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Revised Common Lectionary (Semicontinuous)

Daily Bible readings that follow the church liturgical year, with sequential stories told across multiple weeks.
Duration: 1245 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
Salmos 118:1-2

El Señor es mi fuerza

Den gracias al SEÑOR, porque él es bueno;
    su fiel amor es para siempre.
Que diga Israel:
    «Su fiel amor es para siempre».

Salmos 118:19-29

19 Ábranse, puertas justas,
    y entraré a agradecer al SEÑOR.
20 Por ellas se entra a la presencia del SEÑOR,
    por ellas entran los que son justos.
21 SEÑOR, te agradezco por responderme
    y porque fuiste mi salvación.

22 La piedra que los constructores rechazaron
    se convirtió en la piedra principal.
23 Esto es obra del SEÑOR,
    y quedamos maravillados.
24 Este es el día en que el SEÑOR ha obrado;
    ¡Alegrémonos y seamos felices en él!
25 SEÑOR, te alabamos;
    nos salvó el SEÑOR.[a]
26 ¡Bendito sea el que viene en nombre del SEÑOR!
    Los bendecimos a ustedes desde el templo del SEÑOR.
27 El SEÑOR es Dios y él nos ilumina.
    Aten el cordero para el sacrificio
    y llévenlo a los cuernos del altar.

28 Tú eres mi Dios,
    te agradeceré y alabaré, Dios mío.

29 Alaben al SEÑOR, porque él es bueno;
    su fiel amor es para siempre.

Mateo 21:1-11

Jesús entra a Jerusalén

(Mr 11:1-11; Lc 19:28-38; Jn 12:12-19)

21 Cuando estaban cerca de Jerusalén y habían llegado a Betfagé en el monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus seguidores y les dijo: «Vayan a la aldea que está enfrente. Allá van a encontrar una burra atada y también un burrito. Desátenlos y tráiganmelos. Si alguien les dice algo, díganle: “El Señor los necesita, pero él los devolverá después”».

Esto sucedió para que se cumpliera lo que dijo uno de los profetas:

(A)«Díganle a la gente de Sion[a]:
    “Mira, tu rey viene hacia ti,
humilde y montado en un burro;
    sí, en un burrito, cría de un animal de carga”».[b]

Los seguidores se fueron e hicieron lo que Jesús les había dicho. Trajeron la burra y el burrito, pusieron sobre ellos sus mantos y Jesús se sentó encima. Mucha gente extendía sus mantos sobre el camino. Otros cortaban ramas de los árboles y las extendían en el camino. (B)Los que caminaban al frente de él y los que lo seguían, gritaban:

—¡Viva el Salvador,[c] el Hijo de David!
    ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor![d]
    ¡Viva Dios[e] que está en los cielos!

10 Cuando Jesús entró a Jerusalén, toda la ciudad se alborotó. Unos preguntaban:

—¿Quién es este hombre?

11 La gente contestaba:

—Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea.

Isaías 50:4-9

El Señor DIOS me enseñó lo que tengo que decir.
    Así que sé qué decir para darle ánimo al débil.
Cada mañana él me despierta,
    afina mi oído para escuchar como los que estudian.
El Señor DIOS ha abierto mi oído
    y yo no fui rebelde,
    no me eché para atrás.
No opuse resistencia a los que me golpeaban la espalda;
    dejé que me arrancaran la barba.
Les puse la cara
    a los que me insultaban y escupían.
El Señor DIOS me ayuda,
    y los insultos no me hieren.
Por eso me mantendré firme,
    y sé que no seré avergonzado.
Ya viene el que demostrará que tengo razón.
    ¿Me va a demandar alguien?
    Presentémonos juntos al tribunal.
¿Quién me va a acusar?
    Que venga y hagamos un careo.
Miren, el Señor DIOS me está ayudando.
    ¿Quién se atreverá a condenarme?
Todos ellos se desgastarán como un vestido;
    serán comidos por la polilla.

