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Read the Bible from start to finish, from Genesis to Revelation.
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La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)
Version
Jeremías 14-17

Sequía, intercesión y destrucción

14 Palabra del Señor que recibió Jeremías con motivo de la sequía:

Judá está de luto,
sus puertas languidecen
por tierra, ennegrecidas.
Jerusalén lanza gritos.
Sus nobles han enviado
a sus sirvientes por agua;
ya llegan a los aljibes,
y no encuentran ni una gota;
ya regresan de vacío,
confusos, decepcionados,
con la cabeza cubierta.
La tierra está extenuada,
pues no hay lluvia en el país;
los labradores están decepcionados,
van con la cabeza cubierta.
Hasta la cierva en el campo
abandona a la cría tras parir:
está la tierra sin pastos.
Los asnos salvajes
están junto a las dunas,
ventean lo mismo que chacales;
tienen los ojos mortecinos:
está la tierra sin hierba.
Aunque nos acusen nuestras culpas,
haz algo, Señor, para honrar tu nombre.
Sí, son muchas nuestras rebeldías,
hemos pecado contra ti.
Esperanza de Israel,
salvador en la desgracia,
¿por qué te estás portando
como un forastero en el país,
lo mismo que un transeúnte
que sólo se queda a pernoctar?
¿Por qué te estás portando
como quien está adormecido,
como guerrero incapaz de salvar?
Pero tú, Señor, estás entre nosotros,
somos reconocidos por tu nombre.
¡No nos abandones!

10 Así piensa el Señor de este pueblo: Cierto, les gusta moverse y no ponen freno a sus pies. Pero el Señor no se complace en ellos: ahora se acuerda de sus culpas y va a castigar sus pecados. 11 Me dijo el Señor:

— No intercedas por el bien de este pueblo. 12 Aunque ayunen, no pienso escuchar sus gritos; y, aunque ofrezcan holocaustos y sacrificios, no voy a complacerme en ellos. Los pienso aniquilar mediante la espada, el hambre y la peste.

13 Yo respondí:

— ¡Ay, Señor mi Dios! La culpa es de los profetas que les dicen: “No verán la espada ni pasarán hambre; les concederé permanente seguridad en este lugar”.

14 Me contestó el Señor:

— Los profetas anuncian mentiras en mi nombre. No los envié ni les ordené tales cosas; no les dirigí la palabra. Les profetizan visiones y oráculos falsos, necedades y fantasías de su mente. 15 Por eso, así dice el Señor a los profetas que profetizan en mi nombre sin que yo los haya enviado, a esos que dicen que este país no experimentará la espada ni pasará hambre: Esos profetas serán consumidos por la espada y por el hambre. 16 Y el pueblo a quien profetizan yacerá tirado por las calles de Jerusalén, víctima del hambre y de la espada. Y nadie los enterrará: ni a ellos, ni a sus mujeres, ni a sus hijos ni a sus hijas. Haré que recaigan sobre ellos sus maldades.

17 Les comunicarás esta palabra:

Mis ojos se deshacen en lágrimas,
de noche y de día, sin descanso,
por el terrible quebranto sufrido
por la doncella, capital de mi pueblo,
herida de un golpe fatal.
18 Si salgo a descampado,
víctimas de la espada;
si entro en la ciudad,
extenuados por el hambre.
Incluso sacerdotes y profetas
recorren el país desorientados.
19 ¿De verdad has rechazado a Judá
y te has hartado de Sión?
¿Por qué nos hieres sin nadie que nos cure?
Esperábamos bienestar y nada va bien,
un tiempo para sanar, y llega el terror.
20 Señor, reconocemos nuestra maldad,
también la culpa de nuestros antepasados.
¡Hemos pecado contra ti!
21 Por amor a tu nombre, no nos rechaces;
no deshonres tu trono glorioso;
acuérdate y no rompas tu alianza con nosotros.
22 ¿Hay entre los paganos dioses de la lluvia,
o es el cielo el que descarga los chubascos?
¿No eres tú, Señor, Dios nuestro,
en quien ponemos nuestra esperanza?
¡Sí, tú eres quien hace todo eso!

15 Me dijo el Señor:

— Aunque se presentaran ante mí Moisés y Samuel, no me sentiría bien dispuesto hacia este pueblo. Échalos de mi presencia y que salgan. Y si te preguntan adónde han de salir, les dices: Así dice el Señor:

El destinado a la muerte, a la muerte;
el destinado a la espada, a la espada;
el destinado al hambre, al hambre;
el destinado al destierro, al destierro.

Les enviaré cuatro destructores —oráculo del Señor—: la espada para matar, los perros para despedazar, las aves del cielo y las bestias de la tierra para devorar y destrozar. Los pondré como escarmiento de todos los reinos de la tierra, por culpa de Manasés, hijo de Ezequías, rey de Judá; por lo que hizo en Jerusalén.

