Beginning
El Señor promete bendecir a Jerusalén
8 Volví a recibir un mensaje del Señor Todopoderoso.
2 El Señor Todopoderoso dice: «Es tanto mi amor por Jerusalén, que hasta siento celos por ella, sí, unos celos que me llenan de ira contra sus enemigos. 3 Ahora voy a regresar a mi tierra y habitaré en Jerusalén, y Jerusalén será conocida como “Ciudad Fiel”, y Sion será llamado “Monte Santo”».
4 El Señor Todopoderoso declara: «En las calles de Jerusalén se volverán a sentar los ancianos y las ancianas, andarán apoyados en su bastón, debido a su avanzada edad. Sí, sus habitantes vivirán de nuevo muchos años. 5 De nuevo, los niños y las niñas de la ciudad jugarán confiados en sus calles».
6 El Señor Todopoderoso dice: «Esto parece increíble para ustedes que son un resto pequeño y desalentado, pero no es una cosa difícil para mí. 7 Pueden estar seguros de que yo rescataré a mi pueblo desde el oriente hasta el occidente, de dondequiera que hayan sido llevados cautivos. 8 Yo los haré volver a su casa nuevamente, y ellos vivirán tranquilos en Jerusalén, y serán mi pueblo, y yo seré su Dios, un Dios justo y fiel».
9 El Señor Todopoderoso dice: «A ustedes que han escuchado los mensajes de los profetas, desde el momento en que se comenzaron a echar los cimientos del templo del Señor Todopoderoso, les digo: ¡Anímense y pónganse a trabajar! 10 Recuerden que anteriormente no se les pagaba ningún salario, ni a los animales se les daba su alimento. Nadie podía viajar tranquilo de un lado a otro, debido al enemigo. Yo mismo hice que los habitantes del país estuvieran enemistados unos con otros.
11 »Pero ahora todo es diferente con ustedes, que son el pequeño grupo de los que han superado el exilio, dice el Señor Todopoderoso. 12 Yo estoy poniendo las bases para que ustedes gocen de paz y prosperidad. Sus cosechas serán abundantes, los viñedos estarán sobrecargados de uvas, la tierra será fecunda y habrá abundancia de lluvia para sus cosechas. Todas estas bendiciones serán dadas al pequeño grupo del pueblo que quedó en la tierra después del exilio. 13 Ustedes, habitantes de Judá e Israel, han sido perseguidos y maltratados por los pueblos vecinos; pero yo voy a defenderlos de aquí en adelante, y serán llenados de cosas buenas por mí. ¡Sigan adelante con entusiasmo en la reconstrucción del templo! 14 Si lo hacen, ciertamente los llenaré de cosas buenas. No cambiaré de parecer. Cuando me enojé contra sus antepasados y prometí que los castigaría, los castigué; 15 pero ahora no cambiaré mi determinación de hacerles mucho bien y darles todo lo que necesitan. No tengan temor por nada.
16 »Esto es lo que tienen que hacer: Digan siempre la verdad. Juzguen de manera justa y de acuerdo a la verdad de los hechos. Vivan en paz con todos. 17 No piensen en causar daño a su prójimo; no juren que algo es verdadero, cuando es falso. Todo este tipo de cosas yo las repruebo, dice el Señor».
18 Este es otro mensaje que recibí del Señor Todopoderoso:
19 «Los ayunos y los otros rituales tradicionales de los meses cuarto, quinto, séptimo y décimo ya no serán expresión de constricción sino de alegría y festejo; serán días de fiesta y de gozo para todo el pueblo. Me interesa más que amen la paz y la verdad.
20 »Gente de diversos pueblos y ciudades vendrán a ustedes, 21 e irán de una ciudad a otra gritando: “¡Vamos a Jerusalén a pedir que el Señor nos bendiga también a nosotros! ¡Vamos a rendir homenaje al Señor Todopoderoso! ¡Ya estoy listo para partir!”. 22 Sí, gente de muchos pueblos, aun naciones poderosas, vendrán a Jerusalén para rendir homenaje al Señor Todopoderoso e implorar su bendición.
23 »En aquellos días», dice el Señor Todopoderoso, «sucederá que diez habitantes de diversas naciones agarrarán a un judío por su manto, y le dirán: “¡Por favor, permítenos ir contigo a Jerusalén! ¡Sabemos que Dios está con ustedes!”».
Juicio contra los enemigos de Israel
9 Este es el mensaje que el Señor, quien vigila a toda la humanidad, envía contra las ciudades de Jadrac y de Damasco, mensaje al que deben estar muy atentas todas las tribus de Israel, 2 De igual manera su vecina Jamat y las naciones de Tiro y Sidón, que se sienten muy superiores debido a su cultura.
