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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
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La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
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Jeremías 27-29

Sumisión al yugo de Babilonia

27 Al comienzo del reinado de Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá, el Señor dirigió la palabra a Jeremías en estos términos:

— Así dice el Señor: Hazte unas correas y un yugo, y échatelo al cuello. Envía un mensaje a los reyes de Edom y de Moab, al rey de los amonitas y a los reyes de Tiro y de Sidón. Envíalo por medio de los mensajeros que han llegado a Jerusalén a entrevistarse con Sedecías, rey de Judá. Y ordénales que digan a sus señores: Así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Digan a sus señores: Yo hice la tierra, el ser humano y los animales que se mueven por la tierra. Lo hice con mi gran poder y con brazo extendido, y se lo doy a quien me parece. Ahora he puesto todos estos territorios en manos de mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia, y hasta le he sometido los animales del campo. Le estarán sometidas todas las naciones: a él, a su hijo y a su nieto, hasta que también le llegue a su país el tiempo de someterse a numerosas naciones y a reyes poderosos. Y si una nación o reino no se somete a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y no pone su cuello bajo el yugo del rey de Babilonia, yo mismo castigaré a esa nación con la espada, el hambre y la peste —oráculo del Señor—, hasta que haya acabado con ellos por medio de él. Ustedes no escuchen a sus profetas, adivinos, intérpretes de sueños, agoreros y magos cuando les dicen: “No acabarán sometidos al rey de Babilonia”, 10 pues les profetizan mentiras; en realidad acabarán lejos de su tierra, yo los dispersaré y ustedes perecerán. 11 En cambio, si una nación pone su cuello bajo el yugo del rey de Babilonia y se le somete, la dejaré en su tierra —oráculo del Señor— para que la trabaje y la habite. 12 A Sedecías, rey de Judá, le hablé de idéntica manera: Pongan su cuello bajo el yugo del rey de Babilonia y sométanse a él y a su pueblo, si quieren seguir con vida. 13 ¿Por qué van a morir tú y tu pueblo a espada, hambre y peste, como anunció el Señor a la nación que no se sometiese al rey de Babilonia? 14 No escuchen las palabras de los profetas que les dicen: “No acabarán sometidos al rey de Babilonia”, pues les profetizan mentiras. 15 Y, aunque no los he enviado —oráculo del Señor—, ellos andan profetizando mentiras en mi nombre para que yo los expulse y los destruya junto con los profetas que les profetizan. 16 Hablé también a los sacerdotes y a todo el pueblo en estos términos: Así dice el Señor: No escuchen las palabras de sus profetas que les profetizan diciendo: “El ajuar del Templo del Señor va a ser devuelto en breve de Babilonia”, pues les profetizan una mentira; 17 no les hagan caso. Ustedes sométanse al rey de Babilonia si es que quieren vivir. ¿Por qué razón deberá quedar reducida a ruinas esta ciudad? 18 Y si son profetas y está con ellos la palabra del Señor, que intercedan ante el Señor del universo para que no se lleven a Babilonia el ajuar que queda en el Templo del Señor y en el palacio del rey de Judá. 19 Pues así dice el Señor del universo acerca de las columnas, de la pila de bronce, de los pedestales y del resto del ajuar de esta ciudad, 20 el que no se llevó Nabucodonosor, rey de Babilonia, cuando deportó de Jerusalén a Babilonia a Jeconías, hijo de Joaquín, rey de Judá, y a todos los notables de Judá y de Jerusalén; 21 respecto a ese ajuar que aún ha quedado en el Templo del Señor, en el palacio del rey de Judá y en Jerusalén, esto es lo que dice el Señor del universo, Dios de Israel: 22 Será llevado a Babilonia, y allí quedará hasta que me presente personalmente —oráculo del Señor— y lo suba y lo devuelva a este lugar.

Jeremías y el falso profeta Ananías

28 Aquel mismo año, es decir, el año cuarto del reinado de Sedecías, rey de Judá, el mes quinto, Ananías, hijo de Azur, profeta natural de Gabaón, me dijo en el Templo del Señor en presencia de los sacerdotes y de toda la gente:

— Así dice el Señor del universo, Dios de Israel: He roto el yugo del rey de Babilonia. Dentro de dos años haré que devuelvan a este lugar todo el ajuar del Templo del Señor que Nabucodonosor, rey de Babilonia, se llevó consigo de este lugar a Babilonia. Y haré volver también a este lugar a Jeconías, hijo de Joaquín, rey de Judá, y a toda la gente de Judá deportada a Babilonia —oráculo del Señor—, pues haré pedazos el yugo del rey de Babilonia.

