Revised Common Lectionary (Complementary)
El reinado eterno del SEÑOR
93 ¡El SEÑOR reina!
Se ha vestido de magnificencia.
El SEÑOR se ha vestido de poder
y se ha ceñido.
También afirmó el mundo, y no
se moverá.
2 Firme es tu trono desde la antigüedad;
tú eres desde la eternidad.
3 Alzaron los ríos, oh SEÑOR,
alzaron los ríos su sonido;
alzaron los ríos su estruendo.
4 El SEÑOR en las alturas
es más poderoso
que el estruendo de muchas aguas, más que las recias olas del mar.
5 Tus testimonios son muy firmes.
La santidad adorna tu casa,
oh SEÑOR,
a través de los años.
8 Entonces Dios habló a Noé y a sus hijos con él, diciendo: 9 “He aquí que yo establezco mi pacto con ustedes, con sus descendientes después de ustedes 10 y con todo ser viviente que está con ustedes: aves, ganado y todos los animales de la tierra que están con ustedes; todos los que salieron del arca, todos los animales de la tierra. 11 Yo establezco mi pacto con ustedes: Ninguna carne volverá a ser exterminada jamás por las aguas del diluvio ni habrá otra vez diluvio para destruir la tierra”.
12 Y dijo Dios: “Esta será la señal del pacto que establezco entre yo y ustedes, y todo ser viviente que está con ustedes, por generaciones, para siempre: 13 Yo pongo mi arco en las nubes como señal del pacto que hago entre yo y la tierra. 14 Y sucederá que cuando yo haga aparecer nubes sobre la tierra, entonces el arco se dejará ver en las nubes. 15 Me acordaré de mi pacto que existe entre yo y ustedes, y todo ser viviente de toda clase, y las aguas no serán más un diluvio para destruir toda carne. 16 Cuando el arco aparezca en las nubes, yo lo veré para acordarme del pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente de toda clase que está sobre la tierra”.
17 Entonces Dios dijo a Noé: “Esta será la señal del pacto que establezco entre yo y toda carne que está sobre la tierra”.
El naufragio en la isla de Malta
39 Cuando se hizo de día, no reconocían la tierra; pero distinguían una bahía que tenía playa, en la cual, de ser posible, se proponían varar la nave. 40 Cortaron las anclas y las dejaron en el mar. A la vez, soltaron las amarras del timón, izaron al viento la vela de proa e iban rumbo a la playa. 41 Pero al dar en un banco de arena entre dos corrientes, hicieron encallar la nave. Al enclavarse la proa, quedó inmóvil, mientras la popa se abría por la violencia de las olas.
42 Entonces los soldados acordaron matar a los presos, para que ninguno se escapara nadando; 43 pero el centurión, queriendo librar a Pablo, frustró su intento. Mandó a los que podían nadar que fueran los primeros en echarse para salir a tierra; 44 y a los demás, unos en tablas, y otros en objetos de la nave. Así sucedió que todos llegaron salvos a tierra.
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