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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
Jueces 1

Israel continúa su lucha contra los cananeos

Después de la muerte de Josué, la gente de Israel se presentó delante del Señor para pedirle instrucciones.

―¿Cuál de las tribus será la primera en salir a pelear contra los cananeos? —preguntaron.

La respuesta de Dios fue la siguiente:

―Judá. Y yo le daré una gran victoria.

Sin embargo, los jefes de la tribu de Judá pidieron ayuda a la tribu de Simeón: «Ayúdennos a desalojar a los habitantes del territorio que se nos asignó —dijeron—, y luego nosotros los ayudaremos a ustedes en su conquista». Así pues, la gente de Simeón acompañó a la de Judá.

4-6 Y el Señor les ayudó a derrotar a los cananeos y a los fereceos, de modo que diez mil enemigos fueron muertos en Bézec. El rey Adoní Bézec huyó, pero los israelitas lo persiguieron y lo capturaron y le cortaron los pulgares de las manos y de los pies.

«Setenta reyes sin pulgares en las manos y los pies recogían migajas debajo de mi mesa» —dijo Adoní Bézec—. Ahora el Señor me ha pagado con lo mismo.

Después lo llevaron a Jerusalén y allí murió.

Judá había conquistado Jerusalén y había dado muerte a todos sus habitantes, prendiendo fuego a la ciudad. Después luchó contra los cananeos en la región montañosa del Neguev y en las llanuras de la costa. 10 Enseguida Judá marchó contra los cananeos en Hebrón, (anteriormente se llamaba Quiriat Arbá) y destruyó las ciudades de Sesay, Ajimán y Talmay.

11 Después marchó contra la ciudad de Debir (llamada anteriormente Quiriat Séfer). 12 Y Caleb prometió lo siguiente: «¿Quién dirigirá el ataque contra Debir? A quienquiera que la conquiste le daré mi hija Acsa por esposa».

13 Otoniel, sobrino de Caleb, hijo de Quenaz el hermano de Caleb, se ofreció para dirigir el ataque, y conquistó la ciudad y obtuvo a Acsa por esposa. 14 Un instante antes de salir hacia su nuevo hogar él la persuadió que solicitara de su padre un pedazo adicional de tierra. Ella se desmontó del burro.

―¿Qué quieres? —le preguntó Caleb.

15 Ella le dijo:

―Quiero pedirte algo: ya que me has dado tierras en el Néguev, dame también fuentes de agua.

Entonces Caleb le dio las fuentes de arriba y de abajo.

16 Cuando la tribu de Judá entró en su nueva tierra en el desierto del Neguev al sur de Arad, los descendientes del suegro de Moisés, miembros de la tribu de los ceneos, lo acompañaron. Dejaron sus hogares en Jericó, la ciudad de las palmeras, y a partir de entonces las dos tribus vivieron juntas. 17 Después, Judá se unió a Simeón para enfrentarse a los cananeos en la ciudad de Sefat, y dieron muerte a todo el pueblo. Por eso ahora la ciudad es llamada Jormá (Matanza). 18 Judá conquistó además las ciudades de Gaza, Ascalón y Ecrón, con todos sus pueblos circunvecinos. 19 El Señor ayudó a la tribu de Judá a expulsar a los habitantes de la región montañosa, pero no pudieron conquistar a los del valle, porque estos tenían carros de hierro.

20 La ciudad de Hebrón fue dada a Caleb como el Señor había prometido, y Caleb expulsó a todos sus habitantes, que eran descendientes de los tres hijos de Anac.

21 La tribu de Benjamín no expulsó a los jebuseos que vivían en Jerusalén, de modo que allí viven todavía, mezclados con los israelitas.

22-23 Por su parte los descendientes de José atacaron la ciudad de Betel, antes conocida como Luz, y el Señor estuvo con ellos. Primero enviaron exploradores, 24 los que capturaron a un hombre que salía de la ciudad y prometieron salvarle la vida y la de su familia si les mostraba cómo entrar en la ciudad. 25 Él les mostró la entrada y ellos exterminaron a toda la población perdonando la vida de este hombre y la de su familia. 26 Más tarde este hombre se fue a Siria y fundó una ciudad también llamada Luz, nombre con que se conoce todavía.

27 La tribu de Manasés tampoco expulsó a la gente que vivía en Betseán, Tanac, Dor, Ibleam y Meguido, con sus pueblos circunvecinos, de modo que los cananeos permanecieron allí. 28 Años más tarde, cuando los israelitas fueron más fuertes, dominaron a los cananeos y los obligaron a trabajos forzados, pero jamás los expulsaron del territorio. 29 Lo mismo ocurrió con los cananeos que vivían en Guézer. Ellos todavía viven en medio de la tribu de Efraín.

