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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Nueva Biblia Viva (NBV)
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Jueces 7-8

Gedeón derrota a los madianitas

Yerubaal (el otro nombre de Gedeón) y sus hombres se levantaron temprano y avanzaron hasta los manantiales de Arod. El ejército madianita estaba acampado al norte de ellos, en el valle cerca de la colina de Moré.

El Señor le dijo a Gedeón: «Los que están contigo son muchos. No puedo permitir que todos se enfrenten a los madianitas, porque entonces el pueblo de Israel se jactará delante de mí de que se han salvado por su propia fortaleza. Haz que todos los que tengan miedo y tiemblen vuelvan a sus casas».

Veintidós mil se fueron. Solamente se quedaron diez mil.

Pero el Señor le dijo a Gedeón: «Todavía son demasiados. Llévalos al manantial y yo te mostraré cuales irán y cuales no».

Gedeón los reunió junto a las aguas. Allí el Señor le dijo: «Divídelos en dos grupos según la forma en que beban. En el primer grupo estarán todos los que tomen el agua en sus manos y se la lleven a la boca y la laman como los perros. En el segundo grupo estarán los que se arrodillen y beban poniendo sus bocas en la corriente».

Solamente trescientos hombres bebieron de sus manos. Todos los demás pusieron la boca en el arroyo. «Yo venceré a los madianitas con estos trescientos hombres —dijo el Señor a Gedeón—; envía a los demás a sus casas».

8-9 Después que Gedeón reunió todos los jarrones y trompetas del pueblo que tenían entre ellos, envió a todos los hombres a sus casas, excepto los trescientos.

Durante la noche, con los madianitas acampados en el valle que estaba debajo, el Señor le dijo a Gedeón: «Levántate, toma a tus soldados y ataca a los madianitas, porque yo haré que los derrotes. 10 Sin embargo, si tienes miedo, primero desciende solo al campamento y lleva contigo a tu siervo Furá si quieres 11 y escucha lo que están diciendo allí. Te sentirás con más fuerzas para atacar al campamento».

Entonces fue con Furá y se arrastró por la oscuridad hasta las posiciones del enemigo. 12 Los numerosos ejércitos de Madián, Amalec y otras naciones del oriente que se les habían unido estaban esparcidos a través del valle, numerosos como langostas, como la arena de la playa, y tenían tantos camellos que era difícil de contar. 13 Gedeón se arrastró hasta una de las tiendas, justo en el momento en que el hombre que dormía adentro había despertado de una pesadilla y se la contaba a su compañero de tienda.

―Tuve un sueño extraño —le estaba diciendo—. Había un gran pan de cebada que vino rodando contra nuestro campamento. Golpeó sobre nuestra tienda y la derribó.

14 El otro soldado contestó:

―Tu sueño sólo puede significar una cosa: Gedeón, el hijo de Joás, el israelita, va a venir y masacrará a todas las fuerzas aliadas de Madián.

15 Cuando Gedeón escuchó el sueño y su interpretación, se puso en pie allí mismo para adorar al Señor. Luego regresó junto a sus hombres y gritó:

―Levántense, que el Señor va a usarnos para vencer a los madianitas.

16 Dividió a los trescientos hombres en tres grupos. Le dio a cada hombre una trompeta y un jarrón con una antorcha encendida dentro de él. 17 Entonces les expuso su plan. «Cuando lleguemos junto al campamento —les dijo—, hagan lo que yo haga. 18 Tan pronto como los hombres de mi grupo y yo hagamos sonar las trompetas, ustedes harán sonar las de ustedes por todos los costados del campamento y gritarán: “¡Peleamos por el Señor y por Gedeón!”».

19 Fue justamente después de medianoche, cuando se produjo el cambio de guardias, que Gedeón y los cien hombres suyos llegaron hasta las inmediaciones del campo de Madián.

Repentinamente hicieron sonar sus trompetas y rompieron los jarrones para que las antorchas brillaran en la noche. 20 Inmediatamente los demás hombres hicieron lo mismo, y tocando las trompetas que tenían en la mano derecha y con las antorchas encendidas en sus manos izquierdas gritaban: «¡Peleamos por el Señor y por Gedeón!».

