Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Salmo 85 (84)
El Señor habla de paz
85 Al maestro del coro. Salmo de los hijos de Coré.
2 Señor, has sido misericordioso con tu tierra,
has cambiado la suerte de Jacob;
3 has perdonado la falta de tu pueblo,
has ocultado todos sus pecados; [ Pausa]
4 has contenido toda tu furia,
has calmado el ardor de tu ira.
5 Dios, salvador nuestro, renuévanos,
¡aparta tu cólera de nosotros!
6 ¿Seguirás siempre enfadado?
¿Durará tu ira por generaciones?
7 ¿No volverás a darnos la vida
para que tu pueblo en ti se goce?
8 Señor, muéstranos tu amor,
danos tu salvación.
9 Voy a escuchar lo que Dios dice:
el Señor habla de paz
a su pueblo y a sus fieles,
¡que no vuelvan a ser necios!
10 Su salvación está cerca de quien lo venera,
la gloria va a morar en nuestra tierra.
11 El amor y la verdad se han encontrado,
la justicia y la paz se abrazan.
12 La verdad brota de la tierra,
la justicia surge del cielo.
13 El Señor traerá prosperidad
y nuestra tierra dará su cosecha.
14 La justicia caminará ante él,
sus pasos trazarán el camino.
Promesa de felicidad
2 Los israelitas serán tantos como la arena del mar que no se cuenta ni se mide. Y en aquel lugar no se los llamará más No-Mi-Pueblo, sino Hijos del Dios vivo. 2 Los hijos de Judá y los hijos de Israel se reunirán, tendrán un solo jefe y desbordarán de la tierra porque será grande el día de Jezrael. 3 Llamen a sus hermanos: “Ammí” —pueblo mío—, y a sus hermanas: “Rujama” —amada mía—.
El pueblo rompe la alianza
4 Acusen, juzguen a su madre,
porque ella no es mi mujer
y yo no soy su marido;
que aparte de su persona
los signos de su prostitución
y, de entre sus senos,
las marcas de su adulterio.
5 Si no lo hace así,
la despojaré y la dejaré desnuda,
como en el día de su nacimiento;
la dejaré como un desierto,
la convertiré en tierra reseca
y la haré morir de sed.
6 Y no amaré a sus hijos,
porque son hijos de prostitución.
7 Se ha prostituido su madre,
está cubierta de vergüenza
la que los concibió. Decía:
“Me iré detrás de mis amantes,
los que me dan pan y agua,
lana y lino, aceite y bebidas”.
8 Pues bien, voy a cerrar
con espinos su camino
y a ponerle una valla
para que no encuentre el sendero.
9 Perseguirá a sus amantes,
pero no los encontrará;
los buscará y no los hallará.
Entonces dirá:
“Volveré a mi primer marido,
pues me iba mejor antes que ahora”.
10 Ella no comprendía que era yo
quien le daba el trigo,
el vino nuevo y el aceite;
y quien le facilitaba la plata y el oro
que utilizaba para hacer baales.
11 Por eso, volveré a recoger
mi trigo a su tiempo,
mi vino nuevo en su sazón,
y le quitaré mi lana y mi lino
que le di para cubrir su desnudez.
12 Entonces descubriré su infamia
delante de sus amantes
y nadie la librará de mi mano.
13 Haré cesar toda su alegría,
sus fiestas, novilunios y sábados,
y todas sus solemnidades.
14 Devastaré su viña y su higuera
de las que decía: “Son la paga
que me dieron mis amantes”.
Las convertiré en matorral
y las devorarán las bestias del campo.
15 Le pediré cuentas por los días
dedicados a los baales,
a los que quemaba incienso.
Luego se adornaba de sortijas y collares,
corría detrás de sus amantes
y se olvidaba de mí —oráculo del Señor—.
Jesús apacigua una tempestad (Mt 8,23-27; Mc 4,35-41)
22 Un día, subió Jesús a una barca, junto con sus discípulos, y les dijo:
— Vamos a la otra orilla.
Y se adentraron en el lago. 23 Mientras navegaban, Jesús se quedó dormido. De pronto, una tormenta huracanada se desencadenó sobre el lago. Como la barca se llenaba de agua y corrían grave peligro, 24 los discípulos se acercaron a Jesús y lo despertaron, diciendo:
— ¡Maestro, Maestro, que estamos a punto de perecer!
Entonces Jesús, incorporándose, increpó al viento y al oleaje; estos se apaciguaron en seguida y el lago quedó en calma. 25 Después dijo Jesús a los discípulos:
— ¿Dónde está la fe de ustedes?
Pero ellos, llenos de miedo y asombro, se preguntaban unos a otros:
— ¿Quién es este, que da órdenes a los vientos y al agua y lo obedecen?
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España