Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Salmo 58 (57)
Hay un Dios que imparte justicia
58 Al maestro del coro. Según “No destruyas”. Poema de David.
2 Jueces, ¿en verdad proclaman la justicia
y juzgan a las personas con rectitud?
3 No; en su interior ustedes traman el mal
y propagan la violencia en esta tierra.
4 Los malvados desde que nacen están perdidos,
los falsos desde su nacimiento se extravían.
5 Es su veneno como el veneno de la serpiente,
son como víbora sorda que tapa sus oídos
6 para no oír la voz de los encantadores,
ni la del hechicero experto en hechizos.
7 Oh Dios, rompe los dientes de su boca,
destroza, Señor, las fauces de estos leones.
8 Que se evaporen como agua que se diluye,
que disparen flechas que no puedan clavarse;
9 que sean cual babosa que al andar se deshace,
como aborto de mujer que no pudo ver el sol;
10 que antes que sus ollas noten el fuego
vivo y crepitante, lo apague un vendaval.
11 Se alegrará el justo cuando vea la venganza
y bañará sus pies en la sangre del malvado.
12 Y todos dirán: “El justo tiene su premio,
hay un Dios que imparte justicia en la tierra”.
15 Les daré los pastores que yo crea conveniente, y los apacentarán con profesionalidad y acierto. 16 Cuando por aquel entonces se multipliquen y fructifiquen en el país —oráculo del Señor—, no volverán a nombrar el Arca de la alianza del Señor; no se recordará ni se hablará de ella. No la echarán de menos ni se construirá otra. 17 Por aquel tiempo llamarán a Jerusalén “Trono del Señor”, y se congregarán en ella todas las naciones (en el nombre del Señor y en el de Jerusalén); y ya no seguirán a su obstinado y perverso corazón. 18 En aquellos días, Judá caminará con Israel, y vendrán juntos de un país del norte a la tierra que di en heredad a sus antepasados.
Arrepentimiento y perdón
19 Yo había pensado:
Voy a contarte entre mis hijos,
te daré una tierra deliciosa,
la heredad más hermosa de las naciones.
Pensaba que me llamarías “Padre”,
que no te apartarías de mí.
20 Pero igual que una esposa traiciona a su marido,
así me traicionaron, pueblo de Israel
—oráculo del Señor—.
21 Se escuchan voces por las dunas,
el llanto suplicante de Israel,
porque han equivocado su camino,
han olvidado al Señor, su Dios.
22 ¡Vuelvan, hijos apóstatas,
que voy a sanar su apostasía!
“Aquí estamos, venimos a ti,
pues eres el Señor, nuestro Dios.
23 ¡Qué mentira son las colinas,
los montes son pura confusión!
Sólo en el Señor, nuestro Dios,
está la salvación de Israel.
24 La ignominia ha devorado,
ya desde que éramos jóvenes,
los logros de nuestros antepasados:
sus ovejas y sus vacas,
sus hijos y sus hijas.
25 ¡Acostémonos en nuestra vergüenza,
cubrámonos con nuestra deshonra!
Desde que éramos jóvenes hasta hoy,
nosotros, lo mismo que nuestros antepasados,
hemos pecado contra el Señor, nuestro Dios,
nos hemos negado a obedecerlo”.
Parábola de la gran cena (Mt 22,1-10)
15 Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa dijo a Jesús:
— ¡Feliz aquel que sea invitado a comer en el reino de Dios!
16 Jesús le contestó:
— Una vez, un hombre dio una gran cena e invitó a muchos. 17 Cuando llegó el día de la cena, envió a su criado para que dijera a los invitados: “Vengan, que ya está todo preparado”. 18 Pero todos ellos, uno por uno, comenzaron a excusarse. El primero dijo: “He comprado unas tierras y tengo que ir a verlas. Discúlpame, por favor”. 19 Otro dijo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes y tengo que ir a probarlas. Discúlpame, por favor”. 20 El siguiente dijo: “No puedo ir, porque acabo de casarme”. 21 El criado volvió a casa y refirió a su señor lo que había ocurrido. Entonces el dueño de la casa, muy enojado, ordenó a su criado: “Sal en seguida por las plazas y las calles de la ciudad y trae aquí a los pobres, los inválidos, los ciegos y los cojos”. 22 El criado volvió y le dijo: “Señor, he hecho lo que me ordenaste y aún quedan lugares vacíos”. 23 El señor le contestó: “Pues sal por los caminos y veredas y haz entrar a otros hasta que mi casa se llene. 24 Porque les digo que ninguno de los que estaban invitados llegará a probar mi cena”.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España