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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
Josué 22

Rubén, Gad y Manasés vuelven a casa

22 Entonces Josué convocó a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés, y les dijo:

—Ustedes han guardado todo lo que Moisés siervo del SEÑOR les mandó, y han obedecido mi voz en todo lo que yo les he mandado. No han abandonado a sus hermanos en este largo tiempo, hasta el día de hoy; sino que han guardado los mandamientos que el SEÑOR su Dios les ha encomendado. Ahora que el SEÑOR su Dios ha dado reposo a sus hermanos, como les había prometido, vuelvan y regresen a sus moradas, a la tierra de su posesión que Moisés siervo del SEÑOR les ha dado al otro lado del Jordán. Solamente tengan mucho cuidado de poner por obra el mandamiento y la ley que Moisés siervo del SEÑOR les mandó: que amen al SEÑOR su Dios, que anden en todos sus caminos, que guarden sus mandamientos, que le sean fieles y que le sirvan con todo su corazón y con toda su alma.

Luego Josué los bendijo y los despidió, y ellos se volvieron a sus moradas. Moisés había dado heredad en Basán a la media tribu de Manasés. Y a la otra media tribu Josué le dio heredad entre sus hermanos en el lado occidental del Jordán. Cuando Josué los envió a sus moradas, los bendijo, y les habló diciendo:

—Vuelvan a sus moradas con grandes posesiones: mucho ganado, plata, oro, bronce y muchos vestidos. Compartan con sus hermanos el botín de sus enemigos.

Entonces los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés regresaron y se apartaron de los hijos de Israel en Silo, que está en la tierra de Canaán, para ir a la tierra de Galaad, a la tierra de sus heredades, donde se habían establecido, según el mandato del SEÑOR por medio de Moisés.

El altar de testimonio junto al Jordán

10 Cuando llegaron a la región del Jordán, en la tierra de Canaán, los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés edificaron allí un altar junto al Jordán, un altar de aspecto imponente. 11 Entonces los hijos de Israel oyeron decir: “He aquí que los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés han edificado un altar frente a la tierra de Canaán, en la región del Jordán, en el lado de los hijos de Israel”. 12 Cuando los hijos de Israel oyeron esto, se reunió toda la congregación de los hijos de Israel en Silo, para subir a combatir contra ellos.

13 Fineas, hijo del sacerdote Eleazar, fue enviado por los hijos de Israel a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés, en la tierra de Galaad. 14 También fueron con él diez jefes, un jefe por cada casa paterna de cada una de las tribus de Israel, cada uno de los cuales era jefe de su casa paterna entre los millares de Israel. 15 Estos fueron a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés, en la tierra de Galaad, y les hablaron diciendo:

16 —Toda la congregación del SEÑOR dice así: “¿Qué infidelidad es esta que han cometido contra el Dios de Israel, apartándose hoy de seguir al SEÑOR al edificarse un altar y rebelarse hoy contra el SEÑOR? 17 ¿Nos ha sido poca la maldad de Peor[a], de la cual aún no estamos purificados hasta el día de hoy, y por la cual vino una plaga a la congregación del SEÑOR? 18 Ustedes se apartan hoy de seguir al SEÑOR; y sucederá que hoy ustedes se rebelan contra el SEÑOR, y mañana él se airará contra toda la congregación de Israel. 19 Si les parece que la tierra que poseen es inmunda, pásense a la tierra de la posesión del SEÑOR, en la cual está el tabernáculo del SEÑOR, y establézcanse entre nosotros. Pero no se rebelen contra el SEÑOR ni se rebelen contra nosotros, edificándose un altar aparte del altar del SEÑOR nuestro Dios. 20 Cuando Acán[b] hijo de Zéraj cometió transgresión con respecto al anatema, ¿no cayó la ira sobre toda la congregación de Israel? ¡Aquel hombre no pereció solo en su iniquidad!”.

