Revised Common Lectionary (Complementary)
El Siervo obediente del Señor
4 El Señor Soberano me ha dado sus palabras de sabiduría,
para que yo sepa consolar a los fatigados.
Mañana tras mañana me despierta
y me abre el entendimiento a su voluntad.
5 El Señor Soberano me habló,
y yo lo escuché;
no me he rebelado, ni me he alejado.
6 Les ofrecí la espalda a quienes me golpeaban
y las mejillas a quienes me tiraban de la barba;
no escondí el rostro
de las burlas y los escupitajos.
7 Debido a que el Señor Soberano me ayuda,
no seré avergonzado.
Por lo tanto, he puesto el rostro como una piedra,
decidido a hacer su voluntad.
Y sé que no pasaré vergüenza.
8 El que me hace justicia está cerca.
Ahora, ¿quién se atreverá a presentar cargos en mi contra?
¿Dónde están mis acusadores?
¡Que se presenten!
9 Miren, el Señor Soberano está de mi lado.
¿Quién me declarará culpable?
Todos mis enemigos serán destruidos
como ropa vieja que ha sido comida por la polilla.
116 Amo al Señor porque escucha mi voz
y mi oración que pide misericordia.
2 Debido a que él se inclina para escuchar,
¡oraré mientras tenga aliento!
3 La muerte me envolvió en sus cuerdas;
los terrores de la tumba[a] se apoderaron de mí.
Lo único que veía era dificultad y dolor.
4 Entonces invoqué el nombre del Señor:
«¡Señor, por favor, sálvame!».
5 ¡Qué bondadoso es el Señor! ¡Qué bueno es él!
¡Tan misericordioso, este Dios nuestro!
6 El Señor protege a los que tienen fe como de un niño;
estuve frente a la muerte, y él me salvó.
7 Que mi alma descanse nuevamente,
porque el Señor ha sido bueno conmigo.
8 Me rescató de la muerte;
quitó las lágrimas de mis ojos,
y libró a mis pies de tropezar.
9 ¡Así que camino en la presencia del Señor
mientras vivo aquí en la tierra!
Control de la lengua
3 Amados hermanos, no muchos deberían llegar a ser maestros en la iglesia, porque los que enseñamos seremos juzgados de una manera más estricta. 2 Es cierto que todos cometemos muchos errores. Pues, si pudiéramos dominar la lengua, seríamos perfectos, capaces de controlarnos en todo sentido.
3 Podemos hacer que un caballo vaya adonde queramos si le ponemos un pequeño freno en la boca. 4 También un pequeño timón hace que un enorme barco gire adonde desee el capitán, por fuertes que sean los vientos. 5 De la misma manera, la lengua es algo pequeño que pronuncia grandes discursos.
Así también una sola chispa puede incendiar todo un bosque. 6 De todas las partes del cuerpo, la lengua es una llama de fuego. Es un mundo entero de maldad que corrompe todo el cuerpo. Puede incendiar toda la vida, porque el infierno mismo la enciende.[a]
7 El ser humano puede domar toda clase de animales, aves, reptiles y peces, 8 pero nadie puede domar la lengua. Es maligna e incansable, llena de veneno mortal. 9 A veces alaba a nuestro Señor y Padre, y otras veces maldice a quienes Dios creó a su propia imagen. 10 Y así, la bendición y la maldición salen de la misma boca. Sin duda, hermanos míos, ¡eso no está bien! 11 ¿Acaso puede brotar de un mismo manantial agua dulce y agua amarga? 12 ¿Acaso una higuera puede dar aceitunas o una vid, higos? No, como tampoco puede uno sacar agua dulce de un manantial salado.[b]
Declaración de Pedro acerca de Jesús
27 Jesús y sus discípulos salieron de Galilea y fueron a las aldeas cerca de Cesarea de Filipo. Mientras caminaban, él les preguntó:
—¿Quién dice la gente que soy?
28 —Bueno—contestaron—, algunos dicen Juan el Bautista, otros dicen Elías, y otros dicen que eres uno de los otros profetas.
29 Entonces les preguntó:
—Y ustedes, ¿quién dicen que soy?
Pedro contestó:
—Tú eres el Mesías.[a]
30 Pero Jesús les advirtió que no le contaran a nadie acerca de él.
Jesús predice su muerte
31 Entonces Jesús comenzó a decirles que el Hijo del Hombre[b] tendría que sufrir muchas cosas terribles y ser rechazado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los maestros de la ley religiosa. Lo matarían, pero tres días después resucitaría. 32 Mientras hablaba abiertamente de eso con sus discípulos, Pedro lo llevó aparte y empezó a reprenderlo por decir semejantes cosas.[c]
33 Jesús se dio la vuelta, miró a sus discípulos y reprendió a Pedro: «¡Aléjate de mí, Satanás!—dijo—. Ves las cosas solamente desde el punto de vista humano, no del punto de vista de Dios».
34 Entonces llamó a la multitud para que se uniera a los discípulos, y dijo: «Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su propia manera de vivir, tomar su cruz y seguirme. 35 Si tratas de aferrarte a la vida, la perderás; pero si entregas tu vida por mi causa y por causa de la Buena Noticia, la salvarás. 36 ¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma[d]? 37 ¿Hay algo que valga más que tu alma? 38 Si alguien se avergüenza de mí y de mi mensaje en estos días de adulterio y de pecado, el Hijo del Hombre se avergonzará de esa persona cuando regrese en la gloria de su Padre con sus santos ángeles».
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