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Old/New Testament

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Nueva Versión Internacional (Castilian) (CST)
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Jeremías 40-42

Liberación de Jeremías

40 La palabra del Señor vino a Jeremías después de que Nabuzaradán, el comandante de la guardia, lo había dejado libre en Ramá. Allí lo había encontrado Nabuzaradán preso y encadenado, entre todos los cautivos de Judá y Jerusalén que eran deportados a Babilonia. El comandante de la guardia tomó aparte a Jeremías, y le dijo: «El Señor tu Dios decretó esta calamidad para este lugar, y ahora el Señor ha cumplido sus amenazas. Todo esto os ha pasado porque pecasteis contra el Señor y desobedecisteis su voz. No obstante, hoy te libero de las cadenas que te sujetan las manos. Si quieres venir conmigo a Babilonia, ven, que yo te cuidaré. Pero, si no quieres, no lo hagas. Mira, tienes ante tus ojos toda la tierra: ve adonde más te convenga».

Como Jeremías no se decidía, Nabuzaradán añadió: «Vuelve junto a Guedalías hijo de Ajicán, nieto de Safán, a quien el rey de Babilonia ha nombrado gobernador de las ciudades de Judá, y vive con él y con tu pueblo, o ve adonde más te convenga».

Luego el comandante de la guardia le dio provisiones y un regalo, y lo dejó en libertad. Jeremías se fue entonces junto a Guedalías hijo de Ajicán, en Mizpa, y se quedó con él, en medio del pueblo que había permanecido en el país.

Asesinato de Guedalías(A)

Cuando todos los jefes y soldados del ejército que estaban en el campo se enteraron de que el rey de Babilonia había puesto a Guedalías hijo de Ajicán como gobernador del país, y de que le había confiado el cuidado de hombres, mujeres y niños, así como de los más pobres del país que no habían sido deportados a Babilonia, fueron a Mizpa para presentarse ante Guedalías. Entre ellos estaban: Ismael hijo de Netanías, Johanán y Jonatán hijos de Carea, Seraías hijo de Tanjumet, los hijos de Efay de Netofa, y Jezanías, hijo de un hombre de Macá, y sus hombres. Guedalías hijo de Ajicán, nieto de Safán, les hizo este juramento a ellos y a sus tropas: «No temáis a los babilonios. Si os quedáis en el país y servís al rey de Babilonia, os aseguro que os irá bien. 10 Yo me quedaré en Mizpa, para representaros ante los babilonios que vengan hasta acá. Pero vosotros, comenzad a almacenar en recipientes vino, frutos de verano y aceite, y vivid en las ciudades que habéis ocupado».

11 Todos los judíos que estaban en Moab, Amón y Edom, y en todos los otros países, se enteraron también de que el rey de Babilonia había dejado un remanente en Judá, y nombrado como gobernador a Guedalías hijo de Ajicán, nieto de Safán. 12 Entonces todos estos judíos regresaron a la tierra de Judá, de todos los países donde estaban dispersos. Al llegar, se presentaron en Mizpa ante Guedalías, y también almacenaron vino y frutos de verano en abundancia.

13 Johanán hijo de Carea, y todos los demás jefes militares que estaban en el campo, se presentaron ante Guedalías en Mizpa, 14 y le dijeron:

―¿No sabes que Balís, rey de Amón, ha mandado a Ismael hijo de Netanías, para matarte?

Pero Guedalías hijo de Ajicán no les creyó. 15 Y allí en Mizpa, Johanán hijo de Carea le propuso en secreto a Guedalías:

―Déjame ir a matar a Ismael hijo de Netanías. ¡Nadie tiene que enterarse! ¿Por qué vamos a permitir que te asesine? Eso causaría la dispersión de todos los judíos que se han reunido a tu alrededor, y acabaría con lo que queda de Judá.

16 Pero Guedalías hijo de Ajicán le respondió a Johanán hijo de Carea:

―¡Ni lo pienses! ¡Lo que dices acerca de Ismael es mentira!

41 En el mes séptimo Ismael, hijo de Netanías y nieto de Elisama, que era de estirpe real y había sido uno de los oficiales del rey, vino a Mizpa con diez hombres y se presentó ante Guedalías hijo de Ajicán. Y ahí en Mizpa, mientras comían juntos, Ismael hijo de Netanías se levantó y, junto con los diez hombres que lo acompañaban, hirió a filo de espada a Guedalías hijo de Ajicán, nieto de Safán, quitándole la vida. Así hicieron con quien había sido nombrado gobernador del país por el rey de Babilonia. Ismael mató también a todos los judíos y soldados que se encontraban en Mizpa con Guedalías.

