, en cambio, para los que hacen el bien, tanto si son judíos como si no lo son. 11 Porque en Dios no caben favoritismos.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España