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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Reina Valera Contemporánea (RVC)
Version
Jueces 19

El levita y su concubina

19 En aquellos tiempos, cuando Israel no tenía rey, hubo un levita forastero que vivía en la parte más lejana de los montes de Efraín. Este levita había tomado como concubina a una mujer de Belén de Judá, pero ella le fue infiel y se regresó a la casa de su padre, en Belén de Judá, donde estuvo cuatro meses. Entonces su marido fue a buscarla, y le habló con mucho cariño para hacerla volver. Llevó consigo a uno de sus criados y un par de asnos. Su mujer le pidió que entrara a la casa, y cuando el padre de la joven lo vio, salió a recibirlo muy contento. Y así, el levita se quedó tres días en casa de su suegro comiendo y bebiendo. Al cuarto día por la mañana, el levita se levantó con la intensión de irse, pero el padre de la joven le dijo:

«Cobren fuerzas con un bocado de pan, y después podrán irse.»

Los dos se sentaron, y comieron y bebieron. Luego el padre de la joven le dijo al levita:

«Te ruego que pasen otra noche en mi casa, y que disfrutes de estar aquí.»

Sin embargo, el levita se levantó con la intención de partir. Pero su suegro insistió, y volvieron a pasar la noche allí. Al quinto día, nuevamente se levantaron muy de mañana para irse, pero otra vez el padre de la joven le dijo:

«Por favor, recobra las fuerzas, y espera a que termine el día.»

Y los dos comieron. Pero cuando el levita se preparó para irse, con su esposa y su criado, su suegro volvió a decirle:

«Mira, ya pronto va a anochecer. Por favor, pasen aquí la noche, pues el día está por terminar. Quédense aquí, y disfruten. Ya mañana temprano se levantarán y podrán emprender el camino de regreso a su casa.»

10 Pero el levita ya no quiso pasar allí la noche, sino que se levantó, aparejó sus asnos, tomó a su mujer y llegó hasta la entrada de Jebús, que es Jerusalén. 11 Para entonces el día había declinado y comenzaba a anochecer, por lo que el criado le dijo:

«Te ruego que entremos a la ciudad de los jebuseos, para pasar allí la noche.»

12 Su amo respondió, y dijo a su criado:

«No vamos a entrar a ninguna ciudad de extranjeros, que no sea una ciudad israelita. Seguiremos hasta Gabaa. 13 Cuando lleguemos a Gabaa, o a Ramá, podremos pasar la noche allí.»

14 Y así, siguieron su camino. Al ponerse el sol, llegaron cerca de Gabaa, en la tierra de Benjamín. 15 Entonces se apartaron del camino para entrar a la ciudad y pasar allí la noche. Al entrar, fueron a sentarse en la plaza, pues nadie les ofreció su casa para que pudieran dormir. 16 Al anochecer, vieron llegar a un anciano, que venía del campo después de trabajar. Ese anciano era de los montes de Efraín, pero vivía como forastero en Gabaa, pues los habitantes de ese lugar eran de la tribu de Benjamín. 17 Cuando el anciano levantó la mirada, vio al viajero en la plaza y le preguntó:

«¿De dónde vienes, y adónde vas?»

18 El viajero respondió:

«Venimos de Belén de Judá, y vamos a lo más alejado de los montes de Efraín, de donde soy. Estoy regresando de Belén de Judá, y ahora me dirijo a la casa del Señor. Nadie me ha dado alojamiento en su casa. 19 Pero tenemos todo lo que necesitan nuestros asnos, y pan y vino para mí y para mi mujer, y para el criado que me acompaña. No nos hace falta nada.»

20 Y el anciano le respondió:

«Que la paz sea contigo. Desde ahora, lo que necesites corre por mi cuenta. Sólo una cosa: no quiero que pases la noche en la calle.»

21 Y el anciano los llevó a su casa, y les dio de comer a sus asnos; luego ellos se lavaron los pies, y comieron y bebieron. 22 Pero cuando estaban disfrutando de todo, unos hombres corruptos de la ciudad rodearon la casa, golpearon la puerta, y le gritaron al anciano, dueño de la casa:

«¡Saca al hombre que ha entrado en tu casa! ¡Queremos acostarnos con él!»

