Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
Éxodo 2

Moisés

Un hombre de la tribu de Leví se casó con una mujer de su misma tribu. La mujer quedó embarazada y dio a luz a un niño. Como vio que era un niño hermoso, lo escondió durante tres meses. Cuando ya no lo podía seguir escondiendo, tomó un canasto, lo cubrió con brea para que flotara y metió adentro al niño. Luego fue y puso el canasto entre los juncos, a orillas del río Nilo. La hermana del niño se quedó mirando de lejos para ver qué le iba a pasar al bebé.

La hija del faraón fue a bañarse al Nilo y mientras sus esclavas caminaban por la orilla del río, vio el canasto entre los juncos y mandó a su criada para que lo trajera. Luego abrió el canasto y vio al niño que estaba llorando. Ella tuvo compasión de él y dijo:

—Este es uno de los niños hebreos.

La hermana del niño le preguntó:

—¿Quiere que vaya a buscarle una niñera hebrea para que se encargue de darle pecho al niño?

—Ve—respondió la hija del faraón.

Entonces la niña fue y trajo a la mamá del bebé. La hija del faraón le dijo:

—Llévate a este niño y dale pecho, yo te pagaré.

Entonces ella tomó a su bebé y le dio pecho. 10 Cuando el niño creció lo suficiente, se lo llevó a la hija del faraón y él se convirtió en el hijo de la hija del faraón. Ella le puso de nombre Moisés porque dijo:

—Lo saqué del agua.[a]

11 Cuando Moisés creció, fue a ver a su gente y vio que los obligaban a trabajar muy duro. Un día Moisés también vio a un egipcio golpeando a un hebreo, uno de su propia gente. 12 Miró a su alrededor y al ver que no había nadie, mató al egipcio y enterró su cuerpo en la arena. 13 Al día siguiente salió Moisés y vio a dos hebreos peleando. Le preguntó al agresor:

—¿Por qué golpeas a tu compatriota?

14 El hombre respondió:

—¿Quién te nombró nuestro príncipe y juez? ¿Acaso vas a matarme como hiciste ayer[b] con el egipcio?

Entonces Moisés se asustó y pensó: «Seguro que ahora todos saben lo que hice».

15 Cuando el faraón se enteró, quiso matar a Moisés, pero Moisés se escapó del faraón y se fue a vivir a la tierra de Madián.

Moisés en Madián

Moisés se sentó al lado de un pozo. 16 El sacerdote de Madián tenía siete hijas que iban a ese pozo a buscar agua para llenar los bebederos de las ovejas de su papá. 17 Pero cuando los pastores llegaron, las echaron. Entonces Moisés se levantó, las ayudó y les dio agua a sus ovejas.

18 Cuando volvieron a donde estaba Reuel[c], su papá, él les preguntó:

—¿Por qué regresaron tan pronto hoy?

19 Ellas respondieron:

—Un egipcio nos defendió de los pastores. También nos ayudó a sacar agua y les dio de beber a las ovejas.

20 Entonces Reuel les preguntó a sus hijas:

—¿Dónde está ese hombre? ¿Por qué lo dejaron allá afuera? Invítenlo a comer con nosotros.

21 Moisés aceptó quedarse a vivir allí. Después Reuel le dio como esposa a su hija Séfora. 22 Séfora dio a luz un hijo, al que Moisés llamo Guersón[d]. Le puso este nombre porque Moisés era inmigrante en una tierra que no le pertenecía.

23 Moisés se quedó allá muchos años y durante ese tiempo murió el rey de Egipto. Sin embargo, seguían obligando a los israelitas a trabajar muy duro. Ellos le suplicaban a Dios que los ayudara. 24 Dios escuchó sus súplicas y se acordó del pacto que había hecho con Abraham, Isaac y Jacob. 25 Vio a los israelitas y se dio cuenta de su situación.

Lucas 5

Los primeros seguidores

(Mt 4:18-22; Mr 1:16-20)

Una vez Jesús estaba a la orilla del lago de Genesaret, y la gente lo apretujaba, tratando de escuchar la palabra de Dios. Jesús vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas para lavar sus redes. Jesús subió a la de Simón y le pidió que lo alejara un poco de la orilla. Luego se sentó y le enseñó a la multitud desde la barca.

Cuando terminó de hablar, le dijo a Simón:

—Lleva la barca a aguas profundas y lancen las redes para pescar.

Simón le respondió:

—Maestro, estuvimos trabajando toda la noche y no pescamos nada. Pero si tú lo dices, lanzaré las redes.

Así lo hicieron y atraparon tantos peces que las redes se rompían. Entonces les hicieron señales a sus compañeros de la otra barca para que los ayudaran. Ellos fueron y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían.

Al ver esto Simón Pedro se arrodilló delante de Jesús y le dijo:

—¡Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador!

Es que él y todos sus compañeros se llenaron de asombro por la gran pesca que habían hecho. 10 Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo y compañeros de Simón, también estaban asombrados. Entonces Jesús le dijo a Simón:

—No tengas miedo. De ahora en adelante vas a pescar gente.

11 Ellos trajeron sus barcas a la orilla, dejaron todo y siguieron a Jesús.

Jesús sana a un leproso

(Mt 8:1-4; Mr 1:40-45)

12 Un día, Jesús estaba en un pueblo donde había un hombre con lepra en todo el cuerpo. Cuando vio a Jesús, se postró rostro en tierra delante de él y le rogó:

—Señor, si quieres, puedes quitarme esta enfermedad.

13 Entonces Jesús extendió la mano, lo tocó y dijo:

—Sí quiero. ¡Sana ya!

En ese mismo instante la lepra desapareció. 14 Jesús le ordenó:

—No se lo cuentes a nadie. Ve y preséntate ante el sacerdote y da la ofrenda por haber sido sanado, como lo ordenó Moisés. Esto servirá para que la gente compruebe que has sido sanado.[a]

15 Sin embargo, estas noticias se extendían cada vez más. Se le acercaban multitudes para oírlo y para que los sanara de sus enfermedades. 16 A menudo Jesús se retiraba a lugares donde podía estar solo para orar.

Jesús sana a un paralítico

(Mt 9:1-8; Mr 2:1-12)

17 Un día Jesús estaba enseñando, y unos fariseos y maestros de la ley estaban sentados allí. Habían venido de todos los pueblos de Galilea, Judea y de Jerusalén. El Señor le daba poder a Jesús para sanar a la gente. 18 Entonces llegaron unos hombres que cargaban a un paralítico en una camilla. Querían entrar para ponerlo delante de Jesús, 19 pero había tanta gente que no pudieron llegar hasta él. Así que subieron al techo, quitaron unas tejas y lo bajaron en la camilla hasta que quedó en medio de la gente, ante Jesús. 20 Cuando Jesús vio la fe que tenían, dijo:

—Amigo, tus pecados quedan perdonados.

21 Entonces los maestros de la ley y los fariseos se dijeron: «¿Quién es este hombre? Lo que dice es una ofensa a Dios. El único que puede perdonar pecados es Dios». 22 Pero Jesús sabía lo que estaban pensando, y les dijo:

—¿Qué están pensando? 23 Tal vez piensen que es más fácil que yo le diga: “Tus pecados quedan perdonados”, porque eso no se puede comprobar. Pero si le digo: “¡Levántate y anda!” 24 y así sucede, entonces quedará comprobado que el Hijo del hombre tiene en la tierra el poder de perdonar pecados.

Así que Jesús le dijo al paralítico:

—A ti te digo: ¡levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa!

25 De inmediato el hombre se levantó delante de todos, recogió su camilla y se fue a su casa alabando a Dios. 26 Todos estaban asombrados y alababan a Dios. Estaban llenos de miedo y dijeron:

—¡Hoy hemos visto cosas increíbles!

Leví sigue a Jesús

(Mt 9:9-13; Mr 2:13-17)

27 Después de esto, Jesús salió y vio a un cobrador de impuestos llamado Leví, sentado en el lugar donde se pagaban los impuestos. Jesús le dijo:

—Sígueme.

