Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
¡Grande es Dios!
SALMO 145 (144)
David compuso este himno de alabanza.
145 1-2 Mi Dios y rey,
¡siempre te bendeciré
y alabaré tu grandeza!
3 ¡Grande eres, nuestro Dios,
y mereces nuestras alabanzas!
¡Tanta es tu grandeza
que no podemos comprenderla!
4-6 Nosotros hablaremos
del poder, belleza y majestad
de tus hechos maravillosos;
yo pensaré mucho en ellos
y los daré a conocer
a mis propios hijos.
17 Dios mío,
tú siempre cumples tus promesas
y todo lo haces con amor.
18 Siempre estás cerca
de los que te llaman con sinceridad.
19 Tú atiendes los ruegos
de los que te honran;
les das lo que necesitan
y los pones a salvo.
20 Siempre estás pendiente
de todos los que te aman,
pero destruyes a los malvados.
21 ¡Mis labios siempre te alabarán!
¡La humanidad entera te bendecirá
ahora y siempre!
Reconstrucción del templo
1 1-3 Dios le dio al profeta Hageo un mensaje para Zorobabel hijo de Salatiel y para Josué hijo de Josadac. Esto sucedió el primer día del mes de Elul,[a] durante el segundo año del gobierno de Darío, rey de Persia. En aquel tiempo el gobernador de Judá era Zorobabel, y el jefe principal de los sacerdotes se llamaba Josué.
Dios le dijo a Hageo:
«Yo soy el Dios de Israel.
Ustedes dicen que aún no es tiempo
de reconstruir mi templo,
4 ¡pero viven en lujosas casas
mientras mi templo está en ruinas!
5 »Yo soy el Dios de Israel,
y quiero que piensen seriamente
en lo que están haciendo.
6 Ustedes siembran mucho y cosechan poco,
comen y no calman su hambre,
beben y no calman su sed,
se abrigan y siguen teniendo frío,
y el sueldo que les pagan
no les alcanza para nada.
7 »Yo soy el Dios de Israel,
y quiero que piensen seriamente
en lo que están haciendo.
8-11 Ustedes esperan grandes ganancias,
pero es muy poco lo que han logrado;
lo que guardan en su casa,
lo destruí en un instante.
¿Y saben por qué lo hice?
¡Pues porque mi templo está en ruinas
mientras que ustedes sólo piensan
en arreglar sus propias casas!
Por eso no he dejado que llueva
sobre los campos y sobre los montes;
por eso se han perdido sus cosechas
de trigo, de uvas y de aceitunas;
¡por eso sufren hombres y animales!
»Yo soy el Dios de Israel.
Si quieren verme contento,
y quieren ver mi grandeza,
vayan a las montañas
y traigan madera;
¡reconstruyan mi templo!»
Respuesta al profeta
12 Cuando Zorobabel y Josué oyeron el mensaje que Dios les envió por medio de Hageo, tanto ellos como el resto del pueblo sintieron mucho miedo. 13 Pero el profeta Hageo los tranquilizó. Les aseguró que Dios les daría su apoyo. 14-15 Así fue como el Dios todopoderoso puso en ellos el deseo de reconstruir su templo. Veinticuatro días después Zorobabel, Josué y el resto del pueblo comenzaron a reconstruirlo.
La autoridad de Jesús
20 Jesús estaba en el templo enseñando a la gente y anunciando las buenas noticias. Los sacerdotes principales, los maestros de la Ley y los líderes del país se acercaron 2 y le preguntaron:
—¿Quién te dio autoridad para hacer todo esto?
3 Jesús les contestó:
—Yo también voy a preguntarles algo: 4 ¿Quién le dio autoridad a Juan el Bautista para bautizar? ¿Dios, o alguna otra persona?
5 Ellos comenzaron a discutir, y se decían unos a otros: «Si contestamos que fue Dios quien le dio autoridad a Juan, Jesús nos preguntará por qué no le creímos. 6 Y si decimos que fue un ser humano, la gente nos matará a pedradas, porque creen que Juan era un profeta enviado por Dios.» 7 Entonces respondieron:
—No sabemos quién le dio autoridad a Juan.
8 Jesús les dijo:
—Pues yo tampoco les diré quién me da autoridad para hacer todo esto.
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