21 Y se mantuvieron firmes y observaron cómo todo aquel enorme ejército comenzó a correr de un lado a otro, gritando y huyendo presa del pánico. 22 En la confusión el Señor hizo que los soldados enemigos comenzaran a pelear entre sí y a matarse unos a otros de uno al otro lado del campamento, y que huyeran en la noche a lugares tan lejanos como Bet Sitá, cerca de Zererá, y hasta la frontera de Abel Mejolá, cerca de Tabat.

23 Entonces Gedeón hizo llamar a los hombres de Neftalí, Aser y Manasés y les dijo que vinieran a fin de perseguir y destruir a los madianitas que huían. 24 Gedeón también envió mensajeros por toda la región montañosa de Efraín invitando a las tropas a que se apoderaran de los vados del Jordán en Bet Bará para impedir que los madianitas escaparan a través de ellos. 25 Oreb y Zeb, los dos generales de Madián, fueron capturados. Oreb fue muerto en la roca que lleva su nombre y Zeb, en el lagar de Zeb, como se le llama actualmente. Y los israelitas tomaron las cabezas de Oreb y Zeb, y cruzaron el Jordán para llevárselas a Gedeón.

Zeba y Zalmuna

Pero los jefes de la tribu de Efraín estaban airados con Gedeón.

―¿Por qué no nos llamaste la primera vez que saliste a pelear contra los madianitas? —le preguntaron.

2-3 Gedeón respondió:

―Dios permitió que ustedes capturaran a Oreb y Zeb, los generales del ejército de Madián. ¿Qué he hecho yo en comparación con eso? Las acciones de ustedes al final de la batalla fueron más importantes que las nuestras al comienzo.

Entonces ellos se calmaron.

Gedeón cruzó luego el río Jordán con sus trescientos hombres. Estaban muy cansados, pero aún perseguían a sus enemigos. Pidió alimento a los hombres de Sucot.

―Estamos cansados y tenemos que seguir persiguiendo a Zeba y Zalmuna, reyes de Madián.

Pero los jefes de Sucot le respondieron:

―Aún no les han dado alcance. Si les damos de comer y fracasan, ellos vendrán y nos destruirán.

―Cuando el Señor los haya entregado en nuestras manos —Gedeón les advirtió— regresaremos y trillaremos sus carnes con espinas y cardos del desierto.

Fue hasta Peniel, y pidió alimento allí, pero recibió la misma respuesta. Y les dijo también: «Cuando todo esto haya acabado, regresaré para derribar esta torre».

10 Mientras tanto el rey Zeba y el rey Zalmuna, con quince mil hombres, estaban en Carcor. Era todo lo que quedaba de los ejércitos aliados del oriente, porque ciento veinte mil ya habían sido muertos. 11 Gedeón subió por la ruta de las caravanas al oriente de Noba y de Yogbea, y atacó a los madianitas sorpresivamente. 12 Los dos reyes huyeron, pero Gedeón los persiguió y los capturó tras la derrota. 13 Gedeón regresó por la bajada de Jeres 14 y capturó a un joven de Sucot y le pidió que escribiera los nombres de los setenta y siete dirigentes políticos y religiosos de la ciudad.

15 Enseguida regresó a Sucot. «Ustedes me injuriaron diciendo que jamás podría dar caza a Zeba y a Zalmuna, y nos negaron alimentos cuando estábamos cansados y hambrientos. Aquí tienen a Zeba y a Zalmuna».

16 Entonces tomó a los jefes de la ciudad y los hizo azotar con espinas y cardos hasta que murieron. 17 También fue a Peniel, derribó la torre de la ciudad y mató a toda la población masculina.

18 Luego les preguntó al rey Zeba y al rey Zalmuna:

―¿Cómo eran los hombres que ustedes mataron en Tabor?

Ellos respondieron:

―Estaban vestidos como ustedes, como hijos de reyes.

19 ―¡Deben de haber sido mis hermanos! —exclamó Gedeón—. Juro que si ustedes no los hubieran matado, yo tampoco los mataría a ustedes.

20 Volviéndose a Jéter su hijo mayor, le dio orden de matarlos. El muchacho, que era casi un niño, tuvo miedo.

21 Zeba y Zalmuna le dijeron a Gedeón:

―Hazlo tú mismo; preferimos que nos mate un hombre.

Entonces Gedeón los mató y sacó los adornos de los cuellos de sus camellos.