Salmos 31:9-16

SEÑOR, tengo muchos problemas,
    ten compasión de mí.
Mis ojos están cansados de tanto llorar
    que ya me duelen la garganta y el estómago.
10 Mi vida está llena de tristeza
    y paso todo el tiempo lamentándome.
Mis problemas me están debilitando;
    mi cuerpo está agotado.
11 Mis enemigos y vecinos me desprecian;
    mis parientes me tienen miedo.
Me evitan
    cuando me encuentran por la calle.
12 La gente me ha olvidado por completo;
    es como si hubiera muerto,
    o como si fuera un plato roto.
13 Escucho lo que dicen en voz baja,
    y siento una angustia terrible.
Se juntan, hacen muchos comentarios
    y planean matarme.

14 Pero yo confío en ti SEÑOR;
    yo digo: «Tú eres mi Dios».
15 Mi vida está en tus manos;
    sálvame de mis enemigos y de los que me persiguen.
16 Por favor, recíbeme y acéptame que soy tu siervo.
    Ten compasión de mí y sálvame.

Filipenses 2:5-11

Humillación y grandeza de Cristo

Piensen y actúen como Jesucristo. Esa es la «misma manera de pensar» que les estoy pidiendo que tengan.

Él era como Dios en todo sentido,
    pero no se aprovechó de ser igual a Dios.
Al contrario, él se quitó ese honor,
    aceptó hacerse un siervo
    y nacer como un ser humano.
Al vivir como hombre,
    se humilló a sí mismo
    y fue obediente hasta el extremo de morir en la cruz.
Por eso, Dios le dio el más alto honor
    y el nombre que está por sobre todos los nombres,
10 para que se arrodillen ante Jesús
    todos los que están en el cielo,
    en la tierra y debajo de la tierra,
11 y para que todos reconozcan que Jesucristo es el Señor,
    dando así honra a Dios Padre.

Mateo 26:14-27:66

Judas traiciona a Jesús

(Mr 14:10-11; Lc 22:3-6)

14 Entonces uno de los doce seguidores llamado Judas Iscariote fue a los jefes de los sacerdotes 15 y les dijo:

—¿Qué me dan ustedes si les entrego a Jesús?

Entonces ellos le ofrecieron 30 monedas de plata. 16 Desde ese momento, Judas empezó a buscar una oportunidad para traicionar a Jesús.

Preparación de la cena de la Pascua

(Mr 14:12-21; Lc 22:7-14, 21-23; Jn 13:21-30)

17 El primer día de la fiesta de los Panes sin Levadura. Los seguidores de Jesús se acercaron y le dijeron:

—¿Dónde quieres que hagamos los preparativos para celebrar la cena de la Pascua?

18 Jesús dijo:

—Vayan a la ciudad a donde está un conocido mío y díganle: “El Maestro dice: Mi tiempo está cerca y voy a celebrar la fiesta de la Pascua con mis seguidores en tu casa”.

19 Entonces los seguidores hicieron lo que Jesús les mandó, y prepararon la cena de la Pascua.

20 Por la noche Jesús estaba a la mesa con los doce. 21 Mientras comían, Jesús dijo:

—Les digo la verdad: uno de ustedes me traicionará.

22 Ellos estaban muy tristes y cada uno empezó a preguntarle:

—Señor, ese no seré yo, ¿verdad?

23 Jesús les respondió:

—El que moja su pan en el mismo plato que yo, es el que me traicionará. 24 El Hijo del hombre tiene que morir tal como está escrito. Pero, ¡pobre de aquel que traicione y entregue al Hijo del hombre! Más le valdría no haber nacido.

25 Judas, el que iba a entregar a Jesús le dijo:

—No seré yo, ¿verdad, Maestro?

Jesús le dijo:

—Sí, eres tú.

