Revised Common Lectionary (Complementary)
Cántico de los peregrinos. De David.
131 Señor, mi corazón no es orgulloso, ni mis ojos altivos; no busco grandezas, ni cosas que sean mayores a mis fuerzas. 2 Pero estoy callado y tranquilo, como un niño pequeño está quieto al lado de su madre. Sí, como un niño pequeño es mi alma.
3 Israel, pon tu esperanza en el Señor desde ahora y para siempre.
El cinturón de lino
13 El Señor me dijo: Ve y cómprate un cinturón de lino y cíñete con él, pero no lo laves, no lo metas en el agua. 2 Compré, pues, el cinturón y me lo puse.
3 Luego me llegó otra vez un mensaje del Señor. Esta vez me dijo: 4 Lleva el cinturón al río Éufrates y escóndelo en un hueco en las rocas. 5 Así lo hice, lo escondí como el Señor me había dicho.
6 Mucho tiempo después, el Señor me dijo: Vuelve al río y saca el cinturón. 7 Y así lo hice, saqué el cinturón del hueco donde lo había escondido. Pero estaba podrido y deshaciéndose, y ya no servía para nada.
8-9 Entonces el Señor dijo: Esto muestra la forma en que pudriré el orgullo de Judá y de Jerusalén. 10 Este pueblo perverso se niega a escucharme, va en pos de sus malos deseos y adora ídolos; por lo tanto llegará a ser como ese cinturón: inservible. 11 Como el cinturón se ciñe a la cintura de una persona, hice que Judá e Israel se ciñeran a mí, con la idea de que fueran mi orgullo, lo más valioso para mí, dice el Señor. Eran mi pueblo, quienes le daban fama a mi nombre. Pero se desviaron.
Jesús les lava los pies a sus discípulos
13 La fiesta de la Pascua se acercaba. Jesús sabía que había llegado la hora de dejar este mundo para reunirse con el Padre. Él había amado a los suyos que estaban en el mundo, y los amó hasta el fin. 2 Antes de llegar la hora de la cena, el diablo ya había hecho que Judas Iscariote se decidiera a traicionar a Jesús. 3 Jesús sabía que el Padre le había dado autoridad sobre todas las cosas, y que él había venido de Dios y a Dios iba a regresar, 4 así que se levantó de la mesa, se quitó el manto y se ató una toalla a la cintura. 5 Luego echó agua en un recipiente y se puso a lavarles los pies a sus discípulos y a secárselos con la toalla. 6 Cuando llegó a Simón Pedro, este le dijo:
―Señor, ¿vas tú a lavarme los pies a mí?
7 Jesús le respondió:
―Ahora no entiendes por qué lo hago, pero más tarde lo entenderás.
8 Pedro dijo:
―¡No! ¡Jamás dejaré que me laves los pies!
Jesús le respondió:
―Si no te los lavo, no serás uno de los míos.
9 Simón Pedro le dijo:
―¡Señor, entonces no sólo los pies sino también las manos y la cabeza!
10 Jesús le contestó:
―El que está recién bañado no necesita lavarse más que los pies, pues está completamente limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos.
11 Jesús sabía quién lo iba a traicionar, y por eso dijo que no todos estaban limpios.
12 Después de lavarles los pies, se puso el manto y otra vez se sentó. Entonces les preguntó:
―¿Entienden ustedes lo que les he hecho? 13 Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen la verdad porque lo soy. 14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. 15 Yo les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes. 16 Les aseguro que ningún sirviente es más que su amo, y ningún mensajero es más que el que lo envió. 17 Si entienden esto y lo hacen serán dichosos.
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