Revised Common Lectionary (Complementary)
Salmo 96 (95)
Que cante al Señor la tierra entera
96 Canten al Señor un cántico nuevo,
que cante al Señor la tierra entera;
2 canten al Señor, bendigan su nombre;
pregonen su salvación día tras día.
3 Pregonen su gloria entre las naciones,
sus prodigios entre todos los pueblos.
4 Porque es grande el Señor,
es digno de alabanza,
más admirable que todos los dioses.
5 Todos los dioses paganos son nada,
pero el Señor ha hecho los cielos.
6 Gloria y esplendor hay ante él,
majestad y poder en su santuario.
7 Rindan al Señor, familias de los pueblos,
rindan al Señor gloria y poder;
8 reconozcan que es glorioso su nombre,
tráiganle ofrendas y entren en su presencia;
9 adoren al Señor en su hermoso Templo,
que tiemble ante él la tierra entera.
10 Digan a las naciones: “El Señor es rey”.
El universo está seguro, no se derrumbará.
Él juzgará con rectitud a los pueblos.
11 Que se alegre el cielo y se goce la tierra,
que retumbe el mar y cuanto lo llena;
12 que el campo entero se llene de gozo,
que griten de júbilo los árboles del bosque,
13 delante del Señor que viene
dispuesto a gobernar la tierra.
Él juzgará al universo con justicia
y a los pueblos con su fidelidad.
III.— APÉNDICES (17—21)
El santuario de Micá y el santuario de Dan (17—18)
El santuario privado de Micá
17 Había en la montaña de Efraín un hombre llamado Micaías. 2 Dijo a su madre:
— Aquellos mil cien siclos de plata que te quitaron, por lo que tú lanzaste una maldición que yo oí con mis oídos…, esa plata la tengo yo; yo te la robé. Pues ahora te la devuelvo.
Su madre le respondió:
— Que mi hijo sea bendito del Señor.
3 Y él le devolvió los mil cien siclos de plata. Y su madre dijo:
— Consagro solemnemente, en favor de mi hijo, esta plata mía al Señor, para hacer con ella una imagen de madera y un ídolo de fundición.
4 Tomó su madre doscientos siclos de plata y se los entregó al fundidor. Este le hizo una imagen de madera y un ídolo de metal fundido, que quedó en casa de Micaías. 5 Este Micá tenía un santuario en su casa; hizo un efod y unos terafín y consagró sacerdote a uno de sus hijos. 6 En aquel tiempo no había rey en Israel y hacía cada uno lo que le venía en gana.
Diotrefes y Demetrio. Distinto comportamiento
9 He escrito unas líneas a la comunidad, pero Diotrefes, en su afán por manejarlo todo, no nos ha hecho ningún caso. 10 Por eso, cuando yo vaya, le echaré en cara su conducta: sus palabras insidiosas contra mí y, por si esto fuera poco, su negativa a recibir a los hermanos. Hasta se atreve a prohibir a otros que los reciban, bajo la amenaza de expulsarlos de la Iglesia.
11 Pero tú, querido hermano, no imites lo malo, sino lo bueno. Quien hace el bien pertenece a Dios; quien hace el mal es que desconoce a Dios.
12 En cuanto a Demetrio, todos, y la misma verdad lo confirma, dan testimonio a su favor. Un testimonio al que sumamos el nuestro, y tú sabes que nuestro testimonio es digno de crédito.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España