Al día siguiente del asesinato de Guedalías, cuando todavía nadie se había enterado, llegaron de Siquén, Siló y Samaria ochenta hombres con la barba afeitada, la ropa rasgada y el cuerpo lleno de cortaduras que ellos mismos se habían hecho. Traían ofrendas de cereales, e incienso, para presentarlas en la casa del Señor. Desde Mizpa salió a su encuentro Ismael hijo de Netanías; iba llorando y, cuando los encontró, les dijo:

―Venid a ver a Guedalías hijo de Ajicán.

Pero no habían llegado al centro de la ciudad cuando Ismael hijo de Netanías y sus secuaces los mataron y los arrojaron en una cisterna. Había entre ellos diez hombres que le rogaron a Ismael:

―¡No nos mates; tenemos escondidos en el campo trigo, cebada, aceite y miel!

Ismael accedió, y no los mató como a sus compañeros. El rey Asá había hecho una fosa para defenderse de Basá, rey de Israel, y en esa fosa fue donde Ismael arrojó los cadáveres de los hombres que había matado, junto con Guedalías, llenándola de cadáveres.

10 Después Ismael se llevó en cautiverio a las hijas del rey y a todo el resto del pueblo que había quedado en Mizpa, a quienes Nabuzaradán, comandante de la guardia, había puesto bajo el mando de Guedalías hijo de Ajicán. Ismael hijo de Netanías salió con sus cautivos hacia el territorio de los amonitas.

11 Cuando Johanán hijo de Carea, y todos los jefes militares que estaban con él, se enteraron del crimen que había cometido Ismael hijo de Netanías, 12 reunieron a todos sus hombres y fueron a pelear contra él. Lo encontraron cerca del gran estanque que está en Gabaón. 13 Y sucedió que toda la gente que estaba con Ismael se alegró al ver a Johanán hijo de Carea, acompañado de todos los jefes militares. 14 Todo el pueblo que Ismael llevaba cautivo desde Mizpa se dio la vuelta y se fue con Johanán hijo de Carea. 15 Pero Ismael hijo de Netanías y ocho de sus hombres se escaparon de Johanán y huyeron hacia Amón.

Huida a Egipto

16 Entonces Johanán hijo de Carea, junto con todos los jefes militares que lo acompañaban, tomaron y rescataron al resto del pueblo que desde Mizpa se había llevado Ismael hijo de Netanías, después de haber asesinado a Guedalías hijo de Ajicán: eran soldados, mujeres, niños y altos funcionarios. 17 Se pusieron en marcha hasta llegar a Guerut Quimán, que está junto a Belén, desde donde pensaban continuar a Egipto 18 para huir de los babilonios. Estaban con temor, ya que Ismael hijo de Netanías había matado a Guedalías hijo de Ajicán, a quien el rey de Babilonia había nombrado gobernador del país.

42 Entonces se acercaron Johanán hijo de Carea y Azarías[a] hijo de Osaías, junto con los jefes militares y todo el pueblo, desde el más chico hasta el más grande, y le dijeron al profeta Jeremías:

―Por favor, atiende nuestra súplica y ruega al Señor tu Dios por todos nosotros los que quedamos. Como podrás darte cuenta, antes éramos muchos, pero ahora quedamos solo unos cuantos. Ruega para que el Señor tu Dios nos indique el camino que debemos seguir, y lo que debemos hacer.

Jeremías les respondió:

―Ya os he oído. Voy a rogar al Señor, a vuestro Dios, tal como me habéis pedido. Os comunicaré todo lo que el Señor me diga, y no os ocultaré absolutamente nada.

Ellos le dijeron a Jeremías:

―Que el Señor tu Dios sea un testigo fiel y verdadero contra nosotros si no actuamos conforme a todo lo que él nos ordene por medio de ti. Sea o no de nuestro agrado, obedeceremos la voz del Señor nuestro Dios, a quien te enviamos a consultar. Así, al obedecer la voz del Señor nuestro Dios, nos irá bien.