3 Aunque Tiro se ha armado hasta los dientes, y se ha enriquecido, al punto que la plata ahí brilla por todas partes y tienen oro hasta para recubrir sus calles, 4 el Señor la despojará y echará sus riquezas en el mar; luego será incendiada, quemada hasta quedar convertida en cenizas.
5 Ascalón verá todo esto y temblará de miedo; Gaza se desesperará y Ecrón estará confundido, sin saber ni siquiera qué hacer, sin esperanza. Gaza se quedará sin rey, y Ascalón se quedará vacía.
6 Extranjeros tomarán posesión de la ciudad de Asdod, y yo destruiré a los orgullosos filisteos. 7 Arrancaré de un tirón la idolatría que practican como se arranca la presa de una fiera; quitaré de entre sus dientes las presas capturadas en su violencia. Pero nuestro Dios dejará algunos filisteos con vida, los cuales llegarán a ser parte de Judá y serán tratados con mucha consideración; pero los filisteos de Ecrón serán tratados como los jebuseos, con mucha dureza. 8 Y cuidaré mi templo como un vigilante, para impedir que ningún enemigo entre. ¡Nunca más un enemigo atacará a mi pueblo, pues ahora yo soy su poderoso guardián!
El rey de Sion
9 ¡Regocíjate grandemente, pueblo mío! ¡Grita de alegría, Jerusalén! ¡Tu rey viene montado sobre un burrito! ¡Es un rey justo y humilde, y viene a salvarte! 10 Destruirá los carros de guerra de Efraín y la caballería de Jerusalén. Acabará con el poderío militar de los fuertes y establecerá la paz entre las naciones. Su reino se extenderá de mar a mar, desde el río Éufrates hasta el último rincón de la tierra.
Restauración de Israel
11 Debido al pacto que hice contigo, el cual sellé con sangre, yo libraré a tus cautivos de ese pozo seco que les servía de prisión. 12 ¡Presos, váyanse ahora a la tierra donde está la salvación, porque aún hay esperanza! Prometo ahora darles el doble de cosas buenas por cada dolor que sufrieron. 13 Judá, te usaré como si fueras mi arco, y a ti, Efraín, como si fueras mi flecha. Ambos serán instrumentos poderosos, como espada de soldado valiente blandida contra los hijos de Grecia.
14 El Señor dirigirá a su pueblo en la batalla. Sus flechas serán como rayos; el Señor Dios hará sonar la trompeta dando las órdenes en la batalla, y saldrá contra los enemigos como si fuera un torbellino que viene desde el desierto del sur. 15 El Señor Todopoderoso defenderá a su pueblo. Por eso, ellos pisotearán, victoriosos, las armas de sus enemigos; celebrarán con gozo su victoria, beberán vino hasta embriagarse, y derramarán la sangre de sus enemigos, como la sangre de los animales sacrificados que se deposita en los tazones y luego se derrama sobre el altar. 16 Ese día, el Señor su Dios los salvará, los tratará como un pastor a sus ovejas. Y al estar de nuevo en su tierra, brillarán como piedras preciosas. 17 ¡Todos apreciarán la bondad y hermosura de Dios! ¡La felicidad del pueblo será muy grande! ¡Qué bello será todo aquello! ¡El trigo dará vigor a sus jóvenes, y el vino dulce alegrará a las muchachas!
El Señor cuidará de Judá
10 ¡Pidan al Señor las lluvias tardías! Y él les responderá con relámpagos y lluvias. El campo dará abundante hierba verde. 2 ¡Qué necedad es pedir algo a los ídolos! Las predicciones de los adivinos son un montón de mentiras necias; ¿qué consuelo hay en promesas que no llegan a cumplirse? Judá e Israel han sido engañados por ellos y por eso ahora vagan como ovejas perdidas; todos las atacan porque no tienen pastor que las defienda.
3 Mi ira se ha encendido contra los que dicen ser tus pastores, contra tus jefes, y los castigaré. Porque ha llegado el Señor Todopoderoso a defender a Judá, su rebaño. Lo haré fuerte y distinguido como caballo de honor en el combate. 4 De Judá saldrá la piedra del ángulo, que es la más importante de una construcción; y la estaca más resistente de su tienda de campaña; también el arco para la guerra; saldrán también eficaces gobernantes. 5 Entonces serán como guerreros valientes que dominan claramente a sus enemigos, dejándolos tendidos en las calles, y que enfrentan y derrotan también a las fuertes caballerías enemigas, porque saben que el Señor está con ellos.
