Print Page Options
Previous Prev Day Next DayNext

M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
2 Reyes 25

La caída de Jerusalén

25 Entonces el rey Nabucodonosor, de Babilonia, movilizó todo su ejército y puso sitio a Jerusalén. Esto ocurrió el día diez del mes décimo del noveno año del reinado de Sedequías, rey de Judá. El sitio continuó hasta el año once del reinado de Sedequías.

Los últimos alimentos de la ciudad fueron consumidos el día nueve del mes cuarto de ese año, es decir, el año once. 4-5 Aquella noche, el rey y sus hombres de guerra abrieron una brecha en el muro y huyeron hacia el Arabá, a través de una puerta que había entre el doble muro, junto al jardín del rey. Las fuerzas babilónicas que rodeaban la ciudad lo persiguieron y lo capturaron en la llanura de Jericó, y todos sus hombres se dispersaron. Fue llevado a Riblá, donde fue juzgado y sentenciado delante del rey de Babilonia. Lo obligaron a presenciar cómo mataban a sus hijos, y luego le sacaron los ojos y se lo llevaron atado con cadenas a Babilonia.

Nabuzadarán, capitán de la guardia real, llegó desde Babilonia a Jerusalén el día siete del mes quinto del año diecinueve del reinado de Nabucodonosor. Incendió el templo del Señor, el palacio y todas las demás casas de la ciudad. 10 Luego dirigió a las fuerzas babilónicas en la destrucción de las murallas de Jerusalén. 11 Nabuzaradán se llevó a Babilonia a toda la gente que quedaba en Jerusalén, junto con los que se habían unido al rey de Babilonia. Todos fueron llevados cautivos a Babilonia. 12 Sin embargo, dejó a los más pobres de la tierra, para que se encargaran de cultivar los viñedos y los campos.

13 Los babilonios quebraron las columnas de bronce del templo del Señor, la fuente de bronce y sus bases, y se llevaron todo el bronce a Babilonia. 14-15 También se llevaron los calderos, las paletas, las despabiladeras, los cucharones, y todos los utensilios de bronce usados para el sacrificio. Los incensarios de oro y plata, y todo el resto del oro y la plata.

16 Fue tal la cantidad de bronce usado en las dos columnas, la fuente y las bases, que Salomón había mandado hacer para el templo del Señor, que fue imposible pesarlo. 17 Cada columna tenía ocho metros de altura. La parte superior de cada columna tenía un adorno de bronce de metro y medio, en forma de una red con granadas de bronce.

18 El general se llevó cautivos a Babilonia a Seraías, el principal de los sacerdotes, a su ayudante Sofonías, y a los tres guardianes del templo del Señor. 19-20 Nabuzaradán llevó cautivos ante el rey de Babilonia a un encargado de los hombres de guerra, al principal escriba del ejército que tenía el registro de los soldados, a cinco de los consejeros del rey, y a sesenta agricultores, todos los cuales estaban escondidos en la ciudad. El rey de Babilonia los juzgó en Riblá, 21 que está en la región de Jamat, y los hizo matar.

Fue así como la gente de Judá fue sacada de su tierra y llevada cautiva a Babilonia.

22 Entonces el rey Nabucodonosor designó a Guedalías hijo de Ajicán y nieto de Safán, como gobernador del pueblo que quedó en Judá. 23 Los jefes de las tropas de Judá y sus hombres supieron que el rey de Babilonia había designado a Guedalías como gobernador. Entonces fueron a Mizpa, para ver a Guedalías. Entre los que fueron estaban Ismael hijo de Netanías, Johanán hijo de Carea, Seraías hijo de Tanjumet, de Netofa, y Jazanías, hijo de un hombre de Macá. 24 Guedalías les dijo que se quedaran en aquella tierra y que si se sometían al rey de Babilonia, les iría bien, y no tenían que temer a los oficiales de Babilonia.

25 Pero siete meses más tarde, Ismael hijo de Netanías y nieto de Elisama, que era de estirpe real, fue a Mizpa con diez hombres, y dio muerte a Guedalías y a su corte, tanto judíos como babilonios. 26 Entonces todos los hombres de Judá, desde el más joven hasta el más viejo, junto con los jefes del ejército de Judá, huyeron a Egipto, pues tenían miedo de lo que los babilonios pudieran hacerles.

Liberación del rey Joaquín

27 El rey Joaquín, de Judá, fue puesto en libertad de su prisión el día veintisiete del mes doce del año treinta y siete de su cautiverio. Ese era el primer año del reinado de Evil Merodac, sobre Babilonia. 28 Este rey trató bondadosamente a Joaquín y le dio un puesto más importante que el que les dio a los demás reyes que estaban cautivos en Babilonia. 29 Joaquín dejó de vestir como un prisionero, y por el resto de su vida comió regularmente en la mesa del rey. 30 Además, el rey le daba cada día una ayuda económica para sus gastos. Joaquín recibió esa ayuda por el resto de su vida.

Hebreos 7

El sacerdocio de Melquisedec

Melquisedec era rey de la ciudad de Salén y sacerdote del Dios Altísimo. Cuando Abraham regresaba de derrotar a varios reyes, Melquisedec le salió al encuentro y lo bendijo. Entonces Abraham tomó una décima parte del botín de guerra y se lo entregó.

El nombre Melquisedec quiere decir «rey de justicia». Es, además, «rey de paz» porque era rey de Salén, y Salén quiere decir «paz». Nada se sabe acerca de Melquisedec: quienes hayan sido su padre o su madre[a] o sus otros antepasados. No se sabe dónde nació ni dónde murió. Así, es semejante al Hijo de Dios y es sacerdote para siempre.

Vean ustedes lo grande que era Melquisedec: Aun Abraham, el patriarca, le entregó una décima parte de todo el botín. De acuerdo con la ley, los sacerdotes levitas reciben el diezmo de sus hermanos que también son descendientes de Abraham. Pero Melquisedec, que no lo era, recibió la ofrenda de Abraham. Y Melquisedec bendijo al que había recibido las promesas, es decir, a Abraham. Y como es sabido, el que bendice es siempre mayor que la persona que recibe la bendición.

Los sacerdotes, aunque reciben diezmos, son mortales; sin embargo, se nos dice que Melquisedec aún vive. Y así podría decirse que Leví mismo dio diezmos a Melquisedec por medio de Abraham, 10 porque Leví estaba en Abraham cuando este le dio el diezmo a Melquisedec.

Jesús, semejante a Melquisedec

11 El pueblo de Israel recibió la ley bajo el sacerdocio levítico. Si esos sacerdotes pudieran hacernos perfectos, ¿por qué entonces envió Dios a Cristo como sacerdote de la clase de Melquisedec, en vez de enviar a otro de la clase de Aarón?

12 Ya que se cambió el tipo de sacerdote, Dios tenía que transformar la ley. 13-14 Cristo no pertenecía a la tribu sacerdotal de Leví, sino a la de Judá, tribu que no había sido escogida para el sacerdocio; Moisés nunca le asignó tal responsabilidad. 15 Y todo esto queda más claro si reconocemos que el nuevo sacerdote es de la clase de Melquisedec.

16 Y llegó a ser sacerdote no según el requisito de la ley de pertenecer a determinada tribu, sino de acuerdo con el poder de una vida indestructible. 17 Pues esto es lo que se asegura de él:

«Tú eres sacerdote para siempre, de la misma categoría que Melquisedec».

18 Así que la ley anterior queda anulada por ser inútil e ineficiente, 19 pues no perfeccionó nada. En cambio, ahora tenemos una esperanza mejor, por la cual nos acercamos a Dios.

20 Y esto no lo hizo sin un juramento. Los otros sacerdotes fueron nombrados sin un juramento, 21 pero este fue nombrado con el juramento del que dijo:

«El Señor juró, y no cambiará de opinión: “Tú eres sacerdote para siempre”».

22 Por eso, Jesús es el que ahora nos garantiza un pacto mejor. 23 A los otros sacerdotes la muerte no les permitía continuar con su oficio y por eso llegaron a ser tantos; 24 pero como Jesús nunca morirá, su sacerdocio es eterno. 25 Por eso puede salvar para siempre a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive para siempre y está pidiendo por ellos. 26 Era provechoso para nosotros tener un sumo sacerdote así como él: santo, sin maldad, intachable, apartado de los pecadores y elevado más alto que el cielo. 27 Él no es como los otros sumos sacerdotes, que tienen que ofrecer sacrificios cada día por sus propios pecados y luego por los del pueblo. Él se ofreció a sí mismo como sacrificio una sola vez y para siempre. 28 Porque la ley pone como sumos sacerdotes a hombres débiles; pero después de la ley vino el juramento que nos daría al Hijo como sumo sacerdote, hecho perfecto para siempre.

Amós 1

Este es el mensaje que Dios le envió a Israel por medio del profeta Amós, que era un pastor de ovejas que vivía en el pueblo de Tecoa. Esto ocurrió dos años antes del memorable terremoto, durante el tiempo en que Uzías reinaba sobre Judá y Jeroboán, hijo de Joás, reinaba sobre Israel.

