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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
Jeremías 6-8

Jerusalén está en peligro

Dios siguió diciendo:

«¡Huyan de Jerusalén, todos ustedes,
los que viven en la región de Benjamín!
¡Den el toque de alarma en Tecoa!
¡Prendan fuego como señal en Bet-haquérem!
¡Del norte viene el desastre!
¡Se acerca una terrible destrucción!
Estoy a punto de destruir
a la bella y delicada ciudad de Jerusalén.
Los reyes y sus ejércitos
acamparán a su alrededor
y harán con ella lo que quieran».

El enemigo grita:

«¡Prepárense para pelear contra Jerusalén!
¡La atacaremos al mediodía!
¡Qué lástima que el día se va,
y ya está cayendo la noche!
Pero no importa,
de noche la atacaremos,
y destruiremos sus torres fortificadas».

Y el poderoso Dios de Israel les ordena:

«¡Corten árboles!
¡Construyan una rampa
y ataquen a Jerusalén!
Sus habitantes serán castigados;
son gente muy injusta.
Abunda la maldad en Jerusalén
como abunda el agua en el mar.
No se oye hablar en ella
más que de violencia y destrucción,
ni se ve ninguna otra cosa
que no sean heridas y dolor.
¡Cambien de conducta,
habitantes de Jerusalén!
De lo contrario, los abandonaré
y convertiré su país en un desierto».

El poderoso Dios de Israel anuncia:

«Los israelitas que queden con vida
serán buscados por todas partes
hasta que no quede uno solo.
Será como cuando, en una viña,
se rebuscan todas las uvas
hasta que no queda un solo racimo».

10 Y yo, Jeremías, pregunto:

«¿Con quién voy a poder hablar?
¿Quién va a hacerme caso?
Se tapan los oídos
porque no quieren escuchar.
Se burlan de la palabra de Dios
porque no la quieren obedecer.
11 ¡Me invade la ira de Dios,
y ya no puedo contenerme!»

Dios me dijo:

«Da rienda suelta a tu enojo
sobre las pandillas de jóvenes,
sobre los hombres y sus esposas,
y aun sobre los ancianos.
¡Todos ellos serán capturados!

12 »Yo voy a castigar a todos
los que viven en Judá.
Sus casas, campos y mujeres
pasarán a manos de otros.
Les juro que así será.

13 »Todos desean lo que no es suyo,
desde el más chico hasta el más grande.
Ya no se puede confiar
ni en el profeta ni en el sacerdote.
14 Con pañitos de agua tibia
pretenden curar las heridas de mi pueblo.
Insisten en que todo está bien,
cuando en realidad todo está mal.
15 Han cometido los pecados más asquerosos,
pero ni vergüenza les da,
pues ya ni saben lo que es tener vergüenza.
Por eso, voy a castigarlos,
y todos serán destruidos.
Les juro que así será.

16 »También les he dicho:

“Deténganse en los cruces de camino,
y pregunten qué camino deben seguir,
y no se aparten de él.
Sólo siguiendo el mejor camino
podrán descansar.
¡Pero ustedes se niegan a seguirlo!”

17 »Yo les he enviado mensajeros
para advertirles del peligro,
pero ustedes no han prestado atención.
18 Por eso quiero que las naciones
sepan lo que le espera a mi pueblo.
19 Quiero que todo el mundo me escuche:
por los pecados que han cometido
voy a enviarles una desgracia,
pues no quisieron hacerme caso,
y rechazaron mis enseñanzas.

20 »¿De qué me sirve este incienso
que me traen del reino de Sabá?
¿Para qué quiero la caña dulce
que me traen de un país lejano?
¡Me disgustan todas las ofrendas
que queman sobre mi altar!

21-23 »Por eso, también les digo:
Del norte, desde una región muy lejana,
viene una nación muy poderosa.
Sus soldados están bien armados,
son muy crueles y no tienen compasión.
Vienen cabalgando sobre sus caballos,
y gritan con tanta fuerza
que parecen un mar furioso.
¡Vienen contra ti, Jerusalén!
¡Vienen dispuestos a atacarte!
Yo haré que te destruyan».

24 El pueblo respondió:

«Nos ha llegado la noticia,
y tenemos mucho miedo;
es tanto nuestro sufrimiento
que parecemos una mujer
a punto de tener un hijo.
25 ¡Que no salga nadie al campo,
ni ande nadie por los caminos!
¡Ya se acerca el enemigo,
y viene con la espada en la mano!
¡Hay terror en todas partes!»

Yo dije:

26 «Ponte ropa de luto, pueblo mío,
y revuélcate en las cenizas.
Llora de dolor,
como si hubiera muerto tu único hijo;
el enemigo que nos va a destruir,
nos atacará por sorpresa».

Dios dijo:

27 «Yo te he puesto entre mi pueblo
para que vigiles su conducta.
28 Todos ellos son muy rebeldes,
son tercos y mentirosos.
Aparentan ser honestos,
pero en realidad son unos corruptos.
29 El metal se purifica en el fuego,
pero a los malvados no los purifica nada.
¡Son un caso perdido!
30 Los llaman “basura”,
porque yo los deseché».

La religión que no sirve

Dios me dijo: «Jeremías, ve a la puerta del templo, y desde allí anuncia este mensaje: “¡Escúchenme, todos ustedes, que viven en Judá y que pasan por estas puertas para adorar a nuestro Dios! 3-7 Así dice el todopoderoso Dios de Israel:

‘No les presten atención a esos que andan asegurando que no voy a destruir esta ciudad porque aquí está mi templo. Al contrario, hagan lo siguiente:

’Mejoren su conducta,
sean justos los unos con los otros,
traten bien a los refugiados,
a las viudas y a los huérfanos;
hagan justicia al inocente
y adórenme sólo a mí.
Si no lo hacen, les irá mal;
pero si lo hacen,
vivirán por siempre en este país,
el cual di a sus antepasados.

’¡Pero ustedes creen en las mentiras que les dicen, y que no les sirven para nada! Ustedes roban, matan, tienen relaciones sexuales con la esposa de otro hombre, no cumplen lo que prometen, adoran al dios Baal, y a otros dioses que ni conocen. 10 Aun así, vienen a este templo, que es mi casa, y piensan que por estar aquí están a salvo. Después salen y siguen haciendo todas estas porquerías. 11 Este templo es mi casa, pero ustedes lo han convertido en una cueva de ladrones. ¡Yo mismo lo he visto! Les juro que así es.

12 ’Israelitas, vayan ahora al santuario de Siló, donde me adoraron al principio, y vean cómo destruí ese santuario por culpa de ustedes. 13 Yo les he hablado muchas veces, pero no han querido escucharme; en vez de tomar en cuenta mis advertencias, han seguido haciendo lo malo. Les juro que así es. 14 Por eso, aunque este templo es mi casa, y ustedes han puesto en él su confianza, yo lo destruiré como destruí el santuario de Siló. Yo les di este templo a ustedes y a sus antepasados, 15 pero los voy a expulsar de mi presencia, así como expulsé a todos sus hermanos, los descendientes de Efraín.’”

16 »Y ahora, Jeremías, escúchame bien: no me ruegues ni me supliques por este pueblo. No me insistas, porque no voy a escucharte. 17 ¡Mira lo que pasa en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén! 18 Los niños juntan la leña, los padres encienden el fuego, y las mujeres preparan la masa, ¡y hacen panes para adorar a la que llaman Reina del cielo! Además, las ofrendas que presentan a otros dioses son un insulto para mí. 19 Lo más vergonzoso es que, en realidad, no me insultan a mí; ¡se insultan ellos mismos! Les juro que así es.

20 »Por eso, castigaré con furia a este lugar, y a los hombres y a los animales, a los árboles del campo y a los frutos de la tierra. ¡Mi enojo será como un fuego difícil de apagar! Les juro que así será. 21 Si quieren, sigan juntando las ofrendas y los animales que presentan en mi honor, y empáchense con la carne. 22 Pero lo cierto es que, cuando yo saqué de Egipto a sus antepasados, no les mandé presentarme ofrendas ni animales. 23 Lo que sí les mandé fue que me obedecieran. Sólo así yo sería su Dios, y ellos serían mi pueblo. También les mandé obedecer mis mandamientos, para que siempre les fuera bien. 24 Pero sus antepasados no me obedecieron ni me prestaron atención; al contrario, fueron tercos y actuaron con maldad. Fue así como, en vez de mejorar, empeoraron. 25 Desde el día en que sus antepasados salieron de Egipto y hasta ahora, yo no he dejado de enviarles a mis servidores, los profetas. Lo he hecho una y otra vez, 26 y a pesar de todo eso, ellos no me obedecen ni me prestan atención, sino que son peores que sus antepasados.

27 »Jeremías, diles todo esto, aunque yo sé que no te van a contestar, y ni siquiera te harán caso. 28 Diles que son una nación mentirosa, que no ha querido obedecerme ni ha aceptado ser corregida».

Dios advierte a Jerusalén

29 «Habitantes de Jerusalén,
vístanse de luto;
vayan a las montañas desiertas
y canten una canción fúnebre.
Ustedes me hicieron enojar,
y por eso los he rechazado;
¡los he abandonado por completo!