La Cena del Señor

(Mr 14:22-26; Lc 22:15-20; 1 Co 11:23-25)

26 Mientras comían, Jesús tomó el pan, dio gracias a Dios, lo partió, se lo dio a sus seguidores y dijo:

—Tomen este pan y coman, este es mi cuerpo.

27 Luego tomó la copa y después de dar gracias se la dio a ellos, y dijo:

—Beban todos de esta copa, 28 porque esto es mi sangre que establece el nuevo pacto, la cual es derramada para perdonar los pecados de muchos. 29 Les digo que nunca volveré a beber vino hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el reino de mi Padre.

30 Después cantaron una canción de alabanza y se fueron al monte de los Olivos.

Se anuncia la negación de Pedro

(Mr 14:27-31; Lc 22:31-34; Jn 13:36-38)

31 (A)Entonces Jesús les dijo:

—Todos ustedes perderán la fe en mí debido a lo que me sucederá esta noche, porque dice en las Escrituras:

“Mataré al pastor
    y las ovejas del rebaño serán dispersadas”.[a]

32 Pero después de que yo resucite, iré delante de ustedes a Galilea.

33 Pedro respondió:

—Aunque todos pierdan la fe en ti yo nunca lo haré.

34 Jesús le dijo:

—Te digo la verdad: esta misma noche, antes de que el gallo cante, me negarás tres veces.

35 Pedro le dijo:

—Aun si tengo que morir contigo, no te negaré.

Todos los otros seguidores dijeron lo mismo.

Jesús ora solo

(Mr 14:32-42; Lc 22:39-46)

36 Después Jesús fue con ellos a un lugar llamado Getsemaní y les dijo:

—Siéntense aquí mientras voy allí a orar.

37 Luego tomó a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo con él y comenzó a sentirse triste y angustiado. 38 Después les dijo:

—¡Mi tristeza es tan grande que me siento morir! Quédense aquí, manténganse despiertos conmigo.

39 Caminó un poco, se postró rostro en tierra y oró así: «Padre mío, si es posible, no me dejes tomar esta copa. Sin embargo, no hagas lo que yo quiero, sino lo que quieres tú».

40 Después regresó a sus seguidores, los encontró durmiendo y le dijo a Pedro:

—¿No pudieron estar despiertos conmigo por una hora? 41 Quédense despiertos y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto a hacer lo correcto, pero el cuerpo es débil.

42 Una vez más, se fue y oró así: «Padre mío, si no es posible que me quites esta copa, haz lo que tú quieras».

43 Entonces vino y los encontró durmiendo otra vez porque no podían mantener los ojos abiertos. 44 Los dejó, se fue de nuevo y empezó a orar por tercera vez con las mismas palabras de antes. 45 Luego volvió a donde estaban sus seguidores y les preguntó:

—¿Todavía están durmiendo y descansando? Pues llegó el momento en el que el Hijo del hombre será entregado en manos de pecadores. 46 ¡Levántense y vámonos! ¡Miren, aquí está el que me va a traicionar!

Arresto de Jesús

(Mr 14:43-50; Lc 22:47-53; Jn 18:3-12)

47 Mientras Jesús todavía estaba hablando, llegó Judas, uno de los doce seguidores. Venía acompañado de mucha gente con espadas y garrotes. Eran enviados por los jefes de los sacerdotes y los ancianos líderes del pueblo. 48 El que lo traicionaba les había dado una señal, diciéndoles: «Al que yo salude con un beso en la mejilla, ese es. Arréstenlo». 49 Inmediatamente, Judas se acercó a Jesús y le dijo:

—¡Hola, Maestro!

Y le dio un beso en la mejilla. 50 Jesús le dijo:

—Amigo, haz lo que viniste a hacer.