Este es su mensaje: «Desde Sion el Señor rugirá como un león, desde Jerusalén lanzará un poderoso grito. Será tan terrible su grito que los pastos de los campos se secarán y se resecará la cumbre del monte Carmelo».

Juicio contra las naciones vecinas

El Señor dice: «Los habitantes de Damasco han acumulado maldades sobre maldades, así que no los dejaré sin el castigo que se merecen. Porque han maltratado tanto a los habitantes de Galaad que parece que los han trillado con trillos de hierro, tal como si fueran trigo. En castigo por eso yo prenderé fuego al palacio del rey Jazael y destruiré las fortalezas defensivas que se encuentran en Ben Adad. Quebraré los barrotes que soportan las puertas de entrada a la ciudad Damasco y mataré al que gobierna en el valle de Avén y al que gobierna en Bet Edén, y haré que los sirios sean llevados cautivos a Quir». Lo ha dicho el Señor.

El Señor dice: «Los habitantes de Gaza han acumulado maldad sobre maldad, así que no los dejaré sin el castigo que se merecen. Ellos capturaron a un pueblo entero y lo vendieron como esclavo en Edom. En castigo por eso yo prenderé fuego a las murallas de Gaza y destruiré todas sus fortalezas defensivas. Mataré a la gente de Asdod y destruiré al rey de Ascalón. Arremeteré con furia contra los habitantes de Ecrón y no dejaré con vida a ningún filisteo». Lo ha dicho el Señor.

El Señor dice: «Los habitantes de Tiro han acumulado maldad sobre maldad, así que no los dejaré sin castigo. Ellos han ignorado su pacto con su hermano, pues atacaron y conquistaron a todo un pueblo fraterno y lo vendieron como esclavo a Edom. 10 En castigo por eso yo prenderé fuego a las murallas defensivas de Tiro y consumirá también sus palacios».

11 El Señor dice: «Los habitantes de Edom han acumulado maldad sobre maldad, así que no los dejaré sin castigo. Edom persiguió sin ninguna compasión a los israelitas para matarlos, y siempre los han odiado y robado, sin mostrar la más mínima piedad. 12 En castigo por eso prenderé un fuego en Temán que consumirá todas las fortalezas de Bosra».

13 El Señor dice: «Los habitantes de Amón han acumulado maldad sobre maldad, así que no los dejaré sin castigo. Para ensanchar sus fronteras llenaron de terror a todo mundo, incluso abrieron el vientre de las mujeres embarazadas que vivían en Galaad. 14 En castigo por eso prenderé fuego a las murallas de Rabá que consumirá también todos sus palacios. Habrá entonces gritos salvajes en medio de la batalla y parecerá todo como un torbellino en una fuerte tormenta. 15 Tanto su rey como sus príncipes juntamente serán llevados al exilio». Lo ha dicho el Señor.

Salmos 144

Salmo de David.

144 Bendito sea el Señor, que es mi roca. Él me da fortaleza y destreza en la batalla. Él es mi amoroso aliado y mi fortaleza, mi torre de seguridad y mi libertador, mi escudo y mi refugio. Él es quien pone los pueblos a mis pies.

Señor, ¿qué es el mortal para que lo tomes en cuenta? ¿Qué es el ser humano para que lo cuides? Porque el ser humano no es más que un soplo; sus días son sombras pasajeras.

Abre los cielos y desciende. Toca los montes para que echen humo. Libera tus relámpagos y dispersa a tus enemigos; libera tus flechas y dispérsalos. Extiende tu brazo desde el cielo, y rescátame; líbrame de las aguas profundas, del poder de mis enemigos. La boca de ellos está llena de mentiras; juran decir la verdad, pero mienten.

Te cantaré un canto nuevo, Dios; te cantaré alabanzas con el arpa de diez cuerdas. 10 Porque tú das la victoria a los reyes. Tú eres el que rescatará a tu siervo David. 11 Sálvame de la espada fatal. Rescátame del poder de mis enemigos. Sus bocas están llenas de mentiras; juran decir la verdad, pero mienten.

12 Que nuestros hijos crezcan en su juventud, como plantas frondosas;

que sean nuestras hijas como columnas labradas para adornar un palacio.

13 Que nuestros graneros se llenen con toda clase de cosechas.

Que en nuestros campos los rebaños aumenten por millares, por decenas de millares.

14 Que nuestros bueyes lleven cargas pesadas;

Que no haya grietas en los muros, ni tengamos que huir,

Que no haya gritos de angustia en nuestras calles.

15 ¡Dichosos aquellos que tienen todo esto!

¡Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor!

Nueva Biblia Viva (NBV)

Nueva Biblia Viva, © 2006, 2008 por Biblica, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo.