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Read the Gospels in 40 Days

Read through the four Gospels--Matthew, Mark, Luke, and John--in 40 days.
Duration: 40 days
Reina Valera Actualizada (RVA-2015)
Version
Lucas 19-20

Jesús y Zaqueo

19 Habiendo entrado Jesús en Jericó, pasaba por la ciudad. Y he aquí, un hombre llamado Zaqueo, que era un principal de los publicanos y era rico, procuraba ver quién era Jesús pero no podía a causa de la multitud porque era pequeño de estatura. Entonces corrió delante y subió a un árbol sicómoro para verle, pues había de pasar por allí. Cuando Jesús llegó a aquel lugar, alzando la vista lo vio y le dijo:

—Zaqueo, date prisa, desciende; porque hoy es necesario que me quede en tu casa.

Entonces él descendió aprisa y lo recibió gozoso. Al ver esto, todos murmuraban diciendo que había entrado a alojarse en la casa de un hombre pecador. Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor:

—He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres y, si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado.

Jesús le dijo:

—Hoy ha venido la salvación a esta casa, por cuanto él también es hijo de Abraham. 10 Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Parábola del dinero

11 Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola por cuanto estaba cerca de Jerusalén y porque ellos pensaban que inmediatamente habría de ser manifestado el reino de Dios. 12 Dijo, pues: “Cierto hombre de noble estirpe partió a un país lejano para recibir un reino y volver. 13 Entonces llamó a diez siervos suyos y les dio mucho dinero[a] diciéndoles: ‘Negocien hasta que yo venga’.

14 “Pero sus ciudadanos lo aborrecían, y enviaron tras él una embajada diciendo: ‘No queremos que este reine sobre nosotros’.

15 “Aconteció que, cuando él volvió después de haber tomado el reino, mandó llamar ante sí a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero para saber lo que habían negociado. 16 Vino el primero y dijo: ‘Señor, tu dinero ha producido diez veces más’. 17 Y él le dijo: ‘Muy bien, buen siervo; puesto que en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades’. 18 Vino el segundo y dijo: ‘Señor, tu dinero ha hecho cinco veces más’. 19 También a este le dijo: ‘Tú también estarás sobre cinco ciudades’. 20 Y vino otro y dijo: ‘Señor, he aquí tu dinero, el cual he guardado en un pañuelo. 21 Porque tuve miedo de ti, que eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste y cosechas lo que no sembraste’. 22 Entonces él le dijo: ‘¡Mal siervo, por tu boca te juzgo! Sabías que yo soy hombre severo, que tomo lo que no puse y cosecho lo que no sembré. 23 ¿Por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco para que, al venir yo, lo cobrara junto con los intereses?’. 24 Y dijo a los que estaban presentes: ‘Quítenle el dinero y denlo al que tiene más dinero’. 25 Ellos le dijeron: ‘Señor, él ya tiene mucho dinero’. 26 Él respondió: ‘Pues yo les digo que a todo el que tiene, le será dado; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 27 Pero, en cuanto a aquellos enemigos míos que no querían que yo reinara sobre ellos, tráiganlos acá y degüéllenlos en mi presencia’ ”.

La entrada triunfal en Jerusalén

28 Después de decir esto, iba delante subiendo a Jerusalén. 29 Y aconteció que, llegando cerca de Betfagé y Betania al monte que se llama de los Olivos, envió a dos discípulos, 30 diciendo:

—Vayan a la aldea que está frente a ustedes y, cuando entren en ella, hallarán atado un borriquillo en el cual ningún hombre ha montado jamás. Desátenlo y tráiganlo. 31 Si alguien les pregunta: “¿Por qué lo desatan?”, le responderán así: “Porque el Señor lo necesita”.

32 Los que habían sido enviados fueron y hallaron como había dicho. 33 Cuando desataban el borriquillo, sus dueños les dijeron:

—¿Por qué desatan el borriquillo?

34 Y ellos dijeron:

—Porque el Señor lo necesita.

35 Trajeron el borriquillo a Jesús y, echando sobre él sus mantos, hicieron que Jesús montara encima. 36 Y mientras él avanzaba, tendían sus mantos por el camino.

37 Cuando ya llegaba él cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a gran voz por todas las maravillas que habían visto. 38 Ellos decían:

—¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor![b]. ¡Paz en el cielo, y gloria en las alturas!

39 Entonces, algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron:

—Maestro, reprende a tus discípulos.

40 Él respondió diciéndoles:

—Les digo que si estos callan, las piedras gritarán.

41 Cuando llegó cerca, al ver la ciudad, lloró por ella 42 diciendo:

—¡Oh, si conocieras tú también, por lo menos en este tu día, lo que conduce a tu paz! Pero ahora está encubierto a tus ojos. 43 Porque vendrán sobre ti días en que tus enemigos te rodearán con baluarte y te pondrán sitio, y por todos lados te apretarán. 44 Te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti. No dejarán en ti piedra sobre piedra por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.

Jesús purifica el templo

45 Cuando entró en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían[c] 46 diciéndoles:

—Escrito está: Mi casa es casa de oración[d] pero ustedes la han hecho cueva de ladrones[e].

47 Enseñaba cada día en el templo, pero los principales sacerdotes y los escribas y los principales del pueblo procuraban matarle. 48 Pero no hallaban manera de hacerle algo porque el pueblo lo escuchaba con mucha atención.

