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Chronological

Read the Bible in the chronological order in which its stories and events occurred.
Duration: 365 days
La Palabra (España) (BLP)
Version
Mateo 9-10

Curación de un paralítico (Mc 2,1-12; Lc 5,17-26)

Después de esto, Jesús subió de nuevo a la barca, pasó a la otra orilla del lago y se dirigió a la ciudad donde vivía. Allí le llevaron un paralítico echado en una camilla. Viendo Jesús la fe de los que lo llevaban, dijo al paralítico:

— Ánimo, hijo. Tus pecados quedan perdonados.

Entonces algunos maestros de la ley se dijeron: “Este blasfema”. Pero Jesús, que leía sus pensamientos, les dijo:

— ¿Por qué pensáis mal? ¿Qué es más fácil? ¿Decir: “Tus pecados quedan perdonados”, o decir: “Levántate y anda”? Pues voy a demostraros que el Hijo del hombre tiene autoridad en este mundo para perdonar pecados.

Se volvió entonces al paralítico y le dijo:

— Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa.

Y él se levantó y se fue a su casa. Los que estaban allí presentes quedaron sobrecogidos al ver esto, y alabaron a Dios, porque había dado tal autoridad a los humanos.

Jesús llama a Mateo (Mc 2,13-17; Lc 5,27-32)

Jesús continuó su camino. Al pasar vio a un hombre llamado Mateo que estaba sentado en su despacho de recaudación de impuestos, y le dijo:

— Sígueme.

Mateo se levantó y lo siguió.

10 Más tarde, estando Jesús sentado a la mesa en casa de Mateo, acudieron muchos recaudadores de impuestos y gente de mala reputación, que se sentaron también a la mesa con Jesús y sus discípulos. 11 Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:

— ¿Cómo es que vuestro Maestro se sienta a comer con esa clase de gente?

12 Jesús lo oyó y les dijo:

— No necesitan médico los que están sanos, sino los que están enfermos. 13 A ver si aprendéis lo que significa aquello de: Yo no quiero que me ofrezcáis sacrificios, sino que seáis compasivos. Yo no he venido a llamar a los buenos, sino a los pecadores.

La cuestión del ayuno (Mc 2,18-22; Lc 5,33-39)

14 Entonces se acercaron a Jesús los discípulos de Juan el Bautista y le preguntaron:

— ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos tantas veces y, en cambio, tus discípulos no ayunan?

15 Jesús les contestó:

— ¿Pueden acaso estar tristes los invitados a una boda mientras el novio está con ellos? Ya llegará el momento en que les faltará el novio; entonces ayunarán. 16 Nadie remienda un vestido viejo con una pieza de tela nueva, porque el remiendo tira de la tela, y el roto se hace mayor. 17 Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque los odres se revientan, se derrama el vino y se pierden los odres. El vino nuevo hay que echarlo en odres nuevos, para que ambas cosas se conserven.

La hija del dignatario y la mujer enferma (Mc 5,21-43; Lc 8,40-56)

18 Mientras Jesús les estaba diciendo estas cosas, se le acercó un dignatario que, arrodillándose delante de él, le dijo:

— Mi hija acaba de morir; pero si tú vienes y pones tu mano sobre ella, volverá a vivir.

19 Jesús se levantó y, seguido de sus discípulos, fue con él.

20 En esto, una mujer que padecía hemorragias desde hacía doce años, se acercó por detrás a Jesús y tocó el borde de su manto, 21 pues pensaba para sí misma: “Con sólo tocar su manto, me curaré”. 22 Pero Jesús se volvió y, al verla, le dijo:

— Ánimo, hija, tu fe te ha salvado.

Y en aquel mismo instante la mujer recuperó la salud.

23 Cuando Jesús llegó a casa del dignatario y vio a los flautistas y a la gente que se lamentaba, dijo:

24 — Salid de aquí. La muchacha no está muerta; está dormida.

Al oír esto, todos se rieron de Jesús; 25 pero él, después que salió la gente, pasó adentro, tomó a la muchacha por la mano y ella se levantó. 26 Y la noticia de este suceso se extendió por toda aquella región.

Curación de dos ciegos

27 Al salir Jesús de allí, lo siguieron dos ciegos que suplicaban a voces:

— ¡Ten compasión de nosotros, Hijo de David!

28 Cuando entró en casa, los ciegos se le acercaron y Jesús les preguntó:

— ¿Creéis que puedo hacer esto?

Ellos le contestaron:

— Sí, Señor.

29 Entonces les tocó los ojos y dijo:

— Que se haga en vosotros conforme a la fe que tenéis.

30 Se les abrieron al punto los ojos y Jesús les ordenó:

— Procurad que nadie lo sepa.

31 Ellos, sin embargo, en cuanto salieron, comenzaron a divulgarlo por toda la región.

Curación de un mudo

32 Acababan de irse los ciegos cuando se acercaron unos a Jesús y le presentaron un mudo que estaba poseído por un demonio. 33 En cuanto Jesús expulsó al demonio, el mudo comenzó a hablar. Y los que lo presenciaron decían asombrados:

— ¡Nunca se ha visto en Israel nada parecido!

34 En cambio, los fariseos decían:

— El propio jefe de los demonios es quien le da a este el poder para expulsarlos.

Mucha mies y pocos trabajadores

35 Jesús recorría todos los pueblos y aldeas enseñando en las sinagogas judías. Anunciaba la buena noticia del Reino y curaba toda clase de enfermedades y dolencias. 36 Y al ver a toda aquella gente, se sentía conmovido porque estaban maltrechos y desalentados, como ovejas sin pastor. 37 Dijo entonces a sus discípulos:

— La mies es mucha, pero son pocos los trabajadores. 38 Por eso, pedidle al dueño de la mies que mande trabajadores a su mies.

Elección de los doce apóstoles (Mc 3,13-19; Lc 6,12-16)

10 Jesús reunió a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus impuros y para curar toda clase de enfermedades y dolencias. Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo; Felipe, Bartolomé, Tomás y Mateo el recaudador de impuestos; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón el cananeo y Judas Iscariote, el que luego traicionó a Jesús.

Misión de los Doce (Mc 6,7-13; Lc 9,1-6)

Jesús envió a estos Doce con las siguientes instrucciones:

— No vayáis a países paganos ni entréis en los pueblos de Samaría; id, más bien, en busca de las ovejas perdidas de Israel. Id y anunciadles que el reino de los cielos está ya cerca. Curad a los enfermos, resucitad a los muertos, limpiad de su enfermedad a los leprosos, expulsad a los demonios. Pero hacedlo todo gratuitamente, puesto que gratis recibisteis el poder.

No llevéis oro, plata ni cobre en el bolsillo; 10 ni zurrón para el camino, ni dos trajes, ni zapatos, ni bastón, porque el que trabaja tiene derecho a su sustento. 11 Cuando lleguéis a algún pueblo o aldea, averiguad qué persona hay allí digna de confianza y quedaos en su casa hasta que salgáis del lugar. 12 Y cuando entréis en la casa, saludad a sus moradores. 13 Si lo merecen, la paz de vuestro saludo quedará con ellos; si no lo merecen, la paz se volverá a vosotros. 14 Y si nadie quiere recibiros ni escuchar vuestra palabra, entonces abandonad aquella casa o aquel pueblo y sacudíos el polvo pegado a vuestros pies. 15 Os aseguro que, en el día del juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas con más clemencia que ese pueblo.

Anuncio de persecuciones (Mc 13,9-13; Lc 21,12-17)

16 Mirad, os envío como ovejas en medio de lobos. Por eso, sed astutos como serpientes, aunque también inocentes como palomas. 17 Tened cuidado con la gente, porque os entregarán a las autoridades y os azotarán en sus sinagogas. 18 Por causa de mí os llevarán ante gobernadores y reyes para que deis vuestro testimonio delante de ellos y de los paganos. 19 Pero cuando os entreguen a las autoridades, no os preocupéis de cómo habéis de hablar o qué habéis de decir, pues en aquel momento Dios os sugerirá las palabras oportunas. 20 No seréis vosotros quienes habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.

21 Los hermanos entregarán a sus hermanos y harán que los maten. Los padres entregarán a sus hijos, y los hijos se levantarán contra sus padres y los matarán. 22 Todos os odiarán por causa de mí; pero el que se mantenga firme hasta el fin se salvará. 23 Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra, pues os aseguro que el Hijo del hombre vendrá antes que hayáis recorrido todas las ciudades de Israel.

24 Ningún discípulo es más que su maestro ni ningún criado es más que su amo. 25 Bastante es que el discípulo llegue a ser como su maestro, y el criado como su amo. Si han llamado Belzebú al amo de la casa, ¿qué no dirán de sus familiares?

Invitación a la confianza (Lc 12,2-7)

26 No tengáis miedo a la gente. Porque no hay nada secreto que no haya de ser descubierto, ni nada oculto que no haya de ser conocido. 27 Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo vosotros a plena luz, y lo que escucháis en secreto, pregonadlo desde las terrazas. 28 No tengáis miedo de los que pueden matar el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Más bien tened miedo de aquel que puede destruir el cuerpo y el alma en la gehena.

29 ¿No se venden dos pájaros por muy poco dinero? Sin embargo, ninguno de ellos cae a tierra si vuestro Padre no lo permite. 30 Pues bien, vosotros tenéis contados hasta el último cabello de la cabeza. 31 Así que no tengáis miedo; vosotros valéis más que todos los pájaros.

A favor o en contra de Jesús (Lc 12,8-9)

32 Todo aquel que se declare a mi favor delante de los demás, yo también me declararé a favor suyo delante de mi Padre que está en los cielos. 33 Y, al contrario, si alguien me niega delante de los demás, yo también lo negaré a él delante de mi Padre que está en los cielos.

Jesús, causa de división (Lc 12,51-53; 14,26-27)

34 No creáis que he venido a traer la paz al mundo. ¡No he venido a traer paz, sino guerra! 35 Porque he venido a poner al hijo en contra de su padre, a la hija en contra de su madre y a la nuera en contra de su suegra; 36 de manera que los enemigos de cada uno serán sus propios familiares.

37 El que quiera a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí. El que quiera a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. 38 Y el que no esté dispuesto a tomar su cruz para seguirme, tampoco es digno de mí. 39 El que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que, por causa de mí, la pierda, ese la salvará.

Recompensas (Mc 9,41; Lc 9,48; 10,16; Jn 13,20)

40 El que os reciba a vosotros, es como si me recibiera a mí, y el que me reciba a mí, es como si recibiera al que me envió. 41 El que reciba a un profeta por tratarse de un profeta, tendrá la recompensa que corresponde a un profeta, y el que reciba a un justo por tratarse de una persona justa, tendrá la recompensa que corresponde a una persona justa.

42 Igualmente el que dé un vaso de agua fresca al más insignificante de mis discípulos precisamente por tratarse de un discípulo mío, os aseguro que no quedará sin recompensa.

La Palabra (España) (BLP)

La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España