Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Salmo 130 (129)
Dios mío, escucha mi clamor
130 Cántico de peregrinación.
Señor, desde lo más hondo a ti clamo.
2 Dios mío, escucha mi grito;
que tus oídos atiendan mi voz suplicante.
3 Señor, si recuerdas los pecados,
¿quién podrá resistir, Dios mío?
4 Pero eres un Dios perdonador
y eres por ello venerado.
5 En el Señor espero,
espero y confío en su palabra;
6 yo anhelo a mi Dios
más que los centinelas la aurora.
7 Israel, confía en el Señor
pues en el Señor está el amor
y de él viene la plena redención.
8 Él liberará a Israel
de todos sus pecados.
Prólogo (1,1—3,15)
Marco histórico
1 El año treinta, el día cinco del cuarto mes, estaba yo con los deportados junto a la orilla del río Quebar. Entonces se abrió el cielo y tuve una visión divina. 2 El día cinco del mes (era el año quinto de la deportación del rey Jeconías), 3 el Señor comunicó su palabra al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzí, en el país de los caldeos, a orillas del río Quebar. La mano del Señor se posó sobre él.
8 Por tu parte, hijo de hombre, escucha lo que voy a decirte: No seas rebelde como ellos; abre bien la boca y come lo que voy a darte. 9 Al mirar, vi una mano extendida hacia mí, que sostenía un libro enrollado. 10 Me lo abrió y vi que estaba escrito por las dos caras; contenía elegías, lamentos y ayes.
3 Después me dijo:
— Hijo de hombre, come este libro enrollado y vete a hablar a los israelitas.
2 Yo abrí la boca y me hizo comer el libro. 3 Después me dijo:
— Hijo de hombre, alimenta tu vientre y llena tus entrañas con este libro enrollado que te doy.
Yo lo comí y me supo dulce como la miel.
El ángel con el libro abierto
10 Vi luego otro ángel lleno de poder. Bajaba del cielo envuelto en una nube y el arco iris coronaba su cabeza. Su rostro resplandecía como el sol y sus piernas eran semejantes a columnas de fuego. 2 Tenía abierto en su mano un pequeño libro. Puso su pie derecho sobre el mar y su pie izquierdo sobre la tierra firme, 3 y dejó oír su voz, poderosa como rugido de león. A su grito respondió el retumbar de siete truenos 4 y una vez que resonaron los siete truenos, yo me dispuse a escribir. Pero una voz me dijo desde el cielo:
— No escribas. Mantén en secreto las palabras de los siete truenos.
5 Entonces el ángel que yo había visto de pie sobre el mar y la tierra firme, levantó al cielo la mano derecha 6 y pronunció este juramento:
— Por el que vive por siempre y para siempre; por el que creó el cielo, la tierra, el mar y cuanto en ellos se contiene, juro que el plazo se ha cumplido 7 y que en aquel día, cuando el séptimo ángel se disponga a tocar su trompeta, Dios cumplirá su plan secreto anunciado como buena noticia a sus servidores los profetas.
8 Y la misma voz que había escuchado desde el cielo, de nuevo me hablaba y me decía:
— Vete y toma el libro que tiene abierto en su mano el ángel que está en pie sobre el mar y la tierra firme.
9 Me acerqué al ángel y le pedí que me diera el libro. Él me contestó:
— Tómalo y cómetelo. Aunque te amargue las entrañas, será en tu boca dulce como la miel.
10 Tomé, pues, el libro de la mano del ángel y me lo comí. Y resultó verdaderamente dulce como la miel en mi boca, pero amargo en mis entrañas una vez que me lo comí. 11 Y me dijo alguien:
— Debes aún proclamar un mensaje profético sobre multitud de pueblos, razas, lenguas y reinos.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España