New Testament in a Year
51 uno de los que lo acompañaban sacó una espada y de un tajo le arrancó la oreja a un siervo del sumo sacerdote.
52 ―¡Guarda esa espada! —le ordenó Jesús—. El que mata a espada, a espada perecerá. 53 ¿No sabes que podría pedirle a mi Padre que me enviara doce mil ángeles y me los enviaría al instante? 54 Pero si lo hiciera, ¿cómo se cumplirían las Escrituras que describen lo que ahora mismo está aconteciendo?
55 Luego dijo a la turba:
―¿Soy acaso un asesino tan peligroso que tienen que venir con espadas y palos a arrestarme? Todos estos días he estado enseñando en el templo y no me detuvieron. 56 Pero esto sucede para que se cumplan las predicciones de los profetas en las Escrituras.
Los discípulos huyeron y lo dejaron solo.
Jesús ante el Consejo
57 Condujeron a Jesús a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se encontraban reunidos los jefes judíos. 58 Pedro lo siguió de lejos, llegó hasta el patio del sumo sacerdote y se sentó entre los soldados a esperar el desarrollo de los acontecimientos.
59 Los principales sacerdotes y la corte suprema judía, reunidos allí, se pusieron a buscar falsos testigos que les permitieran formular cargos contra Jesús que merecieran pena de muerte. 60 Pero aunque muchos ofrecieron sus falsos testimonios, estos siempre resultaban contradictorios. Finalmente, dos individuos 61 declararon:
―Este hombre dijo que era capaz de destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días.
62 El sumo sacerdote, al oír aquello, se puso de pie y le dijo a Jesús:
―Muy bien, ¿qué respondes a esta acusación? ¿Dijiste eso o no lo dijiste? 63 Jesús no le respondió.
―Demando en el nombre del Dios viviente que nos digas si eres el Mesías, el Hijo de Dios —insistió el sumo sacerdote.
64 ―Sí —le respondió Jesús—. Soy el Mesías. Y un día me verás a mí, el Hijo del hombre, sentado a la derecha de Dios y regresando en las nubes del cielo.
65-66 ―¡Blasfemia! —gritó el sumo sacerdote, rasgándose la ropa—. ¿Qué más testigos necesitamos? ¡Él mismo lo ha confesado! ¿Cuál es el veredicto de ustedes?
―¡Que muera!, ¡que muera! —le respondieron.
67 Entonces le escupieron el rostro, lo golpearon y lo abofetearon.
68 ―A ver, Mesías, ¡profetiza! —se burlaban—. ¿Quién te acaba de golpear?
Pedro niega a Jesús
69 Mientras Pedro estaba en el patio, una muchacha se le acercó y le dijo:
―Tú también andabas con Jesús el galileo.
70 ―No sé de qué estás hablando —le respondió Pedro enojado.
71 Más tarde, a la salida, otra mujer lo vio y dijo a los que lo rodeaban:
―Ese hombre andaba con Jesús el nazareno.
72 Esta vez, Pedro juró que no lo conocía y que ni siquiera había oído hablar de él. 73 Pero al poco rato se le acercaron los que por allí andaban y le dijeron:
―No puedes negar que eres uno de los discípulos de ese hombre. ¡Hasta tu manera de hablar te delata!
74 Por respuesta, Pedro se puso a maldecir y a jurar que no lo conocía. Pero mientras hablaba, el gallo cantó 75 y le hizo recordar las palabras de Jesús: «Antes que el gallo cante, me negarás tres veces».
Y corrió afuera a llorar amargamente.
Nueva Biblia Viva, © 2006, 2008 por Biblica, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo.