Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
4 El día que ofrecía sacrificio, Elcaná celebraba la ocasión dando porciones de la carne a Penina y a sus hijos e hijas. 5 A Ana le daba una porción especial, pues la amaba mucho, a pesar de que el Señor no le había concedido tener hijos. 6 Penina empeoraba la situación burlándose de Ana a causa de su esterilidad. 7 Todos los años era igual: Penina se burlaba y se reía de ella cuando iban a Siló, y la hacía llorar tanto que Ana no podía comer.
8 «¿Qué pasa, Ana? —le preguntaba Elcaná—, ¿por qué no comes? ¿Por qué te afliges tanto por no tener hijos? ¿No es mejor tenerme a mí que tener diez hijos?».
9 Una tarde en Siló, después de la cena, Ana fue al santuario. Elí el sacerdote estaba sentado en el lugar acostumbrado junto a la entrada. 10 Ella estaba profundamente angustiada y clamaba con amargura mientras oraba al Señor. 11 E hizo este voto: «Oh Señor, Dios Todopoderoso, si miras mi dolor y respondes a mi oración dándome un hijo, yo te lo devolveré y será tuyo por toda su vida, y jamás será cortado su cabello».[a]
12-13 Como Elí vio que Ana prolongaba mucho su oración y que movía los labios sin emitir sonido, pensó que estaba ebria.
14 ―¿Cómo te atreves a venir aquí borracha? —le dijo—. ¡Deja ya tu borrachera!
15-16 ―No, señor —contestó ella—, no estoy ebria; es que estoy muy triste y estaba derramando las penas de mi corazón delante del Señor. No pienses que soy una borracha.
17 ―En ese caso —dijo Elí—, alégrate, y que el Dios de Israel conceda tu petición, cualquiera que sea.
18 ―¡Oh, gracias, señor! —exclamó ella, y regresó muy alegre y comenzó a comer nuevamente.
19 El día siguiente toda la familia se levantó temprano y fueron al santuario a adorar al Señor una vez más. Entonces regresaron a su hogar en Ramá, y cuando Elcaná durmió con Ana, el Señor se acordó de su petición.
20 Pasado el tiempo, ella tuvo un hijo. Y le puso Samuel (Pedido a Dios) porque, como ella dijo: «Se lo pedí al Señor».
Oración de Ana
2 Esta fue la oración de Ana:
«¡Cuánto me ha bendecido!
Ahora tengo respuesta para mis enemigos, porque el Señor ha resuelto mi problema.
¡Cuánto se goza mi corazón!
2 »No hay otro Dios, ni nadie tan santo como el Señor, ni otra roca como nuestro Dios.
3 »Dejen de actuar con tanto orgullo y arrogancia; el Señor sabe lo que ustedes han hecho, y él juzgará sus acciones.
4 »Los que eran poderosos han perdido sus fuerzas; los que eran débiles ahora son fuertes.
5 Los que estaban hartos ahora pasan hambre, los que tenían hambre ahora se sacian.
La mujer estéril, ahora tiene siete hijos; la que tenía muchos hijos ya no los tiene.
6 »El Señor mata, el Señor da vida.
7 Él empobrece a unos y enriquece a otros; él abate a algunos y enaltece a otros.
8 Él levanta al pobre desde el polvo, desde el montón de cenizas, y lo sienta entre los príncipes ubicándolo en un lugar de honor.
»Porque el Señor tiene dominio sobre la tierra.
9 Él protegerá a los piadosos, pero los impíos serán silenciados en las tinieblas.
Ninguno podrá triunfar por su propia fortaleza.
10 »Los que pelean contra el Señor serán quebrantados.
Él truena contra ellos desde los cielos;
él juzga a través de toda la tierra.
Él da poderosa fortaleza a su rey, y da gran gloria a su ungido».
11 Todo sacerdote celebra el culto día tras día ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados. 12 Pero este sacerdote le ofreció a Dios por los pecados un solo sacrificio para siempre. Después se sentó a la derecha de Dios, 13 y allí esperará a que sus enemigos sean puestos bajo sus pies. 14 Porque con un solo sacrificio hizo perfectos para siempre a los que está santificando.
15 También el Espíritu Santo lo confirma cuando dice:
16 «Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, —dice el Señor: Pondré mis leyes en su corazón y las escribiré en su mente».
17 Luego añade:
«Y nunca más me acordaré de sus pecados y maldades».
18 Y cuando los pecados han sido perdonados, ya no es necesario ofrecer ningún otro sacrificio por ellos.
Llamada a la perseverancia
19 Por eso, amados hermanos, gracias a la sangre de Jesucristo podemos entrar libremente en el Lugar Santísimo. 20 Jesús nos ha abierto un camino nuevo y vivo a través de la cortina, es decir, a través de su cuerpo. 21 Además, en él tenemos un gran sacerdote que está al frente de la familia de Dios. 22 Y puesto que es así, acerquémonos a Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe, ya que en nuestro interior hemos sido purificados de una mala conciencia y exteriormente hemos sido lavados con agua pura. 23 Sigamos firmes en la esperanza que profesamos, porque él cumplirá la promesa que nos hizo.
24 Tratemos de ayudarnos unos a otros para animarnos al amor y a hacer el bien. 25 No dejemos de reunirnos, como algunos acostumbran hacer, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón cuando vemos que aquel día se acerca.
Señales del fin del mundo
13 Al salir Jesús del templo, uno de sus discípulos le dijo:
―¡Maestro, mira! ¡Qué piedras más impresionantes! ¡Qué edificios!
2 Jesús le respondió:
―¿Ves todos estos grandes edificios? De ellos no quedará una piedra sobre otra, pues serán derribados.
3 Después estaba Jesús sentado en el monte de los Olivos, frente al templo. Entonces, Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaron aparte:
4 ―Dinos, ¿cuándo va a suceder esto? ¿Y cuál será la señal de que todo esto ya va a cumplirse?
5 Jesús les contestó y comenzó a decirles:
―Tengan cuidado de que nadie los engañe. 6 Porque vendrán muchos que, usando mi nombre, dirán: “Yo soy”, y engañarán a muchos. 7 Cuando ustedes escuchen que hay guerras y rumores de guerras, no se inquieten. Es necesario que así suceda, pero todavía no será el fin. 8 Las naciones pelearán una contra la otra, y un reino contra otro reino. Habrá terremotos por todas partes, y hambre. Esto sólo será el comienzo de los dolores.
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