28 Dejándolo todo, se levantó y lo siguió.

29 Luego Leví hizo una gran fiesta para Jesús en su casa. Muchos cobradores de impuestos y otros estaban comiendo con ellos. 30 Los fariseos y los maestros de la ley se quejaron con los seguidores de Jesús:

—¿Por qué beben y comen con cobradores de impuestos y pecadores?

31 Jesús les respondió:

—Los sanos no necesitan médico, los enfermos sí. 32 Yo no he venido a invitar a los buenos a que me sigan, sino a decirles a los pecadores que cambien su manera de pensar y de vivir.

Una pregunta sobre el ayuno

(Mt 9:14-17; Mr 2:18-22)

33 Le dijeron a Jesús:

—Los seguidores de Juan ayunan y oran con frecuencia al igual que los seguidores de los fariseos. En cambio, tus seguidores siempre están comiendo y bebiendo.

34 Jesús les contestó:

—Cuando hay una boda, no se puede exigir que los amigos del novio ayunen mientras él está con ellos. 35 Pero llegará el día en que se llevarán al novio y entonces en ese tiempo ayunarán.

36 También les contó una historia:

—Nadie quita un retazo de un vestido nuevo para arreglar uno viejo, porque echa a perder el vestido nuevo, y el retazo nuevo no queda bien con el vestido viejo. 37 Ni tampoco echa vino nuevo en cueros viejos, porque el vino nuevo revienta los cueros, se derrama y se dañan los cueros. 38 El vino nuevo se echa en cueros nuevos. 39 Después de tomar vino añejo, nadie quiere tomar vino nuevo, porque dice: “El vino añejo es bueno”.

Job 19

Job responde

19 Entonces Job respondió:

«¿Hasta cuándo seguirán causándome dolor
    y destruyéndome con sus palabras?
Ya me han insultado diez veces.
    No les da vergüenza; me hacen daño.
Aunque fuera cierto que me he extraviado,
    soy yo quien recibiría el castigo.
Si en verdad piensan que ustedes son mejores que yo,
    y usan mi desgracia como prueba contra mí,
entonces sepan ustedes que fue Dios el que me causó mal.
    Él fue quien tendió su red para atraparme.

»Yo grito: “¡Auxilio, me agreden!”,
    pero nadie me responde; no hay justicia.
Dios ha bloqueado mi camino para que no pueda pasar.
    Él ha cubierto mi camino de oscuridad.
Me ha quitado todo mi honor
    y la corona de mi cabeza.
10 Me arrastra por todas partes;
    estoy acabado.
Él me arranca la esperanza
    como un árbol que es arrancado de raíz.
11 Ha desatado toda su ira contra mí.
    Me ha tratado como si fuera uno de sus enemigos.
12 Su ejército avanza todo junto y me bloquea el paso.
    Sus tropas acampan alrededor de mi carpa.

13 »Él ha alejado de mí a mis hermanos,
    y soy un completo extraño para mis mejores amigos.
14 Mis familiares se han ido
    y mis amistades me han olvidado.
15 Los visitantes que llegan a mi casa
    y las siervas me tratan como a un extraño.
16 Llamo a mi siervo, pero no responde.
    Aunque le implore ayuda, él no me responde.
17 Mi esposa detesta mi aliento.
    Les causo repulsión a mis propios hermanos.
18 Hasta los muchachos me odian;
    me acerco y hablan mal de mí.
19 Mis mejores amigos me rechazan;
    la gente que yo amaba se ha puesto en mi contra.
20 La piel se me pega a los huesos,
    a duras penas estoy vivo.

21 »¡Tengan compasión de mí, amigos míos,
    tengan compasión de mí!,
    porque Dios me ha destruido.
22 ¿Por qué hacen lo mismo y me persiguen?
    ¿No se cansan de hacerme daño?
23 Cómo me gustaría que se escribieran mis palabras.
    Cómo me gustaría que se escribieran en un libro.
24 Cómo me gustaría que se escribieran
    con cincel y punzón en la roca.
25 Pero yo conozco a mi Defensor;
    él vive y al final saldrá victorioso sobre los que son polvo,
26 incluso después de que se haya pelado toda mi piel;
    en carne viva veré a Dios.
27 Quiero ver a Dios por mí mismo;
    verlo con mis propios ojos,
y no con los ojos de alguien más;
    aun cuando se me hayan agotado las fuerzas.

