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Nueva Traducción Viviente (NTV)
Version
Isaías 59-63

Advertencias contra el pecado

59 ¡Escuchen! El brazo del Señor no es demasiado débil para no salvarlos,
    ni su oído demasiado sordo para no oír su clamor.
Son sus pecados los que los han separado de Dios.
    A causa de esos pecados, él se alejó
    y ya no los escuchará.
Las manos de ustedes son manos de asesinos,
    y tienen los dedos sucios de pecado.
Sus labios están llenos de mentiras
    y su boca vomita corrupción.

A nadie le importa ser justo y honrado;
    las demandas legales de la gente se basan en mentiras.
Conciben malas acciones
    y después dan a luz el pecado.
Incuban serpientes mortales
    y tejen telas de araña.
El que coma sus huevos morirá;
    al que los rompa le saldrán víboras.
Con sus telas de araña no se puede hacer ropa
    y nada de lo que ellos hacen es útil.
Todo lo que hacen está lleno de pecado,
    y la violencia es su sello característico.
Sus pies corren para hacer lo malo
    y se apresuran a matar.
Solo piensan en pecar;
    siempre hay sufrimiento y destrucción en sus caminos.
No saben dónde encontrar paz
    o qué significa ser justo y bueno.
Han trazado caminos torcidos
    y quienes los siguen no conocen un momento de paz.

Por eso no hay justicia entre nosotros
    y no sabemos nada acerca de vivir con rectitud.
Buscamos luz, pero solo encontramos oscuridad;
    buscamos cielos radiantes, pero caminamos en tinieblas.
10 Andamos a tientas, como los ciegos junto a una pared,
    palpando para encontrar el camino, como la gente que no tiene ojos.
Hasta en lo más radiante del mediodía,
    tropezamos como si estuviera oscuro.
Entre los vivos,
    somos como los muertos.
11 Gruñimos como osos hambrientos;
    gemimos como el arrullo lastimero de las palomas.
Buscamos la justicia, pero nunca llega;
    buscamos el rescate, pero está muy lejos de nosotros.
12 Pues nuestros pecados se han acumulado ante Dios
    y testifican en contra de nosotros.
    Así es, sabemos muy bien lo pecadores que somos.
13 Sabemos que nos hemos rebelado contra el Señor y también lo hemos negado;
    le hemos dado la espalda a nuestro Dios.
Sabemos que hemos sido injustos y opresores,
    preparando con cuidado nuestras mentiras engañosas.
14 Nuestros tribunales se oponen a los justos,
    y no se encuentra justicia por ninguna parte.
La verdad tropieza por las calles
    y la honradez ha sido declarada ilegal.
15 Sí, la verdad ha desaparecido
    y se ataca a todo el que abandona la maldad.

El Señor miró y le desagradó
    descubrir que no había justicia.
16 Estaba asombrado al ver que nadie intervenía
    para ayudar a los oprimidos.
Así que se interpuso él mismo para salvarlos con su brazo fuerte,
    sostenido por su propia justicia.
17 Se puso la justicia como coraza
    y se colocó en la cabeza el casco de salvación.
Se vistió con una túnica de venganza
    y se envolvió en un manto de pasión divina.
18 Él pagará a sus enemigos por sus malas obras,
    y su furia caerá sobre sus adversarios;
    les dará su merecido hasta los confines de la tierra.
19 En el occidente, la gente respetará el nombre del Señor;
    en el oriente, lo glorificará.
Pues él vendrá como una tempestuosa marea,
    impulsado por el aliento del Señor.[a]

20 «El Redentor vendrá a Jerusalén
    para rescatar en Israel
a los que se hayan apartado de sus pecados»[b],
    dice el Señor.

21 «Y este es mi pacto con ellos—dice el Señor—. Mi Espíritu no los dejará, ni tampoco estas palabras que les he dado. Estarán en sus labios y en los labios de sus hijos, y de los hijos de sus hijos, para siempre. ¡Yo, el Señor, he hablado!

