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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Biblia del Jubileo (JBS)
Version
Isaías 62-64

62 Por causa de Sion no callaré, y por causa de Jerusalén no reposaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salud se encienda como un hacha.

Y verán los gentiles tu justicia, y todos los reyes tu gloria; y te será puesto un nombre nuevo, que la boca del SEÑOR nombrará.

Y serás corona de gloria en la mano del SEÑOR; y diadema real en la mano del Dios tuyo.

Nunca más te llamarán Desamparada, ni tu tierra se dirá más Asolamiento: sino que serás llamada Hefziba, (Mi voluntad en ella) y tu tierra, Beula (Casada) porque el querer del SEÑOR será en ti, y tu tierra será casada.

Pues como el joven se casa con la virgen, se casarán contigo tus hijos; y como el gozo del esposo con la esposa, así se gozará contigo el Dios tuyo.

Sobre tus muros, oh Jerusalén, he puesto guardas; todo el día y toda la noche no callarán jamás. Los que os acordáis del SEÑOR, no ceséis,

ni a él le deis tregua, hasta que confirme, y hasta que ponga a Jerusalén por alabanza en la tierra.

Juró el SEÑOR por su mano derecha, y por el brazo de su fortaleza. Que jamás daré tu trigo por comida a tus enemigos, ni beberán los extraños el vino que tú trabajaste.

Mas los que lo cosecharon, lo comerán, y alabarán al SEÑOR; y los que lo cogieron lo beberán en los atrios de mi santidad.

10 Pasad, pasad por las puertas. Barred el camino al pueblo. Allanad, allanad la calzada; quitad las piedras, alzad bandera a los pueblos.

11 He aquí, que el SEÑOR hizo oír hasta lo último de la tierra. Decid a la hija de Sion: He aquí viene tu Salvador; he aquí que su recompensa con él, y su obra delante de él.

12 Y les llamarán Pueblo Santo, Redimidos del SEÑOR; y a ti te llamarán Ciudad Buscada, no desamparada.

63 ¿Quién es éste que viene de Edom, de Bosra, con vestidos bermejos? ¿Este hermoso en su vestido, que marcha con la grandeza de su poder? Yo, el que hablo en justicia, grande para salvar.

¿Por qué es bermejo tu vestido, y tus ropas como del que ha pisado en lagar?

Solo pisé el lagar, y de los pueblos nadie fue conmigo. Los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis vestidos, y ensucié todas mis ropas.

Porque el día de la venganza está en mi corazón; y el año de mis redimidos es venido.

Miré, pues, y no había quien ayudara, y abominé que no hubiera quien me sustentara; y me salvó mi brazo, y me sostuvo mi ira.

Y hollé los pueblos con mi ira, y los embriagué de mi furor; y derribé a tierra su fortaleza.

De las misericordias del SEÑOR haré memoria, de las alabanzas del SEÑOR, conforme a todo lo que el SEÑOR nos ha dado, y de la grandeza de su beneficencia a la Casa de Israel, que les ha hecho según sus misericordias, y según la multitud de sus miseraciones.

Porque dijo: Ciertamente mi pueblo son, hijos que no mienten; y fue su Salvador.

En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el Angel de su faz los salvó. Con su amor y con su clemencia los redimió, y los trajo a cuestas, y los levantó todos los días del siglo.

10 Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su Espíritu Santo, por lo cual se les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos.

11 Pero se acordó de los días antiguos, de Moisés, y de su pueblo. ¿Dónde está el que les hizo subir del mar con el pastor de su rebaño? ¿Dónde está el que puso en medio de él su Espíritu Santo?

12 ¿El que los guió por la diestra de Moisés con el brazo de su gloria; el que rompió las aguas, haciéndose así nombre perpetuo?

13 El que los hizo ir por los abismos, como un caballo por el desierto, nunca tropezaron.

14 El Espíritu del SEÑOR los pastoreó, como a una bestia, que desciende al valle; así pastoreaste tu pueblo, para hacerte nombre glorioso.

15 Mira desde el cielo, desde la morada de tu santidad, y de tu gloria. ¿Dónde está tu celo, y tu fortaleza, la conmoción de tus entrañas, y de tus miseraciones para conmigo? ¿Se han estrechado?

16 Porque tú eres nuestro padre, que Abraham nos ignora, e Israel no nos conoce. Tú, SEÑOR, eres nuestro padre; nuestro Redentor perpetuo es tu nombre.

