Revised Common Lectionary (Complementary)
2 Porque partieron de Refidim, y llegaron al desierto de Sinaí, y se asentaron en el desierto; y acampó allí Israel delante del monte.
3 Y Moisés subió a encontrarse con Dios; y el SEÑOR lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la Casa de Jacob, y denunciarás a los hijos de Israel:
4 Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí.
5 Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra.
6 Y vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.
7 Entonces vino Moisés, y llamó a los ancianos del pueblo, y propuso en presencia de ellos todas estas palabras que el SEÑOR le había mandado.
8 Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que el SEÑOR ha dicho haremos. Y Moisés refirió las palabras del pueblo al SEÑOR.
Salmo para confesión.
1 Cantad a Dios con júbilo, toda la tierra.
2 Servid al SEÑOR con alegría; entrad delante de él con regocijo.
3 Reconoced que el SEÑOR es el Dios: él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos. Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.
4 Entrad por sus puertas con confesión; por sus atrios con alabanza; alabadle, bendecid su Nombre.
5 Porque el SEÑOR es bueno; para siempre es su misericordia, y su verdad por todas las generaciones.
5 ¶ Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por el Señor nuestro, Jesús, el Cristo;
2 por el cual también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria (de los hijos) de Dios.
3 Y no sólo esto, mas aun nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia;
4 y la paciencia, experiencia; y la experiencia, esperanza;
5 y la esperanza no será avergonzada; porque el amor de Dios está derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos es dado.
6 ¶ Porque el Cristo, cuando aún éramos flacos, a su tiempo murió por los impíos.
7 Ciertamente apenas muere alguno por un justo; porque por lo bueno puede ser que alguno osara morir.
8 Mas Dios encarece su caridad para con nosotros, en que siendo aún pecadores, el Cristo murió por nosotros.
35 ¶ Y recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el Evangelio del Reino, y sanando toda enfermedad y todo flaqueza en el pueblo.
36 Y viendo la multitud, tuvo misericordia de ella; porque estaba derramada y esparcida como ovejas que no tienen pastor.
37 Entonces dice a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos.
38 Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.
10 ¶ Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio potestad contra los espíritus inmundos, para que los echaran fuera, y sanaran toda enfermedad y toda flaqueza.
2 Y los nombres de los doce apóstoles son éstos: el primero, Simón, que es llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo, hijo de Zebedeo, y Juan su hermano;
3 Felipe, y Bartolomé; Tomás, y Mateo el publicano; Jacobo hijo de Alfeo, y Lebeo, por sobrenombre Tadeo;
4 Simón el cananeo y Judas Iscariote, que también le entregó.
5 ¶ A estos doce envió Jesús, a los cuales dio mandamiento, diciendo: Por el camino de los gentiles no iréis, y en ciudad de samaritanos no entréis;
6 mas id antes a las ovejas perdidas de la Casa de Israel.
7 Y yendo, predicad, diciendo: El Reino de los cielos ha llegado.
8 Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia.
9 No proveáis oro, ni plata, ni dinero en vuestros cintos;
10 ni alforja para el camino; ni dos ropas de vestir, ni zapatos, ni bordón; porque el obrero digno es de su alimento.
11 Mas en cualquier ciudad, o aldea donde entréis, buscad con diligencia quién sea en ella digno, y reposad allí hasta que salgáis.
12 Y entrando en la casa, saludadla.
13 Y si la casa fuere digna, vuestra paz vendrá sobre ella; mas si no fuere digna, vuestra paz se volverá a vosotros.
14 Y cualquiera que no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies.
15 De cierto os digo, que el castigo será más tolerable a la tierra de los de Sodoma y de los de Gomorra en el día del juicio, que a aquella ciudad.
16 ¶ He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed pues prudentes como serpientes, e inocentes como palomas.
17 Y guardaos de los hombres, porque os entregarán en concilios, y en sus sinagogas os azotarán;
18 Y aun a príncipes y a reyes seréis llevados por causa de mí, por testimonio a ellos y a los gentiles.
19 Mas cuando os entregaren, no os apuréis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado qué habéis de hablar.
20 Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.
21 Y hermano entregará a hermano a la muerte, y padre a hijo; y los hijos se levantarán contra sus padres, y los harán morir.
22 Y seréis aborrecidos de todos por mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.
23 Mas cuando os persiguieren en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de andar todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del hombre.
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