Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
David y Goliat
17 Los filisteos reunieron sus ejércitos para la guerra, concentrando sus fuerzas en Soco, pueblo de Judá. Acamparon en Efesdamín, situado entre Soco y Azeca.
4 Un famoso guerrero, oriundo de Gat, salió del campamento filisteo. Su nombre era Goliat, y tenía una estatura de casi tres metros.[a] 5 Llevaba en la cabeza un casco de bronce, y su coraza, que pesaba cincuenta y cinco kilos,[b] también era de bronce, 6 como lo eran las polainas que le protegían las piernas y la jabalina que llevaba al hombro. 7 El asta de su lanza se parecía al rodillo de un telar, y tenía una punta de hierro que pesaba casi siete kilos.[c] Delante de él marchaba un escudero.
8 Goliat se detuvo ante los soldados israelitas, y los desafió: «¿Para qué estáis ordenando vuestras filas para la batalla? ¿No soy yo un filisteo? ¿Y no estáis vosotros al servicio de Saúl? ¿Por qué no escogéis a alguien que se me enfrente? 9 Si es capaz de hacerme frente y matarme, nosotros os serviremos a vosotros; pero, si yo lo venzo y lo mato, vosotros seréis nuestros esclavos y nos serviréis». 10 Dijo además el filisteo: «¡Yo desafío hoy al ejército de Israel! ¡Elegid a un hombre que pelee conmigo!» 11 Al oír lo que decía el filisteo, Saúl y todos los israelitas se consternaron y tuvieron mucho miedo.
19 Los encontrarás en el valle de Elá, con Saúl y todos los soldados israelitas, peleando contra los filisteos».
20 David cumplió con las instrucciones de Isaí. Se levantó muy de mañana y, después de encargarle el rebaño a un pastor, tomó las provisiones y se puso en camino. Llegó al campamento en el momento en que los soldados, lanzando gritos de guerra, salían a tomar sus posiciones. 21 Los israelitas y los filisteos se alinearon frente a frente. 22 David, por su parte, dejó su carga al cuidado del encargado de las provisiones, y corrió a las filas para saludar a sus hermanos. 23 Mientras conversaban, Goliat, el gran guerrero filisteo de Gat, salió de entre las filas para repetir su desafío, y David lo oyó.
32 Entonces David le dijo a Saúl:
―¡Nadie tiene por qué desanimarse a causa de este filisteo! Yo mismo iré a pelear contra él.
33 ―¡Cómo vas a pelear tú solo contra este filisteo! —replicó Saúl—. No eres más que un muchacho, mientras que él ha sido un guerrero toda la vida.
34 David le respondió:
―A mí me toca cuidar el rebaño de mi padre. Cuando un león o un oso viene y se lleva una oveja del rebaño, 35 yo lo persigo y lo golpeo hasta que suelta la presa. Y, si el animal me ataca, lo agarro por la melena y lo sigo golpeando hasta matarlo. 36 Si este tu siervo ha matado leones y osos, lo mismo puede hacer con ese filisteo pagano, porque está desafiando al ejército del Dios viviente. 37 El Señor, que me libró de las garras del león y del oso, también me librará del poder de ese filisteo.
―Anda, pues —dijo Saúl—, y que el Señor te acompañe.
38 Luego Saúl vistió a David con su uniforme de campaña. Le entregó también un casco de bronce y le puso una coraza. 39 David se ciñó la espada sobre la armadura e intentó caminar, pero no pudo porque no estaba acostumbrado.
―No puedo andar con todo esto —le dijo a Saúl—; no estoy entrenado para ello.
De modo que se quitó todo aquello, 40 tomó su bastón, fue al río a escoger cinco piedras lisas, y las metió en su bolsa de pastor. Luego, honda en mano, se acercó al filisteo. 41 Este, por su parte, también avanzaba hacia David detrás de su escudero. 42 Le echó una mirada a David y, al darse cuenta de que era apenas un muchacho, trigueño y buen mozo, con desprecio 43 le dijo:
―¿Soy acaso un perro para que vengas a atacarme con palos?
Y, maldiciendo a David en nombre de sus dioses, 44 añadió:
―¡Ven acá, que les voy a echar tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo!
45 David le contestó:
―Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del Señor Todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien has desafiado. 46 Hoy mismo el Señor te entregará en mis manos; y yo te mataré y te cortaré la cabeza. Hoy mismo echaré los cadáveres del ejército filisteo a las aves del cielo y a las fieras del campo, y todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel. 47 Todos los que están aquí reconocerán que el Señor salva sin necesidad de espada ni de lanza. La batalla es del Señor, y él os entregará en nuestras manos.
48 En cuanto el filisteo avanzó para acercarse a David y enfrentarse a él, también este corrió rápidamente hacia la línea de batalla para hacerle frente. 49 Metiendo la mano en su bolsa sacó una piedra, y con la honda se la lanzó al filisteo, hiriéndolo en la frente. Con la piedra incrustada entre ceja y ceja, el filisteo cayó de bruces al suelo.
57 Tan pronto como David regresó, después de haber matado a Goliat, y con la cabeza del filisteo todavía en la mano, Abner lo llevó ante Saúl.
58 ―¿De quién eres hijo, muchacho? —le preguntó Saúl.
―De Isaí de Belén, tu siervo —respondió David.
Envidia de Saúl
18 1-2 Una vez que David y Saúl terminaron de hablar, Saúl tomó a David a su servicio y, desde ese día, no lo dejó volver a la casa de su padre. Jonatán, por su parte, entabló con David una amistad entrañable y llegó a quererlo como a sí mismo. 3 Tanto lo quería que hizo un pacto con él: 4 Se quitó el manto que llevaba puesto y se lo dio a David; también le dio su túnica, y aun su espada, su arco y su cinturón.
