Revised Common Lectionary (Complementary)
8 Estoy atento a cuanto el Señor está diciendo, porque da palabras de paz a su pueblo, a sus fieles. No los dejes regresar a sus caminos de necedad. 9 Ciertamente, su salvación está cerca de quienes lo honran; nuestra tierra estará llena de su gloria.
10 La misericordia y la verdad se encontraron. La justicia y la paz se besaron. 11 La verdad brota de la tierra y la rectitud sonríe desde el cielo.
12 Sí, el Señor derrama sus bendiciones sobre la tierra y esta produce abundantes cosechas. 13 La justicia marcha delante de él para abrir el camino a sus pasos.
Elías y Abdías
18 Tres años más tarde, el Señor le dijo a Elías: «Ve y dile al rey Acab que pronto enviaré lluvia nuevamente». 2 Entonces Elías fue a decírselo. Debido a la sequía era mucha el hambre que había en Samaria.
3-4 El hombre que estaba a cargo de la casa de Acab era Abdías, un devoto servidor del Señor. Una vez, cuando la reina Jezabel trató de matar a todos los profetas del Señor, Abdías escondió a un centenar de ellos en dos cuevas, cincuenta en cada una, y los alimentó con pan y agua.
5 Aquel mismo día, mientras Elías iba al encuentro del rey Acab, este le había dicho a Abdías: «Debemos recorrer la tierra en busca de arroyos y ríos. Es probable que encontremos pasto para alimentar los caballos y las mulas, porque si no, se van a morir de hambre».
6 Así que cada uno tomó una dirección opuesta, para ir a recorrer la tierra. 7 Repentinamente, Abdías vio que Elías se le acercaba. Abdías lo reconoció inmediatamente y cayó en tierra delante de él.
―¿Es usted, mi señor Elías? —le preguntó.
8 ―Sí, soy yo —respondió Elías—. Ahora ve y dile al rey que yo estoy aquí.
9 ―Señor —protestó Abdías—, ¿qué mal he cometido yo, para que usted me envíe a darle ese mensaje a Acab? ¡Eso es entregarme en sus manos para que me mate! 10 Porque, ciertamente, el rey lo ha buscado a usted por todas las naciones y reinos de la región. Cada vez que se le ha dicho: “Elías no está aquí”, el rey Acab ha obligado al rey de esa nación a jurarle que le está diciendo la verdad. 11 Y ahora, usted me dice: “Ve y dile que Elías está aquí”. 12 Pero en cuanto yo me haya ido, el Espíritu del Señor se lo llevará a usted a quién sabe qué lugar, y cuando Acab venga y no lo encuentre, me matará. Usted bien sabe que yo he sido un verdadero siervo del Señor toda mi vida. 13 ¿No le han contado que cuando Jezabel estaba tratando de matar a los profetas del Señor, yo escondí a un centenar de ellos en dos cuevas, y les di pan y agua? 14 Y ahora usted me dice: “Ve y dile al rey que Elías está aquí”. Señor, si hago eso soy hombre muerto.
15 Pero Elías le dijo:
―Te juro por el Señor, el Dios Todopoderoso, en cuya presencia estoy, que hoy me presentaré ante Acab.
Elías en el monte Carmelo
16 Entonces Abdías fue y le dijo a Acab que Elías había llegado; y Acab fue a encontrarse con él.
En Berea
10 Aquella misma noche los hermanos mandaron para Berea a Pablo y a Silas.
En Berea, como de costumbre, se fueron a predicar a la sinagoga. 11 Los bereanos eran mucho más nobles que los tesalonicenses, y escucharon gustosos el mensaje. Todos los días examinaban las Escrituras para comprobar si lo que Pablo y Silas decían era cierto. 12 En consecuencia, un buen grupo creyó, junto con varias griegas prominentes y muchos hombres.
13 Pero cuando los judíos de Tesalónica se enteraron de que Pablo estaba predicando el mensaje de Dios en Berea, fueron a ocasionarle problemas. 14 Los hermanos se movilizaron inmediatamente y mandaron a Pablo para la costa. No obstante, Silas y Timoteo se quedaron.
15 Los acompañantes de Pablo lo condujeron a Atenas y de allí regresaron a Berea con un mensaje para Silas y Timoteo, en el que Pablo les suplicaba que se unieran a él en cuanto pudieran.
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