Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Oración pidiendo la intervención de Dios
(1) Cántico y salmo de Asaf.
83 (2) Oh Dios, ¡no te quedes en silencio!,
¡no te quedes inmóvil y callado!
2 (3) Mira a tus enemigos, a los que te odian:
alborotan y se rebelan contra ti.
3 (4) Han hecho planes astutos
en contra de tu pueblo,
¡en contra de tus protegidos!
4 (5) Han pensado venir a destruirnos
para que dejemos de existir como nación,
para que no vuelva a recordarse el nombre de Israel.
13 (14) Dios mío, haz que rueden como zarzas,
como hojas secas arrastradas por el viento;
14 (15) y así como el fuego quema el bosque
y consume los montes con sus llamas,
15 (16) ¡así persíguelos con tus tormentas
y espántalos con tus tempestades!
16 (17) ¡Avergüénzalos, Señor,
para que recurran a ti!
17 (18) Que sean avergonzados para siempre;
¡que se avergüencen y mueran!
18 (19) ¡Que sepan que sólo tú eres el Señor,
que sólo tú eres el Altísimo
sobre toda la tierra!
Moisés y Aarón hablan con el faraón
5 Después de esto, Moisés y Aarón fueron a decirle al faraón:
—Así ha dicho el Señor, el Dios de Israel: “Deja ir a mi pueblo al desierto, para que haga allí una fiesta en mi honor.”
2 Pero el faraón contestó:
—¿Y quién es “el Señor”, para que yo le obedezca y deje ir a los israelitas? Ni conozco al Señor, ni tampoco voy a dejar ir a los israelitas.
3 Entonces ellos dijeron:
—El Dios de los hebreos ha venido a nuestro encuentro; así que vamos a ir al desierto, a una distancia de tres días de camino, para ofrecer sacrificios al Señor nuestro Dios, no sea que nos haga morir por una peste o a filo de espada.
4 Pero el rey de Egipto les dijo:
—Moisés y Aarón, ¿por qué distraen a la gente de su trabajo? ¡Vayan a seguir trabajando!
5 También les dijo el faraón:
—Ahora que hay tantos israelitas en el país, ¿van ustedes a hacer que dejen de trabajar?
6 Ese mismo día el faraón ordenó a los capataces y jefes de grupo:
7 —Ya no les den paja a los israelitas para que hagan adobes, como se ha estado haciendo; ¡que vayan ellos mismos a recoger la paja! 8 Pero exíjanles la misma cantidad de adobes que han hecho hasta ahora. ¡Ni un solo adobe menos! Son unos holgazanes, y por eso gritan: “¡Vayamos a ofrecer sacrificios a nuestro Dios!” 9 Hagan trabajar más duro a esa gente; manténganlos ocupados, para que no hagan caso de mentiras.
10 Los capataces y jefes de grupo salieron y fueron a decir a la gente:
—El faraón ha dado órdenes de que ya no se les dé paja. 11 Ahora ustedes mismos tendrán que ir a recogerla en donde la encuentren. Pero no por eso se les va a rebajar la cantidad de adobes que tienen fijada.
12 Los israelitas se dispersaron por todo Egipto, en busca de rastrojo, para usarlo como paja. 13-14 Todos los días los capataces del faraón les exigían la misma cantidad de adobes que hacían cuando se les daba paja, y además golpeaban a los jefes de grupo israelitas, y les decían:
—¿Cómo es que ni ayer ni hoy completaron ustedes la misma cantidad de adobes que antes hacían?
15 Los jefes de grupo israelitas fueron a quejarse ante el faraón, y le dijeron:
—¿Por qué trata así Su Majestad a estos siervos suyos? 16 Ya no se nos da paja y, sin embargo, se nos exige que hagamos adobes, y además se nos golpea. ¡La culpa es de la gente de Su Majestad!
17 Pero el faraón contestó:
—¡Ustedes no son otra cosa que unos holgazanes! Por eso andan diciendo: “Vayamos a ofrecer sacrificios al Señor.” 18 ¡Váyanse a trabajar! Y aunque no se les dará ya paja, aun así tendrán que entregar la misma cantidad de adobes.