30 »Ustedes, que son descendientes de Judá, han cometido el peor de los males: Han llenado de pecado este templo, que es mi casa, al poner allí sus ídolos asquerosos. Les juro que así es. 31 Para colmo, en el valle de Ben-hinom construyeron el santuario de Tófet, y sobre el altar quemaron a sus hijos y a sus hijas. Pero eso es algo que jamás les ordené y ni siquiera se me ocurrió. 32 Por eso, vienen días en que ese lugar no se llamará más santuario de Tófet ni valle de Ben-hinom, sino Valle de la Matanza. ¡Allí enterrarán a sus muertos, porque no habrá otro lugar! 33 Las aves del cielo y los animales de la tierra se comerán los cadáveres de esta gente, y nadie lo podrá evitar. 34 Haré que en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén dejen de escucharse los gritos de alegría y de entusiasmo, y las canciones de los novios y las novias, porque el país quedará convertido en un horrible desierto.

1-2 »Cuando llegue ese día, sacarán de las tumbas los huesos de todas las autoridades y de todos los habitantes de Judá. Los tenderán en el suelo, a la luz del sol, la luna y las estrellas, pues ellos no solamente adoraron a estos astros del cielo, sino que los amaron y los consultaron. Esos huesos no volverán a ser enterrados, sino que se quedarán sobre la tierra, tirados como basura. Les juro que así será. Dispersaré por todo el mundo a esta gente tan malvada, y los que queden con vida preferirán morir antes que seguir viviendo. Les juro que así será.

Pecado y castigo

»Cuando alguien se equivoca, se corrige;
cuando pierde el camino, vuelve a buscarlo.
Pero este pueblo me abandonó
y no quiere volver a mí.
La gente de Jerusalén insiste en rechazarme;
prefiere a los dioses falsos,
y no quiere volver a mí,
que soy el Dios verdadero.
Los he escuchado con mucha atención,
pero no hay quien diga la verdad,
ni quien se arrepienta de su maldad.
¡Nadie admite que ha hecho mal!
Todos hacen lo que les da la gana,
¡parecen caballos fuera de control!
Hasta la cigüeña y la grulla
conocen las estaciones del año;
también la tórtola y la golondrina
saben cuándo ir a un lugar más cálido.
En cambio, este pueblo no me conoce
ni quiere obedecer mis leyes.

»¿Cómo se atreven ustedes a decir
que son un pueblo inteligente
y que me obedecen?
¡Hasta los maestros enseñan mentiras,
y luego andan diciendo
que así dice la Biblia!
Esos sabios quedarán avergonzados,
pues su derrota será completa.
De sabios no tienen nada,
pues han rechazado mis enseñanzas.
10 Castigaré a todos los de Judá;
sus casas, campos y mujeres
pasarán a manos de otros.
Les juro que así será.

»Todos desean lo que no es suyo,
desde el más chico hasta el más grande.
Ya no se puede confiar
ni en el profeta ni en el sacerdote.
11 Con pañitos de agua tibia
pretenden curar las heridas del pueblo.
Insisten en que todo está bien,
cuando en realidad todo está mal.
12 Han cometido los pecados más asquerosos,
pero ni vergüenza les da,
pues ya ni saben lo que es tener vergüenza.
Por eso, voy a castigarlos,
y todos serán destruidos.
Les juro que así será.

13 »Una viña me daría uvas,
una higuera me daría higos,
pero ustedes no me dan nada.
¡Por eso voy a quitarles
todo lo que les había dado!»

14 El pueblo respondió:

«¿Qué hacemos aquí sentados?
¡Vayamos a las ciudades fortificadas,
y murámonos de una vez!
Nuestro Dios nos está matando;
nos ha dado agua envenenada
porque hemos pecado contra él.
15 Esperábamos que nos fuera bien,
pero nada bueno hemos recibido;
esperábamos ser sanados,
pero estamos llenos de miedo.

16 »Desde la ciudad de Dan se escucha
cómo relinchan y resoplan los caballos,
y cómo hacen temblar toda la tierra.
¡Viene el ejército enemigo
a destruir a Jerusalén
y a todos sus habitantes!
¡Se acerca el enemigo,
para destruir el país
y todo lo que hay en él!»

17 Dios volvió a decirles a los israelitas:

«¡Voy a enviarles serpientes venenosas!
Cuando los muerdan,
ni la magia podrá salvarlos».