Gloria futura de Jerusalén

60 »¡Levántate, Jerusalén! Que brille tu luz para que todos la vean.
    Pues la gloria del Señor se levanta para resplandecer sobre ti.
Una oscuridad negra como la noche cubre a todas las naciones de la tierra,
    pero la gloria del Señor se levanta y aparece sobre ti.
Todas las naciones vendrán a tu luz;
    reyes poderosos vendrán para ver tu resplandor.

»¡Levanta los ojos, porque todo el mundo vuelve a casa!
    Tus hijos llegan desde tierras lejanas;
    tus hijas pequeñas serán traídas en brazos.
Resplandecerán tus ojos,
    y tu corazón se estremecerá de alegría
porque los mercaderes del mundo entero vendrán a ti.
    Te traerán las riquezas de muchos países.
Enormes caravanas de camellos convergerán en ti;
    los camellos de Madián y de Efa.
Los habitantes de Saba traerán oro e incienso
    y vendrán adorando al Señor.
A ti te serán dados los rebaños de Cedar,
    y los carneros de Nebaiot serán traídos para mis altares.
Aceptaré sus ofrendas
    y haré glorioso mi templo.

»¿Y qué veo volando hacia Israel como las nubes,
    como las palomas hacia su nido?
Son barcos de los confines de la tierra,
    de países que confían en mí,
    con los grandes barcos de Tarsis a la cabeza.
Traen al pueblo de Israel de regreso a su hogar desde muy lejos,
    transportando su plata y su oro.
Honrarán al Señor tu Dios,
    al Santo de Israel,
    porque él te ha llenado de esplendor.

10 »Vendrán extranjeros para reconstruir tus ciudades
    y sus reyes te servirán.
Aunque te destruí en mi enojo,
    ahora tendré misericordia de ti por mi gracia.
11 Tus puertas permanecerán abiertas de día y de noche
    para recibir las riquezas de muchos países.
Los reyes del mundo serán llevados como cautivos
    en un desfile victorioso.
12 Las naciones que se nieguen a servirte
    serán destruidas.

13 »La gloria del Líbano será tuya
    —los bosques de ciprés, de abeto y de pino—
para embellecer mi santuario.
    ¡Mi templo será glorioso!
14 Los descendientes de los que te atormentaron
    vendrán a inclinarse ante ti.
Los que te despreciaron
    te besarán los pies.
Te llamarán la Ciudad del Señor,
    y Sion del Santo de Israel.

15 »Aunque una vez fuiste despreciada y odiada,
    y nadie pasaba por tus calles,
yo te haré hermosa para siempre,
    una alegría para todas las generaciones.
16 Reyes poderosos y grandes naciones
    colmarán todas tus necesidades,
como si fueras un niño
    amamantado por una reina.
Por fin sabrás que yo, el Señor,
    soy tu Salvador y tu Redentor,
    el Poderoso de Israel.[c]
17 Cambiaré tu bronce por oro,
    tu hierro por plata,
tu madera por bronce
    y tus piedras por hierro.
Haré que la paz sea tu líder,
    y la justicia, tu gobernante.
18 La violencia desaparecerá de tu tierra;
    se terminarán la desolación y la destrucción de la guerra.
La salvación te rodeará como las murallas de una ciudad,
    y la alabanza estará en los labios de todos los que entren allí.

19 »Ya no necesitarás que el sol brille durante el día,
    ni que la luna alumbre durante la noche,
porque el Señor tu Dios será tu luz perpetua,
    y tu Dios será tu gloria.
20 Tu sol nunca se pondrá;
    tu luna nunca descenderá.
Pues el Señor será tu luz perpetua.
    Tus días de duelo llegarán a su fin.
21 Todo tu pueblo será justo;
    poseerá para siempre su tierra,
pues yo lo plantaré allí con mis propias manos
    con el fin de darme gloria a mí mismo.
22 La familia más pequeña se convertirá en mil personas,
    y el grupo más diminuto se convertirá en una nación poderosa.
    A su debido tiempo, yo, el Señor, haré que esto suceda».

