Revised Common Lectionary (Complementary)
Salmo 100 (99)
Acudid con gozo a su presencia
100 Salmo de acción de gracias.
Aclama al Señor, tierra entera,
2 servid al Señor con alegría,
acudid con gozo a su presencia.
3 Sabed que el Señor es Dios:
él nos ha hecho y a él pertenecemos;
somos su pueblo, el rebaño que apacienta.
4 Cruzad sus puertas dando gracias,
sus atrios con alabanzas;
dadle gracias y bendecid su nombre,
5 porque el Señor es bueno,
su bondad perdura por siempre,
su fidelidad por generaciones.
14 El Señor se manifestará a su lado
disparando flechas como relámpagos;
hará el Señor resonar la trompeta
y avanzará entre los torbellinos del sur.
15 El Señor del universo los protegerá
de modo que aplasten y trituren
las piedras lanzadas por la honda;
beberán su sangre como vino,
hasta rebosar como copa de ofrendas,
como los salientes del altar.
16 Aquel día los salvará el Señor, su Dios;
serán como rebaño de su pueblo
y resplandecerán en su tierra
como diamantes de diadema.
17 ¡Qué felicidad y qué hermosura!
El pan hará florecer a los muchachos
y el vino nuevo a las muchachas.
Inutilidad de los ídolos
10 Pedid al Señor que llueva en primavera,
pues él es quien envía los temporales
y hace llover en abundancia,
brotando así hierba en el campo para todos.
2 Los ídolos sólo ofrecen vanas promesas,
y los adivinos falsas visiones;
anuncian sueños engañosos
y prometen consuelos ilusorios
Por eso [el pueblo] anda errante,
abatido como rebaño sin pastor.
Pablo se despide en Mileto de los dirigentes de la Iglesia
17 No obstante, desde Mileto Pablo mandó llamar a los dirigentes de la iglesia de Éfeso. 18 Cuando estuvieron a su lado, les dijo:
— Conocéis perfectamente la conducta que he observado entre vosotros desde el primer día de mi llegada a la provincia de Asia. 19 He servido al Señor con toda humildad, en medio de las angustias y pruebas que me sobrevinieron a causa de las maquinaciones de los judíos. 20 Nada he callado que pudiera seros de utilidad, y no he dejado de anunciaros el mensaje y de enseñaros en público y en privado. 21 He instado a judíos y no judíos a convertirse a Dios y a creer en Jesús, nuestro Señor. 22 Ahora, como veis, me dirijo a Jerusalén impelido por el Espíritu, sin saber a ciencia cierta lo que allí me acontecerá. 23 Eso sí, el Espíritu Santo me asegura que no hay ciudad en la que no me esperen prisiones y sufrimientos. 24 Por lo que a mi vida respecta, en nada la aprecio. Sólo aspiro a terminar mi carrera y a culminar la tarea que me encomendó Jesús, el Señor: proclamar la buena noticia de que Dios nos ha dispensado su favor.
25 Ahora sé que ninguno de vosotros, entre quienes pasé anunciando el reino de Dios, volverá a verme más. 26 Por eso, quiero hoy declarar ante vosotros que tengo la conciencia limpia en relación con lo que os pueda suceder. 27 Nada he callado de cuanto debía anunciaros sobre el plan de Dios. 28 Cuidad de vosotros mismos y de todo el rebaño sobre el que os ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes. Pastoread la Iglesia que el Señor adquirió con el sacrificio de su propia vida. 29 Sé que después de mi partida se introducirán entre vosotros lobos feroces que no tendrán compasión del rebaño. 30 De entre vuestras mismas filas surgirán individuos que propagarán falsas doctrinas y arrastrarán a los discípulos tras de sí. 31 Vigilad, por tanto, y recordad que durante tres años no cesé de aconsejar día y noche, incluso con lágrimas, a cada uno de vosotros. 32 Ahora os encomiendo a Dios y a su mensaje de amor; un mensaje que tiene fuerza para que todos los consagrados a Dios crezcan en la fe y alcancen la herencia prometida. 33 No he apetecido ni dinero ni vestidos de nadie. 34 Bien sabéis que, trabajando con mis propias manos, he ganado mi sustento y el de mis compañeros. 35 Os he demostrado así en todo momento que es preciso trabajar para socorrer a los necesitados, teniendo presente aquella máxima de Jesús, el Señor: “Más dicha trae el dar que el recibir”.
36 Cuando Pablo terminó de hablar, se puso de rodillas, junto con todos los demás, y oró. 37 Todos lloraban desconsoladamente y abrazaban y besaban a Pablo. 38 El pensar que, según había dicho, no volverían a verlo, les partía el corazón. Seguidamente, lo acompañaron hasta el barco.
La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España