23 El dueño de la casa salió y les dijo:

«¡No, hermanos míos! ¡Yo les ruego que no le hagan daño a este hombre! ¡Es mi huésped! ¡No cometan tal perversidad! 24 Miren, tengo una hija que es virgen, y también está aquí su mujer. Ahora mismo las voy a sacar, para que hagan con ellas lo que les parezca. ¡Pero no cometan una infamia con este hombre!»

25 Pero como aquellos hombres no le hicieron caso al anciano, el levita tomó a su mujer y la sacó, y ellos la violaron durante toda la noche y hasta la mañana. Al rayar el alba, la dejaron en paz. 26 Antes de amanecer, la mujer llegó hasta la puerta de la casa del anciano, donde estaba su marido, y allí cayó muerta, hasta que amaneció.

27 Por la mañana, el levita se levantó y abrió las puertas, dispuesto a seguir su camino. Fue entonces cuando vio que su concubina estaba tendida a la entrada de la casa, con las manos sobre el umbral de la puerta. 28 Entonces le dijo:

«¡Levántate, y vámonos!»

Pero como ella no respondió, el levita la levantó, la echó sobre su asno, y se fue a su tierra. 29 Al llegar a su casa, tomó un cuchillo y descuartizó a su mujer en doce pedazos, y repartió los pedazos por todo el territorio de Israel. 30 Todos los que veían eso, decían: «Desde que los israelitas llegaron de Egipto, y hasta nuestros días, ¡jamás se había visto que alguien hiciera algo así! Esto da en qué pensar. Tenemos que ponernos de acuerdo, y actuar!»

Hechos 23

23 Pablo fijó la mirada en el concilio, y dijo: «Hermanos, toda mi vida he vivido delante de Dios sin tener nada de qué avergonzarme.» Entonces Ananías, que era el sumo sacerdote, ordenó a los que estaban junto a él que lo golpearan en la boca; pero Pablo le dijo: «¡Así te golpeará Dios a ti, muro blanqueado!(A) Tú estás sentado allí para juzgarme conforme a la ley; ¿por qué violas la ley al mandar que me golpeen?» Los que estaban allí le dijeron: ¡Estás insultando al sumo sacerdote de Dios! Entonces Pablo respondió: «Hermanos, yo no sabía que era el sumo sacerdote. Pero sé que está escrito: “No maldecirás a un príncipe de tu pueblo.”»(B)

Cuando Pablo se dio cuenta de que una parte del concilio era de saduceos y otra de fariseos, alzó la voz y dijo: «Hermanos, yo soy fariseo,(C) y soy hijo de un fariseo. Se me está juzgando porque espero la resurrección de los muertos.» En cuanto dijo esto, se suscitó una discusión entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se dividió. Y es que los saduceos dicen que no hay resurrección,(D) ni ángeles, ni espíritus; pero los fariseos sí creen en todo esto. Se levantó entonces una gritería, y los escribas que apoyaban a los fariseos se levantaron a protestar: «No vemos que este hombre haya cometido ningún crimen. ¡Puede haberle hablado un espíritu o un ángel! 10 Y como la discusión iba en aumento, el tribuno temía que fueran a despedazar a Pablo, así que mandó que los soldados bajaran y lo quitaran de en medio, y se lo llevaran a la fortaleza.

11 A la noche siguiente, el Señor se le presentó y le dijo: «Pablo, ten ánimo, pues necesito que des testimonio de mí en Roma, así como lo has hecho en Jerusalén.

Complot contra Pablo

12 Al amanecer, los judíos se reunieron para conspirar, y bajo maldición se comprometieron a no comer ni beber hasta darle muerte a Pablo. 13 Los que hicieron este juramento eran más de cuarenta; 14 fueron ante los principales sacerdotes y los ancianos, y les dijeron: «Nosotros hemos jurado, bajo maldición, que no comeremos nada hasta que hayamos matado a Pablo. 15 Les sugerimos a ustedes y al concilio, pedirle al tribuno la comparecencia de Pablo para mañana, porque ustedes quieren averiguar algunas cosas acerca de él. Nosotros estaremos listos para matarlo antes de que se presente.