30 La tribu de Zabulón no dio muerte a los habitantes de Quitrón y Nalol, sino que los hizo esclavos. 31 La tribu de Aser tampoco expulsó a los residentes de Aco, Sidón, Ajlab, Aczib, Jelba, Afec y Rejob. 32 De modo que los israelitas todavía viven con los cananeos que eran el pueblo original de aquella tierra. 33 La tribu de Neftalí no expulsó al pueblo de Bet Semes y de Bet Anat, de modo que ellos siguen viviendo allí, pero en calidad de siervos.

34 En cuanto a la tribu de Dan, los amorreos los obligaron a establecerse en las montañas y no los dejaron descender al valle. 35 Pero más tarde, cuando los amorreos se esparcieron por el monte Heres, en Ayalón y Salbín, la tribu de José los venció y los hizo esclavos. 36 Los límites de los amorreos comienzan en la subida del Paso del Escorpión, siguen hasta un punto llamado Acrabim (La Roca), y de allí a Selá y hacia las montañas.

Hechos 5

Ananías y Safira

Pero se dio el caso de un hombre llamado Ananías, esposo de Safira, que vendió cierta propiedad, pero entregó sólo una parte del dinero a los apóstoles y se quedó con el resto. Su esposa, desde luego, estaba enterada de todo.

―Ananías —lo reprendió Pedro—, ¿por qué has permitido que Satanás te llene el corazón? ¿Por qué dices que este es el importe total de la venta? Le estás mintiendo al Espíritu Santo. ¿Acaso no era tuya esa propiedad antes de venderla? Y una vez vendida, ¿no era tuyo el dinero? ¿Por qué has hecho esto? No nos has mentido a nosotros, sino a Dios.

Al escuchar estas palabras, Ananías cayó al suelo y murió, y un gran temor se apoderó de los que escucharon esto. Los jóvenes cubrieron entonces el cadáver con una sábana y salieron a enterrarlo.

Como tres horas más tarde, llegó la esposa, sin saber lo ocurrido.

―¿Vendiste el terreno en tal precio? —le preguntó Pedro.

―Sí —respondió.

Le dijo Pedro: —¿Por qué se pusieron de acuerdo para poner a prueba al Espíritu del Señor? Detrás de esa puerta están los jóvenes que acaban de enterrar a tu esposo y ahora te sacarán también a ti.

10 Instantáneamente cayó al suelo muerta. Los jóvenes entraron y, al verla muerta, la sacaron y la enterraron junto a su esposo. 11 Un gran terror se apoderó de toda la iglesia y de todas las personas que se enteraron de lo que había pasado.

Los apóstoles sanan a muchas personas

12 Los apóstoles siguieron reuniéndose regularmente en el portal de Salomón, y por medio de ellos Dios siguió realizando milagros extraordinarios entre el pueblo. 13 Aunque ninguno de los otros se atrevía a unírseles, a pesar del alto aprecio que les tenían, 14 el número de hombres y mujeres que creían en el Señor aumentaba más y más. 15 La gente colocaba a los enfermos en las calles en colchonetas y camillas para que al menos la sombra de Pedro los tocara. 16 Grandes multitudes acudían de los suburbios de Jerusalén trayendo enfermos y endemoniados, y todos eran sanados.

Persiguen a los apóstoles

17 El sumo sacerdote y sus colegas de la secta de los saduceos reaccionaron con envidia, 18 y arrestaron a los apóstoles y los metieron en la cárcel. 19 Pero un ángel del Señor abrió de noche las puertas de la cárcel y los sacó de allí.

20 ―Vayan al templo y prediquen acerca de la Vida —les ordenó el ángel.

21 Llegaron, pues, al templo al rayar el día, e inmediatamente se pusieron a enseñar.

Aquella misma mañana el sumo sacerdote llegó con los que estaban con él y, tras reunir al concilio y a todos los ancianos de Israel, ordenó que trajeran de la cárcel a los apóstoles. 22 Pero cuando los guardias llegaron a la cárcel no los encontraron allí, y regresaron a notificarlo.

23 ―Las puertas de la cárcel estaban cerradas —dijeron— y los guardias estaban fuera, pero al abrir la puerta no encontramos a nadie.

24 Después de escuchar esto, el jefe de la guardia y los principales sacerdotes estaban confundidos y se preguntaban a dónde iría a parar todo aquello. 25 En ese preciso instante, llegó uno con la noticia de que los prisioneros estaban en el templo enseñándole al pueblo. 26 El jefe de la guardia corrió con los alguaciles a arrestarlos, sin hacer uso de la fuerza, por temor a que el pueblo los apedreara. 27 Los condujeron ante el concilio, y el sumo sacerdote los reconvino:

28 ―¿No les habíamos prohibido que volvieran a enseñar acerca de Jesús? Ustedes han llenado a Jerusalén de sus enseñanzas y tratan de descargar en nosotros la culpa de la muerte de ese hombre.

