Old/New Testament
Masquil de Etán ezraíta.
1 Las misericordias del SEÑOR cantaré perpetuamente; de generación en generación haré notoria tu verdad con mi boca.
2 Porque dije: Para siempre será edificada misericordia en los cielos; en ellos afirmarás tu verdad.
3 Hice alianza con mi escogido; juré a David mi esclavo, diciendo:
4 Para siempre confirmaré tu simiente, y edificaré tu trono por todas las generaciones. (Selah.)
5 ¶ Y celebrarán los cielos tu maravilla, oh SEÑOR; tu verdad también en la congregación de los santos.
6 Porque ¿quién en los cielos se igualará con el SEÑOR? ¿Quién será semejante al SEÑOR entre los hijos de los poderosos?
7 Dios terrible en la grande congregación de los santos, y formidable sobre todos sus alrededores.
8 Oh SEÑOR, Dios de los ejércitos, ¿Quién como tú? Fuerte-JAH, Rodeado de tu verdad.
9 Tú dominas sobre la soberbia del mar; cuando se levantan sus ondas, tú las sosiegas.
10 Tú quebrantaste a Egipto como a un muerto; con el brazo de tu fortaleza esparciste a tus enemigos.
11 Tuyos son los cielos, tuya también la tierra; el mundo y su plenitud, tú lo fundaste.
12 Al aquilón y al austro tú los creaste; el Tabor y el Hermón en tu Nombre cantarán.
13 Tuyo es el brazo con valentía; fuerte es tu mano, ensalzada tu diestra.
14 Justicia y juicio son la morada de tu trono; misericordia y verdad van delante de tu rostro.
15 ¶ Dichoso el pueblo que sabe jubilar; andarán, oh SEÑOR, a la luz de tu rostro.
16 En tu Nombre se alegrarán cada día; y en tu justicia se ensalzarán.
17 Porque tú eres la gloria de su fortaleza; y por tu buena voluntad ensalzarás nuestro cuerno.
18 Porque el SEÑOR es nuestro escudo; y nuestro rey es el Santo de Israel.
19 ¶ Entonces hablaste en visión a tu santo, y dijiste: Yo he puesto el socorro sobre uno que es valiente; he ensalzado un escogido de mi pueblo.
20 Hallé a David mi esclavo; lo ungí con el aceite de mi santidad.
21 Que mi mano será firme con él, mi brazo también lo fortificará.
22 No lo sujetará enemigo, ni hijo de iniquidad lo quebrantará.
23 Mas yo quebrantaré delante de él a sus enemigos, y heriré a sus aborrecedores.
24 Y mi verdad y mi misericordia serán con él; y en mi nombre será ensalzado su cuerno.
25 Asimismo pondré su mano en el mar, y en los ríos su diestra.
26 El me llamará: Mi padre eres tú, mi Dios, y la roca de mi salud.
27 Yo también le pondré por primogénito, alto sobre los reyes de la tierra.
28 Para siempre le conservaré mi misericordia; y mi pacto será firme con él.
29 Y pondré su simiente para siempre, y su trono como los días de los cielos.
30 Si dejaren sus hijos mi ley, y no anduvieren en mis juicios;
31 si profanaren mis estatutos, y no guardaren mis mandamientos;
32 entonces visitaré con vara su rebelión, y con azotes sus iniquidades.
33 Mas no quitaré de él mi misericordia, ni falsearé mi verdad.
34 No profanaré mi pacto, ni mudaré lo que ha salido de mis labios.
35 Una vez he jurado por mi santidad, no mentiré a David.
36 Su simiente será para siempre, y su trono como el sol delante de mí.
37 Como la luna será firme para siempre, y como un testigo fiel en el cielo. (Selah.)
38 ¶ Mas tú desechaste y menospreciaste a tu Ungido; y te has airado con él.
39 Rompiste el pacto de tu esclavo; has profanado su corona hasta la tierra.
40 Aportillaste todos sus vallados; has quebrantado sus fortalezas.
41 Lo saquean todos los que pasaron por el camino; es oprobio a sus vecinos.
42 Has ensalzado la diestra de sus enemigos; has alegrado a todos sus adversarios.
43 Embotaste asimismo el filo de su espada, y no lo levantaste en la batalla.
44 Hiciste cesar su claridad, y echaste su trono por tierra.
45 Has acortado los días de su juventud; le has cubierto de afrenta. (Selah.)
46 ¿Hasta cuándo, oh SEÑOR? ¿Te esconderás para siempre? ¿Arderá para siempre tu ira como el fuego?