Entonces se acercaron, lo agarraron y lo arrestaron. 51 Pero uno de los que estaba con Jesús sacó su espada y le cortó la oreja a un siervo del sumo sacerdote. 52 Jesús le dijo:

—Pon tu espada en su lugar. Todo el que pelea a espada, morirá a espada. 53 ¿No te das cuenta de que yo puedo llamar a mi Padre, y él mandaría ahora mismo más de doce batallones de ángeles? 54 Pero si hago esto, ¿cómo se cumpliría lo que está en las Escrituras, donde dice que todo debe suceder de esta forma?

55 En ese momento Jesús le dijo a la gente:

—¿Es que yo soy un bandido para que ustedes vengan a llevarme preso con espadas y garrotes? Todos los días estaba yo sentado enseñando en el área del templo y no me arrestaron. 56 Sin embargo, esto ha pasado para que se cumpla lo que escribieron los profetas.

Luego todos sus seguidores lo abandonaron y huyeron.

Jesús ante el Consejo

(Mr 14:53-65; Lc 22:54-55, 63-71; Jn 18:13-14, 19-24)

57 Arrestaron a Jesús y lo llevaron a la casa de Caifás, el sumo sacerdote. Allí se habían reunido los maestros de la ley y los ancianos líderes. 58 Pedro seguía a Jesús a cierta distancia. Llegó hasta el patio del sumo sacerdote, entró y se sentó con los siervos para ver qué iba a pasar con Jesús.

59 Los jefes de los sacerdotes y todo el Consejo buscaban alguien que diera falso testimonio contra Jesús para poder condenarlo a muerte. 60 Pero aunque vinieron varios testigos y dijeron mentiras, no pudieron condenarlo. Finalmente dos hombres vinieron 61 y dijeron:

—Este hombre[b] dijo: “Yo puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días”.

62 Entonces el sumo sacerdote se levantó y le preguntó a Jesús:

—¿Acaso no vas a responder nada? ¿Qué significa lo que estos testifican en tu contra?

63 Pero Jesús se quedó callado. Entonces el sumo sacerdote le dijo:

—Te estoy poniendo bajo juramento en el nombre del Dios viviente. Dinos si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.

64 Jesús le dijo:

—Tú lo has dicho. Sin embargo les digo que ustedes verán al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso, llegando en las nubes del cielo.[c]

65 El sumo sacerdote se rasgó los vestidos y dijo:

—Él ha ofendido a Dios. ¿Para qué necesitamos más testigos? ¡Escuchen, ustedes acaban de oír semejante ofensa! 66 ¿Qué piensan?

Ellos respondieron:

—¡Es culpable y merece morir!

67 Luego le escupieron a Jesús en la cara y le dieron puñetazos. Otros le daban cachetadas 68 y decían:

—¡Demuéstranos que eres profeta, Mesías, dinos quién te pegó!

La negación de Pedro

(Mr 14:66-72; Lc 22:56-62; Jn 18:15-18, 25-27)

69 Mientras Pedro estaba sentado afuera en el patio, una sierva del sumo sacerdote se le acercó y le dijo:

—Tú también estabas con Jesús de Galilea.

70 Pero Pedro lo negó frente a todos, diciendo:

—No sé de qué estás hablando.

71 Entonces él se fue hacia la puerta del patio y otra mujer lo vio y les dijo a los que estaban allí:

—Este hombre estaba con Jesús de Nazaret.

72 De nuevo Pedro lo negó y juró:

—¡Yo no conozco a ese hombre!

73 Un poco después, los que estaban allí se le acercaron y le dijeron:

—Tú realmente eres también uno de ellos, se nota por la forma en que hablas.

74 Entonces él comenzó a maldecir y a jurar:

—¡Yo no lo conozco!

En ese momento cantó el gallo. 75 Entonces Pedro recordó que Jesús le había dicho: «Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces». Entonces Pedro salió de allí y lloró amargamente.

Llevan a Jesús ante Pilato

(Mr 15:1; Lc 23:1-2; Jn 18:28-32)

27 Por la mañana, todos los jefes de los sacerdotes y los ancianos líderes del pueblo concertaron un plan para dar muerte a Jesús. Lo llevaron atado y se lo entregaron al gobernador Pilato.