5 Cualquier encargo que David recibía de Saúl, lo cumplía con éxito, de modo que Saúl lo puso al mando de todo su ejército, con la aprobación de los soldados de Saúl y hasta de sus oficiales.
10 Al día siguiente, el espíritu maligno de parte de Dios se apoderó de Saúl, quien cayó en trance en su propio palacio. Andaba con una lanza en la mano y, mientras David tocaba el arpa, como era su costumbre, 11 Saúl se la arrojó, pensando: «¡A este lo clavo en la pared!» Dos veces lo intentó, pero David logró esquivar la lanza.
12 Saúl sabía que el Señor lo había abandonado, y que ahora estaba con David. Por eso tuvo temor de David 13 y lo alejó de su presencia, nombrándolo jefe de mil soldados para que dirigiera al ejército en campaña. 14 David tuvo éxito en todas sus expediciones, porque el Señor estaba con él. 15 Al ver el éxito de David, Saúl se llenó de temor. 16 Pero todos en Israel y Judá sentían gran aprecio por David, porque él los dirigía en campaña.
Vav
9 El Señor es refugio de los oprimidos;
es su baluarte en momentos de angustia.
10 En ti confían los que conocen tu nombre,
porque tú, Señor, jamás abandonas a los que te buscan.
Zayin
11 Cantad salmos al Señor, el rey de Sión;
proclamad sus proezas entre las naciones.
12 El vengador de los inocentes[a] se acuerda de ellos;
no pasa por alto el clamor de los afligidos.
Jet
13 Ten compasión de mí, Señor;
mira cómo me afligen los que me odian.
Sácame de las puertas de la muerte,
14 para que en las puertas de Jerusalén[b]
proclame tus alabanzas y me regocije en tu salvación.
Tet
15 Han caído los paganos
en la fosa que han cavado;
sus pies quedaron atrapados
en la red que ellos mismos escondieron.
16 Al Señor se le conoce porque imparte justicia;
el malvado cae en la trampa que él mismo tendió. Higaión. Selah
Yod
17 Bajan al sepulcro los malvados,
todos los paganos que de Dios se olvidan.
Caf
18 Pero el necesitado no será olvidado para siempre,
ni para siempre se perderá la esperanza del pobre.
19 ¡Levántate, Señor!
No dejes que el hombre prevalezca;
¡haz que las naciones comparezcan ante ti!
20 Infúndeles terror, Señor;
¡que los pueblos sepan que son simples mortales! Selah
Cántico de los peregrinos. De David.
133 ¡Cuán bueno y cuán agradable es
que los hermanos convivan en armonía!
2 Es como el buen aceite que, desde la cabeza,
va descendiendo por la barba,
por la barba de Aarón,
hasta el borde de sus vestiduras.
3 Es como el rocío de Hermón
que va descendiendo sobre los montes de Sión.
Donde se da esta armonía,[a]
el Señor concede bendición y vida eterna.
6 Nosotros, colaboradores de Dios, os rogamos que no recibáis su gracia en vano. 2 Porque él dice:
«En el momento propicio te escuché,
y en el día de salvación te ayudé».[a]
Os digo que este es el momento propicio de Dios; ¡hoy es el día de salvación!
Privaciones de Pablo
3 Por nuestra parte, a nadie damos motivo alguno de tropiezo, para que no se desacredite nuestro servicio. 4 Más bien, en todo y con mucha paciencia nos acreditamos como servidores de Dios: en sufrimientos, privaciones y angustias; 5 en azotes, cárceles y tumultos; en trabajos pesados, desvelos y hambre. 6 Servimos con pureza, conocimiento, constancia y bondad; en el Espíritu Santo y en amor sincero; 7 con palabras de verdad y con el poder de Dios; con armas de justicia, tanto ofensivas como defensivas;[b] 8 por honra y por deshonra, por mala y por buena fama; veraces, pero tenidos por engañadores; 9 conocidos, pero tenidos por desconocidos; como moribundos, pero aún con vida; golpeados, pero no muertos; 10 aparentemente tristes, pero siempre alegres; pobres en apariencia, pero enriqueciendo a muchos; como si no tuviéramos nada, pero poseyéndolo todo.
11 Hermanos corintios, os hemos hablado con toda franqueza; os hemos abierto de par en par nuestro corazón. 12 Nunca os hemos negado nuestro afecto, pero vosotros sí nos negáis el vuestro. 13 Para corresponder del mismo modo —os hablo como si fuerais mis hijos—, ¡abrid también vuestro corazón de par en par!
Jesús calma la tormenta(A)
35 Ese día al anochecer, les dijo a sus discípulos:
―Crucemos al otro lado.
36 Dejaron a la multitud y se fueron con él en la barca donde estaba. También lo acompañaban otras barcas. 37 Se desató entonces una fuerte tormenta, y las olas azotaban la barca, tanto que ya comenzaba a inundarse. 38 Jesús, mientras tanto, estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, así que los discípulos lo despertaron.
―¡Maestro! —dijeron—, ¿no te importa que nos ahoguemos?
39 Él se levantó, reprendió al viento y ordenó al mar:
―¡Silencio! ¡Cálmate!
El viento se calmó y todo quedó completamente tranquilo.
40 ―¿Por qué tenéis tanto miedo? —dijo a sus discípulos—. ¿Aún[a] no tenéis fe?
41 Ellos estaban espantados y se decían unos a otros:
―¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?
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