47 Acuérdate de cuán corto sea mi tiempo. ¿Por qué creaste sujetos a vanidad a todos los hijos del hombre?
48 ¿Qué hombre vivirá y no verá muerte? ¿Librarás su alma de la mano del Seol? (Selah.)
49 Señor, ¿dónde están tus antiguas misericordias? Has jurado a David por tu verdad.
50 Señor, acuérdate del oprobio de tus esclavos; oprobio que llevo yo en mi seno de muchos pueblos.
51 Porque tus enemigos, oh SEÑOR, han deshonrado, porque tus enemigos han deshonrado los pasos de tu Ungido.
52 Bendito sea el SEÑOR para siempre. Amén, y Amén.
Oración de Moisés Varón de Dios.
1 Señor, tú nos has sido refugio de generación en generación.
2 Antes que nacieran los montes y formaran la tierra y el mundo, y desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.
3 Vuelves al hombre hasta ser quebrantado, y dices: Convertíos, hijos de Adán.
4 Porque mil años delante de tus ojos, son como el día de ayer, que pasó, y como la vela de la noche.
5 Los haces pasar como avenida de aguas; son como sueño; a la mañana está fuerte como la hierba,
6 que a la mañana florece, y crece; a la tarde es cortada, y se seca.
7 ¶ Porque con tu furor somos consumidos, y con tu ira somos conturbados.
8 Pusiste nuestras iniquidades delante de ti, nuestros yerros a la lumbre de tu rostro.
9 Porque todos nuestros días declinan a causa de tu ira; acabamos nuestros años según la palabra.
10 Los días de nuestra edad son setenta años; y de los más valientes, ochenta años, y su fortaleza es molestia y trabajo; porque es cortado presto, y volamos.
11 ¿Quién conoce la fortaleza de tu ira? Que tu ira no es menor que nuestro temor.
12 ¶ Para contar nuestros días haznos saber así, y traeremos al corazón sabiduría.
13 Vuélvete a nosotros, oh SEÑOR: ¿hasta cuándo? Y aplácate para con tus esclavos.
14 Sácianos de mañana de tu misericordia; y cantaremos, y nos alegraremos todos nuestros días.
15 Alégranos conforme a los días que nos afligiste, y los años en que vimos el mal.
16 Aparezca en tus esclavos tu obra, y tu gloria sobre sus hijos.
17 Y sea la hermosura del SEÑOR nuestro Dios sobre nosotros; y enderezca sobre nosotros la obra de nuestras manos, la obra de nuestras manos enderezca.
14 ¶ Al enfermo en la fe sobrellevad, pero no hasta discernimientos dudosos.
2 Porque alguno cree que se ha de comer de todas las cosas; otro enfermo, come legumbres.
3 El que come, no menosprecie al que no come; y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha levantado.
4 ¿Tú quién eres que juzgas al siervo ajeno? Por su señor está en pie, o cae; y si cae se afirmará; que poderoso es el Señor para afirmarle.
5 También alguno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté asegurado en su alma.
6 El que hace caso del día, hágalo para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, come para el Señor, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios.
7 Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí.
8 Que si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, o que vivamos, o que muramos, del Señor somos.
9 Porque Cristo para esto murió, y resucitó, (y volvió a vivir,) para enseñorearse así de los muertos como de los que viven.
10 Mas tú ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos estaremos delante del tribunal del Cristo.
11 Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios.
12 De manera que, cada uno de nosotros dará a Dios razón de sí.
13 Así que, no juzguemos más los unos a los otros; antes bien juzgad de que no pongáis tropiezo o escándalo al hermano.
14 Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que por amor a él nada hay inmundo; mas a aquel que piensa de alguna cosa ser inmunda, para él es inmunda.
15 Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme a la caridad. No eches a perder con tu comida a aquel por el cual Cristo murió.
16 Así que no sea blasfemado vuestro bien;
17 que el Reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo por el Espíritu Santo.
18 Porque el que en esto sirve al Cristo, agrada a Dios, y es acepto a los hombres.
19 Así que, sigamos lo que hace a la paz, y a la edificación de los unos a los otros.
20 No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; mas malo es al hombre que come con escándalo.
21 Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda o sea enfermo.
22 Tú tienes fe; tenla contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo con lo que aprueba.
23 Mas el que hace diferencia, si comiere, es condenado; porque no comió por fe; y todo lo que no sale de fe, es pecado.
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