Judas se quita la vida

(Hch 1:18-19)

Entonces cuando Judas, el que lo había traicionado, vio que habían condenado a Jesús y sintió pesar por lo que había hecho. Así que les devolvió las 30 monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos líderes, y les dijo:

—He pecado al entregar a un hombre inocente para que lo maten.

Ellos dijeron:

—¿Qué nos importa? ¡Ese es tu problema!

Entonces Judas tiró las monedas de plata en el templo, salió de allí y se ahorcó. Los jefes de los sacerdotes tomaron las monedas y dijeron: «Es en contra de la ley recibir este dinero, pues fue usado para matar a alguien».

Así que tomaron una decisión. Con ese dinero compraron el campo del alfarero para usarlo como cementerio para enterrar a los extranjeros que murieran mientras visitaran Jerusalén. Por eso este campo se conoce hasta hoy en día como «Campo de sangre». Así se cumplió lo que había dicho el profeta Jeremías:

«Ellos tomaron 30 monedas de plata. Era la cantidad que el pueblo de Israel había acordado pagar por su vida. 10 Lo usaron para comprar el campo del alfarero, como el Señor me lo había ordenado».[d]

Pilato interroga a Jesús

(Mr 15:2-5; Lc 23:3-5; Jn 18:33-38)

11 Mientras tanto, Jesús se presentó ante el gobernador, y este le preguntó:

—¿Eres tú el rey de los judíos?

Jesús dijo:

—Tú lo has dicho.

12 Pero cuando los jefes de los sacerdotes y los ancianos líderes lo acusaron, no respondió nada. 13 Entonces Pilato le preguntó:

—¿No escuchas todas las acusaciones que están haciendo en tu contra?

14 Pero Jesús no le respondió nada, ni siquiera a una sola acusación. Pilato estaba muy sorprendido.

Jesús condenado a muerte

(Mr 15:6-15; Lc 23:13-25; Jn 18:39-19:16)

15 Ahora bien, era costumbre que durante la fiesta[e], el gobernador dejara libre al preso que pidiera el pueblo. 16 En ese entonces, había un prisionero muy conocido llamado Barrabás[f]. 17 Entonces cuando el pueblo estaba reunido, Pilato les preguntó:

—¿A quién quieren que libere? ¿A Barrabás o a Jesús al que llaman el Mesías?

18 Porque Pilato sabía que habían entregado a Jesús por pura envidia.

19 Cuando Pilato estaba sentado en el tribunal, recibió un mensaje de su esposa que decía: «No le hagas nada a ese hombre inocente. He estado intranquila todo el día porque soñé con él».

20 Pero los jefes de los sacerdotes y los ancianos líderes convencieron a las multitudes para que pidieran a Pilato que pusiera en libertad a Barrabás y ordenara matar a Jesús. 21 El gobernador preguntó:

—¿Cuál de estos dos presos quieren que deje libre?

Ellos contestaron:

—¡A Barrabás!

22 Pilato preguntó otra vez:

—¿Entonces qué debo hacer con Jesús, al que llaman el Mesías?

Todos dijeron:

—¡Crucifícalo!

23 Pilato preguntó:

—¿Por qué? ¿Qué ha hecho de malo?

Pero todos gritaban más fuerte:

—¡Crucifícalo!

24 Pilato se dio cuenta de que no podía hacer nada para cambiar la intención de ellos. Vio que se iba a formar un disturbio, así que agarró un poco de agua y se lavó las manos enfrente de todos y dijo:

—Yo no soy responsable por la muerte de este hombre. Allá ustedes.

25 La gente respondió:

—¡Nosotros y nuestros hijos cargamos con la responsabilidad de su muerte!