29 ―Tenemos que obedecer a Dios antes que a los hombres —respondieron Pedro y los apóstoles—. 30 El Dios de nuestros antepasados resucitó a Jesús, al que ustedes mataron colgándolo en una cruz. 31 Luego, con su gran poder, lo exaltó como Príncipe y Salvador, para que el pueblo de Israel se vuelva a Dios y alcance el perdón de sus pecados. 32 Nosotros somos testigos de esas cosas, y también lo es el Espíritu Santo que Dios ha concedido a los que lo obedecen.

33 Al oírlos, los miembros del concilio, rabiando de furia, querían matarlos. 34 Pero uno de ellos, un fariseo llamado Gamaliel, experto en cuestiones de la ley y muy respetado entre el pueblo, pidió la palabra y solicitó que sacaran a los apóstoles del salón. 35 Entonces se dirigió a ellos con las siguientes palabras:

―Varones de Israel, mediten bien lo que van a hacer con estos hombres. 36 Hace algún tiempo se levantó con sueños de grandeza un tal Teudas, al que se le unieron unas cuatrocientas personas; pero murió asesinado y los seguidores se dispersaron sin provocar mayores dolores de cabeza. 37 Después de este, durante los días del censo, surgió Judas de Galilea, quien logró que muchas personas se hicieran discípulos suyos; pero también lo mataron y sus seguidores se dispersaron. 38 Por lo tanto, recomiendo que dejen tranquilos a estos hombres. Si lo que enseñan y hacen obedece a impulsos personales, pronto se desvanecerá. 39 Mas si es de Dios, ustedes no podrán detenerlos. ¡No sea que descubran que han estado peleando contra Dios!

40 El concilio aceptó la recomendación, llamó a los apóstoles y, después de azotarlos, les exigieron que no volvieran a hablar en el nombre de Jesús. Finalmente, los pusieron en libertad.

41 Al salir del concilio, los discípulos iban gozosos de haber sido tenidos por dignos de sufrir ultrajes por la causa del Nombre. 42 Y siguieron enseñando y predicando todos los días en el templo y de casa en casa, que Jesús era el Mesías.

Jeremías 14

Sequía, hambre y espada

14 Este mensaje del Señor le vino a Jeremías como explicación de la sequía que había llegado.

Judá llora, los negocios están paralizados, todo el mundo se postra en tierra y hay gran aflicción en Jerusalén. Los nobles envían empleados a los pozos en busca de agua, pero los encuentran secos. Contrariados y desesperados, regresan los empleados y en señal de desesperación se cubren la cabeza, como es la costumbre. La tierra está reseca y agrietada por falta de lluvia; los granjeros están temerosos por la reseca, y también ellos se cubren la cabeza. Hasta la venada abandona su cría recién parida porque no hay hierba. Jadeando como chacales del desierto están los burros monteses en las colinas desnudas; les duelen los ojos buscando hierba que comer, pero no encuentran nada.

¡Oh Señor, contra ti hemos cometido faltas gravísimas, pero ayúdanos por amor a tu propia magnífica fama! Oh Esperanza de Israel, Salvador nuestro en tiempos de aflicción, ¿por qué nos tratas como si fueras un extraño, como forastero de paso que sólo se detiene una noche, indiferente a lo que pasa? ¿No tienes poder para salvarnos? ¡Oh Señor, tú estás aquí en nuestro medio, y nosotros nos identificamos con tu nombre, como pueblo tuyo se nos conoce! ¡Oh Señor, no nos abandones ahora!

10 Pero el Señor responde: Se complacieron en alejarse de mí y no han procurado seguir las sendas que les señalé. Ahora ya no los aceptaré como pueblo mío, ahora recordaré todo el mal que han hecho, y castigaré sus pecados.

11 El Señor me dijo de nuevo: No me pidas más que bendiga a este pueblo, no ores más por ellos. 12 Cuando ayunen, no pondré atención; cuando me presenten sus ofrendas y sacrificios, no los aceptaré. Lo que les daré como respuesta será guerra, hambre y enfermedad.

13 Entonces dije yo: ¡Oh Señor Dios, sus profetas les dicen que todo anda bien, que no habrá ni guerra ni hambre; le dicen al pueblo que tú sin duda les enviarás paz, que tú los bendecirás!