Diez días después, la palabra del Señor vino a Jeremías. Este llamó a Johanán hijo de Carea, a todos los jefes militares que lo acompañaban, y a todo el pueblo, desde el más pequeño hasta el más grande, y les dijo: «Así dice el Señor, Dios de Israel, a quien me enviasteis para interceder por vosotros: 10 “Si os quedáis en este país, yo os edificaré y no os derribaré, os plantaré y no os arrancaré, porque me duele haberos causado esa calamidad. 11 No temáis al rey de Babilonia, al que ahora teméis —afirma el Señor—; no le temáis, porque yo estoy con vosotros para salvaros y libraros de su poder. 12 Tendré compasión de vosotros, y de esa manera él también tendrá compasión de vosotros y os permitirá volver a vuestra tierra”.

13 »Pero, si desobedecéis la voz del Señor, vuestro Dios, y decís: “No nos quedaremos en esta tierra, 14 sino que nos iremos a Egipto, donde no veremos guerra, ni escucharemos el sonido de la trompeta, ni pasaremos hambre, y allí nos quedaremos a vivir”, 15 entonces prestad atención a la palabra del Señor, vosotros los que quedáis en Judá: Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: “Si insistís en trasladaros a Egipto para vivir allá, 16 la guerra que tanto teméis os alcanzará, y el hambre que os aterra os seguirá de cerca hasta Egipto, y en ese lugar moriréis. 17 Todos los que están empeñados en trasladarse a Egipto para vivir allá morirán por la guerra, el hambre y la peste. Ninguno sobrevivirá ni escapará a la calamidad que haré caer sobre ellos”. 18 Porque así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: “Así como se ha derramado mi ira y mi furor sobre los habitantes de Jerusalén, así se derramará mi furor sobre vosotros si os vais a Egipto. Os convertiréis en objeto de maldición, de horror, de imprecación y de oprobio, y nunca más volveréis a ver este lugar”.

19 »¡Remanente de Judá! El Señor os ha dicho que no vayáis a Egipto. Sabed bien que hoy os hago una advertencia seria. 20 Cometisteis un error fatal cuando me enviasteis al Señor, vuestro Dios, y me dijisteis: “Ruega al Señor, nuestro Dios, por nosotros, y comunícanos todo lo que él te diga, para que lo cumplamos”. 21 Hoy os lo he hecho saber, pero no habéis querido obedecer la voz del Señor vuestro Dios en nada de lo que él me encargó que os comunicara. 22 Por lo tanto, sabed bien que en el lugar donde queréis residir moriréis por la guerra, el hambre y la peste».

Hebreos 4

Reposo del pueblo de Dios

Cuidémonos, por tanto, no sea que, aunque la promesa de entrar en su reposo sigue vigente, alguno de vosotros parezca quedarse atrás. Porque a nosotros, lo mismo que a ellos, se nos ha anunciado la buena noticia; pero el mensaje que escucharon no les sirvió de nada, porque no se unieron en la fe a[a] los que habían prestado atención a ese mensaje. En tal reposo entramos los que somos creyentes, conforme Dios ha dicho:

«Así que, en mi enojo, hice este juramento:
    “Jamás entrarán en mi reposo”».[b]

Es cierto que su trabajo quedó terminado con la creación del mundo, pues en algún lugar se ha dicho así del séptimo día: «Y en el séptimo día reposó Dios de todas sus obras».[c] Y en el pasaje citado también dice: «Jamás entrarán en mi reposo».

Sin embargo, todavía falta que algunos entren en ese reposo, y los primeros a quienes se les anunció la buena noticia no entraron por causa de su desobediencia. Por eso, Dios volvió a fijar un día, que es «hoy», cuando mucho después declaró por medio de David lo que ya se ha mencionado:

«Si oís hoy su voz,
    no endurezcáis el corazón».[d]

Si Josué les hubiera dado el reposo, Dios no habría hablado posteriormente de otro día. Por consiguiente, queda todavía un reposo especial[e] para el pueblo de Dios; 10 porque el que entra en el reposo de Dios descansa también de sus obras, así como Dios descansó de las suyas. 11 Esforcémonos, pues, por entrar en ese reposo, para que nadie caiga al seguir aquel ejemplo de desobediencia.

12 Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos,[f] y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón. 13 Ninguna cosa creada escapa a la vista de Dios. Todo está al descubierto, expuesto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.

Jesús, el gran sumo sacerdote

14 Por lo tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, aferrémonos a la fe que profesamos. 15 Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. 16 Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos.

Nueva Versión Internacional (Castilian) (CST)

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