Jeremías sufre por su pueblo

Entonces yo, Jeremías, dije:

18 «Estoy tan triste
que no me quedan ganas de vivir.
19 Por todos los rincones del país
mi pueblo llora y exclama:
“Nuestro Dios nos ha abandonado;
ya no está en Jerusalén”».

Dios respondió:

«¿Por qué me hacen enojar los israelitas
con sus dioses inútiles y extraños?»

20 El pueblo dijo:

«Ya el verano terminó,
y la cosecha llegó a su fin,
pero nosotros seguimos sufriendo».

Y yo respondí:

21 «Veo sufrir a mi pueblo,
y eso me duele,
me entristece y me asusta.
22 ¿Cómo es posible que no hallemos
consuelo para nuestro sufrimiento?
¿Cómo es posible
que nadie pueda ayudarnos?
¿Cómo es posible que mi pueblo
siga estando enfermo?

1 Timoteo 5

Cómo tratar a los demás

1-2 Cuando corrijas a un anciano, no lo regañes; al contrario, aconséjalo como si fuera tu propio padre. Trata a las ancianas como a tu propia madre, a los jóvenes como a tus hermanos, y a las jóvenes como a tus hermanas, es decir, con todo respeto.

Ayuda a las viudas que de veras necesiten ayuda. Pero si alguna viuda tiene hijos o nietos, son ellos los primeros que deben ayudarla en todo lo que necesite, así como antes ella los cuidó y los ayudó. Esto es lo que Dios quiere que se haga.

La viuda que realmente se ha quedado sola, confía en Dios y le pide su ayuda de día y de noche. Pero la viuda que sólo piensa en divertirse está muerta en vida. Por eso, ordénales a todos que hagan lo que te he dicho, para que nadie pueda criticarlos. Quien no cuida de sus parientes, y especialmente de su familia, no se porta como un cristiano; es más, tal persona es peor que quien nunca ha creído en Dios.

Para que una viuda esté en la lista de ayuda de la iglesia, debe tener por lo menos sesenta años de edad y haber estado casada una sola vez. 10 También debe ser conocida por sus buenas obras. Por ejemplo, tiene que haber criado bien a sus hijos y a sus hijas, haber recibido bien a quienes visitaron su casa, haber sido humilde con los miembros de la iglesia, y haber ayudado a los que sufren. Es decir, en esa lista deben estar las que hayan hecho lo bueno.

11-12 No pongas en esa lista a las viudas de menos edad, porque más tarde quieren volver a casarse, se oponen a Cristo, y dejan de cumplir su promesa de no casarse y de trabajar en la iglesia. ¡Y Dios tendrá que castigarlas! 13 Además, se vuelven perezosas y se acostumbran a andar de casa en casa para llevar y traer chismes, y para meterse en asuntos ajenos y hablar de lo que no deben.

14 Por eso, quiero que las viudas jóvenes se vuelvan a casar, y que tengan hijos y se ocupen de cuidar a su familia. Así los que no creen en Jesucristo no podrán criticarnos. 15 Y es que algunas de ellas ya han dejado de confiar en Cristo, y ahora obedecen a Satanás.

16 Si alguna mujer cree en Jesucristo, y en su familia hay alguna viuda, debe ayudarla. De este modo la iglesia tendrá una responsabilidad menos y podrá ayudar a las viudas que realmente lo necesiten.

17 Los líderes de la iglesia que hacen bien su trabajo merecen que se les pague el doble, especialmente los que anuncian y enseñan la buena noticia. 18 Porque la Biblia dice: «No impidan que el buey coma mientras desgrana el trigo», y también dice: «Quien trabaja merece que se le pague.»

19 Cuando alguien acuse a un líder, pídele que presente a dos o tres testigos. Si no lo hace, no le prestes atención. 20 Si alguno de los líderes sigue pecando, corrígelo ante toda la iglesia, para que los demás tengan miedo y no hagan lo mismo.

21 Dios, y Jesucristo, y todos los ángeles que Dios ha elegido, están escuchando lo que te voy a decir: Obedece todo lo que te he ordenado hacer y sé justo con todos, sin tener favoritos. 22 Antes de nombrar a alguien para el servicio a Dios, piénsalo bien. Porque, si esa persona hace algo malo, tú serás también responsable de lo que haga. Tú mismo debes apartarte del mal.

23 Como casi siempre estás enfermo del estómago, no bebas sólo agua, sino también un poco de vino.

24 Algunas veces podemos darnos cuenta de que una persona está pecando, aun antes de que se le juzgue. Pero otras veces no nos damos cuenta hasta mucho después. 25 Lo mismo pasa con las buenas acciones. Algunas se ven con facilidad, pero otras no. Sin embargo, ninguna de ellas quedará oculta.