Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
El Señor es fiel
Canción de David cuando se hizo el loco para que Abimélec lo expulsara de sus tierras y así poder salir de allí.
1 Bendigo al SEÑOR todo el tiempo;
en mis labios siempre hay una alabanza para él.
2 Todo me ser alaba al SEÑOR.
Todos ustedes los que están tristes,
escuchen mi alabanza y alégrense.
3 Honren al SEÑOR conmigo;
exaltemos todos su nombre.
4 Porque consulté al SEÑOR, y él me respondió.
Él me salvó de todos mis temores.
5 Los que acuden al Señor resplandecen de alegría,
jamás se decepcionarán.
6 Este pobre hombre pidió ayuda al SEÑOR,
él me escuchó y me sacó de todos mis peligros.
7 El ángel del SEÑOR monta su campamento alrededor de su gente fiel[a],
y la protege.
8 Saboreen al SEÑOR y vean lo bueno que es él.
Afortunado el que confía en él.
19 Si alguien es justo, no importa cuántos males sufra,
el SEÑOR lo rescatará.
20 Él lo protegerá por completo;
no se romperá ninguno de sus huesos.
21 En cambio, los perversos serán destruidos por su propia maldad;
los que persiguen a los justos serán castigados.
22 El SEÑOR protege la vida de sus fieles
y todo el que acuda a él en busca de ayuda, la encontrará.
Oración de Nehemías
1 Estas son las palabras de Nehemías hijo de Jacalías: Sucedió que en el mes de quisleu, del año 20[a] del rey Artajerjes estando yo en la ciudad de Susa[b], 2 llegó Jananí, uno de mis hermanos, junto con otros hombres de Judá. Entonces les pregunté por el resto de los judíos que habían escapado del exilio y que vivían en Judá, y también les pregunte cómo estaba la ciudad de Jerusalén. 3 Ellos me dijeron: «Los judíos que sobrevivieron al cautiverio están en graves dificultades. Las murallas de Jerusalén continúan derribadas y sus puertas consumidas por el fuego».
4 Cuando escuché esto me senté a llorar, lleno de dolor. Me sentí muy triste, durante varios días ayuné y oré al Dios del cielo, 5 y le dije:
«SEÑOR, Dios del cielo, grande y maravilloso, tú eres fiel a tu promesa de amar a los que te aman y obedecen tus mandamientos.
6 »Yo, tu siervo, te ruego que escuches la oración que hago día y noche por tus siervos, los israelitas. Confieso que los israelitas hemos pecado, incluso mi familia y yo hemos pecado contra ti. 7 Los israelitas hemos actuado muy mal ante ti y no hemos obedecido los mandamientos, órdenes y leyes que le diste a tu siervo Moisés.
8 »Te ruego que tengas presente el mandamiento que le diste a tu siervo Moisés cuando dijiste: “Si no son fieles, los dispersaré y los mandaré a vivir entre naciones extranjeras. 9 Pero si regresan a mí y están dispuestos a obedecerme, entonces los reuniré de nuevo. No importa si se encuentran hasta en las tierras más lejanas, yo los traeré al lugar que he elegido para que se me adore”.
10 »Ellos son tus siervos y tu pueblo al que libraste con tu gran poder. 11 Señor, te ruego que escuches la oración de este siervo y de todos tus siervos que se complacen en darte honra. Haz que me vaya bien hoy y cuando me presente ante el rey ayúdame a ganarme su favor».
En ese tiempo yo era el copero del rey[c].
11 La ley se entregó al pueblo bajo el sacerdocio de Leví, pero la gente no se podía perfeccionar espiritualmente por medio de ese sacerdocio. Era necesario que apareciera otro sacerdocio, pero no como el de Aarón, sino como el que tiene Melquisedec. 12 Cuando cambia el sacerdocio, cambia también la ley. 13 Pero todo esto lo decimos con referencia a Jesucristo. Él no es descendiente de Leví y nadie de su tribu sirvió como sacerdote en el altar. 14 Está claro que nuestro Señor era descendiente[a] de Judá, pero Moisés no dijo nada de sacerdotes que fueran descendientes de Judá.
Jesús es sacerdote como Melquisedec
15 Todo se aclara cuando aparece Jesús, que es sacerdote como Melquisedec. 16 Jesús no fue designado sacerdote por voluntad humana, sino por el poder de su vida indestructible, 17 (A)porque se da testimonio de él:
«Eres sacerdote para siempre,
tal como fue Melquisedec».[b]
18 El mandamiento queda anulado por débil e ineficaz, 19 pues la ley no podía hacer nada perfecto. Pero ahora se nos da una esperanza nueva por la que podemos acercarnos a Dios.
20 Es muy importante notar que Dios también hizo una promesa cuando nombró a Jesús sumo sacerdote, pero no hubo promesa alguna para otros sacerdotes. 21 (B)En cambio, Jesús llegó a ser sacerdote con una promesa de Dios, quien le dijo:
«El Señor ha hecho una promesa,
y no cambiará de opinión.
Tú eres sacerdote para siempre».[c]
22 Esto quiere decir que Jesús es la garantía de un mejor pacto entre Dios y su pueblo.
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