Buenas noticias para los oprimidos

61 El Espíritu del Señor Soberano está sobre mí,
    porque el Señor me ha ungido
    para llevar buenas noticias a los pobres.
Me ha enviado para consolar a los de corazón quebrantado
    y a proclamar que los cautivos serán liberados
    y que los prisioneros serán puestos en libertad.[d]
Él me ha enviado para anunciar a los que se lamentan
    que ha llegado el tiempo del favor del Señor[e]
    junto con el día de la ira de Dios contra sus enemigos.
A todos los que se lamentan en Israel[f]
    les dará una corona de belleza en lugar de cenizas,
una gozosa bendición en lugar de luto,
    una festiva alabanza en lugar de desesperación.
Ellos, en su justicia, serán como grandes robles
    que el Señor ha plantado para su propia gloria.

Reconstruirán las ruinas antiguas,
    reparando ciudades destruidas hace mucho tiempo.
Las resucitarán,
    aunque hayan estado desiertas por muchas generaciones.
Los extranjeros serán sus siervos;
    alimentarán a los rebaños de ustedes,
ararán sus campos
    y cuidarán de sus viñedos.
Ustedes serán llamados sacerdotes del Señor,
    ministros de nuestro Dios.
Se alimentarán de los tesoros de las naciones
    y se jactarán de sus riquezas.
Disfrutarán de una doble honra
    en lugar de vergüenza y deshonra.
Poseerán una doble porción de prosperidad en su tierra,
    y una alegría eterna será suya.

«Pues yo, el Señor, amo la justicia;
    odio el robo y la fechoría.
Recompensaré fielmente a mi pueblo por su sufrimiento
    y haré un pacto eterno con él.
Sus descendientes serán reconocidos
    y honrados entre las naciones.
Todo el mundo se dará cuenta de que es un pueblo
    al que el Señor ha bendecido».

10 ¡Me llené de alegría en el Señor mi Dios!
    Pues él me vistió con ropas de salvación
    y me envolvió en un manto de justicia.
Soy como un novio vestido para su boda
    o una novia con sus joyas.
11 El Señor Soberano mostrará su justicia a las naciones del mundo.
    ¡Todos lo alabarán!
Su justicia será como un huerto a comienzos de la primavera,
    cuando brotan las plantas por todas partes.

Isaías ora por Jerusalén

62 Debido a que amo a Sion,
    no me quedaré quieto.
Debido a que mi corazón suspira por Jerusalén,
    no puedo quedarme callado.
No dejaré de orar por ella
    hasta que su justicia resplandezca como el amanecer
    y su salvación arda como una antorcha encendida.
Las naciones verán tu justicia
    y los líderes del mundo quedarán cegados por tu gloria.
Tú recibirás un nombre nuevo
    de la boca del Señor mismo.
El Señor te sostendrá en su mano para que todos te vean,
    como una corona espléndida en la mano de Dios.
Nunca más te llamarán «La ciudad abandonada»[g]
    ni «La tierra desolada»[h].
Tu nuevo nombre será «La ciudad del deleite de Dios»[i]
    y «La esposa de Dios»[j],
porque el Señor se deleita en ti
    y te reclamará como su esposa.
Tus hijos se dedicarán a ti, oh Jerusalén,
    como un joven se dedica a su esposa.
Entonces Dios se regocijará por ti
    como el esposo se regocija por su esposa.

Oh Jerusalén, yo he puesto centinelas en tus murallas;
    ellos orarán continuamente, de día y de noche.
    No descansen, ustedes que dirigen sus oraciones al Señor.
No le den descanso al Señor hasta que termine su obra,
    hasta que haga de Jerusalén el orgullo de toda la tierra.
El Señor le ha jurado a Jerusalén por su propia fuerza:
    «Nunca más te entregaré a tus enemigos;
nunca más vendrán guerreros extranjeros
    para llevarse tu grano y tu vino nuevo.
Ustedes cultivaron el grano, y ustedes lo comerán,
    alabando al Señor.
Dentro de los atrios del templo,
    ustedes mismos beberán el vino que prensaron».

10 ¡Salgan por las puertas!
    ¡Preparen la carretera para el regreso de mi pueblo!
Emparejen el camino, saquen las rocas
    y levanten una bandera para que la vean todas las naciones.
11 El Señor ha enviado el siguiente mensaje a cada país:
    «Díganle al pueblo de Israel:[k]
“Miren, ya viene su Salvador.
    Vean, él trae consigo su recompensa”».
12 Serán llamados «El pueblo santo»
    y «El pueblo redimido por el Señor».
Y Jerusalén será conocida como «El lugar deseable»
    y «La ciudad ya no abandonada».