26 Entonces Pilato puso en libertad a Barrabás. Luego hizo que le dieran latigazos a Jesús y lo entregó para ser crucificado.

Los soldados se burlan de Jesús

(Mr 15:16-20; Jn 19:2-3)

27 Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al palacio. Reunieron a toda la compañía de soldados alrededor de él. 28 Le quitaron la ropa y le pusieron un manto de color morado. 29 Hicieron una corona hecha de espinas, se la colocaron en la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Se arrodillaron ante él y se burlaban, diciendo: «¡Viva el rey de los judíos!»

30 Luego le escupieron, tomaron la caña y le pegaron en la cabeza. 31 Cuando acabaron de burlarse de él, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo sacaron para crucificarlo.

Crucifixión de Jesús

(Mr 15:21-32; Lc 23:26-39; Jn 19:17-19)

32 Al salir encontraron a un hombre de Cirene llamado Simón y lo obligaron a cargar la cruz de Jesús. 33 Llegaron a un sitio llamado «Gólgota» que significa «Lugar de la Calavera». 34 Le dieron a Jesús vino mezclado con hiel[g] para que bebiera, pero después de probarlo no quiso beberlo. 35 Clavaron a Jesús de pies y manos a la cruz y rifaron entre ellos la ropa de Jesús. 36 Luego, se sentaron a vigilarlo. 37 Por encima de su cabeza escribieron un aviso con la razón de su condena: «Este es Jesús, el Rey de los judíos».

38 Ese mismo día dos ladrones fueron crucificados con Jesús, uno a su derecha y otro a su izquierda. 39 La gente que pasaba lo insultaba, meneando la cabeza 40 y diciendo:

—Tú que ibas a destruir el templo y reconstruirlo en tres días, ¡sálvate a ti mismo! Si eres el Hijo de Dios, entonces bájate de esa cruz.

41 También los jefes de los sacerdotes junto con los maestros de la ley y los ancianos líderes se burlaban de él, diciendo:

42 —Salvó a otros, pero no se puede salvar a sí mismo. Si es rey de Israel, que baje de la cruz ahora mismo, y entonces creeremos en él. 43 Como confía en Dios, dejemos que Dios lo rescate si es que lo quiere de verdad. Después de todo, él dijo: “Yo soy el Hijo de Dios”.

44 Los ladrones que estaban crucificados junto a él, también lo insultaban.

Muerte de Jesús

(Mr 15:33-41; Lc 23:44-49; Jn 19:28-30)

45 Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, toda la tierra quedó sumida en oscuridad. 46 (B)A eso de las tres, Jesús gritó fuerte: «Elí, Elí, ¿lama sabactani?» que significa: «¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?»[h]

47 Algunos de los que estaban allí lo oyeron y decían:

—¡Está llamando a Elías![i]

48 Entonces inmediatamente uno de ellos corrió y tomó una esponja. La empapó en vinagre, la puso en un palo y se la ofreció a Jesús para que bebiera. 49 Pero los demás seguían diciendo:

—Déjenlo, vamos a ver si Elías viene a salvarlo.

50 Pero Jesús dio nuevamente un fuerte grito y murió[j]. 51 Al instante, la cortina que estaba dentro del templo se rasgó en dos, de arriba a abajo, y la tierra tembló. Las rocas se partieron, 52 los sepulcros se abrieron y muchos del pueblo de Dios que habían muerto, fueron resucitados. 53 Después de la resurrección de Jesús, dejaron sus sepulcros, fueron a la ciudad santa de Jerusalén y se le aparecieron a mucha gente.

54 El capitán y los que estaban cuidando el cuerpo de Jesús vieron el terremoto y todo lo que pasó, se asustaron mucho y dijeron:

—Este hombre sí era el Hijo de Dios.

55 Muchas mujeres estaban viendo desde lejos. Ellas habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderlo. 56 Entre ellas estaban María Magdalena, María la mamá de Santiago y José, y la mamá de los hijos de Zebedeo[k].

