Beginning
El Siervo escogido del Señor
42 »Miren a mi siervo, al que yo fortalezco;
él es mi elegido, quien me complace.
He puesto mi Espíritu sobre él;
él hará justicia a las naciones.
2 No gritará
ni levantará su voz en público.
3 No aplastará a la caña más débil,
ni apagará una vela que titila.
Les hará justicia a todos los agraviados.
4 No vacilará ni se desalentará
hasta que prevalezca la justicia en toda la tierra.
Aun las tierras lejanas más allá del mar esperarán sus instrucciones[a]».
5 Dios, el Señor, creó los cielos y los extendió;
creó la tierra y todo lo que hay en ella.
Él es quien da aliento a cada uno
y vida a todos los que caminan sobre la tierra.
Y es él quien dice:
6 «Yo, el Señor, te he llamado para manifestar mi justicia.
Te tomaré de la mano y te protegeré,
y te daré a mi pueblo, los israelitas,
como símbolo de mi pacto con ellos.
Y serás una luz para guiar a las naciones.
7 Abrirás los ojos de los ciegos;
pondrás a los cautivos en libertad,
soltando a los que están en calabozos oscuros.
8 »¡Yo soy el Señor; ese es mi nombre!
No le daré mi gloria a nadie más,
ni compartiré mi alabanza con ídolos tallados.
9 Todo cuanto profeticé se ha hecho realidad,
y ahora profetizaré de nuevo;
les diré el futuro antes de que suceda».
Canción de alabanza al Señor
10 ¡Canten al Señor un nuevo cántico!
¡Canten sus alabanzas desde los confines de la tierra!
Canten, ustedes que navegan los mares,
los que viven en las costas lejanas.
11 Únanse al coro, ciudades del desierto;
que las aldeas de Cedar se alegren.
Que el pueblo de Sela cante de alegría;
que grite alabanzas desde las cumbres de los montes.
12 Que el mundo entero glorifique al Señor;
que cante su alabanza.
13 El Señor marchará como un héroe poderoso;
saldrá como guerrero lleno de furia.
Lanzará su grito de batalla
y aplastará a todos sus enemigos.
14 Dirá: «He guardado silencio por mucho tiempo;
sí, me he contenido.
Pero ahora, como una mujer que da a luz,
gritaré, gemiré y jadearé.
15 Allanaré los montes y las colinas
y arruinaré toda su vegetación.
Convertiré los ríos en tierra seca
y secaré todas las lagunas.
16 Guiaré al ciego Israel por una senda nueva,
llevándolo por un camino desconocido.
Iluminaré las tinieblas a su paso
y allanaré el camino delante de ellos.
Ciertamente yo haré estas cosas;
no los abandonaré.
17 Pero los que confían en ídolos,
los que dicen: “Ustedes son nuestros dioses”,
se alejarán avergonzados.
Israel no ha querido escuchar ni ver
18 »¡Escuchen ustedes, sordos!
¡Miren y vean, ciegos!
19 ¿Quién es tan ciego como mi propio pueblo, mi siervo?
¿Quién es tan sordo como mi mensajero?
¿Quién es tan ciego como mi pueblo elegido,
el siervo del Señor?
20 Ustedes ven y reconocen lo que es correcto,
pero se niegan a hacerlo.
Escuchan con sus oídos,
pero en realidad no prestan atención».
21 Debido a que el Señor es justo,
él ha exaltado su ley gloriosa;
22 pero a su pueblo lo han robado y saqueado,
lo han esclavizado, metido en prisión y atrapado.
Es blanco fácil para cualquiera,
y no tiene a nadie que lo proteja,
a nadie que lo lleve de regreso a casa.
23 ¿Quién escuchará estas lecciones del pasado
y verá la ruina que le espera en el futuro?
24 ¿Quién permitió que robaran e hirieran a Israel?
Fue el Señor, contra quien pecamos,
porque los israelitas no quisieron andar por su camino,
ni quisieron obedecer su ley.
25 Por lo tanto, él derramó su furia sobre ellos
y los destruyó en batalla.
Las llamas los envolvieron,
pero aun así se negaron a entender.
El fuego los consumió,
pero no aprendieron su lección.
El Salvador de Israel
43 Pero ahora, oh Jacob, escucha al Señor, quien te creó.
Oh Israel, el que te formó dice:
«No tengas miedo, porque he pagado tu rescate;
te he llamado por tu nombre; eres mío.
2 Cuando pases por aguas profundas,
yo estaré contigo.
Cuando pases por ríos de dificultad,
no te ahogarás.
Cuando pases por el fuego de la opresión,
no te quemarás;
las llamas no te consumirán.
3 Pues yo soy el Señor, tu Dios,
el Santo de Israel, tu Salvador.