16 Pero el hijo de la hermana de Pablo se enteró de la emboscada, y fue a la fortaleza y entró para darle aviso a Pablo. 17 Éste llamó entonces a uno de los centuriones, y le dijo: «Lleva a este joven ante el tribuno, porque tiene algo que informarle.» 18 El centurión llevó al joven ante el tribuno, y a éste le dijo: «El preso Pablo me llamó y me pidió que trajera a este joven a tu presencia, porque tiene algo de qué hablarte.» 19 El tribuno lo tomó de la mano y, llevándolo aparte, le preguntó: «¿Qué es lo que tienes que decirme?» 20 El joven le dijo: «Los judíos han acordado pedirte que lleves mañana a Pablo ante el concilio, porque le quieren preguntar algunas cosas. 21 Pero no les creas, porque más de cuarenta de sus hombres lo esperan para matarlo. Han jurado, bajo maldición, que no comerán ni beberán nada hasta haberlo matado. Están dispuestos a hacerlo, y sólo esperan que hagas venir a Pablo.» 22 El tribuno despidió al joven y le mandó que no dijera nada a nadie del aviso que le había dado.

Pablo es enviado a Félix el gobernador

23 El tribuno llamó a dos centuriones y les mandó que para las nueve de esa noche prepararan a doscientos soldados, setenta jinetes y doscientos lanceros, pues irían hasta Cesarea; 24 ordenó también que prepararan cabalgaduras para Pablo, y que lo llevaran sano y salvo ante el gobernador Félix. 25 Le escribió una carta en estos términos:

26 «Saludos de Claudio Lisias al excelentísimo gobernador Félix. 27 Este hombre fue aprehendido por los judíos y lo iban a matar; yo acudí con la tropa y lo puse a salvo, pues me enteré de que era ciudadano romano. 28 Quise saber de qué lo acusaban, y lo llevé ante su concilio. 29 Allí me di cuenta de que lo acusaban por cuestiones de su ley, pero que no había cometido ningún delito que mereciera la muerte o la cárcel. 30 Luego me avisaron de que los judíos le habían preparado una emboscada, y por eso ahora te lo envío. Les he exigido a sus acusadores que traten en tu presencia lo que tengan en su contra.»

31 Siguiendo la orden que habían recibido, los soldados tomaron a Pablo y lo llevaron de noche a Antípatris. 32 Al día siguiente, los soldados dejaron a los jinetes con él, y regresaron a la fortaleza. 33 Cuando los jinetes llegaron a Cesarea, le dieron la carta al gobernador y le presentaron a Pablo. 34 El gobernador leyó la carta y le preguntó de qué provincia era, y cuando supo que era de Cilicia, 35 le dijo: «Te oiré cuando vengan tus acusadores.» Y mandó que lo custodiaran en el pretorio de Herodes.

Jeremías 33

Restauración de Jerusalén

33 La palabra del Señor vino a Jeremías por segunda vez, mientras él estaba aún preso en el patio de la cárcel. Le dijo:

«Yo, el Señor, que hizo la tierra y la formó para afirmarla, y cuyo nombre es el Señor, declaro: Clama a mí, y yo te responderé; te daré a conocer cosas grandes y maravillosas que tú no conoces. Yo, el Señor y Dios de Israel, declaro acerca de las casas de esta ciudad, y de los palacios de los reyes de Judá, que han sido derribados con arietes y con hachas. Los caldeos han llegado a combatir y a llenar las casas con los cadáveres de los que yo herí en mi furor y mi enojo, pues yo escondí mi rostro de esta ciudad por causa de toda su maldad. Pero les traeré salud y medicamentos, y los sanaré, y les haré experimentar una paz abundante y duradera. Haré volver a los cautivos de Judá y de Israel, y los restableceré como al principio. Los limpiaré de toda la maldad que los llevó a pecar contra mí, y les perdonaré todos los pecados que cometieron contra mí, y también sus rebeldías. Entre todas las naciones de la tierra, que sabrán de todo el bien que les haré, Jerusalén será para mí motivo de gozo, alabanza y gloria. Y las naciones temerán y temblarán al ver todo el bien que les haré y toda la paz que les haré.

10 »Yo, el Señor, declaro: En este lugar, del cual dicen que está desierto y sin gente ni animales, y en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que ahora están en ruinas, sin gente ni animales, 11 volverá a escucharse la voz de gozo y de alegría, la voz del novio y de la novia, la voz de los que dicen: “¡Alabemos al Señor de los ejércitos, porque el Señor es bueno, porque su misericordia es eterna!”,(A) la voz de los que traen a mi casa ofrendas de acción de gracias. Porque yo haré que cambie la suerte de esta tierra, la cual volverá a ser lo que antes fue. Yo, el Señor, lo he dicho.