21 Entonces los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés respondieron y dijeron a los jefes de los millares de Israel:

22 —El Dios de dioses, el SEÑOR, el Dios de dioses, el SEÑOR, él lo sabe. Y que lo sepa Israel. Si ha sido por rebelión o por infidelidad contra el SEÑOR, que no nos libre[c] en este día. 23 Si nos hemos edificado un altar para apartarnos de en pos del SEÑOR o para ofrecer sobre él holocausto u ofrenda vegetal o para ofrecer sobre él sacrificios de paz, que el SEÑOR mismo nos lo demande. 24 Pero en realidad lo hicimos así por temor de que en el futuro sus hijos digan a nuestros hijos: “¿Qué tienen que ver ustedes con el SEÑOR Dios de Israel? 25 Oh hijos de Rubén e hijos de Gad, ya que entre nosotros y ustedes el SEÑOR ha puesto por límite el Jordán, ustedes no tienen parte con el SEÑOR”. Así sus hijos harían que nuestros hijos dejaran de temer al SEÑOR.

26 »Por eso dijimos: “Preparémonos y edifiquémonos un altar, no para holocausto ni para sacrificio, 27 sino para que sirva de testimonio entre nosotros y ustedes, y entre las generaciones que nos sucederán, de que nosotros servimos al SEÑOR, en su presencia, con nuestros holocaustos, con nuestras ofrendas y con nuestros sacrificios de paz”. Entonces sus hijos no podrán decir a nuestros hijos en el futuro: “ustedes no tienen parte con el SEÑOR”. 28 Nosotros, pues, dijimos: “Si sucede que en el futuro ellos nos dicen esto a nosotros o a nuestros descendientes, responderemos: ‘Miren la réplica del altar del SEÑOR, la cual edificaron nuestros padres, no para holocaustos ni para sacrificios, sino para que fuera testimonio entre nosotros y ustedes’. 29 Lejos esté de nosotros el rebelarnos contra el SEÑOR, o el apartarnos hoy de seguir al SEÑOR, edificando un altar para holocaustos, para ofrendas vegetales o para sacrificios, aparte del altar del SEÑOR nuestro Dios que está delante de su tabernáculo”.

30 Cuando el sacerdote Fineas, los jefes de la congregación y los jefes de los millares de Israel que estaban con él oyeron las palabras que hablaron los hijos de Rubén, los hijos de Gad y los hijos de Manasés, les pareció bien. 31 Entonces Fineas, hijo del sacerdote Eleazar, dijo a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a los hijos de Manasés:

—Hoy reconocemos que el SEÑOR está entre nosotros, pues no han cometido esta infidelidad contra el SEÑOR. Ahora han librado a los hijos de Israel de la mano del SEÑOR.

32 Fineas, hijo del sacerdote Eleazar, y los jefes se apartaron de los hijos de Rubén y de los hijos de Gad; se volvieron de la tierra de Galaad a la tierra de Canaán, a los hijos de Israel, y les informaron. 33 El informe agradó a los hijos de Israel, y los hijos de Israel bendijeron a Dios. No hablaron más de ir contra ellos en plan de guerra para destruir la tierra en que habitaban los hijos de Rubén y los hijos de Gad.

34 Los hijos de Rubén y los hijos de Gad llamaron al altar Ed[d], diciendo: “Porque es un testimonio entre nosotros de que el SEÑOR es Dios”.

Hechos 2

La venida del Espíritu en Pentecostés

Al llegar el día de Pentecostés[a] estaban todos reunidos en un mismo lugar[b]. Y de repente vino un estruendo del cielo, como si soplara un viento violento, y llenó toda la casa donde estaban sentados. Entonces aparecieron, repartidas entre ellos, lenguas como de fuego, y se asentaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en distintas lenguas, como el Espíritu les daba que hablaran.

En Jerusalén habitaban judíos, hombres piadosos de todas las naciones debajo del cielo. Cuando se produjo este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confundidos porque cada uno les oía hablar en su propio idioma. Estaban atónitos y asombrados, y decían:

—Miren, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, oímos nosotros cada uno en nuestro idioma en que nacimos? Partos, medos, elamitas; habitantes de Mesopotamia, de Judea y de Capadocia, del Ponto y de Asia, 10 de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia más allá de Cirene; forasteros romanos, tanto judíos como prosélitos; 11 cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestros propios idiomas los grandes hechos de Dios.

12 Todos estaban atónitos y perplejos, y se decían unos a otros:

—¿Qué quiere decir esto?

13 Pero otros, burlándose, decían:

—Están llenos de vino nuevo.