Jesús es sepultado

(Mr 15:42-47; Lc 23:50-56; Jn 19:38-42)

57 Al atardecer, un hombre rico llamado José de Arimatea, vino a Jerusalén. Él también se había convertido en seguidor de Jesús. 58 Fue a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato ordenó que se lo entregaran. 59 José llevó el cuerpo y lo envolvió en una sábana limpia. 60 Después puso el cuerpo en un sepulcro nuevo que había sido cavado en la roca. Luego corrió una piedra muy grande hasta la entrada del sepulcro y se fue. 61 María Magdalena y la otra María estaban sentadas al frente del sepulcro.

El sepulcro es puesto bajo vigilancia

62 Al día siguiente, después del día de la preparación, los jefes de los sacerdotes y los fariseos se reunieron con Pilato, 63 y le dijeron:

—Señor, le recordamos que en vida ese engañador dijo: “Dentro de tres días voy a resucitar”. 64 Ordene, pues, que vigilen el sepulcro hasta el tercer día para que así sus seguidores no puedan venir y robar el cuerpo. Porque después podrían decirle a la gente: “Él ha resucitado de la muerte”. Este engaño sería peor que el primero.

65 Pilato les dijo:

—Pueden disponer una guardia de soldados. Vayan y aseguren el sepulcro lo mejor que puedan.

66 Entonces se fueron y aseguraron el sepulcro, sellaron la piedra y colocaron guardias.

Mateo 27:11-54

Pilato interroga a Jesús

(Mr 15:2-5; Lc 23:3-5; Jn 18:33-38)

11 Mientras tanto, Jesús se presentó ante el gobernador, y este le preguntó:

—¿Eres tú el rey de los judíos?

Jesús dijo:

—Tú lo has dicho.

12 Pero cuando los jefes de los sacerdotes y los ancianos líderes lo acusaron, no respondió nada. 13 Entonces Pilato le preguntó:

—¿No escuchas todas las acusaciones que están haciendo en tu contra?

14 Pero Jesús no le respondió nada, ni siquiera a una sola acusación. Pilato estaba muy sorprendido.

Jesús condenado a muerte

(Mr 15:6-15; Lc 23:13-25; Jn 18:39-19:16)

15 Ahora bien, era costumbre que durante la fiesta[a], el gobernador dejara libre al preso que pidiera el pueblo. 16 En ese entonces, había un prisionero muy conocido llamado Barrabás[b]. 17 Entonces cuando el pueblo estaba reunido, Pilato les preguntó:

—¿A quién quieren que libere? ¿A Barrabás o a Jesús al que llaman el Mesías?

18 Porque Pilato sabía que habían entregado a Jesús por pura envidia.

19 Cuando Pilato estaba sentado en el tribunal, recibió un mensaje de su esposa que decía: «No le hagas nada a ese hombre inocente. He estado intranquila todo el día porque soñé con él».

20 Pero los jefes de los sacerdotes y los ancianos líderes convencieron a las multitudes para que pidieran a Pilato que pusiera en libertad a Barrabás y ordenara matar a Jesús. 21 El gobernador preguntó:

—¿Cuál de estos dos presos quieren que deje libre?

Ellos contestaron:

—¡A Barrabás!

22 Pilato preguntó otra vez:

—¿Entonces qué debo hacer con Jesús, al que llaman el Mesías?

Todos dijeron:

—¡Crucifícalo!

23 Pilato preguntó:

—¿Por qué? ¿Qué ha hecho de malo?

Pero todos gritaban más fuerte:

—¡Crucifícalo!

24 Pilato se dio cuenta de que no podía hacer nada para cambiar la intención de ellos. Vio que se iba a formar un disturbio, así que agarró un poco de agua y se lavó las manos enfrente de todos y dijo:

—Yo no soy responsable por la muerte de este hombre. Allá ustedes.