17 ¿Por qué, oh SEÑOR, nos has hecho errar de tus caminos? ¿Endureciste nuestro corazón a tu temor? Vuélvete por tus esclavos, por las tribus de tu heredad.

18 Por poco tiempo poseyó la tierra prometida el pueblo de tu santidad; nuestros enemigos han hollado tu Santuario.

19 Hemos sido como aquellos de quienes nunca te enseñoreaste, sobre los cuales nunca fue llamado tu nombre.

64 ¡Oh, si rompiera los cielos, y descendieras, y a tu presencia se escurrieran los montes,

como fuego que abrasando derrite, fuego que hace hervir el agua, para que hicieras notorio tu nombre a tus enemigos, y los gentiles temblaran a tu presencia!

Como descendiste, cuando hiciste cosas terribles cuales nunca esperábamos, que los montes escurrieron delante de ti.

Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron; ni ojo ha visto un Dios fuera de ti, que hiciera otro tanto por el que en él espera.

Saliste al encuentro al que con alegría obró justicia. En tus caminos se acordaban de ti. He aquí, tú te enojaste porque pecamos; tus caminos son eternos y nosotros seremos salvos.

Que todos nosotros éramos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja del árbol; y nuestras iniquidades nos llevaron como viento.

Y nadie hay que invoque tu nombre, ni que se despierte para tenerte, por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras iniquidades.

Ahora pues, SEÑOR, tú eres nuestro padre; nosotros lodo, y tú el que nos obraste, así que obra de tus manos somos todos nosotros.

No te aíres, oh SEÑOR, sobremanera; ni tengas perpetua memoria de la iniquidad. He aquí, mira ahora, pueblo tuyo somos todos nosotros.

10 Tus santas ciudades son desiertas, Sion desierto es, y Jerusalén soledad.

11 La Casa de nuestro Santuario y de nuestra gloria, en la cual te alabaron nuestros padres, fue quemada al fuego; y todas nuestras cosas preciosas fueron destruidas.

12 ¿Te estarás quieto, oh SEÑOR, sobre estas cosas? ¿Callarás, y nos afligirás sobremanera?

1 Timoteo 1

¶ Pablo, apóstol de Jesús el Cristo, por mandamiento de Dios Salvador nuestro, y del Señor Jesús el Cristo, esperanza nuestra.

A Timoteo, verdadero hijo en la fe: gracia, misericordia y paz de Dios nuestro Padre, y de Cristo Jesús, Señor nuestro.

Harás como te rogué, que te quedaras en Efeso, cuando partí para Macedonia, para que requirieras a algunos que no enseñen diversa doctrina,

ni presten atención a fábulas y genealogías sin término, que antes engendran cuestiones diferentes a la edificación de Dios que es por fe.

¶ El fin del mandamiento es la caridad nacida de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida;

de la cual apartándose algunos, se desviaron a vanidad de palabras;

queriendo ser maestros de la ley, sin entender ni lo que hablan, ni de donde lo afirman.

Sabemos que la ley es buena, si se usa de ella legítimamente;

conociendo esto, que la ley no es puesta para el justo, sino para los injustos y para los desobedientes; para los impíos y pecadores, para los malos y contaminados; para los matadores de padres y madres, para los homicidas,

10 para los fornicarios, para los homosexuales, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros; y si hay alguna otra cosa contraria a la sana doctrina,

11 conforme al Evangelio de la gloria del Dios bienaventurado, el cual a mí me ha sido encargado.

12 ¶ Y doy gracias al que me fortificó, a Cristo Jesús, Señor nuestro, de que me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio;

13 habiendo sido antes blasfemo y perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia, porque lo hice con ignorancia en incredulidad.

14 Mas la gracia del Señor nuestro fue más abundante con la fe y amor que es en Cristo Jesús.

15 Palabra fiel y digna de ser recibida de todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.

16 Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Cristo Jesús mostrara primero en mí, toda su clemencia, para ejemplo de los que habían de creer en él para vida eterna.

17 Por tanto, al Rey para siempre, inmortal, invisible, al único sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

18 ¶ Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las profecías pasadas acerca de ti, milites por ellas buena milicia;

19 reteniendo la fe y buena conciencia, la cual echando de sí algunos, hicieron naufragio en la fe;

20 de los cuales fueron Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás, para que aprendan a no blasfemar.

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