Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Dios bendice a la familia
SALMO 128 (127)
Cántico para las peregrinaciones.
128 ¡Dios bendice
a todos los que lo obedecen
y siguen sus enseñanzas!
2-3 Si tú eres uno de ellos,
Dios te bendecirá mucho.
En el seno de tu hogar
comerás y disfrutarás
de lo que ganes con tu trabajo.
Tu esposa tendrá muchos hijos.
¡Parecerá un racimo de uvas!
Nunca en tu mesa faltará comida,
y tus hijos crecerán
fuertes como los olivos.
4 ¡Así es como Dios bendice
a todos los que lo obedecen!
5 ¡Que Dios te bendiga
desde su templo en el monte Sión!
¡Que veas prosperar a Jerusalén
todos los días de tu vida!
6 ¡Que Dios te deje ver crecer
a tus hijos y a tus nietos!
¡Que haya paz en Israel!
22-23 »Por lo tanto, diles de mi parte a los israelitas:
“Ustedes no merecen ser libres, pues por culpa de ustedes las naciones se burlan de mí. Sin embargo, para poner fin a sus burlas les daré libertad. Así las naciones verán que soy un Dios grande y poderoso, y reconocerán que yo soy el Dios de Israel. Lo he dicho, y lo cumpliré.
24 ”Yo los libraré de todas esas naciones; los reuniré y los llevaré a su tierra. 25 Ustedes adoraron ídolos malolientes, pero yo me olvidaré de sus maldades; las limpiaré como quien limpia un trapo sucio. 26 Yo les daré nueva vida. Haré que cambien su manera de pensar. Entonces dejarán de ser tercos y testarudos, pues yo haré que sean leales y obedientes. 27 Pondré mi espíritu en ustedes, y así haré que obedezcan todos mis mandamientos. 28 Entonces vivirán en la tierra que les di a sus antepasados, y ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios.
29-30 ”Ya no dejaré que sigan pecando así. Les daré tanta comida que no volverán a sufrir de hambre ni a pasar vergüenzas delante de las naciones. 31 Entonces se acordarán de su mala conducta y de sus acciones tan repugnantes, y se avergonzarán. 32 Entiéndanme bien: todo esto lo haré para que ustedes se avergüencen de su mala conducta, y no porque se lo merezcan. Les juro que así lo haré.
53 Después de esto, cada quien se fue a su casa.
8 Por su parte, Jesús se fue al Monte de los Olivos.
¡No vuelvas a pecar!
2 Al día siguiente, al amanecer, Jesús regresó al templo. La gente se acercó, y él se sentó[a] para enseñarles. 3 Entonces los maestros de la Ley y los fariseos llevaron al templo a una mujer. La habían sorprendido teniendo relaciones sexuales con un hombre que no era su esposo. Pusieron a la mujer en medio de toda la gente, 4 y le dijeron a Jesús:
—Maestro, encontramos a esta mujer cometiendo pecado de adulterio. 5 En nuestra ley, Moisés manda que a esta clase de mujeres las matemos a pedradas. ¿Tú qué opinas?
6 Ellos le hicieron esa pregunta para ponerle una trampa. Si él respondía mal, podrían acusarlo. Pero Jesús se inclinó y empezó a escribir en el suelo con su dedo. 7 Sin embargo, como no dejaban de hacerle preguntas, Jesús se levantó y les dijo:
—Si alguno de ustedes nunca ha pecado, tire la primera piedra.
8 Luego, volvió a inclinarse y siguió escribiendo en el suelo. 9 Al escuchar a Jesús, todos empezaron a irse, comenzando por los más viejos, hasta que Jesús se quedó solo con la mujer. 10 Entonces Jesús se puso de pie y le dijo:
—Mujer, los que te trajeron se han ido. ¡Nadie te ha condenado!
11 Ella le respondió:
—Así es, Señor. Nadie me ha condenado.
Jesús le dijo:
—Tampoco yo te condeno. Puedes irte, pero no vuelvas a pecar.
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