25 La gente respondió:

—¡Nosotros y nuestros hijos cargamos con la responsabilidad de su muerte!

26 Entonces Pilato puso en libertad a Barrabás. Luego hizo que le dieran latigazos a Jesús y lo entregó para ser crucificado.

Los soldados se burlan de Jesús

(Mr 15:16-20; Jn 19:2-3)

27 Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al palacio. Reunieron a toda la compañía de soldados alrededor de él. 28 Le quitaron la ropa y le pusieron un manto de color morado. 29 Hicieron una corona hecha de espinas, se la colocaron en la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Se arrodillaron ante él y se burlaban, diciendo: «¡Viva el rey de los judíos!»

30 Luego le escupieron, tomaron la caña y le pegaron en la cabeza. 31 Cuando acabaron de burlarse de él, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo sacaron para crucificarlo.

Crucifixión de Jesús

(Mr 15:21-32; Lc 23:26-39; Jn 19:17-19)

32 Al salir encontraron a un hombre de Cirene llamado Simón y lo obligaron a cargar la cruz de Jesús. 33 Llegaron a un sitio llamado «Gólgota» que significa «Lugar de la Calavera». 34 Le dieron a Jesús vino mezclado con hiel[c] para que bebiera, pero después de probarlo no quiso beberlo. 35 Clavaron a Jesús de pies y manos a la cruz y rifaron entre ellos la ropa de Jesús. 36 Luego, se sentaron a vigilarlo. 37 Por encima de su cabeza escribieron un aviso con la razón de su condena: «Este es Jesús, el Rey de los judíos».

38 Ese mismo día dos ladrones fueron crucificados con Jesús, uno a su derecha y otro a su izquierda. 39 La gente que pasaba lo insultaba, meneando la cabeza 40 y diciendo:

—Tú que ibas a destruir el templo y reconstruirlo en tres días, ¡sálvate a ti mismo! Si eres el Hijo de Dios, entonces bájate de esa cruz.

41 También los jefes de los sacerdotes junto con los maestros de la ley y los ancianos líderes se burlaban de él, diciendo:

42 —Salvó a otros, pero no se puede salvar a sí mismo. Si es rey de Israel, que baje de la cruz ahora mismo, y entonces creeremos en él. 43 Como confía en Dios, dejemos que Dios lo rescate si es que lo quiere de verdad. Después de todo, él dijo: “Yo soy el Hijo de Dios”.

44 Los ladrones que estaban crucificados junto a él, también lo insultaban.

Muerte de Jesús

(Mr 15:33-41; Lc 23:44-49; Jn 19:28-30)

45 Desde el mediodía hasta las tres de la tarde, toda la tierra quedó sumida en oscuridad. 46 (A)A eso de las tres, Jesús gritó fuerte: «Elí, Elí, ¿lama sabactani?» que significa: «¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?»[d]

47 Algunos de los que estaban allí lo oyeron y decían:

—¡Está llamando a Elías![e]

48 Entonces inmediatamente uno de ellos corrió y tomó una esponja. La empapó en vinagre, la puso en un palo y se la ofreció a Jesús para que bebiera. 49 Pero los demás seguían diciendo:

—Déjenlo, vamos a ver si Elías viene a salvarlo.

50 Pero Jesús dio nuevamente un fuerte grito y murió[f]. 51 Al instante, la cortina que estaba dentro del templo se rasgó en dos, de arriba a abajo, y la tierra tembló. Las rocas se partieron, 52 los sepulcros se abrieron y muchos del pueblo de Dios que habían muerto, fueron resucitados. 53 Después de la resurrección de Jesús, dejaron sus sepulcros, fueron a la ciudad santa de Jerusalén y se le aparecieron a mucha gente.

54 El capitán y los que estaban cuidando el cuerpo de Jesús vieron el terremoto y todo lo que pasó, se asustaron mucho y dijeron:

—Este hombre sí era el Hijo de Dios.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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