New Testament in a Year
Un profeta sin honra
6 Poco después salió de aquella región y regresó con sus discípulos a su pueblo, Nazaret.
2 Cuando llegó el día de reposo, Jesús fue a enseñar a la sinagoga. Y muchos que lo escucharon se quedaron boquiabiertos y se preguntaban:
―¿De dónde sacó este tanta sabiduría y el poder para hacer los milagros que hace?, 3 pues es el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, José, Judas y Simón. Y sus hermanas viven aquí mismo.
Y estaban escandalizados.
4 Pero Jesús les dijo: «Al profeta nunca lo aceptan en su propia tierra, ni entre sus parientes, ni en su propia casa».
5 Debido a la incredulidad de la gente no pudo realizar ningún milagro allí, salvo poner las manos sobre unos pocos enfermos y sanarlos. 6 Jesús estaba asombrado de la incredulidad de aquella gente. Y se fue a enseñar en las aldeas cercanas.
Jesús envía a los doce
7 Y llamó a los doce y los envió de dos en dos con poder para echar fuera demonios. 8 Les ordenó que no llevaran nada con ellos, excepto un bastón. No debían llevar alimentos ni bolsa ni dinero; 9 podían llevar sandalias, pero no una muda de ropa.
10 «Cuando entren a una casa —les dijo—, quédense allí hasta que se vayan de ese lugar. 11 Y si en alguna parte no los reciben ni les prestan atención, sacúdanse el polvo de los pies y váyanse. Con eso les estarán haciendo una advertencia».
12 Los discípulos salieron y fueron a predicarle a la gente para que se arrepintiera. 13 Echaron fuera muchos demonios y sanaron a muchos enfermos ungiéndolos con aceite.
Decapitación de Juan el Bautista
14 La fama de Jesús llegó a oídos del rey Herodes. Este pensó que Jesús era Juan el Bautista que había resucitado con poderes extraordinarios.
15 De hecho, algunos pensaban que Jesús era Elías; y otros, que era uno de los profetas.
16 Pero Herodes reiteró: «Él es Juan, a quien yo decapité, que ha vuelto a la vida».
17-18 Herodes había mandado arrestar a Juan porque este le decía que era ilegal que se casara con Herodías, la esposa de su hermano Felipe. 19 Por eso mismo, Herodías odiaba a Juan y quería que lo mataran, pero no había podido conseguirlo.
20 Y ya que Herodes respetaba a Juan porque lo consideraba un hombre justo y santo, lo había arrestado para ponerlo a salvo. Aunque cada vez que hablaba con Juan salía turbado, le gustaba escucharlo.
21 Un día se le presentó a Herodías la oportunidad que buscaba. Era el cumpleaños de Herodes y este organizó un banquete para sus altos oficiales, los jefes del ejército y la gente importante de Galilea. 22 En medio del banquete, la hija de Herodías danzó y gustó mucho a los presentes.
―Pídeme lo que quieras —le dijo el rey— y te lo concederé, 23 aunque me pidas la mitad del reino.
Esto se lo prometió bajo juramento.
24 La chica salió y consultó a su madre:
―¿Qué debo pedir? Y la mamá le dijo:
―Pídele la cabeza de Juan el Bautista.
25 La chica fue corriendo de inmediato a donde estaba el rey y le dijo:
―Quiero que me des ahora mismo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.
26 Al rey le dolió complacerla, pero no podía faltar a su palabra delante de los invitados. 27 Por eso, en seguida envió a uno de sus guardias a que le trajera la cabeza de Juan. El soldado decapitó a Juan en la prisión, 28 regresó con la cabeza en una bandeja y se la entregó a la chica y esta se la llevó a su madre.
29 Cuando los discípulos de Juan se enteraron de lo sucedido, fueron en busca del cuerpo y lo enterraron.
Nueva Biblia Viva, © 2006, 2008 por Biblica, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo.