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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina Valera Contemporánea (RVC)
Version
Jueces 20

La guerra contra Benjamín

20 Como un solo hombre, todos los israelitas, desde Dan hasta Berseba y Galaad, se reunieron delante del Señor en Mispá. Allí estaban presentes los jefes del pueblo y de todas las tribus de Israel. Del pueblo de Dios había cuatrocientos mil hombres de infantería, espada en mano. Las tribus de Benjamín, por su parte, supieron que las tribus de Israel se habían reunido en Mispá.

Los israelitas le dijeron al levita:

«Cuéntanos cómo tuvo lugar esta infamia.»

Y el levita, marido de la mujer muerta, les dijo:

«Yo llegué a Gabaa de Benjamín con mi mujer, para pasar allí la noche. Pero en la noche, unos malvados de esa ciudad rodearon la casa con la intención de matarme, y a mi mujer la violaron tan cruelmente que la mataron. Entonces yo la levanté, la corté en pedazos, y envié esos pedazos por todo el territorio israelita, para que supieran la maldad y el crimen cometido en Israel. Puesto que todos ustedes son israelitas, háganme saber lo que piensan y qué me aconsejan.»

Como un solo hombre, todo el pueblo se levantó y dijo:

«Ninguno de nosotros volverá a su campamento ni a su casa. Lo que vamos a hacer es atacar a Gabaa. Pero lo haremos por sorteo. 10 De todas las tribus de Israel elegiremos diez de cada cien hombres, cien de cada mil, y mil de cada diez mil, los cuales se encargarán de llevar provisiones a los que irán contra los de Gabaa de Benjamín para darles su merecido por la infamia que han cometido.»

11 Como un solo hombre, los israelitas se reunieron para atacar la ciudad, porque su sentimiento era el mismo. 12 Y enviaron mensajeros a toda la tribu de Benjamín, para preguntarles:

«¿Por qué cometieron tal infamia? 13 Entréguennos a esos malvados que viven en Gabaa, para que los matemos. Así erradicaremos de Israel esa maldad.»

Pero los de Benjamín no hicieron caso de sus hermanos israelitas, 14 sino que de todas sus ciudades se juntaron en Gabaa para presentar batalla contra los israelitas. 15 Los benjaminitas contados en aquella ocasión fueron veintiséis mil guerreros armados, sin contar los setecientos soldados escogidos que vivían en Gabaa. 16 Entre toda esa gente había setecientos guerreros selectos que eran zurdos. Era tal su puntería que podían lanzar una piedra con la honda y darle a un cabello sin fallar. 17 Por su parte, los israelitas contaban con cuatrocientos mil hombres armados, sin contar a los benjaminitas.

18 Los israelitas se alistaron, pero antes fueron a la casa de Dios para consultarlo. Y le preguntaron:

«¿Quién será el primero de nosotros en trabar combate con los benjaminitas?»

Y el Señor respondió:

«El primero será Judá.»

19 Por la mañana, los israelitas se dispusieron a atacar la ciudad de Gabaa. 20 Salieron en orden de batalla para combatir a los benjaminitas de Gabaa. 21 Pero los benjaminitas también estaban preparados, y salieron de Gabaa a luchar, y ese día exterminaron a veintidós mil guerreros israelitas. 22 Pero los israelitas no se desanimaron, sino que se reagruparon y presentaron batalla en el mismo lugar del primer día. 23 Y es que antes, durante la noche, los israelitas habían ido a llorar delante del Señor y a consultarle si debían volver a pelear contra sus hermanos, los benjaminitas; y el Señor les había respondido que debían atacarlos.

24 Por eso, el segundo día los israelitas se enfrentaron a sus hermanos, 25 pero los benjaminitas volvieron a salir de Gabaa, y una vez más mataron a dieciocho mil israelitas, todos ellos armados. 26 Volvieron entonces los israelitas y todo el pueblo a la casa de Dios, y llorando se sentaron delante del Señor y ayunaron todo el día y hasta la noche, y le ofrecieron al Señor holocaustos y ofrendas de paz. 27 Luego, consultaron al Señor. (En esos días el arca del pacto de Dios estaba allí, 28 y el sacerdote Finés hijo de Eleazar, de la tribu de Aarón, oficiaba delante de ella.) Le dijeron:

«¿Debemos seguir luchando contra nuestros hermanos, los benjaminitas, o es mejor que desistamos?»

Y el Señor les respondió:

«Vuelvan a luchar, que mañana los pondré en sus manos.»

29 Entonces los israelitas pusieron emboscadas alrededor de la ciudad, 30 y al tercer día volvieron a presentar batalla contra los benjaminitas, frente a Gabaa, como lo habían hecho antes. 31 También ese día los benjaminitas salieron al encuentro de los israelitas, y se alejaron de la ciudad; a algunos de ellos los hirieron en el campo y por los caminos que van de Betel a Gabaa, y ese día mataron a unos treinta israelitas. 32 Los benjaminitas pensaban que habían vuelto a vencerlos, pero los israelitas habían hecho un plan, y dijeron:

«Vamos a huir, para que se alejen de la ciudad y lleguen hasta los caminos.»

33 Y de pronto todos los israelitas que estaban en Baal Tamar se levantaron en orden de batalla, y también salieron los que estaban emboscados en la pradera de Gabaa, 34 y la batalla arreció porque diez mil de los mejores guerreros israelitas arremetieron contra Gabaa, y los guerreros de Benjamín aún no sabían que su derrota estaba próxima. 35 Ese día el Señor permitió que los israelitas derrotaran a los de Benjamín, y éstos mataron a veinticinco mil cien guerreros benjaminitas bien armados.

36 Los benjaminitas se dieron cuenta de que estaban siendo derrotados por los israelitas, pues aunque los israelitas parecían huir, seguían atacándolos, confiados en las emboscadas que tenían alrededor de la ciudad. 37 De pronto, los que estaban emboscados salieron y se lanzaron contra Gabaa, matando a filo de espada a los habitantes de la ciudad. 38 Habían acordado que, cuando saliera una gran humareda de la ciudad, ésa sería la señal para los israelitas emboscados de que Gabaa había sido tomada. 39 Así que, cuando los israelitas huían, los benjaminitas hirieron y mataron como a treinta israelitas, y ya decían: «Los estamos derrotando, como en la primera batalla.» 40 Pero entonces la columna de humo comenzó a subir desde la ciudad, y los benjaminitas vieron cómo subía al cielo. 41 Entonces los guerreros israelitas se dieron vuelta, y los benjaminitas se llenaron de temor, pues comprendieron que les había sobrevenido un desastre. 42 Corrieron entonces hacia el desierto, de espaldas a los israelitas, pero la lucha los alcanzó porque los que salían de las ciudades los herían y los mataban. 43 Así quedaron cercados los benjaminitas, mientras eran perseguidos y derrotados desde Menujá hasta el oriente de Gabaa. 44 Ese día cayeron muertos dieciocho mil guerreros benjaminitas. 45 Una parte de ellos huyó al desierto, rumbo a la peña de Rimón, pero también fueron aniquilados otros cinco mil de ellos en los caminos; a otros los persiguieron hasta Gidom, matando a dos mil hombres más. 46 En total, ese día murieron veinticinco mil guerreros benjaminitas bien armados. 47 Otros seiscientos hombres huyeron al desierto, a la peña de Rimón, y allí se quedaron cuatro meses. 48 Luego los israelitas se volvieron contra los benjaminitas, y los hirieron a filo de espada, matando en las ciudades a hombres y bestias por igual, y a todo lo que hallaban. Finalmente, prendieron fuego a todas las ciudades que hallaron a su paso.

Hechos 24

Defensa de Pablo ante Félix

24 Cinco días después llegó el sumo sacerdote Ananías con algunos de los ancianos y un orador llamado Tértulo, y se presentaron ante el gobernador para acusar a Pablo. Cuando llamaron a Pablo, Tértulo comenzó su acusación de la siguiente manera:

«Excelentísimo Félix, gracias a ti gozamos de paz, y por tu prudencia y buen gobierno el pueblo tiene muchas cosas buenas. Esto lo percibimos en muchos lugares, y estamos muy agradecidos. Como no queremos molestarte más, te ruego que nos oigas un momento, y que juzgues conforme a tu equidad. Nos hemos dado cuenta de que este hombre es una plaga; por dondequiera que va promueve la sedición entre los judíos, y además encabeza la secta de los nazarenos. ¡Lo más grave es que intentó profanar nuestro templo! Por eso lo aprehendimos, para juzgarlo conforme a nuestra ley, pero intervino el tribuno Lisias, y con lujo de violencia nos lo arrebató de las manos. Como nosotros somos la parte acusadora, nos mandó comparecer ante ti. Cuando lo juzgues, tú mismo podrás darte cuenta de que nuestras acusaciones son ciertas.»

Los judíos confirmaron esto al afirmar la veracidad de las acusaciones.

10 El gobernador hizo entonces a Pablo una señal para que hablara, y éste dijo:

«Yo sé que llevas muchos años impartiendo justicia en esta nación, así que con mucho gusto me defenderé. 11 Como podrás comprobar, no hace más de doce días que fui a adorar a Jerusalén. 12 Nadie me vio discutir con ninguno, ni sublevar a la multitud en el templo, ni en las sinagogas ni en la ciudad. 13 Las cosas por las que me acusan no te las pueden probar. 14 Sin embargo, una cosa debo confesar, y es que sirvo al Dios de mis padres de acuerdo con el Camino que ellos llaman herejía. Yo creo en todo lo que está escrito en la ley y en los profetas, 15 y tengo, como ellos, la misma esperanza en Dios de que habrán de resucitar los justos y los injustos. 16 Yo siempre me esfuerzo por mantener una conciencia limpia que no ofenda a Dios ni a los hombres. 17 Después de algunos años fui a mi pueblo para llevar limosnas y presentar ofrendas. 18 Yo me estaba purificando en el templo cuando me encontraron allí, pero ni había mucha gente ni yo estaba alborotando a nadie.(A) 19 Los que me vieron eran unos judíos de la provincia de Asia. De haber tenido ellos algo contra mí, debieron haber venido a verte personalmente para acusarme. 20 De lo contrario, que digan los aquí presentes si cuando me presenté en el concilio me vieron cometer algún delito. 21 Lo que yo dije en su presencia, y lo dije a voz en cuello, fue: “Ustedes me están juzgando por causa de la resurrección de los muertos.”»(B)

22 Como Félix estaba bien informado de este Camino, cuando oyó esto aplazó el juicio, y dijo: «Cuando venga el tribuno Lisias, me gustaría conocer más de este asunto.» 23 Luego, mandó al centurión que custodiara a Pablo, pero que le diera cierta libertad y permitiera que los suyos le sirvieran.

24 Unos días después, Félix llegó con Drusila, su mujer, que era judía: Mandó llamar a Pablo y quiso oír acerca de la fe en Jesucristo. 25 Pero cuando Pablo le habló acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó y le dijo: «Por ahora, puedes retirarte. En su momento volveré a llamarte.» 26 Y es que, además, Félix esperaba que Pablo le ofreciera dinero para soltarlo; por eso muchas veces lo llamaba para hablar con él. 27 Dos años después, Porcio Festo llegó para suceder a Félix, y como quería quedar bien con los judíos, dejó preso a Pablo.

Jeremías 34

Jeremías amonesta a Sedequías

34 La palabra del Señor vino a Jeremías cuando Nabucodonosor rey de Babilonia y todo su ejército, y todos los reinos y pueblos de la tierra bajo su dominio, peleaban contra Jerusalén(A) y contra todas sus ciudades. Le dijo:

«Así ha dicho el Señor Dios de Israel: Ve y habla con Sedequías rey de Judá, y dile de mi parte: Yo, el Señor, voy a entregarle esta ciudad al rey de Babilonia, y él le prenderá fuego. Tú no escaparás de sus manos, sino que serás apresado y puesto en sus manos. Tendrás que enfrentarte al rey de Babilonia y hablarás con él cara a cara, y serás llevado a Babilonia. Sin embargo, Sedequías rey de Judá, oye mi palabra: Yo, el Señor, te hago saber que no morirás a filo de espada. Tendrás una muerte tranquila, y se quemarán especias por ti, así como antes se quemaron por tus padres, los reyes que te antecedieron. Se guardará luto por ti, y se dirá “¡Ay, señor!”, porque así lo he dicho.»

—Palabra del Señor.

El profeta Jeremías fue a Jerusalén y le repitió todas estas palabras a Sedequías rey de Judá. El ejército del rey de Babilonia se encontraba atacando a Jerusalén, Laquis y Azeca, porque de todas las ciudades fortificadas de Judá sólo éstas habían quedado.

Violación del pacto de libertar a los siervos hebreos

La palabra del Señor vino a Jeremías después de que Sedequías hizo un pacto con todo el pueblo en Jerusalén, para dejarlos en libertad y que cada uno dejara libre a sus compatriotas hebreos, para que no hubiera siervos ni siervas israelitas. 10 Cuando se enteraron de esto todos los príncipes, y todo el pueblo que había convenido en el pacto de dejar cada uno libre a su siervo y a su sierva, y de no tenerlos más como siervos, obedecieron y los dejaron en libertad. 11 Pero después cambiaron de parecer y volvieron a tomar como siervos y siervas a los que antes habían dejado libres, y los obligaron a servirles. 12 Entonces la palabra del Señor vino a Jeremías, y le dijo:

13 «Así dice el Señor y Dios de Israel: Cuando yo saqué a sus padres de Egipto, donde eran esclavos, hice un pacto con ellos. Les dije: 14 Al cabo de siete años, cada uno de ustedes dejará en libertad a su hermano hebreo que le haya sido vendido. Le servirá seis años, y después de ese tiempo lo dejará en libertad.(B) Pero los padres de ustedes no me hicieron caso ni me prestaron atención. 15 Sin embargo, hoy ustedes se habían vuelto a mí y habían hecho lo recto delante de mis ojos, al anunciar cada uno libertad a su prójimo. Habían hecho un pacto en mi presencia, en la casa donde se invoca mi nombre. 16 Pero al cambiar de parecer han profanado mi nombre. Cada uno de ustedes ha vuelto a tomar a sus siervos y siervas, que habían dejado en libertad, y una vez más los han hecho sus esclavos. 17 Por eso, yo, el Señor, declaro: Como ustedes no me han obedecido para promulgar cada uno la libertad de su hermano y compañero, ahora yo voy a promulgar la libertad de la espada, la peste y el hambre. ¡Voy a hacer que todos los reinos de la tierra se horroricen al verlos!

—Palabra del Señor.

18 »A los que transgredieron mi pacto y no cumplieron sus términos, los cuales pactaron en mi presencia, los voy a partir en dos, del mismo modo que se partió en dos el becerro con el que se selló el pacto. Voy a partir en dos 19 a los príncipes de Judá y de Jerusalén, a los oficiales y sacerdotes, y a todo el pueblo de la tierra; en fin, ¡a todos los que pasaron por en medio de las dos partes del becerro! 20 Voy a ponerlos en manos de sus enemigos, que quieren matarlos. Sus cadáveres les servirán de comida a las aves de rapiña y a los animales salvajes. 21 Al rey Sedequías y a sus príncipes los entregaré en manos de sus enemigos, que quieren matarlos, y en manos del ejército del rey de Babilonia, que ha dejado de atacarlos. 22 Voy a darles la orden de volver a esta ciudad, y de que la ataquen y la conquisten, y le prendan fuego. Voy a hacer de las ciudades de Judá un desierto, hasta que no quede un solo habitante.»

—Palabra del Señor.

Salmos 5-6

Plegaria pidiendo protección

Al músico principal; sobre Nehilot. Salmo de David.

Escucha, Señor, mis palabras;
toma en cuenta mis gemidos.
Mi rey y Dios, presta atención a mi clamor,
porque a ti dirijo mi oración.
Oh, Señor, por la mañana escucharás mi voz;
por la mañana me presentaré ante ti, y esperaré.
No eres un Dios que se complazca en la maldad;
los malvados no pueden habitar contigo.
Los perversos no pueden presentarse ante ti,
pues aborreces a todos los malhechores.
Tú, Señor, destruyes a los mentirosos,
y rechazas a los asesinos y mentirosos.

Yo, por el contrario, y por tu gran misericordia,
puedo entrar en tu templo y alabarte reverente.
Guíame, Señor, en tu justicia,
y por causa de mis adversarios
endereza tu camino delante de mí.
Porque en sus labios no hay sinceridad;
dentro de ellos no hay más que maldad.
Su garganta es como un sepulcro abierto,
y su lengua sólo emite falsas alabanzas.(A)

10 ¡Castígalos, Dios mío!
¡Que sus propios errores los hagan caer!
¡Recházalos, por sus muchos pecados,
pues grande es su rebeldía contra ti!
11 Pero que se alegren todos los que en ti confían;
que griten siempre de júbilo, porque tú los defiendes;
que vivan felices los que aman tu nombre.
12 Tú, Señor, bendices al hombre justo;
tu favor lo rodea, como un escudo.

Oración que pide misericordia en tiempos de prueba

Al músico principal. En Neginot, sobre Seminit. Salmo de David.

Señor, no me reprendas en tu ira;
no me castigues en tu enojo.(B)
Señor, ten misericordia de mí, que estoy enfermo;
sáname, pues todos mis huesos se estremecen.
Señor, todo mi ser se halla alterado.
¿Hasta cuándo me responderás?
Hazme caso, Señor, y ponme a salvo;
por causa de tu misericordia, ¡sálvame!.
En la muerte, no hay memoria de ti;
en el sepulcro no hay quien te alabe.
Me estoy consumiendo de tanto llorar;
Todas las noches lloro amargamente
y baño con lágrimas mi lecho.
Cansados de sufrir están mis ojos;
mis adversarios los han hecho envejecer.

Ustedes los malvados: ¡apártense de mí,(C)
que el Señor ha escuchado mis lamentos!
El Señor ha atendido mis ruegos
y ha aceptado mis oraciones.
10 Todos mis adversarios quedarán avergonzados;
¡huirán de pronto, totalmente humillados!

Reina Valera Contemporánea (RVC)

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