Juicio contra los enemigos del Señor

63 ¿Quién es este que viene desde Edom,
    desde la ciudad de Bosra,
    con sus ropas teñidas de rojo?
¿Quién es este que lleva vestiduras reales
    y marcha en su gran fuerza?

«¡Soy yo, el Señor, proclamando su salvación!
    ¡Soy yo, el Señor, quien tiene el poder para salvar!».

¿Por qué están tan rojas tus ropas,
    como si hubieras estado pisando uvas?

«Estuve pisando el lagar yo solo;
    no había nadie allí para ayudarme.
En mi enojo, he pisado a mis enemigos
    como si fueran uvas.
En mi furia he pisado a mis adversarios;
    su sangre me ha manchado la ropa.
Ha llegado la hora de cobrar venganza por mi pueblo,
    de rescatar a mi pueblo de sus opresores.
Estaba asombrado al ver que nadie intervenía
    para ayudar a los oprimidos.
Así que yo mismo me interpuse para salvarlos con mi brazo fuerte,
    y mi ira me sostuvo.
Aplasté a las naciones en mi enojo,
    las hice tambalear y caer al suelo,
    y derramé su sangre sobre la tierra».

Alabanza por la liberación

Hablaré del amor inagotable del Señor;
    alabaré al Señor por todo lo que ha hecho.
Me alegraré por su gran bondad con Israel,
    que le concedió según su misericordia y su amor.
Él dijo: «Ellos son mi pueblo.
    Ciertamente no volverán a traicionarme».
    Y se convirtió en su Salvador.
Cuando ellos sufrían, él también sufrió,
    y él personalmente[l] los rescató.
En su amor y su misericordia los redimió;
    los levantó y los tomó en brazos
    a lo largo de los años.
10 Pero ellos se rebelaron contra él
    y entristecieron a su Santo Espíritu.
Así que él se convirtió en enemigo de ellos
    y peleó contra ellos.

11 Entonces recordaron los días de antaño
    cuando Moisés sacó a su pueblo de Egipto.
Clamaron: «¿Dónde está el que llevó a Israel a través del mar
    con Moisés como pastor?
¿Dónde está el que envió a su Santo Espíritu
    para que estuviera en medio de su pueblo?
12 ¿Dónde está aquel que manifestó su poder
    cuando Moisés levantó su mano,
el que dividió el mar delante de ellos
    y se hizo famoso para siempre?
13 ¿Dónde está el que los hizo pasar por el fondo del mar?
    Eran como magníficos sementales
    que corrían por el desierto sin tropezar.
14 Al igual que el ganado que desciende a un valle pacífico,
    el Espíritu del Señor les daba descanso.
Tú guiaste a tu pueblo, Señor,
    y te ganaste una magnífica reputación».

Oración por misericordia y perdón

15 Señor, mira desde el cielo;
    míranos desde tu santo y glorioso hogar.
¿Dónde están la pasión y el poder
    que solías manifestar a nuestro favor?
    ¿Dónde están tu misericordia y tu compasión?
16 ¡Ciertamente tú sigues siendo nuestro Padre!
    Aunque Abraham y Jacob[m] nos desheredaran,
tú, Señor, seguirías siendo nuestro Padre.
    Tú eres nuestro Redentor desde hace siglos.
17 Señor, ¿por qué permitiste que nos apartáramos de tu camino?
    ¿Por qué nos diste un corazón terco para que dejáramos de temerte?
Regresa y ayúdanos, porque somos tus siervos,
    las tribus que son tu posesión más preciada.
18 Por poco tiempo tu pueblo santo poseyó tu lugar santo,
    y ahora nuestros enemigos lo han destruido.
19 Algunas veces parece como si nunca te hubiéramos pertenecido;
    es como si nunca hubiéramos sido conocidos como tu pueblo.

Nueva Traducción Viviente (NTV)

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