14 Entonces el Señor dijo: ¡Pues falso es todo eso que andan diciendo! ¡Profetizan falsamente como si yo los hubiera enviado! Yo no los envié ni les ordené hablar ni les di mensaje alguno. Profetizan de visiones y revelaciones que jamás vieron ni oyeron, proclaman necedades inventadas en su mentiroso corazón. 15 Por lo tanto, dice el Señor, yo castigaré a estos profetas mentirosos que han hablado como si yo los hubiera enviado, y dicen que no habrá guerra ni hambre. ¡Ellos serán las primeras víctimas del hambre y la guerra! 16 Y en cuanto al pueblo a quien profetizan, les aseguro que sus cuerpos serán arrojados por las calles de Jerusalén, víctimas del hambre y la guerra; y no habrá siquiera quien los sepulte. Esposos, esposas, hijos e hijas: todos desaparecerán. ¡Sobre todos ellos derramaré un terrible castigo por sus graves delitos!

17 Por tanto, diles esto: Día y noche lloraré amargamente; no puedo dejar de llorar porque mi pueblo ha sido traspasado por la espada de los enemigos y ahora yace en tierra mortalmente herido. 18 Si salgo a los campos, allí están los cuerpos de los muertos caídos por las heridas de las espadas enemigas; y si ando por las calles, allí están tirados los muertos que causaron el hambre y la enfermedad. Y sin embargo, los profetas y sacerdotes por igual se encargaron de viajar por todo el país afirmando a diestra y siniestra de que todo andaba bien, hablando de cosas que ignoraban por completo.

19 «¡Oh Señor!», clamará el pueblo, «¿has rechazado por completo a Judá? ¿Aborreces a Jerusalén? ¿Tendremos de nuevo paz cuando pase el castigo? Nosotros pensábamos: Ahora por fin el Señor nos sanará y vendará nuestras heridas. Pero la paz no llegó y sólo reinan por todos lados la desesperación y el terror.

20 »¡Oh Señor, confesamos nuestra gran maldad y también la de nuestros antepasados! 21 ¡No nos detestes, Señor, por amor de tu gran fama! ¡No te deshonres a ti y el sitio maravilloso donde habitas, rompiendo la promesa de bendecirnos! 22 ¿Qué dios pagano puede darnos lluvia? ¿Quién sino tú, oh Señor Dios nuestro, puede hacer cosas así? Por tanto, de ti esperaremos auxilio».

Mateo 28

La resurrección

28 Cuando al amanecer del domingo María Magdalena y la otra María regresaban a la tumba, hubo un fuerte temblor. Un ángel del Señor acababa de descender del cielo y, tras remover la piedra, se había sentado en ella. Tenía el aspecto de un relámpago; y sus vestiduras eran blancas como la nieve. 4-5 Los guardias, temblando de miedo, se quedaron como muertos. Pero el ángel dijo a las mujeres:

―No teman. Sé que buscan a Jesús, el crucificado. Pero no lo encontrarán aquí, porque ha resucitado como se lo había dicho. Entren y vean el lugar donde lo habían puesto… Ahora, váyanse pronto y díganles a los discípulos que él ya se levantó de los muertos, que se dirige a Galilea y que allí los espera. Ya lo saben.

Las mujeres, llenas de espanto y alegría a la vez, corrieron a buscar a los discípulos para darles el mensaje del ángel. Mientras corrían, Jesús les salió al encuentro.

―¡Buenos días! —les dijo.

Ellas cayeron sobre sus rodillas y, abrazándole los pies, lo adoraron.

10 ―No teman —les dijo Jesús—. Digan a mis hermanos que salgan en seguida hacia Galilea, y allí me hallarán.

El informe de los guardias

11 Mientras esto sucedía, los guardias del templo que habían estado vigilando la tumba corrieron a informar a los principales sacerdotes. 12 Estos inmediatamente convocaron a una reunión de jefes judíos y acordaron entregar dinero a los guardias 13 a cambio de que dijeran que se habían robado el cuerpo de Jesús cuando ellos se quedaron dormidos.

14 ―Si el gobernador se entera —les aseguró el concilio—, nosotros nos encargaremos de que no les pase nada.

15 Los soldados aceptaron el soborno y se pusieron a divulgar aquella falsedad entre los judíos. ¡Y todavía lo creen!

La gran comisión

16 Los discípulos se fueron a la montaña de Galilea donde Jesús dijo que habría de encontrarse con ellos. 17 Cuando lo vieron, lo adoraron, aunque algunos no estaban completamente convencidos de que en realidad era Jesús. 18 Pero él se les acercó y les dijo:

―He recibido toda autoridad en el cielo y en la tierra. 19 Por lo tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones. Bautícenlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, 20 y enséñenles a obedecer los mandamientos que les he dado. De una cosa podrán estar seguros: Estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.

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