Yo di a Egipto como rescate por tu libertad;
en tu lugar di a Etiopía[b] y a Seba.
4 Entregué a otros a cambio de ti.
Cambié la vida de ellos por la tuya,
porque eres muy precioso para mí.
Recibes honra, y yo te amo.
5 »No tengas miedo, porque yo estoy contigo.
Te reuniré a ti y a tus hijos del oriente y del occidente.
6 Les diré al norte y al sur:
“Traigan a mis hijos e hijas de regreso a Israel
desde los rincones más lejanos de la tierra.
7 Traigan a todo el que me reconoce como su Dios,
porque yo los he creado para mi gloria.
Fui yo quien los formé”».
8 Saquen a la gente que tiene ojos pero está ciega,
que tiene oídos pero está sorda.
9 ¡Reúnan a las naciones!
¡Convoquen a los pueblos del mundo!
¿Cuál de sus ídolos acaso predijo cosas semejantes?
¿Cuál de ellos puede predecir lo que sucederá mañana?
¿Dónde están los testigos de tales predicciones?
¿Quién puede comprobar que han dicho la verdad?
10 «Pero tú eres mi testigo, oh Israel—dice el Señor—.
Tú eres mi siervo.
Tú has sido escogido para conocerme, para creer en mí
y comprender que solo yo soy Dios.
No hay otro Dios;
nunca lo hubo y nunca lo habrá.
11 Yo, sí, yo soy el Señor,
y no hay otro Salvador.
12 Primero predije tu rescate,
y después te salvé y lo proclamé ante el mundo.
Ningún dios extranjero jamás lo ha hecho.
Tú, Israel, eres testigo de que yo soy el único Dios
—dice el Señor—.
13 Desde la eternidad y hasta la eternidad, yo soy Dios.
No hay quien pueda arrebatar a nadie de mi mano;
nadie puede deshacer lo que he hecho».
Victoria prometida por el Señor
14 Esto dice el Señor, tu Redentor, el Santo de Israel:
«Por tu bien, enviaré un ejército contra Babilonia
y obligaré a los babilonios[c] a huir en esos barcos de los que están tan orgullosos.
15 Yo soy el Señor, tu Santo,
el Creador y Rey de Israel.
16 Yo soy el Señor, que abrió un camino a través de las aguas,
e hizo una senda seca a través del mar.
17 Yo llamé al poderoso ejército de Egipto
con todos sus carros de guerra y sus caballos.
Los sumergí debajo de las olas, y se ahogaron;
su vida se apagó como mecha humeante.
18 »Pero olvida todo eso;
no es nada comparado con lo que voy a hacer.
19 Pues estoy a punto de hacer algo nuevo.
¡Mira, ya he comenzado! ¿No lo ves?
Haré un camino a través del desierto;
crearé ríos en la tierra árida y baldía.
20 Los animales salvajes de los campos me darán las gracias,
y también los chacales y los búhos,
por darles agua en el desierto.
Sí, haré ríos en la tierra árida y baldía,
para que mi pueblo escogido pueda refrescarse.
21 Yo hice a Israel para mí mismo,
y algún día me honrará delante del mundo entero.
22 »Sin embargo, querida familia de Jacob, tú te niegas a pedirme ayuda.
¡Oh Israel, te has cansado de mí!
23 No me has traído ovejas ni cabras para ofrendas quemadas.
No me has honrado con sacrificios,
aun cuando no te he agobiado ni fatigado
con exigencias de ofrendas de granos y de incienso.
24 No me has traído el cálamo aromático,
ni me has agradado con la grasa de los sacrificios.
En cambio, me has agobiado con tus pecados
y me has cansado con tus faltas.
25 »Yo, sí, yo solo, borraré tus pecados por amor a mí mismo
y nunca volveré a pensar en ellos.
26 Revisemos juntos la situación,
y presenta tu defensa para demostrar tu inocencia.
27 Desde el principio, tu primer antepasado pecó contra mí;
todos tus líderes quebrantaron mis leyes.
28 Por eso yo he avergonzado a tus sacerdotes;
he decretado la destrucción total[d] de Jacob
y la vergüenza para Israel.
44 »Ahora, escúchame, Jacob, mi siervo,
Israel, mi elegido.
2 El Señor que te hizo y que te ayuda, dice:
“No tengas miedo, oh Jacob, siervo mío,
mi amado Israel,[e] mi elegido.
3 Pues derramaré agua para calmar tu sed
y para regar tus campos resecos;
derramaré mi Espíritu sobre tus descendientes,
y mi bendición sobre tus hijos.
4 Prosperarán como la hierba bien regada,
como sauces en la ribera de un río.
5 Algunos dirán con orgullo: ‘Yo le pertenezco al Señor’;
otros dirán: ‘Soy descendiente de Jacob’.