La autoridad de Jesús

20 Aconteció un día que, estando Jesús enseñando al pueblo en el templo y anunciando el evangelio, se le acercaron los principales sacerdotes y los escribas con los ancianos, y le hablaron diciendo:

—Dinos, ¿con qué autoridad haces estas cosas? ¿O quién es el que te dio esta autoridad?

Entonces respondió y les dijo:

—Yo también les haré una pregunta. Respóndanme: El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres?

Ellos razonaban entre sí diciendo:

—Si decimos “del cielo” dirá: “¿Por qué, pues, no le creyeron?”. Y si decimos “de los hombres…” todo el pueblo nos apedreará, porque están convencidos de que Juan era profeta.

Respondieron, pues, que no sabían de dónde era. Entonces Jesús les dijo:

—Tampoco yo les digo con qué autoridad hago estas cosas.

Parábola de los labradores malvados

Entonces comenzó a decir al pueblo esta parábola:

—Cierto hombre plantó una viña, la arrendó a unos labradores y se fue lejos por mucho tiempo. 10 A su debido tiempo envió un siervo a los labradores para que le dieran del fruto de la viña. Pero los labradores lo golpearon y lo enviaron con las manos vacías. 11 Y volvió a enviar otro siervo, pero también a este, golpeándolo y afrentándolo, lo enviaron con las manos vacías. 12 Volvió a enviar un tercer siervo, pero también a este echaron, herido.

13 »Entonces el dueño de la viña dijo: “¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; quizás a este le tendrán respeto”. 14 Pero los labradores, al verlo, razonaron entre sí diciendo: “Este es el heredero. Matémoslo, para que la heredad sea nuestra”. 15 Y echándolo fuera de la viña, lo mataron.

»¿Qué, pues, les hará el dueño de la viña? 16 Vendrá y destruirá a estos labradores y dará su viña a otros.

Cuando ellos lo oyeron, dijeron:

—¡Nunca suceda tal cosa!

17 Pero él, mirándolos, les dijo:

—¿Qué, pues, es esto que está escrito:

La piedra que desecharon

los edificadores,

esta fue hecha

cabeza del ángulo?[f].

18 Cualquiera que caiga sobre aquella piedra será quebrantado, y desmenuzará a cualquiera sobre quien ella caiga.

19 En aquella hora los principales sacerdotes y los escribas procuraban echarle mano porque entendieron que contra ellos había dicho esta parábola; pero temieron al pueblo.

Pregunta sobre el tributo al César

20 Entonces, acechándole, enviaron espías que simularan ser justos a fin de sorprenderlo en sus palabras, y así entregarlo al poder y autoridad del procurador. 21 Estos le preguntaron diciendo:

—Maestro, sabemos que dices y enseñas bien, y que no haces distinción entre personas sino que enseñas el camino de Dios con verdad. 22 ¿Nos es lícito dar tributo al César o no?

23 Pero él, entendiendo la astucia de ellos, les dijo[g]:

24 —Muéstrenme una moneda romana[h]. ¿De quién es la imagen y la inscripción que tiene?

Y ellos dijeron:

—Del César.

25 Entonces les dijo:

—Pues den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

26 Y no pudieron sorprenderlo en ninguna palabra delante del pueblo. Más bien callaron maravillados de su respuesta.

Pregunta acerca de la resurrección

27 Se acercaron algunos de los saduceos, que niegan que haya resurrección, y le preguntaron 28 diciendo:

—Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muere dejando mujer, y él no deja hijos, su hermano tome la mujer y levante descendencia a su hermano[i]. 29 Había, pues, siete hermanos. El primero tomó mujer, y murió sin dejar hijos. 30 También el segundo[j]. 31 Y la tomó el tercero, y de la misma manera también todos los siete, y murieron sin tener hijos. 32 Por último, murió también la mujer. 33 En la resurrección, puesto que los siete la tuvieron por mujer, ¿de cuál de ellos será mujer?

34 Entonces respondiendo Jesús, les dijo:

—Los hijos de este mundo se casan y se dan en casamiento. 35 Pero los que son tenidos por dignos de alcanzar aquel mundo venidero y la resurrección de los muertos no se casan ni se dan en casamiento. 36 Porque ya no pueden morir pues son como los ángeles, y son también hijos de Dios siendo hijos de la resurrección. 37 Y con respecto a que los muertos han de resucitar, también Moisés lo mostró en el relato de la zarza cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob[k]. 38 Pues Dios no es Dios de muertos sino de vivos; porque para él todos viven.

39 Le respondieron algunos de los escribas, diciendo:

—Maestro, bien has dicho.

40 Y no se atrevieron a preguntarle más.

Jesús, hijo y Señor de David

41 Él les dijo:

—¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David? 42 Porque el mismo David dice en el libro de los Salmos:

Dijo el Señor a mi Señor:

“Siéntate a mi diestra,

43 hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”[l].

44 Así que David lo llama “Señor”; ¿cómo es, pues, su hijo?

Jesús denuncia a los escribas

45 Cuando todo el pueblo lo escuchaba, dijo a sus discípulos:

46 —Guárdense de los escribas, a quienes les gusta andar con ropas largas, que aman las salutaciones en las plazas, las primeras sillas en las sinagogas y los primeros asientos en los banquetes. 47 Estos, que devoran las casas de las viudas y como pretexto hacen largas oraciones, recibirán mayor condenación.

Reina Valera Actualizada (RVA-2015)

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