Discurso de Pedro en Pentecostés

14 Entonces Pedro se puso de pie con los once, levantó la voz y les declaró:

—Hombres de Judea y todos los habitantes de Jerusalén, sea conocido esto a ustedes, y presten atención a mis palabras. 15 Porque estos no están embriagados, como piensan, pues es solamente como las nueve de la mañana del día. 16 Más bien, esto es lo que fue dicho por medio del profeta Joel:

17 Sucederá en los últimos días, dice Dios, que derramaré de mi Espíritu

sobre toda carne.

Sus hijos y sus hijas profetizarán,

sus jóvenes verán visiones

y sus ancianos soñarán sueños.

18 De cierto, sobre mis siervos y mis siervas

en aquellos días derramaré de mi Espíritu,

y profetizarán.

19 Daré prodigios en el cielo arriba,

y señales en la tierra abajo:

sangre, fuego y vapor de humo.

20 El sol se convertirá en tinieblas,

y la luna en sangre,

antes que venga el día del Señor, grande y glorioso.

21 Y sucederá que todo aquel

que invoque el nombre del Señor será salvo[c].

22 »Hombres de Israel, oigan estas palabras: Jesús de Nazaret fue hombre acreditado por Dios ante ustedes con hechos poderosos, maravillas y señales que Dios hizo por medio de él entre ustedes, como ustedes mismos saben. 23 A este, que fue entregado por el predeterminado consejo y el previo conocimiento de Dios, ustedes mataron[d] clavándole en una cruz por manos de inicuos. 24 A él, Dios le resucitó, habiendo desatado los dolores de la muerte; puesto que era imposible que él quedara detenido bajo su dominio. 25 Porque David dice de él:

Veía al Señor siempre delante de mí, porque está a mi derecha,

para que yo no sea sacudido.

26 Por tanto, se alegró mi corazón,

y se gozó mi lengua;

y aun mi cuerpo

descansará en esperanza.

27 Porque no dejarás mi alma

en el Hades,

ni permitirás que tu Santo

vea corrupción.

28 Me has hecho conocer

los caminos de la vida

y me llenarás de alegría

con tu presencia[e].

29 »Hermanos, les puedo decir confiadamente que nuestro padre David murió y fue sepultado, y su sepulcro está entre nosotros hasta el día de hoy. 30 Siendo, pues, profeta y sabiendo que Dios le había jurado con juramento que se sentaría sobre su trono uno de su descendencia[f], 31 y viéndolo de antemano, habló de la resurrección de Cristo:

que no fue abandonado en el Hades,

ni su cuerpo vio corrupción[g].

32 ¡A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos!

33 »Así que, exaltado por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que ustedes ven y oyen. 34 Porque David no subió a los cielos, pero él mismo dice:

El Señor dijo a mi Señor:

“Siéntate a mi diestra,

35 hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies[h].

36 Sepa, pues, con certidumbre toda la casa de Israel, que a este mismo Jesús a quien ustedes crucificaron, Dios le ha hecho Señor y Cristo.

37 Entonces, cuando oyeron esto, se afligieron de corazón y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles:

—Hermanos, ¿qué haremos?

38 Pedro les dijo:

—Arrepiéntanse y sea bautizado cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para[i]perdón de sus pecados, y recibirán el don del Espíritu Santo. 39 Porque la promesa es para ustedes, para sus hijos y para todos los que están lejos, para todos cuantos el Señor nuestro Dios llame.

40 Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba diciendo:

—¡Sean salvos de esta perversa generación!

41 Así que los que recibieron su palabra fueron bautizados, y fueron añadidas en aquel día como tres mil personas. 42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en las oraciones.

La vida diaria entre los creyentes

43 Entonces caía temor sobre toda persona, pues se hacían muchos milagros y señales por medio de los apóstoles. 44 Y todos los que creían se reunían y tenían todas las cosas en común. 45 Vendían sus posesiones y bienes, y los repartían a todos, a cada uno según tenía necesidad. 46 Ellos perseveraban unánimes en el templo día tras día, y partiendo el pan casa por casa, participaban de la comida con alegría y con sencillez de corazón, 47 alabando a Dios y teniendo el favor de todo el pueblo. Y el Señor añadía diariamente a su número[j] los que habían de ser salvos.

