Beginning
I.— COMPLEMENTOS AL LIBRO DE JOSUÉ (1,1—2,5)
Establecimiento de Judá, Simeón, Caleb y los quenitas
1 Muerto Josué, los israelitas hicieron esta consulta al Señor:
— ¿Quién de nosotros será el primero en combatir contra los cananeos?
2 El Señor respondió:
— Será Judá en cuyas manos he puesto el país. 3 Judá dijo a su hermano Simeón:
— Ven conmigo al territorio que me ha tocado; atacaremos a los cananeos y después yo también iré contigo a tu territorio.
Y Simeón marchó con él. 4 Subió Judá, y el Señor hizo que derrotara a los cananeos y a los fereceos matando en Bécec a diez mil hombres. 5 Encontraron en Bécec a Adoni Bécec, lo atacaron y derrotaron a los cananeos y a los fereceos. 6 Adoni Bécec escapó, pero lo persiguieron, lo capturaron y le cortaron los pulgares de manos y pies. 7 Y Adoni Bécec dijo:
— Setenta reyes, con los pulgares de manos y pies cortados, recogían migajas bajo mi mesa. Dios me ha pagado según mi conducta.
Lo llevaron a Jerusalén y allí murió.
8 Los de la tribu de Judá atacaron a Jerusalén, la conquistaron, la pasaron a cuchillo y prendieron fuego a la ciudad. 9 Después, los de la tribu de Judá bajaron a atacar a los cananeos que ocupaban la Montaña, el Négueb y la Sefela. 10 Se dirigió luego Judá contra los cananeos que habitaban en Hebrón (que antes se llamaba Quiriat Arbá) y derrotó a Sesay, a Ajimán y a Talmay. 11 A continuación marchó contra los habitantes de Debir (que antes se llamaba Quiriat Séfer). 12 Y Caleb dijo:
— Al que ataque a Quiriat Séfer y la conquiste, le daré por esposa a mi hija Axá.
13 La conquistó Otoniel, hijo de Quenaz, el hermano pequeño de Caleb. Y Caleb le dio por esposa a su hija Axá. 14 Cuando iba a casa de su marido, Otoniel la instigó para que pidiera a su padre un campo. Se apeó Axá del asno y Caleb le preguntó:
— ¿Qué quieres?
15 Ella contestó:
— Hazme un regalo. Ya que me has dado tierras en el Négueb, dame también manantiales de agua.
Y Caleb le dio los manantiales de arriba y los de abajo.
16 Los hijos del quenita Jobab, suegro de Moisés, subieron con los de Judá desde la ciudad de las Palmeras al desierto de Arad, y fueron a establecerse entre los amalecitas.
17 Judá y su hermano Simeón derrotaron a los cananeos que habitaban en Sefat y consagraron la ciudad al exterminio. Por eso la ciudad se llamó Jormá.
18 Judá no pudo apoderarse de Gaza y su comarca, ni de Ascalón y su comarca, ni de Ecrón y su comarca. 19 El Señor asistió a Judá, que conquistó la región montañosa; pero no pudo expulsar a los que habitaban la llanura porque tenían carros de hierro.
20 A Caleb le fue asignada Hebrón, según las órdenes de Moisés; y él expulsó de allí a los tres hijos de Anac. 21 Pero la tribu de Benjamín no consiguió expulsar a los jebuseos que habitaban en Jerusalén; por eso los jebuseos siguen habitando en Jerusalén con los benjaminitas hasta el día de hoy.
22 También los de la casa de José atacaron Betel; y el Señor los asistió. 23 Los de la casa de José hicieron un reconocimiento previo por los alrededores de Betel (que antes se llamaba Luz). 24 Los espías vieron a un hombre que salía de la ciudad y le dijeron:
— Indícanos por dónde se entra en la ciudad y tendremos compasión de ti.
25 Él les indicó la entrada de la ciudad. Los israelitas pasaron a cuchillo a sus habitantes, pero dejaron libre a aquel hombre con toda su familia. 26 El hombre marchó al país de los hititas y edificó allí una ciudad a la que llamó Luz. Es el nombre que tiene hasta la fecha.
Las tribus septentrionales
27 Manasés no pudo apoderarse de Bet Seán con sus aldeas, ni de Tanac con sus aldeas. No pudo expulsar a los habitantes de Dor con sus aldeas, ni a los de Jibleán con sus aldeas, ni a los de Meguido con sus aldeas; así que los cananeos siguieron ocupando la región. 28 Pero cuando Israel cobró más fuerza, sometió a los cananeos a trabajos forzados, aunque no llegó a expulsarlos.
