Revised Common Lectionary (Complementary)
El Señor es tu protector
(1a) Cántico de las subidas.
121 (1b) Al contemplar las montañas me pregunto:
«¿De dónde vendrá mi ayuda?»
2 Mi ayuda vendrá del Señor,
creador del cielo y de la tierra.
3 ¡Nunca permitirá que resbales!
¡Nunca se dormirá el que te cuida!
4 No, él nunca duerme;
nunca duerme el que cuida de Israel.
5 El Señor es quien te cuida;
el Señor es quien te protege,
quien está junto a ti para ayudarte.
6 El sol no te hará daño de día,
ni la luna de noche.
7 El Señor te protege de todo peligro;
él protege tu vida.
8 El Señor te protege en todos tus caminos,
ahora y siempre.
3 (4) Jacob envió unos mensajeros a la tierra de Seír, que es la región de Edom, para anunciarle su llegada a su hermano Esaú, 4 (5) y les dio este mensaje: «Díganle a mi hermano Esaú: “Su hermano Jacob se pone a sus órdenes, y le manda a decir: He vivido con Labán todo este tiempo, 5 (6) y tengo vacas, asnos, ovejas, esclavos y esclavas. Envío este mensaje a mi señor, esperando ganarme su buena voluntad.”»
6 (7) Cuando los mensajeros regresaron, le dijeron a Jacob:
—Fuimos a ver a su hermano Esaú, y ya viene él mismo para recibirlo a usted, acompañado de cuatrocientos hombres.
7 (8) Al oír esto, Jacob tuvo mucho miedo y se quedó muy preocupado. Dividió entonces en dos grupos la gente que estaba con él, y también las ovejas, vacas y camellos, 8 (9) pues pensó: «Si Esaú viene contra un grupo y lo ataca, el otro grupo podrá escapar.» 9 (10) Luego comenzó a orar: «Señor, Dios de mi abuelo Abraham y de mi padre Isaac, que me dijiste que regresara a mi tierra y a mis parientes, y que harías que me fuera bien: 10 (11) no merezco la bondad y fidelidad con que me has tratado. Yo crucé este río Jordán sin llevar nada más que mi bastón, y ahora he llegado a tener dos campamentos. 11 (12) ¡Por favor, sálvame de las manos de mi hermano Esaú! Tengo miedo de que venga a atacarme y mate a las mujeres y a los niños. 12 (13) Tú has dicho claramente que harás que me vaya bien, y que mis descendientes serán tan numerosos como los granitos de arena del mar, que no se pueden contar.»
13 (14) Aquella noche Jacob durmió allí, y de lo que tenía a la mano escogió regalos para su hermano Esaú: 14 (15) doscientas cabras, veinte chivos, doscientas ovejas, veinte carneros, 15 (16) treinta camellas recién paridas, con sus crías, cuarenta vacas, diez novillos, veinte asnas y diez asnos. 16 (17) Luego les entregó a sus siervos cada manada por separado, y les dijo:
—Adelántense, y guarden alguna distancia entre manada y manada.
17 (18) Al primero que envió, le ordenó:
—Cuando te encuentre mi hermano Esaú, y te pregunte quién es tu amo, a dónde vas y de quién son los animales que llevas, 18 (19) contéstale: “Es un regalo para usted, mi señor Esaú, de parte de Jacob, su servidor. Por cierto que él mismo viene detrás de nosotros.”
19 (20) También al segundo que envió, y al tercero, y a todos los que llevaban las manadas, les dijo:
—Cuando encuentren a Esaú, díganle lo mismo, 20 (21) y díganle también: “Jacob, su servidor, viene detrás de nosotros.”
Y es que Jacob pensaba: «Voy a calmar su enojo con los regalos que le envío por delante, y luego lo veré personalmente. Tal vez así me recibirá bien.» 21 (22) Así, pues, los regalos se fueron antes, y él se quedó a pasar la noche en su campamento.
Jesús sana a Bartimeo el ciego(A)
46 Llegaron a Jericó. Y cuando Jesús ya salía de la ciudad, seguido de sus discípulos y de mucha gente, un mendigo ciego llamado Bartimeo, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino. 47 Al oír que era Jesús de Nazaret, el ciego comenzó a gritar:
—¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!
48 Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más todavía:
—¡Hijo de David, ten compasión de mí!
49 Entonces Jesús se detuvo, y dijo:
—Llámenlo.
Llamaron al ciego, diciéndole:
—Ánimo, levántate; te está llamando.
50 El ciego arrojó su capa, y dando un salto se acercó a Jesús, 51 que le preguntó:
—¿Qué quieres que haga por ti?
El ciego le contestó:
—Maestro, quiero recobrar la vista.
52 Jesús le dijo:
—Puedes irte; por tu fe has sido sanado.
En aquel mismo instante el ciego recobró la vista, y siguió a Jesús por el camino.
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.