Jeremías 11

El pacto de Sinaí violado

11 La palabra del SEÑOR que vino a Jeremías, diciendo:

—Escuchen las palabras de este pacto y hablen a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén. Tú les dirás que así ha dicho el SEÑOR Dios de Israel: “Maldito el hombre que no obedece las palabras de este pacto que mandé a sus padres el día en que los saqué de la tierra de Egipto, del horno de hierro, diciéndoles: ‘Oigan mi voz y hagan[a] conforme a todo lo que yo les mando. Así serán mi pueblo, y yo seré su Dios; para confirmar el juramento que hice a sus padres de darles la tierra que fluye leche y miel, como en este día’ ”.

Yo respondí:

—Así sea, oh SEÑOR.

Entonces el SEÑOR me dijo:

—Proclama todas estas palabras en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, diciendo: “Oigan las palabras de este pacto y pónganlas por obra. Porque bien advertí a sus padres el día en que los hice subir de la tierra de Egipto y hasta el día de hoy, advirtiéndoles persistentemente y diciendo: ‘Escuchen mi voz’. Pero no escucharon ni inclinaron su oído. Más bien, se fueron cada uno tras la dureza de su malvado corazón. Por eso traeré sobre ellos todas las palabras de este pacto que mandé que cumplieran, pero que no cumplieron”.

Además, el SEÑOR me dijo:

—Se ha hallado conspiración entre los hijos de Judá y entre los habitantes de Jerusalén. 10 Se han vuelto a las maldades de sus primeros padres, quienes rehusaron escuchar mis palabras; se han ido tras otros dioses para servirles. La casa de Israel y la casa de Judá han invalidado mi pacto que concerté con sus padres. 11 Por tanto, así ha dicho el SEÑOR, he aquí que yo traigo sobre ellos un mal del que no podrán escapar. Clamarán a mí, pero no los escucharé. 12 Las ciudades de Judá y los habitantes de Jerusalén irán y clamarán a los dioses a los cuales queman incienso, pero estos de ninguna manera los podrán salvar en el tiempo de su calamidad. 13 Porque según el número de tus ciudades, oh Judá, han sido tus dioses; y según el número de tus calles, oh Jerusalén, han puesto altares a la vergüenza, altares para quemar incienso a Baal. 14 Tú, pues, no ores por este pueblo. No levantes por ellos clamor ni oración, porque yo no escucharé en el tiempo en que clamen a mí, en el tiempo[b] de su calamidad.

Reproche a los hipócritas

15 »¿Qué derecho tiene mi amada[c] en mi casa, después de haber hecho tantas intrigas? ¿Acaso los votos[d] y la carne santa podrán apartar tu mal de sobre ti? ¿Puedes entonces alegrarte?

16 »El SEÑOR llamó tu nombre: “Olivo verde de hermoso fruto y buen aspecto”. Pero con el estruendo de gran tumulto él le prenderá fuego, y sus ramas quedarán arruinadas. 17 El SEÑOR de los Ejércitos que te plantó ha decretado el mal contra ti, a causa de la maldad que para sí mismos hicieron los de la casa de Israel y de la casa de Judá, al provocarme a ira quemando incienso a Baal.

Complot contra Jeremías en Anatot

18 El SEÑOR me lo hizo saber, y lo supe; me hizo ver las obras de ellos. 19 Pero yo era como un cordero manso que llevan a degollar, pues no entendía que contra mí maquinaban planes diciendo: “ Eliminemos el árbol en su vigor. Cortémoslo de la tierra de los vivientes, y nunca más sea recordado su nombre”. 20 Pero, oh SEÑOR de los Ejércitos, que juzgas con justicia y escudriñas la conciencia y el corazón, deja que yo vea tu venganza contra ellos; porque ante ti he expuesto mi causa.

21 Por tanto, así ha dicho el SEÑOR acerca de los hombres de Anatot que buscan mi[e] vida y dicen: “No profetices en nombre del SEÑOR, para que no mueras por nuestra mano”. 22 Así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos: “He aquí que yo los castigaré; los jóvenes morirán a espada, y sus hijos y sus hijas morirán de hambre. 23 No quedará sobreviviente de ellos, porque yo traeré el mal sobre los hombres de Anatot en el año de su castigo”.

