Revised Common Lectionary (Complementary)
Todas las naciones seguirán al Señor
56 El SEÑOR dice:
«Practiquen la justicia
y actúen honestamente
porque pronto llegará mi salvación
y será revelada mi justicia salvadora.
6 »A los extranjeros que se unan al SEÑOR
para servir y amar al SEÑOR,
y para ser sus siervos,
a todos los que respeten el día de descanso sin despreciarlo,
a los que obedezcan mi pacto,
7 yo los traeré a mi santo monte
y haré que sean felices en mi casa de oración.
Aceptaré en mi altar sus ofrendas que deben quemarse completamente y sus sacrificios,
porque mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones».
8 Mensaje del Señor DIOS
que reúne a los dispersos de Israel:
«Reuniré otros a ellos,
además de los que ya he reunido».
Que los pueblos te alaben
Al director, con instrumentos de cuerda. Canción. Canto.
1 Dios nos tenga compasión y nos bendiga;
que se muestre a favor nuestro, Selah
2 para que todo el mundo te conozca,
que todas las naciones sepan que tú das la salvación.
3 Que los pueblos te alaben, oh Dios;
que todos los pueblos te alaben.
4 Que todo el mundo se alegre y grite de alegría,
porque tú gobiernas a los pueblos con justicia
y diriges a todas las naciones del mundo. Selah
5 Que los pueblos te alaben, oh Dios;
que todos los pueblos te alaben.
6 Danos frutos en abundancia;
bendícenos, Dios nuestro.
7 Que Dios nos bendiga,
y que todos los habitantes de la tierra le teman y lo respeten.
Dios no ha olvidado a su pueblo
11 Entonces yo pregunto: ¿Es que Dios ha rechazado a su pueblo? ¡Por supuesto que no! Yo mismo soy israelita, descendiente de Abraham y de la tribu de Benjamín. 2 Dios no ha rechazado al pueblo que ya ha elegido. ¿Se acuerdan de lo que dice la Escritura sobre Elías cuando se quejó ante Dios contra Israel?
29 y Dios no quita lo que regala, ni retira su invitación a los que él elige. 30 Antes ustedes no quisieron obedecer a Dios, pero ahora reciben la compasión de Dios porque los judíos no quieren obedecer. 31 Ahora ellos son desobedientes y ustedes consiguen compasión, pero esto sucede para que ellos también consigan la compasión de Dios. 32 Dios metió a todo el mundo en prisión por su desobediencia, y lo ha hecho así para poder tener compasión de todos.
10 Jesús llamó a la multitud y le dijo:
—Escuchen y entiendan: 11 No es lo que entra en la boca de alguien lo que lo vuelve impuro, sino lo que sale de ella.
12 Entonces sus seguidores se acercaron y le dijeron:
—¿Te diste cuenta de que los fariseos se ofendieron por lo que dijiste?
13 Jesús les contestó:
—Toda planta que mi Padre no haya sembrado con sus propias manos, será arrancada de raíz. 14 Así que déjenlos que se vayan. Ellos son ciegos que guían a otros ciegos y si un ciego es el guía de otro ciego, los dos se van a caer en un hoyo.
15 Entonces Pedro le dijo:
—Explícanos lo que les dijiste antes a los fariseos.
16 Jesús dijo:
—¿Es que ustedes tampoco entienden? 17 ¿No ven que todo lo que entra en la boca va al estómago y después termina en la letrina? 18 En cambio, todo lo malo que la gente dice viene de su mente. Eso es lo que vuelve impuro a alguien. 19 De la mente salen los malos pensamientos, asesinatos, adulterios, pecados sexuales, robos, calumnias e insultos. 20 Eso es lo que vuelve impuro a alguien y no el hecho de que no se lave las manos antes de comer.
Jesús ayuda a una extranjera
(Mr 7:24-30)
21 Jesús salió de allí y se fue a la región de Tiro y de Sidón. 22 Una mujer cananea que vivía en esa región salió y empezó a gritar:
—¡Señor, Hijo de David, ten compasión de mí! ¡Mi hija está poseída por un demonio que la atormenta terriblemente!
23 Jesús no le decía nada. Entonces los seguidores se acercaron a él y le rogaron:
—Por favor, dile que se vaya porque viene gritando detrás de nosotros.
24 Jesús les dijo:
—Dios solamente me envió a las ovejas perdidas de Israel.
25 Entonces la mujer se puso enfrente de Jesús, se arrodilló y le dijo:
—¡Señor, ayúdame!
26 Jesús le contestó:
—No está bien darles a los perros el pan de los hijos.
27 Ella dijo:
—Es cierto, Señor, pero hasta los perros se comen las migajas que caen de la mesa de sus dueños.
28 Jesús le dijo:
—Mujer, tienes mucha fe. Por eso haré lo que quieres que haga.
Y en ese momento la hija de la mujer fue sanada.
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