El profeta Jeremías respondió al profeta Ananías en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo que estaba en el Templo del Señor, en los siguientes términos:

— ¡Amén, así lo haga el Señor! Que el Señor mantenga las palabras que has profetizado haciendo que vuelvan de Babilonia a este lugar tanto todos los desterrados como el ajuar del Templo del Señor. Pero escucha bien las palabras que voy a dirigirte a ti y a todos los presentes: Desde siempre, los profetas que nos precedieron a ti y a mí profetizaron a numerosos países y grandes reinos, anunciando guerras, desastres y peste. Cuando un profeta anunciaba bienestar, sólo se reconocía que había sido enviado de verdad por el Señor cuando se cumplía la palabra del profeta en cuestión.

10 El profeta Ananías arrancó el yugo del cuello del profeta Jeremías y lo rompió. 11 Después dijo Ananías ante todos los presentes:

— Así dice el Señor: De este modo voy a romper el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia. Dentro de dos años lo retiraré del cuello de todas las naciones.

Entonces el profeta Jeremías se retiró. 12 Pero algún tiempo después que el profeta Ananías le arrancara el yugo de su cuello, Jeremías recibió la palabra del Señor en estos términos:

13 — Vete a decir a Ananías: Así dice el Señor: Has roto un yugo de madera, pero yo lo sustituiré por un yugo de hierro. 14 Pues así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Voy a poner un yugo de hierro en el cuello de todas las naciones, para que estén sometidas a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y pondré también a su servicio todos los animales del campo.

15 El profeta Jeremías habló así al profeta Ananías:

— Escucha bien, Ananías. El Señor no te ha enviado, y tú en cambio has hecho que este pueblo confíe en la mentira. 16 Por eso, así dice el Señor: He decidido echarte de la tierra. Este año morirás, por haber profetizado rebelión contra el Señor.

17 El profeta Ananías murió aquel año, el mes séptimo.

Carta de Jeremías

29 Este es el texto de la carta que el profeta Jeremías envió desde Jerusalén a los desterrados: a los ancianos, sacerdotes y profetas, y a toda la gente que Nabucodonosor había deportado de Jerusalén a Babilonia. [El hecho tuvo lugar después de que el rey Jeconías partiese de Jerusalén con la reina madre, los eunucos y los dignatarios de Judá y de Jerusalén, así como con los gremios de artesanos y de trabajadores del metal]. La envió a Nabucodonosor, rey de Babilonia, por medio de Elasá, hijo de Safán, y de Guemarías, hijo de Jelcías, mensajeros de Sedecías, rey de Judá. Decía lo siguiente:

“Así dice el Señor del universo, Dios de Israel, a toda la gente deportada de Jerusalén a Babilonia: Contruyan casas e instálense en ellas, planten huertos y aliméntense de sus frutos. Cásense y tengan hijos e hijas; tomen esposas para sus hijos y den sus hijas a otros hombres, y que tengan a su vez hijos e hijas. De este modo crecerán y no menguarán. Busquen el bienestar de la ciudad a la que han sido deportados y oren por ella al Señor, pues de su bienestar dependerá el de ustedes. Así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Que no los engañen los profetas y adivinos que viven entre ustedes; no hagan caso de las fantasías que sueñan, pues les profetizan mentiras en mi nombre, cuando yo no los he enviado —oráculo del Señor—. 10 Así dice el Señor: En cuanto pasen setenta años en Babilonia, los visitaré y haré que se cumpla en ustedes mi promesa de bienestar, haciéndolos volver a este lugar. 11 Yo conozco mis designios sobre ustedes —oráculo del Señor—. Son designios de bienestar, no de desgracia, pues les ofrezco un futuro y una esperanza. 12 Me invocarán y vendrán a suplicarme, y yo los escucharé; 13 me buscarán y me encontrarán, si es que vienen a buscarme de todo corazón. 14 Me dejaré encontrar por ustedes —oráculo del Señor—, acabaré con su destierro y los reuniré de todas las naciones y lugares por donde los dispersé, y los haré regresar al lugar de donde los hice deportar —oráculo del Señor—. 15 Respecto a su afirmación de que el Señor les ha suscitado profetas en Babilonia, 16 así dice el Señor al rey que se sienta en el trono de David y a toda la gente que habita en esta ciudad, es decir, a sus hermanos que no partieron con ustedes al destierro: 17 Así dice el Señor del universo: Voy a enviar contra ellos la espada, el hambre y la peste; los trataré como a los higos podridos que no se pueden comer de puro malos. 18 Los perseguiré con la espada, el hambre y la peste; servirán de escarmiento a todos los reinos de la tierra, y de fórmula de maldición, espanto, burla e ignominia de todas las naciones por donde los dispersé. 19 Porque no escucharon mis palabras —oráculo del Señor—; porque les envié continuamente a mis siervos los profetas y no les hicieron caso —oráculo del Señor—.

20 Pero ustedes, desterrados que envié de Jerusalén a Babilonia, escuchen la palabra del Señor. 21 Así dice el Señor del universo, Dios de Israel, a propósito de Ajab, hijo de Colaías, y de Sedecías, hijo de Maasías, que les profetizan mentiras en mi nombre: Voy a entregarlos en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que los matará en presencia de ustedes. 22 En ellos tendrá su origen una maldición, que será usada por todos los deportados de Judá que están en Babilonia: ‘Que el Señor te haga lo que a Sedecías y a Ajab, a quienes pasó a fuego el rey de Babilonia’, 23 porque perpetraron infamias en Israel, cometieron adulterio con las mujeres de otros y hablaron mentiras en mi nombre, algo que no les mandé. Lo sé personalmente, y doy testimonio de ello”. —Oráculo del Señor—.

Contra el falso profeta Semaías

24 Dirás a Semaías el nejlamita: 25 Así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Tú has enviado cartas firmadas de puño y letra a toda la gente que vive en Jerusalén y al sacerdote Sofonías, hijo del Maasías, así como a todos los sacerdotes, en estos términos: 26 “El Señor te ha nombrado sacerdote en lugar del sacerdote Joyadá, para que estés al frente del Templo del Señor. A todo el que desvaríe o profetice lo entregarás para que lo metan en el cepo y lo sujeten con argollas. 27 Entonces, ¿por qué no has llamado la atención a Jeremías, de Anatot, que actúa de profeta entre ustedes? 28 Pues nos ha enviado a Babilonia un mensaje diciendo que la cosa va para largo, por lo que debemos construir casas e instalarnos en ellas, plantar huertos y alimentarnos de sus frutos”.

29 El sacerdote Sofonías leyó esta carta en presencia del profeta Jeremías. 30 Y Jeremías recibió la palabra del Señor en estos términos:

31 — Envía este mensaje a todos los deportados: “Así dice el Señor a Semaías el nejlamita: Semaías les ha profetizado sin que yo lo haya enviado, haciéndolos confiar en la mentira. 32 Por eso, así dice el Señor: Voy a castigar a Semaías el nejlamita tomando una decisión sobre su descendencia: ya no tendrá descendiente que viva en medio de este pueblo y que pueda gozar de los bienes que voy a conceder a mi pueblo”. —Oráculo del Señor—.

Tito 3

La conducta de los creyentes

Recuerda a los creyentes que deben someterse a las autoridades que gobiernan: que las obedezcan y estén prontos a colaborar en todo lo bueno que emprendan; que no ofendan a nadie ni se peleen con nadie; que se muestren afables y llenos de dulzura con todo el mundo.

Porque también nosotros en otro tiempo fuimos irreflexivos y obstinados; anduvimos descarriados, esclavos de toda suerte de pasiones y placeres, y vivimos en la maldad y la envidia, odiados de todos y odiándonos unos a otros. Pero ahora se han hecho patentes la bondad y el amor que Dios, nuestro Salvador, tiene a los seres humanos. Él nos ha salvado no en virtud de nuestras buenas obras, sino por su misericordia; y lo ha hecho por medio del lavamiento* que nos hace nacer de nuevo y por medio de la renovación del Espíritu Santo* que Dios ha derramado sobre nosotros con abundancia a través de nuestro Salvador Jesucristo. Restablecidos así por la gracia de Dios en su amistad, hemos sido constituidos herederos con la esperanza de recibir la vida eterna.

IV.— CONSEJOS PARTICULARES A TITO (3,8-11)

Consejos a Tito

Es esta una palabra digna de crédito y quiero que también tú insistas con tesón en ella para que, cuantos creen en Dios, se apliquen con entusiasmo a la práctica del bien. Esto es bueno y útil para todos. Evita, en cambio, las controversias estúpidas sobre genealogías, así como las acaloradas polémicas en torno a la ley; son insustanciales y no conducen a nada. 10 Apártate de quien fomenta divisiones después de haberlo amonestado una e incluso dos veces, 11 pues ya ves que se trata de una persona descarriada y pecadora a la que su propia conciencia condena.

Conclusión (3,12-15)

Últimas recomendaciones y saludos

12 Pienso enviarte a Artemas y a Tíquico. En cuanto lleguen, ven en seguida a encontrarte conmigo en Nicópolis, pues he decidido pasar allí el invierno. 13 Preocúpate de que a Zenón, el abogado, y a Apolo nada les falte para su viaje. 14 Que nuestros hermanos aprendan a ser los primeros en la práctica del bien, ayudando en las necesidades más apremiantes, para que no sea su vida como un árbol sin frutos.

15 Te saludan todos los que están conmigo. Saluda a nuestros amigos en la fe. Que la gracia esté con todos ustedes.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España