6 «Yo fortaleceré a Judá, y protegeré a la casa de Israel. Haré que de nuevo sean prósperos y felices, porque los amo. Será como si nunca los hubiera desechado, porque yo, el Señor su Dios, habré escuchado sus oraciones llenas de angustia. 7 Los de Efraín serán como guerreros poderosos. Estarán alegres como si hubieran bebido vino. Sus hijos también verán las misericordias del Señor y se alegrarán. Ellos también estarán felices al darse cuenta que el Señor siempre está con ellos. 8 Los llamaré con silbido y ellos vendrán corriendo; cuando los haya rescatado, volverán a ser un pueblo numeroso y fuerte, como lo fueron en el pasado.
9 »Aunque los esparza como semillas entre las naciones, aún en esos pueblos lejanos se acordarán de mí. Aunque llegaran a vivir con sus hijos lejos de su tierra, regresarán a ella de nuevo. 10 Los haré volver de Egipto y de Asiria y los restableceré en Israel, en Galaad y en el Líbano; ¡y hasta les quedará faltando espacio! 11 Ellos pasarán a salvo por el mar de la angustia porque yo aquietaré sus olas. Haré que el profundo Nilo quede seco por completo. ¡Acabaré con el orgullo de Asiria, y derribaré la prepotencia de Egipto!
12 »Yo mismo fortaleceré a mi pueblo, y haré que avancen confiados en mi permanente ayuda. Lo afirmo yo, que soy el Señor Todopoderoso».
11 ¡Líbano! ¡Abre tus puertas, para que el fuego devore tus cedros! 2 Lloren, pinos, por todos los cedros destruidos; los más altos y hermosos de ellos cayeron. ¡Griten de miedo, encinas de Basán! ¡Lloren por ese enorme bosque que ha sido devorado por el fuego! 3 ¡Se escucha el llanto de los pastores al ver cómo desaparece la pradera! ¡Se oye el rugido triste de los leones que quedan en desamparado! ¡La llanura fértil del Jordán se ha convertido en paraje desolado y triste!
Los dos pastores
4 Entonces me dijo el Señor mi Dios: «Apacienta las ovejas que van a ser llevadas al matadero. 5 Los que las compran, las matan sin sentir ninguna culpa; y los que las venden dicen: “¡Gracias a Dios, ahora soy rico!”. Ni siquiera a sus propios pastores les importa su suerte. 6 Por ello tampoco yo tendré compasión de la gente de este país, dice el Señor. Dejaré que sus propios jefes impíos se apoderen de ellos. Dejaré que los exploten y opriman, y no haré nada por defenderlos».
7 Así que tomé dos varas de pastor y las llamé «Gracia» y «Unión», y apacenté las ovejas, es decir, a la gente más desprotegida del pueblo, en la forma que se me había ordenado. 8 Me deshice de tres pastores malvados en un solo mes. Realmente no podía soportar su ineficacia, además de que ellos me odiaban.
9 Así que les dije: «No seré más su pastor. La que muera, que muera. Si las matan, no me importará. Sigan adelante, ¡destrúyanse ustedes mismas! ¡Cómanse unas a otras, si eso es lo que quieren!».
10 Entonces tomé la vara de pastor llamada «Gracia» y la partí. De este modo di a entender que Dios había roto el pacto de gracia que había hecho con todas las naciones. 11 Eso puso fin al pacto. Entonces los que miraban comprendieron que Dios les daba un mensaje por medio de lo que hice.
12 Y yo dije a los jefes: «Si les parece bien, páguenme mi salario, lo que estimen conveniente, y si no, quédense con él». Entonces ellos me dieron como pago solamente treinta monedas de plata.
13 Entonces el Señor me dijo: «¡Toma esas monedas, ese “espléndido salario” que me han dado, y deposítalas en la tesorería del templo!». Así que tomé las treinta moneditas y las eché en la tesorería.
14 Entonces quebré la otra vara de pastor, a la que había llamado «Unión», para mostrar que el lazo de unión entre Judá e Israel quedaba roto.
15 Luego el Señor me dijo: «Ahora te vestirás como uno de esos malos pastores, que no cuidan a sus ovejas. 16 Porque voy a darle a esta nación un pastor que no se preocupará de las moribundas; no buscará las pequeñas, ni curará a las heridas, ni llevará a las cansadas en sus brazos; en cambio, se comerá a las gordas y les romperá las pezuñas».
17 ¡Ay del pastor que no sirve para nada, que abandona su rebaño! ¡Que una espada le hiera su brazo, y no le quede sirviendo para nada! ¡Que un cuchillo le saque su ojo derecho, para que no vuelva a ver con él!
Destrucción de los enemigos de Jerusalén
12 Este es el mensaje que el Señor tiene acerca de Israel: El Señor, que hizo los cielos, que puso los fundamentos de la tierra y que le dio vida al ser humano, dice esto:
2 «Haré que Jerusalén sea como una copa de vino que embriague a los pueblos vecinos. También Judá, como Jerusalén, será sitiada. 3 Entonces todos los pueblos se juntarán para atacarla. Pero, en ese día, haré que Jerusalén sea como una piedra pesada a la que todos tratarán de levantar. Sin embargo, todos los que lo hagan van a fracasar, y quedarán aplastados debajo de ella.
4 »En aquel día», dice el Señor, «yo espantaré a todos los caballos, y enloqueceré a todos los jinetes. Ese día dejaré ciegos a todos los caballos de los pueblos, pero cuidaré con toda atención a mi pueblo Judá. 5 Entonces los jefes de Judá dirán: “¡El Señor Todopoderoso es la fortaleza de Jerusalén! ¡En él basan su gran fuerza!”.
6 »En ese tiempo haré que los jefes de Judá sean como un pequeño fuego que enciende un gran bosque, como antorcha encendida entre las gavillas de paja seca; acabarán con las naciones vecinas como lo hace el fuego con la paja, mientras Jerusalén quedará inconmovible, y volverá a ser habitada. 7 El Señor salvará, en primer lugar, a las otras familias de Judá, antes que a la familia de David. De ese modo, todos entenderán que para el Señor todos los miembros de su pueblo son de igual valor. Así que la familia de David no podrá pensar que es más importante que las otras.
8 »En ese tiempo, el Señor defenderá al pueblo de Jerusalén; el más débil de sus habitantes será tan poderoso como el rey David. Y la descendencia real será como Dios mismo, como el ángel del Señor que va delante de ellos.
9 »En ese tiempo, destruiré a todas las naciones que se movilicen para atacar a Jerusalén. 10 Entonces llenaré las vidas de los habitantes de Jerusalén de espíritu de gracia y oración, y ellos pondrán su atención en mí, a quien traspasaron, y se lamentarán de su antiguo error como se llora la muerte de un primogénito, habrá luto como si se les hubiera muerto el hijo mayor.
11 »En aquel día, el lamento que habrá en Jerusalén será tan grande como el que los paganos hacen por su dios Hadad Rimón en el valle de Meguido.
12-14 »Todo Israel llorará con profundo pesar. Toda la nación hará lamento con una aflicción que será general: rey, profeta, sacerdote y pueblo. Cada familia, por separado, llorará y hará duelo. Será igual para la familia de David, la de Natán, la de Leví, la de Simí, y todas las demás. Hombres y mujeres llorarán por igual. Cada familia llorará su propia tragedia, y también se hará duelo por el destino de todo el pueblo.
Limpieza del pecado
13 »En aquel día será como abrir un gran manantial en donde la descendencia real de David y todos los habitantes de Jerusalén puedan purificarse de todas las maldades que han cometido.
2 »En aquel día, dice el Señor Todopoderoso, haré desaparecer todo vestigio de adoración de ídolos de la tierra, de tal modo que se olvidará aun el nombre de esos ídolos. Todo falso profeta, junto con su espíritu de mentira que los inspira, será también eliminado. 3 Y si alguien comienza nuevamente con profecías falsas, su propio padre o su madre lo matarán. “Debes morir”, le dirán, “porque has difundido mentiras como si fueran mensajes de parte del Señor”.
4 »Entonces nadie se jactará de tener dones proféticos. Nadie usará la túnica típica de profeta para engañar nuevamente al pueblo con sus mentiras. 5 En vez de jactarse que son profetas, cada uno dirá: “No, yo no soy profeta; soy campesino. Toda mi vida me la he pasado en el campo”. 6 Y si alguien le pregunta: “Entonces, ¿qué significan las cicatrices que tienes en las manos?”, él responderá: “Son heridas que me hicieron mis propios amigos”.
El pastor herido, las ovejas dispersas
7 »El Señor Todopoderoso exclama: ¡Mi espada será lanzada contra mi pastor, contra aquel que había hecho mi compañero de confianza! ¡Herido el pastor, entonces las ovejas se dispersarán! ¡Yo mismo me encargaré de matar a los corderitos!
8 »Dos tercios del pueblo de Israel serán exterminados, pero un tercio quedará a salvo sobre la tierra. 9 A este tercio restante lo someteré a una dura prueba, será como hacerlo pasar por el fuego para purificarlo, así como se hace con el oro y la plata para refinarlos. Entonces se dirigirán a mí con oraciones fervientes y yo les pondré atención. Diré: “¡Este es mi pueblo!”, y ellos dirán: “El Señor es nuestro Dios”.
El reinado venidero del Señor
14 »¡Cuidado! ¡Se acerca el día en que el Señor se manifestará con poder! 2 En aquel día, el Señor reunirá a las naciones para que ataquen a Jerusalén; la ciudad será tomada, serán saqueadas las casas, se repartirá el botín, las mujeres serán violadas; la mitad de la población será llevada cautiva a la esclavitud, pero la otra mitad se quedará aquí en su tierra.
3 »Entonces intervendrá el Señor, y peleará a favor de Israel contra todas las naciones enemigas que lo habían atacado; peleará como en sus grandes días de guerra. 4 En ese día pondrá sus pies sobre el monte de los Olivos, el que está al oriente de Jerusalén, y el monte se partirá en dos, formando un extenso valle que irá de este a oeste, porque una mitad del monte se moverá hacia el norte, y la otra mitad lo hará hacia el sur. 5 Entonces ustedes podrán escapar por aquel valle, hacia Asal. Sí, huirán como lo hicieron sus antepasados hace muchos años, cuando hubo un terremoto en tiempos de Uzías, rey de Judá. Y entonces vendrá el Señor mi Dios, y todos sus santos le acompañarán.
6 »En aquel día no se sabrá con precisión si es de día o de noche. 7 Será un día único, muy especial, que sólo el Señor sabe cómo será. No habrá días ni noches como estamos acostumbrados; a la hora que normalmente anochece habrá plena luz.
8 »En aquel día, las aguas que todo lo llenan de vida y verdor fluirán desde Jerusalén, la mitad hacia el Mar Muerto y la otra mitad hacia el Mediterráneo, corriendo continuamente en invierno y en verano, sin agotarse. 9 Y el Señor será Rey sobre toda la tierra. En aquel día solo el Señor será reconocido como Dios, y sólo su nombre será reconocido como digno de honor y homenaje.
10 »Toda la tierra, desde Gueba, en el norte, hasta Rimón, al sur de Jerusalén, será una extensa llanura, pero Jerusalén estará en un sitio elevado, abarcando el área que se extiende desde la puerta de la ciudad de Benjamín hasta el lugar conocido como de la puerta Vieja, y hasta la puerta del Ángulo, y desde la torre de Jananel hasta donde se encuentran los lagares del rey. 11 Y Jerusalén será de nuevo habitada por sus propios ciudadanos; en ella se gozará de paz y seguridad, y nunca más volverá a ser destruida.
12 »Y el Señor enviará una plaga contra todos los pueblos que lucharon contra Jerusalén. Serán como cadáveres vivientes, pues se les pudrirá la carne, se les hundirán los ojos en sus cuencas, y la lengua se les pegará al paladar. 13 Se llenarán del terror y la angustia provocados por el Señor, y pelearán unos contra otros, completamente confundidos.
14 »Toda Judá estará peleando en Jerusalén. En torno a Jerusalén serán reunidas las riquezas de las naciones vecinas, las que les serán arrebatadas por completo: grandes cantidades de oro, plata y vestidos. 15 La misma plaga alcanzará a caballos, mulas, camellos, burros y a todos los animales del campamento enemigo.
16 »Al final, los que sobrevivan la plaga subirán cada año a Jerusalén para ofrecer homenaje al Rey, al Señor Todopoderoso, y para celebrar la fiesta de los Tabernáculos. 17 Y toda nación, de cualquier parte del mundo, que se niegue a venir a Jerusalén a ofrecer homenaje al Rey, al Señor Todopoderoso, no recibirá lluvia. 18 Y si los de Egipto se niegan a acudir, tampoco recibirán lluvia. El Señor castigará con alguna otra plaga a quienes no suban a Jerusalén a participar de la fiesta de los Tabernáculos. 19 Así que Egipto y los demás países serán castigados con sequía si se niegan a subir a participar de dicha fiesta.
20 »En aquel día habrá la siguiente inscripción en las campanillas de los caballos: “Consagrado al Señor”. Las ollas que se usan en el templo del Señor serán consideradas tan especiales y de uso exclusivo como las copas que se usan para esparcir la sangre frente al altar del sacrificio, en el templo. 21 En realidad, todas las ollas que haya en Jerusalén y en Judá, serán consagradas al Señor Todopoderoso. De modo que cualquiera que vaya a presentar un sacrificio al Señor, podrá usarlas y cocer en ellas. En aquel día ya no habrá más mercaderes abusivos en el templo del Señor Todopoderoso».
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