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Chronological

Read the Bible in the chronological order in which its stories and events occurred.
Duration: 365 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
1 Samuel 1-3

Ana pide un hijo

En la sierras de Efraín vivía un hombre zufita de Ramatayin. Su nombre era Elcaná, hijo de Jeroán, nieto de Eliú y bisnieto de Tohu. Tohu era hijo de Zuf, de la tribu de Efraín. Elcaná tenía dos esposas. Una se llamaba Ana, y la otra Penina. Penina tenía hijos, pero Ana no.

Cada año Elcaná viajaba de su pueblo hasta Siló para adorar al SEÑOR Todopoderoso y ofrecerle sacrificios allí. Ofni y Finés, hijos de Elí, servían como sacerdotes del SEÑOR en Siló. Cuando Elcaná ofrecía sacrificios, le daba una parte de los alimentos a su esposa Penina y a cada uno de sus hijos, pero siempre le daba la misma cantidad[a] a Ana porque era la esposa que él amaba, aunque el SEÑOR no le había dado hijos a Ana.

Penina siempre molestaba a Ana y la hacía sentir mal porque el SEÑOR no le permitía tener hijos. Cada año sucedía lo mismo cuando la familia iba al santuario del SEÑOR en Siló. Un día Elcaná estaba ofreciendo sacrificios, pero Ana no comía nada en la fiesta porque estaba molesta, y lloraba. Elcaná, su esposo, le dijo: «Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué no quieres comer? ¿Por qué estás triste? Me tienes a mí, yo soy tu esposo. Deberías pensar que yo soy mejor que diez hijos».

Después de comer, Ana se levantó calladamente y se fue a orar al santuario.[b] El sacerdote Elí estaba sentado en una silla cerca de la puerta del santuario del SEÑOR. 10 Ana estaba muy triste y lloraba mucho mientras oraba al SEÑOR. 11 Le hizo una promesa a Dios: «SEÑOR Todopoderoso, mira lo triste que estoy. ¡Acuérdate de mí! No me olvides. Si me concedes un hijo, te lo entregaré a ti. Será un nazareo: no beberá vino ni bebidas embriagantes,[c] y nunca se cortará el cabello».

12 Ana oró al SEÑOR durante largo rato. Elí observaba los labios de Ana mientras ella oraba. 13 Ella oraba de corazón. Aunque sus labios se movían, no pronunciaban las palabras en voz alta. Así que Elí pensó que Ana estaba borracha, 14 y le dijo:

—¡Has tomado demasiado! Es hora de guardar el vino.

15 Ana contestó:

—Señor, no he tomado vino ni cerveza. Estoy muy afligida y le estaba contando mis problemas al SEÑOR. 16 No piense que soy una mala mujer. He estado orando todo este tiempo porque estoy muy triste por tantos problemas.

17 Elí contestó:

—Ve en paz. Que el Dios de Israel te dé lo que pediste.

18 Ana dijo:

—Espero que usted tenga un buen concepto de mí.

Luego Ana se fue, comió algo y se sintió mejor. 19 Temprano, a la mañana siguiente, la familia de Elcaná se levantó, adoraron al SEÑOR y luego regresaron a su pueblo de Ramá.

Nacimiento de Samuel

Elcaná tuvo relaciones sexuales con su esposa Ana, y el SEÑOR se acordó de Ana. 20 Ella concibió y para esas fechas al año siguiente, dio a luz un hijo. Ana le puso por nombre Samuel[d], pues dijo: «Su nombre es Samuel porque se lo pedí al SEÑOR». 21 Ese año Elcaná fue a Siló con su familia para ofrecer sacrificios y cumplir las promesas que le había hecho al SEÑOR. 22 Pero Ana no lo acompañó, sino que le dijo:

—No iré a Siló hasta que el niño tenga la edad suficiente para comer alimento sólido. Entonces se lo entregaré al SEÑOR, será un nazareo[e] y se quedará en Siló.

23 El esposo de Ana le dijo:

—Haz lo que te parezca mejor. Te puedes quedar en casa hasta que el niño tenga la edad suficiente para comer alimento sólido. Que el SEÑOR haga lo que has dicho.[f]

Así que Ana se quedó en casa para criar a su hijo hasta que tuviera la edad suficiente para comer alimento sólido.

24 Cuando el niño tenía la edad suficiente para comer alimento sólido, Ana lo llevó al santuario del SEÑOR en Siló. También llevó un becerro de tres años, 20 kilos[g] de harina y una botella de vino. 25 Se presentaron ante el Señor. Elcaná mató el becerro como sacrificio al Señor, como de costumbre.[h] Luego Ana entregó el niño a Elí, 26 y le dijo:

—Perdón, señor, yo soy la misma mujer que usted vio orar al SEÑOR. Le aseguro que lo que digo es cierto. 27 Oré por este hijo, y el SEÑOR contestó mi oración, dándomelo. 28 Ahora se lo entrego al SEÑOR, y él servirá[i] al SEÑOR toda su vida. Entonces Ana dejó ahí al niño[j] y adoró al SEÑOR.

Agradecimiento de Ana

Ana oró:

«En el SEÑOR se alegra mi corazón;
    me fortalezco en el SEÑOR.
Me río de mis enemigos,[k]
    estoy muy feliz de mi victoria.

»No hay Dios santo como el SEÑOR,
    no hay otro Dios, sólo tú.
    No hay roca como nuestro Dios.
No sigan haciendo alarde
    ni hablen con orgullo,
porque el SEÑOR Dios todo lo sabe.
    Él guía y juzga a la gente.

»Se quiebra el arco de los soldados fuertes,
    pero los débiles recobran las fuerzas.
Los que antes tenían comida en abundancia,
    ahora tienen que trabajar para conseguir alimento.
En cambio, los que antes tenían hambre,
    ahora engordan de tanto comer.
La mujer que no podía tener hijos,
    ahora tiene siete.
En cambio, la mujer que tenía muchos hijos está triste
    porque sus hijos se fueron.

»El SEÑOR da la vida y la muerte.
    Él envía a la gente al sepulcro[l],
    y la puede resucitar para que viva de nuevo.

»El SEÑOR a unos da pobreza,
    y a otros riqueza;
a unos humilla,
    pero a otros enaltece.
Él levanta del polvo a los pobres;
    les quita su tristeza.[m]
Les da importancia a los pobres,
    sentándolos con príncipes
    en el lugar de los invitados de honor.

»El SEÑOR hizo todo el mundo,
    y todo el mundo le pertenece.[n]

»Guía los pasos de los que te son fieles
    para que no tropiecen,
pero la gente mala será destruida;
    caerá en la oscuridad.
    No triunfará por sus propias fuerzas.

10 »SEÑOR, quebrántalos
    cuando desde el cielo envíes truenos contra tus enemigos.
El SEÑOR juzgará hasta lo último de la tierra.
    Fortalecerá a su rey
    y dará poder a su rey elegido».

11 Elcaná regresó a su casa de Ramá, pero el niño se quedó en Siló para servir al SEÑOR bajo la supervisión del sacerdote Elí.

Los perversos hijos de Elí

12 Los hijos de Elí eran perversos. No les importaba el SEÑOR 13 ni la manera en que se suponía que los sacerdotes deberían tratar al pueblo. Lo que los sacerdotes debían hacer para el pueblo era lo siguiente: Cada vez que alguien ofrecía un sacrificio, el sacerdote debía colocar la carne en una olla de agua hirviendo. Luego el ayudante del sacerdote debía tomar un tenedor grande de tres dientes 14 para sacar un poco de carne de la olla. El sacerdote tomaba sólo la carne que se sacaba con el tenedor. Eso es lo que debían hacer los sacerdotes con todos los israelitas que ofrecían sacrificios en Siló. 15 Antes de quemar la grasa en el altar, el ayudante hablaba con el que estaba por ofrecer el sacrificio y le decía: «Dale al sacerdote algo de carne para asar, pues no te aceptará carne cocida». 16 Si el hombre contestaba: «Primero quema la grasa,[o] y luego puedes tomar lo que quieras», entonces el ayudante del sacerdote contestaba: «No, dame la carne ahora. ¡Si no me la das, te la quitaré a la fuerza!» 17 De esta manera, Ofni y Finés mostraban que no respetaban las ofrendas presentadas al SEÑOR. ¡Este era un pecado muy grave ante los ojos del SEÑOR!

18 Pero Samuel servía al SEÑOR como ayudante, vestido con un efod de lino. 19 Cada año su mamá le hacía una pequeña túnica y se la llevaba cuando iba a Siló con su esposo para ofrecer el sacrificio anual. 20 Elí bendecía a Elcaná y a su esposa, diciendo: «Que el SEÑOR te dé más hijos con Ana en pago del niño que Ana prestó y dedicó al SEÑOR».[p] Elcaná y Ana regresaron a casa, y 21 el SEÑOR fue bondadoso con Ana concediéndole tres hijos y dos hijas, mientras Samuel crecía sirviendo al SEÑOR.

22 Elí era muy anciano. Con frecuencia oía sobre las cosas que sus hijos les hacían a los israelitas en Siló y también que sus hijos se acostaban con las mujeres que servían en la entrada de la carpa de reunión. 23 Él les dijo a sus hijos: «El pueblo me cuenta todo el mal que ustedes hacen. ¿Por qué actúan así? 24 Déjense de eso. El pueblo del SEÑOR está hablando mal de ustedes. 25 Si alguien peca contra otro ser humano, tal vez Dios le ayude, pero si alguien peca contra el SEÑOR, entonces ¿quién va a poder ayudarle?» Pero como los hijos de Elí se negaron a escucharlo, el SEÑOR decidió matarlos. 26 Entre tanto, el joven Samuel seguía creciendo, agradando al SEÑOR y al pueblo.

27 Un hombre de Dios[q] fue a Elí, diciéndole: «El SEÑOR dice: “Tus antepasados fueron esclavos de la familia del faraón, pero yo me manifesté ante ellos. 28 Elegí a tu tribu de entre todas las tribus de Israel para que fueran mis sacerdotes, ofrecieran sacrificios en mi altar, quemaran incienso y usaran el efod. También dejé que tu familia recibiera la carne de los sacrificios que me ofrece el pueblo de Israel. 29 Entonces ¿por qué miras con desprecio mis[r] sacrificios y ofrendas? Honras a tus hijos más que a mí. Engordas con lo mejor de la carne siendo que el pueblo de Israel me ofrece esa carne a mí”.

30 »El SEÑOR Dios de Israel prometió que la familia de tu papá le serviría por siempre, pero ahora el SEÑOR dice: “¡Eso nunca! Honraré al pueblo que me honra, pero al que se niegue a respetarme, le irá mal. 31 Se acerca la hora en que destruiré a todos tus descendientes, nadie de tu familia llegará a viejo. 32 Le irá bien a Israel, pero en tu casa verás que sucederán calamidades, nunca habrá ancianos en tu familia. 33 No acabaré de una sola vez con tus descendientes, uno de ellos continuará sirviendo en mi altar y llegará a viejo. Sin embargo, los demás morirán a filo de espada.[s] 34 Te daré una señal: tus dos hijos, Ofni y Finés, morirán el mismo día. 35 Yo mismo pondré un sacerdote fiel que me escuchará y hará lo que yo quiero. Fortaleceré a su familia y siempre servirá ante el rey que he elegido.[t] 36 Entonces toda la gente que quede de tu familia vendrá y se inclinará ante él. Rogarán por un poco de dinero o un pedazo de pan: Por favor, dame trabajo como sacerdote para tener algo de comer”».

Dios llama a Samuel

El joven Samuel servía al SEÑOR bajo la supervisión de Elí. En esos tiempos, el SEÑOR rara vez daba mensaje y tampoco eran frecuentes las visiones que él daba.

Los ojos de Elí eran tan débiles que casi estaba ciego. Una noche estaba descansando en cama mientras Samuel descansaba en el santuario del SEÑOR donde estaba el cofre de Dios. La lámpara de Dios todavía estaba encendida. El SEÑOR llamó a Samuel y él contestó:

—Aquí estoy.

Y Samuel corrió hacia Elí y le dijo:

—Aquí estoy, ¿para qué me llamó usted?

Pero Elí le contestó:

—Yo no te llamé, vuelve a tu cama.

Samuel se regresó a su cama. De nuevo, el SEÑOR llamó:

—¡Samuel!

Y otra vez Samuel corrió hacia Elí y le dijo:

—Aquí estoy, ¿para qué me llamó usted?

Elí le dijo:

—Yo no te llamé, vuelve a tu cama.

Samuel todavía no conocía al SEÑOR, pues el SEÑOR nunca le había hablado directamente.[u] El SEÑOR llamó a Samuel por tercera vez y de nuevo Samuel se levantó, fue hacia Elí y le dijo:

—Aquí estoy, ¿para qué me llamó usted?

Entonces Elí comprendió que el SEÑOR estaba llamando al joven, y le dijo a Samuel:

—Vuelve a tu cama, y si te llama de nuevo, di: “Habla, SEÑOR, tu siervo escucha”.

Así que Samuel regresó a su cama. 10 El SEÑOR vino, se detuvo allí y llamó igual que antes diciendo:

—¡Samuel, Samuel!

Samuel dijo:

—Habla, SEÑOR, tu siervo escucha.

11 El SEÑOR le dijo a Samuel:

—Pronto haré algo en Israel. La gente que oiga sobre esto quedará horrorizada. 12 Haré todo lo que dije que haría contra Elí y su familia, desde el principio hasta el fin. 13 Le dije a Elí que castigaría a su familia para siempre porque Elí sabía que sus hijos estaban diciendo y haciendo lo malo contra Dios, y no los corrigió. 14 Por eso he jurado que las ofrendas y los sacrificios jamás quitarán los pecados de la familia de Elí.

15 Samuel se quedó en cama hasta que amaneció, se levantó temprano y abrió las puertas de la casa del SEÑOR con miedo de contarle la visión a Elí. 16 Pero Elí le dijo a Samuel:

—¡Samuel, hijo mío!

Samuel le contestó:

—Sí, señor.

17 —¿Qué mensaje recibiste?—le preguntó—. No me ocultes nada porque si lo haces, Dios te castigará.

18 Samuel le dijo todo a Elí sin ocultarle nada. Elí dijo:

—Él es el SEÑOR, que haga lo que le parezca mejor.

19 El SEÑOR estaba con Samuel mientras crecía y no dejaba que ninguno de los mensajes de Samuel fuera encontrado falso. 20 Entonces todo Israel, desde Dan hasta Berseba, se dio cuenta de que Samuel era un verdadero profeta del SEÑOR. 21 Y el SEÑOR continuó manifestándose a Samuel en Siló; allí se revelaba el SEÑOR a Samuel y le comunicaba palabra del SEÑOR.[v]

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