New Testament in a Year
51 Pero uno de los que estaba con Jesús sacó su espada y le cortó la oreja a un siervo del sumo sacerdote. 52 Jesús le dijo:
—Pon tu espada en su lugar. Todo el que pelea a espada, morirá a espada. 53 ¿No te das cuenta de que yo puedo llamar a mi Padre, y él mandaría ahora mismo más de doce batallones de ángeles? 54 Pero si hago esto, ¿cómo se cumpliría lo que está en las Escrituras, donde dice que todo debe suceder de esta forma?
55 En ese momento Jesús le dijo a la gente:
—¿Es que yo soy un bandido para que ustedes vengan a llevarme preso con espadas y garrotes? Todos los días estaba yo sentado enseñando en el área del templo y no me arrestaron. 56 Sin embargo, esto ha pasado para que se cumpla lo que escribieron los profetas.
Luego todos sus seguidores lo abandonaron y huyeron.
Jesús ante el Consejo
(Mr 14:53-65; Lc 22:54-55, 63-71; Jn 18:13-14, 19-24)
57 Arrestaron a Jesús y lo llevaron a la casa de Caifás, el sumo sacerdote. Allí se habían reunido los maestros de la ley y los ancianos líderes. 58 Pedro seguía a Jesús a cierta distancia. Llegó hasta el patio del sumo sacerdote, entró y se sentó con los siervos para ver qué iba a pasar con Jesús.
59 Los jefes de los sacerdotes y todo el Consejo buscaban alguien que diera falso testimonio contra Jesús para poder condenarlo a muerte. 60 Pero aunque vinieron varios testigos y dijeron mentiras, no pudieron condenarlo. Finalmente dos hombres vinieron 61 y dijeron:
—Este hombre[a] dijo: “Yo puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días”.
62 Entonces el sumo sacerdote se levantó y le preguntó a Jesús:
—¿Acaso no vas a responder nada? ¿Qué significa lo que estos testifican en tu contra?
63 Pero Jesús se quedó callado. Entonces el sumo sacerdote le dijo:
—Te estoy poniendo bajo juramento en el nombre del Dios viviente. Dinos si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.
64 Jesús le dijo:
—Tú lo has dicho. Sin embargo les digo que ustedes verán al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso, llegando en las nubes del cielo.[b]
65 El sumo sacerdote se rasgó los vestidos y dijo:
—Él ha ofendido a Dios. ¿Para qué necesitamos más testigos? ¡Escuchen, ustedes acaban de oír semejante ofensa! 66 ¿Qué piensan?
Ellos respondieron:
—¡Es culpable y merece morir!
67 Luego le escupieron a Jesús en la cara y le dieron puñetazos. Otros le daban cachetadas 68 y decían:
—¡Demuéstranos que eres profeta, Mesías, dinos quién te pegó!
La negación de Pedro
(Mr 14:66-72; Lc 22:56-62; Jn 18:15-18, 25-27)
69 Mientras Pedro estaba sentado afuera en el patio, una sierva del sumo sacerdote se le acercó y le dijo:
—Tú también estabas con Jesús de Galilea.
70 Pero Pedro lo negó frente a todos, diciendo:
—No sé de qué estás hablando.
71 Entonces él se fue hacia la puerta del patio y otra mujer lo vio y les dijo a los que estaban allí:
—Este hombre estaba con Jesús de Nazaret.
72 De nuevo Pedro lo negó y juró:
—¡Yo no conozco a ese hombre!
73 Un poco después, los que estaban allí se le acercaron y le dijeron:
—Tú realmente eres también uno de ellos, se nota por la forma en que hablas.
74 Entonces él comenzó a maldecir y a jurar:
—¡Yo no lo conozco!
En ese momento cantó el gallo. 75 Entonces Pedro recordó que Jesús le había dicho: «Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces». Entonces Pedro salió de allí y lloró amargamente.
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