Revised Common Lectionary (Complementary)
Salmo de David.
15 Señor; ¿quién puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte?
2 Sólo el de conducta intachable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad; 3 que no calumnia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo, ni le acarrea desgracia a su vecino; 4 que desprecia al que Dios reprueba pero honra al que le teme al Señor; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado; 5 que no cobra intereses sobre el dinero que presta y se niega a ser testigo contra el inocente por mucho que se le quiera sobornar. Una persona así permanecerá siempre firme.
Abram rescata a Lot
14 En esa época, Amrafel era el rey de Sinar, Arioc era el rey de Elasar, Quedorlaómer era el rey de Elam, y Tidal era el rey de Goyim. 2 Estos reyes se unieron para ir a pelear contra los reyes Bera de Sodoma, Birsá de Gomorra, Sinab de Admá, Semeber de Zeboyín, y contra el rey de Bela, que es el mismo pueblo conocido como Zoar. 3 Estos cinco últimos reyes reunieron sus ejércitos en el valle de Sidín, que es donde está el Mar Muerto. 4 Durante doce años habían estado sometidos al rey Quedorlaómer, pero en el año decimotercero decidieron rebelarse contra él.
5 Por eso, al año siguiente, el rey Quedorlaómer y los otros reyes que lo apoyaban fueron a la región de Astarot Carnayin y derrotaron a los refaítas. Luego fueron a Jam y derrotaron a los zuzitas; después fueron a la región de Save Quiriatayin y derrotaron a los emitas. 6 Por último, pasaron a las montañas de Seír y derrotaron a los horeos, a quienes persiguieron hasta El Parán, que está cerca del desierto. 7 Ya de regreso, Quedorlaómer y sus compañeros fueron a Enmispat, que también se conoce como Cades. Derrotaron a los amalecitas y conquistaron su territorio; también derrotaron a los amorreos que vivían en Jazezón Tamar.
8-9 Entonces los reyes de Sodoma, Gomorra, Admá Zeboyín y Bela, que es Zoar, fueron al valle de Sidín para pelear contra Quedorlaómer, rey de Elam, y sus aliados, es decir: Tidal, rey de Goyim, Amrafel, rey de Sinar, y Arioc, rey de Elasar. De modo que eran cinco reyes contra cuatro. 10 Los reyes de Sodoma y Gomorra, al verse derrotados, intentaron huir junto con sus ejércitos, pero cayeron en los pozos de alquitrán que había en el valle de Sidín. Los que lograron salir de allí, se escondieron en la montaña. 11 Los que ganaron la batalla fueron a las ciudades de Sodoma y Gomorra se llevaron todos los alimentos y artículos de valor que había en ellas. Después emprendieron el regreso a sus países. 12 Como Lot, el sobrino de Abram, vivía en Sodoma, también se lo llevaron, junto con todo lo que tenía.
13 Uno de los hombres que logró escapar fue hasta donde estaba Abram, el hebreo, y le contó todo lo que había sucedido. Abram estaba viviendo junto al bosque de encinas que pertenecía a Mamré, el amorreo. Mamré era hermano de Escol y de Aner, que eran amigos de Abram. 14 Cuando Abram oyó que a Lot se lo habían llevado preso, reunió a todos los trescientos dieciocho criados que habían nacido en su casa. Luego, con ellos, salió a perseguir a los que se habían llevado a Lot, y los alcanzó en la ciudad de Dan. 15 Esperó hasta la noche y los atacó por sorpresa, los derrotó y los persiguió hasta Hobá, que queda al norte de Damasco. 16 De modo que Abram pudo recuperar todas las cosas que esos hombres se habían robado. También logró liberar a su sobrino Lot y sus posesiones, a las mujeres y a todas las demás personas que habían sido capturadas.
4 Mucha gente salió de los pueblos para ver a Jesús, y cuando todos estaban reunidos, él les contó esta parábola:
5 «Un sembrador salió a sembrar. Al sembrar la semilla, una parte cayó junto al camino, la pisotearon y los pájaros se la comieron. 6 Otra parte cayó sobre las piedras; esa semilla brotó, pero por falta de humedad se secó. 7 Otra parte cayó entre los espinos y brotó, pero los espinos la ahogaron y no la dejaron crecer. 8 Pero otra parte cayó en buena tierra, brotó, creció y produjo por cada semilla cien granos». Cuando terminó de hablar dijo con voz fuerte: «El que tenga oídos para oír, que oiga».
9 Luego sus discípulos le preguntaron el significado de esa parábola. 10 Él les contestó: «A ustedes se les ha permitido conocer los secretos del reino de Dios, pero a los demás les hablo por medio de parábolas para que, “aunque miren, no vean y, aunque oigan, no entiendan”.
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