12 »Yo, el Señor de los ejércitos, declaro: En este lugar desierto, sin gente ni animales, y en todas sus ciudades, volverá a haber pastos donde los pastores harán pacer a sus ganados. 13 En las ciudades de las montañas y de la Sefela, y en las ciudades del Néguev en la tierra de Benjamín y alrededor de Jerusalén, y en las ciudades de Judá, se volverán a contar los ganados. Yo, el Señor, lo he dicho.

14 »Vienen días en que yo confirmaré las buenas promesas que he hecho a la casa de Israel y a la casa de Judá.

—Palabra del Señor.

15 »Cuando llegue el día y el momento, haré que de David surja un Renuevo de justicia, que impondrá la justicia y el derecho en la tierra. 16 En esos días Judá será salvado, y Jerusalén habitará segura y será llamada “El Señor es nuestra justicia”.(B)

17 »Yo, el Señor, declaro: Nunca faltará un sucesor de David en el trono de la casa de Israel.(C) 18 Tampoco faltarán sacerdotes ni levitas que todos los días ofrezcan ante mí holocaustos, ofrendas quemadas y sacrificios.»(D)

19 La palabra del Señor vino a Jeremías, y le dijo:

20 «Yo, el Señor, declaro: El día que mi pacto con el día y con la noche llegue a su fin, de tal manera que no vuelva a haber ni día ni noche, 21 ese día también llegará a su fin mi pacto con mi siervo David para que sus descendientes reinen sobre su trono, lo mismo que mi pacto con los levitas y sacerdotes, mis ministros. 22 Porque yo multiplicaré la descendencia de mi siervo David, y la de los levitas que me sirven. Serán como el ejército del cielo, que no puede ser contado, y como la arena del mar, que no se puede medir.»

23 La palabra del Señor vino a Jeremías, y le dijo:

24 «¿Te has fijado que hay quienes dicen que yo, el Señor, he rechazado a las dos familias que escogí? ¡Tan en poco tienen a Israel y Judá que ya no los consideran una nación! 25 Pues yo, el Señor, declaro: Si mi pacto con el día y la noche dejara de tener validez, y quitara yo las leyes que gobiernan al cielo y a la tierra, 26 entonces también llegaría yo a rechazar a la descendencia de Jacob y de mi siervo David, y no tomaría a ninguno de sus descendientes para gobernar a la posteridad de Abrahán, Isaac y Jacob. Pero lo cierto es que yo haré volver a sus cautivos, y tendré de ellos misericordia.»

Salmos 3-4

Oración matutina de confianza en Dios

Salmo de David, cuando huía de su hijo Absalón.(A)

Señor, ¡cómo han aumentado mis enemigos!
Son muchos los que me atacan,
son muchos los que me dicen
que tú no vendrás en mi ayuda.
Pero tú, Señor, me rodeas como un escudo;
eres mi orgullo, el que sostiene mi vida.
Con mi voz clamaré a ti, Señor,
y tú me responderás desde tu lugar santo.
Yo me acuesto, y duermo y despierto,
porque tú, Señor, me sostienes.
Aun si me rodean legiones de soldados,
no tengo nada que temer.

Señor y Dios mío, ¡acude a rescatarme!
¡Hiere a todos mis enemigos en la mejilla!
¡Rómpeles los dientes a esos malvados!
A ti, Señor, te corresponde salvar;
¡derrama tus bendiciones sobre tu pueblo!

Oración vespertina de confianza en Dios

Al músico principal. Sobre Neginot. Salmo de David.

Dios de mi justicia, ¡responde a mi clamor!
Cuando estoy angustiado, tú me infundes aliento;
¡compadécete de mí y escucha mi oración!
Ustedes, hombres mortales,
¿hasta cuándo ofenderán al que es mi gloria,
y amarán y buscarán la falsedad y la mentira?
Entérense de una vez:
el Señor escoge a los hombres justos,
así que me escuchará cuando yo lo invoque.
Pónganse a temblar, y no pequen;(B)
más bien, mediten en sus camas y guarden silencio.
Ofrezcan al Señor sacrificios de justicia
y pongan su confianza en él.
Son muchos los que preguntan
«¿Quién nos hará ver el bien?»
¡Que la luz de tu rostro, Señor, nos ilumine!
Tú pusiste en mi corazón más alegría
que la de tener trigo y vino en abundancia.
Por eso me acuesto y duermo en paz,
porque sólo tú, Señor, me haces vivir confiado.

Reina Valera Contemporánea (RVC)

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