Mateo 25

Parábola de las diez vírgenes

25 »Entonces, el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron a recibir al novio. Cinco de ellas eran insensatas, y cinco prudentes. Cuando las insensatas tomaron sus lámparas, no tomaron consigo aceite; pero las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y como tardaba el novio, todas cabecearon y se quedaron dormidas. A la medianoche se oyó gritar: “¡He aquí el novio! ¡Salgan a recibirle!”. Entonces, todas aquellas vírgenes se levantaron y alistaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: “Dennos de su aceite, porque nuestras lámparas se apagan”. Pero las prudentes respondieron diciendo: “No, no sea que nos falte a nosotras y a ustedes; vayan, más bien, a los vendedores y compren para ustedes mismas”. 10 Mientras ellas iban para comprar, llegó el novio; y las preparadas entraron con él a la boda, y se cerró la puerta. 11 Después vinieron también las otras vírgenes diciendo: “¡Señor, señor, ábrenos!”. 12 Pero él respondiendo dijo: “De cierto les digo que no las conozco”. 13 Velen, pues, porque no saben ni el día ni la hora.

Parábola de las monedas

14 »Porque el reino de los cielos será semejante a un hombre que, al emprender un viaje largo, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. 15 A uno dio cinco mil monedas, a otro dos mil, y a otro mil. A cada uno dio conforme a su capacidad y se fue lejos. 16 Inmediatamente, el que había recibido cinco mil monedas se fue, negoció con ellas y ganó otras cinco mil monedas. 17 De la misma manera, el que había recibido dos mil ganó también otras dos mil. 18 Pero el que había recibido mil fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.

19 »Después de mucho tiempo, vino el señor de aquellos siervos y arregló cuentas con ellos. 20 Cuando se presentó el que había recibido cinco mil monedas, trajo otras cinco mil monedas y dijo: “Señor, me entregaste cinco mil monedas; he aquí he ganado otras cinco mil”. 21 Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor”. 22 Y cuando se presentó el que había recibido dos mil monedas, dijo: “Señor, me entregaste dos mil monedas; he aquí he ganado otras dos mil”. 23 Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor”. 24 Pero cuando se presentó el que había recibido mil monedas, dijo: “Señor, yo te conozco que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. 25 Y como tuve miedo, fui y escondí tus mil monedas en la tierra. Aquí tienes lo que es tuyo”. 26 Su señor respondió y le dijo: “¡Siervo malo y perezoso! ¿Sabías que cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí? 27 Por lo tanto, debías haber entregado mi dinero a los banqueros y, al venir yo, habría recibido lo que es mío con los intereses. 28 Por tanto, quítenle las mil monedas y denlas al que tiene diez mil monedas. 29 Porque a todo el que tiene le será dado, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 30 Al siervo inútil échenlo en las tinieblas de afuera”. Allí habrá llanto y crujir de dientes.

El juicio de las naciones

31 »Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria y todos los ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria; 32 y todas las naciones serán reunidas delante de él. Él separará los unos de los otros, como cuando el pastor separa las ovejas de los cabritos; 33 y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda.

34 »Entonces el Rey dirá a los de su derecha: “¡Vengan, benditos de mi Padre! Hereden el reino que ha sido preparado para ustedes desde la fundación del mundo. 35 Porque tuve hambre, y me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me recibieron; 36 estuve desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; estuve en la cárcel, y vinieron a mí”. 37 Entonces los justos le responderán diciendo: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te sustentamos, o sediento y te dimos de beber? 38 ¿Cuándo te vimos forastero y te recibimos, o desnudo y te vestimos? 39 ¿Cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y fuimos a ti?”. 40 Y respondiendo el Rey les dirá: “De cierto les digo que en cuanto lo hicieron a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicieron”.

41 »Entonces dirá también a los de su izquierda: “Apártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. 42 Porque tuve hambre, y no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; 43 fui forastero, y no me recibieron; estuve desnudo, y no me vistieron; enfermo y en la cárcel, y no me visitaron”. 44 Entonces le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o forastero, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?”. 45 Entonces les responderá diciendo: “De cierto les digo, que en cuanto no lo hicieron a uno de estos más pequeños, tampoco me lo hicieron a mí”. 46 Entonces irán estos al tormento eterno, y los justos a la vida eterna.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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