Revised Common Lectionary (Complementary)
Confesión y perdón
(1a) Instrucción de David.
32 (1b) Feliz el hombre a quien sus culpas y pecados
le han sido perdonados por completo.
2 Feliz el hombre que no es mal intencionado
y a quien el Señor no acusa de falta alguna.
3 Mientras no confesé mi pecado,
mi cuerpo iba decayendo
por mi gemir de todo el día,
4 pues de día y de noche
tu mano pesaba sobre mí.
Como flor marchita por el calor del verano,
así me sentía decaer.
5 Pero te confesé sin reservas
mi pecado y mi maldad;
decidí confesarte mis pecados,
y tú, Señor, los perdonaste.
6 Por eso, en momentos de angustia
los fieles te invocarán,
y aunque las aguas caudalosas se desborden,
no llegarán hasta ellos.
7 Tú eres mi refugio:
me proteges del peligro,
me rodeas de gritos de liberación.
21 Ponte de nuevo en paz con Dios,
y volverás a tener prosperidad.
22 Deja que él te instruya,
grábate en la mente sus palabras.
23 Si te humillas, y te vuelves al Todopoderoso,
y alejas el mal de tu casa,
24 y si miras aun el oro más precioso
como si fuera polvo, como piedras del arroyo,
25 el Todopoderoso será entonces
tu oro y tu plata en abundancia.
26 Él será tu alegría,
y podrás mirarlo con confianza.
27 Si le pides algo, él te escuchará,
y tú cumplirás las promesas que le hagas.
28 Tendrás éxito en todo lo que emprendas;
la luz brillará en tu camino.
29 Porque Dios humilla al orgulloso
y salva al humilde.
30 Él te librará, si eres inocente,
si estás limpio de pecado.
Job
23 Una vez más mis quejas son amargas
porque Dios ha descargado su mano sobre mí.
3 ¡Ojalá supiera yo dónde encontrarlo,
y cómo llegar a donde vive!
4 Presentaría ante él mi caso,
pues me sobran argumentos.
5 ¡Ya sabría cómo responder
a lo que él me contestara!
6 Pero él no usaría la fuerza como argumento,
sino que me escucharía
7 y reconocería que tengo la razón;
me declararía inocente,
¡me dejaría libre para siempre!
8 Pero busco a Dios en el oriente, y no está allí;
lo busco en el occidente, y no lo encuentro.
9 Me dirijo al norte, y no lo veo;
me vuelvo al sur, y no lo percibo.
10 Él conoce cada uno de mis pasos;
puesto a prueba, saldré puro como el oro.
11 Yo siempre he seguido sin desviarme
el camino que él me ha señalado.
12 Siempre he cumplido sus leyes y mandatos,
y no mi propia voluntad.
13 Cuando él decide realizar algo, lo realiza;
nada le hace cambiar de parecer.
14 Lo que él ha dispuesto hacer conmigo, eso hará,
junto con otras cosas semejantes.
15 Por eso le tengo miedo;
sólo el pensarlo me llena de terror.
16 Dios, el Todopoderoso,
me tiene acobardado.
17 ¡Ojala la noche me hiciera desaparecer
y me envolviera la oscuridad!
Saludo
1 Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, saluda a los que han llegado a tener una fe tan preciosa como la nuestra, porque nuestro Dios y Salvador Jesucristo es justo. 2 Reciban abundancia de gracia y de paz mediante el conocimiento que tienen de Dios y de Jesús, nuestro Señor.
El llamamiento de Dios y sus exigencias
3 Dios, por su poder, nos ha concedido todo lo que necesitamos para la vida y la devoción, al hacernos conocer a aquel que nos llamó por su propia grandeza y sus obras maravillosas. 4 Por medio de estas cosas nos ha dado sus promesas, que son muy grandes y de mucho valor, para que por ellas lleguen ustedes a tener parte en la naturaleza de Dios y escapen de la corrupción que los malos deseos han traído al mundo. 5 Y por esto deben esforzarse en añadir a su fe la buena conducta; a la buena conducta, el entendimiento; 6 al entendimiento, el dominio propio; al dominio propio, la paciencia; a la paciencia, la devoción; 7 a la devoción, el afecto fraternal; y al afecto fraternal, el amor.
8 Si ustedes poseen estas cosas y las desarrollan, ni su vida será inútil ni habrán conocido en vano a nuestro Señor Jesucristo. 9 Pero el que no las posee es como un ciego o corto de vista; ha olvidado que fue limpiado de sus pecados pasados. 10 Por eso, hermanos, ya que Dios los ha llamado y escogido, procuren que esto arraigue en ustedes, pues haciéndolo así nunca caerán. 11 De ese modo se les abrirán de par en par las puertas del reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.