19 Los jefes de grupo israelitas se vieron en aprietos cuando se les dijo que no debían reducir la producción diaria de adobes. 20 Al salir de su entrevista con el faraón, se encontraron con Moisés y Aarón, que los estaban esperando, 21 y les dijeron:
—Que el Señor mire lo que ustedes han hecho y los castigue. Porque ustedes tienen la culpa de que el faraón y sus funcionarios nos miren mal. Ustedes mismos les han puesto la espada en la mano para que nos maten.
La oración de Moisés
22 Entonces Moisés dijo al Señor en oración:
—Señor, ¿por qué tratas mal a este pueblo? ¿Para qué me enviaste? 23 Desde que vine a hablar con el faraón en tu nombre, él ha maltratado aún más a tu pueblo, y tú no has hecho nada para salvarlo.
6 Y el Señor le contestó:
—Ahora verás lo que voy a hacer con el faraón, porque sólo por la fuerza los dejará salir de su país; es más, él mismo les dirá que se vayan.
Dios vuelve a llamar a Moisés
2 Dios se dirigió a Moisés y le dijo:
—Yo soy EL SEÑOR. 3 Me manifesté a Abraham, Isaac y Jacob con el nombre de Dios todopoderoso, pero no me di a conocer a ellos con mi verdadero nombre: EL SEÑOR. 4 Hice además una alianza con ellos, y me comprometí a darles la tierra de Canaán, o sea la región en la que vivieron como extranjeros por algún tiempo. 5 Y ahora que he sabido que los israelitas sufren, y que los egipcios los obligan a trabajar, me he acordado de mi alianza. 6 Por lo tanto, ve a decir a los israelitas que yo, el Señor, voy a librarlos de su esclavitud y de los duros trabajos a que han sido sometidos por los egipcios. Desplegaré mi poder y los salvaré con grandes actos de justicia; 7 los tomaré a ustedes como pueblo mío, y yo seré su Dios. Así sabrán que yo soy el Señor su Dios, que los libró de los duros trabajos a que habían sido sometidos por los egipcios. 8 Los llevaré al país que prometí dar a Abraham, Isaac y Jacob, y que les daré a ustedes en propiedad. Yo soy el Señor.
9 Moisés les repitió esto a los israelitas, pero ellos no le hicieron caso, pues estaban muy desanimados por lo duro de su esclavitud. 10 Entonces el Señor le dijo a Moisés:
11 —Ve a decirle al faraón que deje salir de Egipto a los israelitas.
12 Pero Moisés le contestó al Señor:
—Ni siquiera los israelitas me hacen caso; ¿y cómo me va a hacer caso el faraón, si yo soy tan torpe para hablar?
13 Entonces el Señor mandó a Moisés y Aarón que dijeran a los israelitas y al faraón, que tenían órdenes precisas de sacar de Egipto a los israelitas.
El mensaje a Filadelfia
7 »Escribe también al ángel de la iglesia de Filadelfia: “Esto dice el que es santo y verdadero, el que tiene la llave del rey David, el que cuando abre nadie puede cerrar y cuando cierra nadie puede abrir: 8 Yo sé todo lo que haces; mira, delante de ti he puesto una puerta abierta que nadie puede cerrar, y aunque tienes poca fuerza, has hecho caso de mi palabra y no me has negado. 9 Yo haré que los de la congregación de Satanás, los mentirosos que dicen ser judíos y no lo son, vayan a arrodillarse a tus pies, para que sepan que yo te he amado. 10 Has cumplido mi mandamiento de ser constante, y por eso yo te protegeré de la hora de prueba que va a venir sobre el mundo entero para poner a prueba a todos los que viven en la tierra. 11 Vengo pronto. Conserva lo que tienes, para que nadie te arrebate tu premio. 12 A los que salgan vencedores les daré que sean columnas en el templo de mi Dios, y nunca más saldrán de allí; y en ellos escribiré el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén que viene del cielo, de mi Dios; y también escribiré en ellos mi nombre nuevo. 13 ¡El que tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias!”
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.