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Chronological

Read the Bible in the chronological order in which its stories and events occurred.
Duration: 365 days
La Palabra (España) (BLP)
Version
Hechos 18:19-19:40

19 Al llegar a Éfeso, Pablo se separó de sus acompañantes, entró en la sinagoga y estuvo discutiendo con los judíos. 20 Le rogaron estos que se quedara por más tiempo, pero él se negó, 21 aunque les dijo al despedirse:

— Si Dios quiere, volveré a visitaros.

Zarpó, pues, de Éfeso, 22 hizo escala en Cesarea para acercarse a saludar a la iglesia y prosiguió luego su viaje hasta Antioquía.

Tercer viaje misionero de Pablo (18,23—21,16)

Apolo en Éfeso

23 Al cabo de una temporada en Antioquía, se puso otra vez en camino, y recorrió sucesivamente las regiones de Galacia y Frigia, confortando en la fe a todos los discípulos.

24 Llegó por entonces a Éfeso un judío llamado Apolo, natural de Alejandría, hombre elocuente y muy versado en las Escrituras. 25 Había sido iniciado en el camino del Señor y, lleno de entusiasmo, hablaba y enseñaba con esmero los temas concernientes a Jesús, aunque no conocía más bautismo que el de Juan. 26 Comenzó, pues, a enseñar con decisión en la sinagoga; pero cuando lo escucharon Priscila y Áquila, lo tomaron consigo y le expusieron con mayor exactitud todo lo referente al camino de Dios. 27 Al manifestar él su deseo de ir a Acaya, los hermanos apoyaron tal decisión y escribieron a los discípulos de aquella provincia para que lo acogieran con cariño. Una vez allí, fue de gran ayuda para quienes por gracia de Dios eran ya creyentes; 28 con sólidos argumentos refutaba en público a los judíos demostrándoles, con las Escrituras en la mano, que Jesús era el Mesías.

Actividad de Pablo en Éfeso

19 Durante la estancia de Apolo en Corinto, Pablo estuvo recorriendo las regiones interiores del Asia Menor. Cuando finalmente llegó a Éfeso, encontró allí a un grupo de discípulos a quienes preguntó:

— ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando abrazasteis la fe?

— Ni siquiera hemos oído hablar del Espíritu Santo —le respondieron—.

— Entonces, ¿qué bautismo habéis recibido? —preguntó Pablo—.

— El bautismo de Juan —contestaron—.

Pablo les explicó:

— Juan bautizaba como señal de conversión, e invitaba a la gente a creer en el que había de venir después de él, es decir, en Jesús.

Al oír esto, se bautizaron en el nombre de Jesús, el Señor. Acto seguido, cuando Pablo les impuso las manos, descendió el Espíritu Santo sobre ellos y comenzaron a expresarse en un lenguaje misterioso y a hablar en nombre de Dios. En total eran unas doce personas.

Durante tres meses estuvo Pablo asistiendo a la sinagoga, donde hablaba sobre el reino de Dios con firme convicción y con argumentos persuasivos. Pero como algunos se obstinaban en no creer y, además, trataban de desprestigiar ante la asamblea el nuevo camino del Señor, Pablo decidió apartarse de ellos y formar un grupo aparte con los discípulos, a quienes instruía a diario en un aula de la escuela de Tirano. 10 Esta situación se prolongó por dos años, de modo que todos los habitantes de la provincia de Asia, tanto judíos como no judíos, tuvieron ocasión de escuchar el mensaje del Señor. 11 Dios realizaba extraordinarios milagros por medio de Pablo, 12 hasta el punto de que el simple contacto con los pañuelos y otras prendas usadas por Pablo bastaba para curar a los enfermos o expulsar a los espíritus malignos.

Los siete exorcistas, hijos de Esceva

13 Había allí entonces unos exorcistas itinerantes judíos que también se servían del nombre de Jesús, el Señor, en sus exorcismos sobre los poseídos de espíritus malignos. La fórmula que utilizaban era esta: “¡Os conjuro por Jesús, a quien Pablo anuncia!”. 14 Los que así actuaban eran siete hijos de un judío llamado Esceva, jefe de los sacerdotes. 15 Pero el espíritu maligno les respondió:

— Conozco a Jesús y sé quién es Pablo. Pero ¿quiénes sois vosotros?

16 De pronto, el poseso se abalanzó sobre ellos y, dominándolos a todos, los maltrató con tal violencia que tuvieron que huir de aquella casa desnudos y maltrechos. 17 Esto se supo en todos los barrios de Éfeso, tanto por parte de judíos como de no judíos, con lo que el temor se apoderó de todos, aumentando sobremanera el prestigio de Jesús, el Señor. 18 Muchos de los nuevos creyentes no dudaron en reconocer públicamente sus anteriores prácticas supersticiosas. 19 Y un buen número de personas que se habían dedicado a la magia recogieron sus libros y los quemaron a la vista de todos. Un cálculo aproximado del valor de aquellos libros arrojó la cifra de cincuenta mil monedas de plata. 20 Tal era la fuerza arrolladora con que se extendía e imponía el mensaje del Señor.

La revuelta de los orfebres efesinos

21 Así las cosas, se propuso Pablo visitar Macedonia y Acaya, para continuar luego hasta Jerusalén. Se decía a sí mismo: “Después que llegue allí, tendré también que visitar Roma”. 22 Envió, por tanto, a Macedonia a dos de sus ayudantes, Timoteo y Erasto, mientras él se quedó algún tiempo más en la provincia de Asia.

23 Por aquellas fechas se originó un serio motín popular a causa del nuevo camino del Señor. 24 Cierto orfebre llamado Demetrio fabricaba reproducciones en plata del templo de Artemisa, con lo cual facilitaba cuantiosas ganancias a los artesanos. 25 Reunió el tal Demetrio a estos y a los demás obreros del ramo y les dijo:

— Compañeros, ya sabéis que nuestro bienestar depende de nuestro oficio. 26 Y seguro que habréis visto y oído cómo ese individuo, Pablo, ha logrado convencer a multitud de gente, no sólo en Éfeso, sino en casi toda la provincia de Asia, que no pueden ser dioses los que fabricamos con nuestras manos. 27 Esto no solamente trae consigo el riesgo de desacreditar nuestra profesión, sino de que se pierda el respeto al templo de nuestra gran diosa Artemisa y cese el culto que actualmente se rinde a su divina grandeza en toda la provincia de Asia y en el mundo entero.

28 Al oír estas palabras, enardecidos de furia, comenzaron a gritar:

— ¡Viva la Artemisa de Éfeso!

29 La agitación conmovió a la ciudad entera, que se precipitó en masa hacia el teatro, arrastrando consigo a Gayo y a Aristarco, los dos macedonios compañeros de Pablo. 30 Este quiso presentarse ante la muchedumbre amotinada, pero se lo impidieron los discípulos. 31 Incluso algunos amigos suyos, que ostentaban altos cargos en la provincia de Asia, le enviaron aviso para disuadirlo de que hiciera acto de presencia en el teatro. 32 Mientras tanto, el desconcierto reinaba entre la multitud. Unos gritaban una cosa; otros, otra. Pero la mayor parte de ellos ignoraban para qué se habían congregado. 33 Algunos de los presentes animaron a un tal Alejandro para que hablara en nombre de los judíos. Alejandro pidió silencio haciendo señas con la mano de que deseaba hablar al pueblo. 34 Pero al advertir que era judío, todos a una se pusieron a gritar:

— ¡Viva la Artemisa de Éfeso!

Y así estuvieron gritando durante casi dos horas. 35 Hasta que el secretario de la ciudad consiguió calmar a la muchedumbre y se expresó así:

— Efesios, nadie desconoce que a la ciudad de Éfeso le ha sido encomendada la custodia del templo de la gran Artemisa y de su imagen venida del cielo. 36 Como esto es innegable, conviene que os apacigüéis antes de cometer cualquier barbaridad. 37 Estos hombres que habéis traído, ni son sacrílegos ni han insultado a nuestra diosa. 38 Por tal razón, si Demetrio y sus artesanos creen tener motivo para querellarse contra alguien, para eso están los tribunales y los procónsules. Que cada uno presente allí sus respectivas demandas. 39 Y si tenéis alguna otra demanda que presentar, también debe ser tramitada por curso legal en la asamblea. 40 A decir verdad, corremos el riesgo de ser acusados de sedición por lo que hoy ha sucedido, pues no existe motivo razonable para explicar este tumulto.

Y dicho esto, disolvió la reunión.

La Palabra (España) (BLP)

La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España