29 Tampoco Efraín pudo expulsar a los cananeos que habitaban en Guécer, con lo que los cananeos siguieron viviendo en Guécer, en medio de Efraín. 30 Y lo mismo le sucedió a Zabulón: no pudo expulsar a los habitantes de Quitrón, ni a los de Nahalol; así que los cananeos se quedaron en medio de Zabulón, aunque sometidos a trabajos forzados. 31 Tampoco Aser pudo expulsar a los habitantes de Aco, ni a los de Sidón, ni a los de Majaleb, ni a los de Aczib, ni a los de Jelbá, ni a los de Afic, ni a los de Rejob; 32 por eso los de la tribu de Aser, al no poder expulsarlos, tuvieron que convivir con los cananeos que habitaban en la región.
33 Y tampoco Neftalí pudo expulsar a los habitantes de Bet Semes, ni a los de Bet Anat, y tuvo que convivir con los cananeos que ocupaban el país; pero los habitantes de Bet Semes y de Bet Anat fueron sometidos a trabajos forzados.
34 Los amorreos rechazaron hacia la montaña a los hijos de Dan y no les permitieron bajar a la llanura. 35 Los amorreos se mantuvieron en Jar Jéres, en Ayalón y en Salbín. Pero luego la tribu de José los sojuzgó y los sometió a trabajos forzados.
36 (El territorio de los edomitas se extendía desde la cuesta de Acrabín y de Selá hacia arriba).
El ángel del Señor anuncia desgracias a Israel
2 El ángel del Señor subió de Guilgal a Betel y dijo:
— Yo los saqué de Egipto, los traje a la tierra que había prometido con juramento a sus antepasados y les dije: “No romperé jamás mi alianza con ustedes; 2 por su parte, no harán alianza con los habitantes de este país y destruirán sus altares”. Pero ustedes no han escuchado mi voz. ¿Por qué han obrado así? 3 Por eso no los expulsaré ante ustedes; ellos serán sus opresores, y los dioses de ellos una trampa para ustedes.
4 Apenas el ángel del Señor dijo estas palabras a todos los israelitas, el pueblo se puso a llorar a gritos. 5 Así que llamaron a aquel lugar Bokín. Y ofrecieron allí sacrificios al Señor.
II.— HISTORIAS DE LOS “JUECES” (2,6—16,31)
Interpretación religiosa programática
6 Josué despidió al pueblo, y los israelitas se volvieron cada uno a su heredad para tomar posesión de ella. 7 El pueblo sirvió al Señor mientras vivieron Josué y los ancianos que le sobrevivieron y que habían sido testigos de todas las grandes hazañas que el Señor había hecho en favor de Israel. 8 Pero Josué, hijo de Nun, siervo del Señor, murió a la edad de ciento diez años. 9 Lo enterraron en el término de su heredad, en Timná Séraj, en la montaña de Efraín, al norte del monte Gaas. 10 También aquella generación fue a reunirse con sus antepasados y surgió otra generación que no conocía al Señor ni lo que había hecho por Israel.
11 Entonces los israelitas hicieron lo que desagrada al Señor: dieron culto a los Baales; 12 abandonaron al Señor, el Dios de sus antepasados, que los había sacado de Egipto, y siguieron a otros dioses de los pueblos de alrededor; se postraron ante ellos e irritaron al Señor. 13 Dejaron al Señor y dieron culto a Baal y a las Astartés. 14 Entonces se encolerizó el Señor contra Israel y los entregó en manos de salteadores que los saqueaban; los dejó a merced de los enemigos de alrededor y no pudieron ya resistir ante ellos. 15 En todas sus campañas el Señor se les ponía en contra haciendo que fracasaran tal como el Señor se lo tenía dicho y jurado. Los puso así en gran aprieto.
16 Pero entonces el Señor hacía surgir jueces que los ponían a salvo de quienes los saqueaban. 17 Sin embargo, tampoco hicieron caso de esos jueces. Dieron culto a otros dioses y se postraron ante ellos. Se desviaban en seguida del camino seguido por sus padres que habían sido dóciles a los mandamientos del Señor y no los imitaban.
18 Cuando el Señor les suscitaba jueces, el Señor asistía al juez y, mientras este vivía, estaban a salvo de sus enemigos, porque el Señor se compadecía de los gemidos que proferían ante los que los maltrataban y oprimían. 19 Pero en cuanto moría el juez, volvían a corromperse más todavía que sus padres e iban detrás de otros dioses, dándoles culto, postrándose ante ellos y siguiendo en todo las prácticas y la conducta obstinada de sus padres. 20 Así que el Señor se encolerizó con el pueblo israelita y dijo:
— Ya que este pueblo ha quebrantado la alianza que sellé con sus antepasados y no ha escuchado mi voz, 21 tampoco yo seguiré expulsando ante ellos a ninguno de los pueblos que Josué al morir dejó sin conquistar.
22 El Señor quería poner a prueba con esos pueblos a los israelitas, a ver si seguían o no los caminos del Señor, como los habían seguido sus antepasados. 23 Por eso el Señor no se metió con aquellos pueblos, y no los expulsó en seguida, ni los entregó en manos de Josué.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España