El efod de Gedeón

22 Más tarde los hombres de Israel le dijeron a Gedeón:

―Sé nuestro rey. Tú, tus descendientes y todos tus hijos reinen sobre nosotros, por cuanto nos has salvado de Madián.

23 Pero Gedeón replicó:

―No seré su rey, ni tampoco lo será mi hijo. El Señor es nuestro rey. 24 Sin embargo, les pediré algo: que cada uno de ustedes me dé aretes de los que recogieron de los enemigos. (Porque las tropas de Madián, siendo ismaelitas, usaban aretes de oro).

25 ―Con todo gusto te los damos —respondieron—, y extendieron una sábana donde cada uno pudiera lanzar los aretes que había recogido.

26 El valor se estimó en unos veinte kilos de oro sin contar las lunetas y pendientes, las ropas reales, ni las cadenas tomadas de los cuellos de los camellos. 27 Gedeón hizo un efod con el oro y lo puso en Ofra, su ciudad. Pero Israel pronto comenzó a adorarlo, de modo que sirvió para mal a Gedeón y a su familia.

28 Este es el relato de cómo Madián fue subyugado por Israel. Madián jamás se recobró y la tierra tuvo paz durante cuarenta años, mientras vivió Gedeón.

Muerte de Gedeón

29 Gedeón regresó a su tierra 30 y tuvo setenta hijos, porque se casó con muchas mujeres. 31 También tuvo una concubina en Siquén que le dio un hijo al que llamó Abimélec. 32 Finalmente, falleció a una edad muy avanzada, y fue sepultado en el sepulcro de Joás su padre, en Ofra, en la tierra de los abiezeritas.

33 Pero en cuanto Gedeón murió, los israelitas volvieron a prostituirse yendo tras los baales y adoptaron como dios a Baal Berit. 34 Ya no consideraban al Señor como su Dios, aunque él los había salvado de todos sus enemigos en todas sus fronteras. 35 Tampoco tuvieron ninguna muestra de bondad hacia la familia de Gedeón, a pesar de todo lo que él había hecho por ellos.

Lucas 5:1-16

Llamamiento de los primeros discípulos

Un día, Jesús estaba a la orilla del lago de Genesaret y la gente lo apretujaba para oír el mensaje de Dios. Entonces vio dos barcas que estaban en la playa. Los pescadores las habían dejado allí mientras lavaban sus redes. Él subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que la alejara un poco de la orilla. Luego se sentó y desde la barca le enseñaba a la gente.

Cuando terminó de hablar, le dijo a Simón:

―Lleva la barca adonde el agua está más profunda y allí echa tus redes para pescar. Simón le respondió:

―Maestro, toda la noche hemos trabajado sin descanso y no hemos pescado nada. Pero, puesto que tú me lo mandas, voy a echar las redes.

Ellos hicieron lo que él les dijo, y recogieron tantos peces que las redes se les rompían. Entonces hicieron señas a sus compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos fueron, y llenaron tanto las dos barcas que se empezaron a hundir.

Cuando Simón Pedro vio esto, cayó de rodillas ante Jesús y le dijo:

―¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!

Es que él y sus demás compañeros estaban asombrados por la gran pesca que habían hecho. 10 También estaban asombrados Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, socio de Simón.

Jesús le dijo a Simón:

―No tengas miedo, de ahora en adelante serás pescador de seres humanos.

11 Entonces llevaron las barcas a tierra, lo dejaron todo y siguieron a Jesús.

Jesús sana a un leproso

12 Un día que Jesús estaba en un pueblo, se presentó un hombre enfermo de lepra. Al ver a Jesús, se inclinó hasta tocar con su rostro el suelo y le suplicó:

―Señor, si quieres, puedes sanarme.

13 Jesús extendió la mano, tocó al hombre y le dijo:

―Sí quiero. ¡Queda sano!

Y en ese momento se le quitó la lepra.

14 Jesús le ordenó:

―No se lo digas a nadie. Ve, preséntate al sacerdote y lleva la ofrenda de purificación que Moisés ordenó, para que les sirva de testimonio.

15 Sin embargo, Jesús se hacía cada vez más famoso, y mucha gente iba para oírlo y para que la sanara de sus enfermedades. 16 Pero él con frecuencia se apartaba a lugares solitarios para orar.

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