28 »Cuando ustedes digan: “¿De qué manera lo perseguiremos?”
    y que la raíz del problema está en mí,
29 témanle a la espada,
    porque la ira es un pecado digno de ser castigado.
    Así entonces ustedes podrán comprobar que hay un juicio».

1 Corintios 6

Arreglen los problemas entre ustedes

¿Por qué cuando uno de ustedes tiene una acción judicial contra alguien del pueblo de Dios se atreve a ir al tribunal de los que no hacen parte del pueblo de Dios? ¿Por qué no pide al pueblo santo de Dios que decida entre ustedes? ¿Acaso no saben que el pueblo de Dios va a juzgar al mundo? Así que, si ustedes tienen el poder de juzgar al mundo, ¿por qué no van a ser capaces de manejar asuntos más pequeños? ¿No saben ustedes que en el futuro vamos a juzgar a los ángeles? Con mayor razón, podemos juzgar los asuntos de esta vida. Entonces, si tienen que resolver problemas todos los días, ¿por qué eligen jueces que no significan nada para la iglesia? Digo esto para que les dé vergüenza. ¿Tan mal están las cosas que no hay ni un sólo sabio entre ustedes que pueda resolver los problemas entre creyentes? Como están las cosas, un hermano va al tribunal para demandar a otro hermano, y para colmo, el que los juzga es alguien que no cree en Cristo.

De hecho, los pleitos entre ustedes muestran que ya están derrotados. ¿No sería mejor dejar que les hagan mal o que los roben? Pero ustedes mismos hacen mal y roban, ¡y hasta a sus propios hermanos!

¿O acaso no saben que los que hacen el mal no van a tener parte en el reino de Dios? No se engañen a ustedes mismos. Ni los que practican el pecado sexual, ni los adoradores de ídolos, ni los que cometen adulterio, ni los hombres que se dejan usar para tener sexo con otros hombres, ni los hombres que tienen sexo con ellos, 10 tampoco los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los tramposos, ni los que maltratan a los demás con sus palabras, tendrán parte en el reino de Dios. 11 Muchos de ustedes hacían eso, pero ahora han sido lavados y purificados. Ahora Dios los ha aprobado en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios.

Huyan de los pecados sexuales

12 Tal vez sea cierto lo que dicen: «Soy libre de hacer lo que quiera», pero no todo conviene. Aun si puedo hacer lo que quiera, no debo permitir que nada me domine. 13 También ustedes dicen: «La comida es para el estómago y el estómago para la comida, y Dios destruirá las dos cosas». Estoy de acuerdo, pero el cuerpo no es para cometer pecados sexuales, sino para el Señor, y el Señor es para el cuerpo.[a] 14 Dios resucitará nuestro cuerpo con el mismo poder que resucitó al Señor. 15 Recuerden que su cuerpo forma parte de Cristo. ¿Está bien tomar lo que es parte de Cristo y hacerlo parte de una prostituta? ¡Claro que no! 16 (A)¿O es que no saben que el que se une con una prostituta se hace un solo cuerpo con ella? Porque la Escritura dice: «Los dos serán un solo ser».[b] 17 El que se une con el Señor, se vuelve un solo espíritu con él. 18 Así que, huyan de los pecados sexuales.

Ustedes también dicen: «Ningún pecado que el ser humano pueda cometer tiene que ver con el cuerpo físico».[c] Sin embargo yo digo que el que comete inmoralidad sexual peca contra su propio cuerpo. 19 ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo? Ustedes han recibido al Espíritu de Dios y habita en ustedes. Entonces, ustedes no son dueños de su cuerpo, 20 porque Dios los ha comprado por un precio. Así que, con su cuerpo, honren a Dios.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

© 2005, 2008, 2012, 2015 Centro Mundial de Traducción de La Biblia © 2005, 2008, 2012, 2015 Bible League International