New Testament in a Year
Jesús sana al siervo de un capitán
(Mt 8:5-13; Jn 4:43-54)
7 Cuando Jesús terminó de hablarle a la gente, se fue a Capernaúm. 2 Allí había un capitán romano que tenía un siervo que estaba enfermo, a punto de morir. El capitán estimaba mucho al siervo. 3 Cuando el capitán oyó hablar de Jesús, envió a unos ancianos líderes de los judíos a pedirle que fuera y salvara la vida del siervo. 4 Cuando encontraron a Jesús, le rogaron mucho:
—Este capitán merece que lo ayudes 5 porque ama a nuestra nación y hasta nos construyó la sinagoga.
6 Entonces Jesús fue con ellos. Cuando ya estaban cerca de la casa, el capitán envió a algunos amigos para que le dijeran: «Señor, no te molestes, porque no merezco que entres a mi casa. 7 Por eso no me atreví a ir a verte yo mismo. Sólo te pido que des la orden y mi siervo quedará sanado. 8 Porque yo estoy bajo la autoridad de mis superiores, y a la vez tengo a muchos soldados bajo mi autoridad. Si le digo a un soldado: “Ve”, él va. Si le digo a otro: “Ven”, él viene. Y si le digo a mi siervo: “Haz esto”, él lo hace».
9 Al oír esto, Jesús se admiró mucho del capitán, se volvió a la multitud que lo seguía y dijo:
—Les aseguro que ni en Israel he visto una fe tan grande.
10 Al regresar a la casa, los que habían sido enviados encontraron que el siervo estaba sano.
Jesús resucita al hijo de una viuda
11 Un poco después, Jesús fue a un pueblo llamado Naín. Sus seguidores y una gran multitud lo acompañaban. 12 Cuando él llegó cerca de la entrada del pueblo, llevaban a enterrar al hijo único de una viuda. La viuda iba acompañada de mucha gente. 13 Al verla, el Señor tuvo compasión de ella y le dijo:
—No llores.
14 Se acercó y tocó el ataúd. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo:
—Joven, yo te digo: ¡levántate!
15 El joven se sentó, empezó a hablar y Jesús se lo entregó a su mamá. 16 Todos se llenaron de temor y alababan así a Dios:
—Un gran profeta está entre nosotros.
También decían:
—Dios ha venido a ayudar a su pueblo.
17 Esta noticia se divulgó por toda Judea y sus alrededores.
Jesús y Juan el Bautista
(Mt 11:2-19)
18 Los seguidores de Juan fueron y le contaron a él todo lo que había pasado. Entonces Juan llamó a dos de ellos y 19 los envió a preguntarle al Señor: «¿Eres el que iba a venir, o debemos esperar a alguien más?»
20 Los enviados llegaron hasta donde estaba Jesús y le dijeron:
—Juan el Bautista nos envió a preguntarte lo siguiente: “¿Eres el que iba a venir, o debemos esperar a alguien más?”
21 En ese momento Jesús sanó a mucha gente que tenía enfermedades, dolencias y espíritus malignos y les dio la vista a muchos ciegos. 22 Entonces les contestó:
—Vayan y cuéntenle a Juan lo que han visto y escuchado. Los ciegos ven, los cojos caminan, los leprosos son sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia. 23 Afortunado el que no dude de mí.[a]
24 Después de que los mensajeros de Juan se fueron, Jesús comenzó a hablar a la multitud acerca de Juan: «¿Qué salieron a ver al desierto? ¿Hierba[b] azotada por el viento? 25 Si no, ¿qué salieron a ver? ¿A un hombre vestido con ropa fina? ¡Escuchen! La gente que se viste con ropa elegante y vive de lujo, habita en palacios. 26 ¿Entonces qué es lo que salieron a ver? ¿A un profeta? Sí, les digo que Juan es más que un profeta. 27 (A)Las Escrituras dicen de él:
»“Oye, te envío mi mensajero delante de ti,
quien preparará el camino para tu venida”.[c]
28 Les digo que Juan es el mejor hombre que ha nacido; sin embargo, el menos importante en el reino de Dios es más importante que Juan».
29 Cuando toda la gente oyó esto, incluso los cobradores de impuestos, se hicieron bautizar por Juan. Así reconocieron que la enseñanza de Dios era correcta. 30 Pero los fariseos y los expertos de la ley rechazaron el plan de Dios para ellos, y no permitieron que Juan los bautizara.
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