Algunos escribirán el nombre del Señor en sus manos
y tomarán para sí el nombre de Israel”».
Necedad de los ídolos
6 Esto dice el Señor, el Rey y Redentor de Israel, el Señor de los Ejércitos Celestiales:
«Yo soy el Primero y el Último;
no hay otro Dios.
7 ¿Quién es como yo?
Que se presente y les demuestre su poder;
que haga lo que yo he hecho desde tiempos antiguos
cuando establecí a un pueblo y expliqué su futuro.
8 No tiemblen; no tengan miedo.
¿Acaso no proclamé mis propósitos para ustedes hace mucho tiempo?
Ustedes son mis testigos: ¿hay algún otro Dios?
¡No! No hay otra Roca, ni una sola».
9 ¡Qué necios son los que fabrican ídolos!
Esos objetos tan apreciados, en realidad, no valen nada.
Los que adoran ídolos no saben esto,
así que todos terminan avergonzados.
10 ¿Quién sino un tonto se haría su propio dios,
un ídolo que no puede ayudarlo en nada?
11 Los que rinden culto a ídolos caerán en la deshonra
junto con todos esos artesanos—simples humanos—
que se declaran capaces de fabricar un dios.
Tal vez unan sus fuerzas,
pero estarán unidos en el terror y la vergüenza.
12 El herrero se ubica frente a su fragua para hacer una herramienta afilada,
martillándola y dándole forma con todas sus fuerzas.
Su trabajo le da hambre y se siente débil;
le da sed y se siente desmayar.
13 Después el tallador mide un bloque de madera
y sobre él traza un diseño.
Trabaja con el cincel y el cepillo
y lo talla formando una figura humana.
Le da belleza humana
y lo pone en un pequeño santuario.
14 Corta cedros;
escoge cipreses y robles;
planta pinos en el bosque
para que la lluvia los alimente.
15 Luego usa parte de la madera para hacer fuego,
y con esto se calienta y hornea su pan.
Después, aunque parezca increíble, toma lo que queda
y se hace un dios para rendirle culto;
hace un ídolo
y se inclina ante él.
16 Quema parte del árbol para asar la carne
y para darse calor.
Dice: «Ah, ¡qué bien se siente uno con este fuego!».
17 Luego toma lo que queda
y hace su dios: ¡un ídolo tallado!
Cae de rodillas ante el ídolo,
le rinde culto y le reza.
«¡Rescátame!—le dice—.
¡Tú eres mi dios!».
18 ¡Cuánta estupidez y cuánta ignorancia!
Tienen los ojos cerrados y no pueden ver;
tienen la mente cerrada y no pueden pensar.
19 La persona que hizo el ídolo nunca se detiene a reflexionar:
«¡Vaya, es solo un pedazo de madera!
Quemé la mitad para tener calor
y la usé para cocer el pan y asar la carne.
¿Cómo es posible que lo que queda sea un dios?
¿Acaso debo inclinarme a rendir culto a un pedazo de madera?».
20 El pobre iluso se alimenta de cenizas;
confía en algo que no puede ayudarlo en absoluto.
Sin embargo, no es capaz de preguntarse:
«Este ídolo que tengo en la mano, ¿no será una mentira?».
Restauración de Jerusalén
21 «Presta atención, oh Jacob,
porque tú eres mi siervo, oh Israel.
Yo, el Señor, te hice
y no te olvidaré.
22 He disipado tus pecados como una nube
y tus ofensas como la niebla de la mañana.
Vuelve a mí,
porque yo pagué el precio para ponerte en libertad».
23 Canten, oh cielos, porque el Señor ha hecho algo tan maravilloso.
¡Griten de júbilo, oh profundidades de la tierra!
¡Pónganse a cantar,
oh montes, bosques y todos los árboles!
Pues el Señor ha redimido a Jacob
y es glorificado en Israel.
24 Esto dice el Señor,
tu Redentor y Creador:
«Yo soy el Señor, que hizo todas las cosas;
yo solo extendí los cielos.
¿Quién estaba conmigo
cuando hice la tierra?
25 Expongo a los falsos profetas como mentirosos
y dejo en ridículo a los adivinos;
hago que los sabios den malos consejos,
y así demuestro que son unos necios.
26 Sin embargo, yo sí cumplo las predicciones de mis profetas.
Por medio de ellos le digo a Jerusalén: “Este lugar volverá a ser habitado”,
y a las ciudades de Judá: “Ustedes serán reconstruidas;
yo restauraré todas sus ruinas”.
27 Cuando hable a los ríos y les diga: “¡Séquense!”,
se secarán.
28 Cuando diga de Ciro: “Él es mi pastor”,
sin falta él hará lo que yo digo.
Él ordenará: “Reconstruyan Jerusalén”;
y dirá: “Restauren el templo”».
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