¿Quién te va a compadecer, Jerusalén?
¿Quién plañirá por ti?
¿Quién dará un rodeo
para interesarse por tu bienestar?
Fuiste tú quien me rechazaste
—oráculo del Señor—,
tú quien me diste la espalda;
por eso alargué mi mano para aniquilarte,
cansado ya de compadecerte.
Los aventé con el bieldo
por las ciudades del país;
dejé a mi pueblo sin hijos,
lo destruí por completo,
pero no cambiaron de conducta.
Aumenté el número de sus viudas
más que las arenas del mar;
contra las madres con hijos jóvenes
traje devastadores en pleno mediodía;
precipité sobre ellas de repente
pánico y turbación.
La que ha parido siete hijos
desfallece exhalando suspiros;
se pone para ella el sol en pleno día,
está desconcertada y confusa.
El resto lo entregaré a la espada
como presa para sus enemigos
—oráculo del Señor—.

Segunda confesión de Jeremías

10 ¡Ay de mí, madre mía,
pues me has engendrado
para pleitear y discutir por todo el país!
Ni he prestado ni me han prestado,
y en cambio todos me maldicen.
11 Dijo el Señor:
¿No te he fortalecido para bien?
¿No he intervenido en tu favor
cuando el enemigo te causaba
desgracias y peligros?
12 ¿Puede romperse el hierro,
el hierro del norte y el bronce?
13 Voy a entregar al pillaje
tu riqueza y tus tesoros
por los pecados que has cometido
en todo tu territorio.
14 Haré que sirvas a tus enemigos
en un país desconocido,
pues mi cólera arde como fuego
y va a prender en ustedes.
15 Tú lo sabes, Señor:
No me olvides y ocúpate de mí,
véngame de quienes me persiguen.
No descargues mucho tiempo tu ira sobre mí,
ya sabes que soporto oprobios por ti.
16 Si encontraba tus palabras las devoraba:
tus palabras me servían de gozo,
eran la alegría de mi corazón.
¡Yo era reconocido por tu nombre:
Señor, Dios del universo!
17 Nunca andaba entre la gente
amiga de la juerga y del disfrute;
me obligabas a andar solo,
pues me habías llenado de furor.
18 ¿Por qué dura tanto mi dolor
y mi herida se vuelve incurable,
imposible de sanar?
Te me has vuelto cauce engañoso,
cuyas aguas son inconstantes.
19 Por eso, así dice el Señor:
Si vuelves, te dejaré volver
y estarás a mi servicio;
si quitas la escoria del metal,
yo hablaré por tu boca.
Ellos volverán a ti,
pero no vuelvas tú a ellos.
20 Haré que seas para este pueblo
muralla de bronce inexpugnable.
Lucharán contra ti,
pero no te vencerán,
pues yo estoy contigo
para ayudarte y salvarte
—oráculo del Señor—.
21 Te salvaré de manos de los malvados,
te rescataré del puño de los violentos.

Una vida entregada a la profecía

16 Me llegó la palabra del Señor en estos términos:

— No te cases, ni tengas hijos e hijas en este lugar, pues así dice el Señor a los hijos y a las hijas nacidos en este lugar, a las madres que los han parido y a los padres que los han engendrado en este país: Morirán de muerte terrible; no serán llorados ni enterrados; servirán de estiércol para el campo. Serán aniquilados por la espada y el hambre, y sus cadáveres servirán de alimento a las aves del cielo y a las bestias de la tierra. Pues así dice el Señor: No entres en casas donde estén de luto, no participes en el duelo ni llores por ellos, pues he retirado de este pueblo mi paz —oráculo del Señor—, mi amor y mi compasión. La gente mayor y los pequeños que mueran en esta tierra no serán enterrados ni llorados; nadie se hará incisiones ni se rapará la cabeza por ellos; nadie partirá el pan del duelo para consolar a los que lloran a los muertos, ni les darán a beber la copa del consuelo por su padre o por su madre. No entres en ninguna casa donde estén de fiesta, para comer y beber con los comensales. Pues así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Pienso poner fin en este lugar, en presencia de ustedes y en su vida, a las voces alegres de fiesta, las canciones del novio y de la novia. 10 Cuando transmitas a este pueblo todas estas palabras, seguramente te dirán: “¿Por qué ha pronunciado el Señor contra nosotros toda esta enorme desgracia? ¿Cuáles son las culpas y pecados que hemos cometido contra el Señor, nuestro Dios?”. 11 Tú les responderás: “Porque sus antepasados me abandonaron —oráculo del Señor— y se fueron tras dioses extranjeros para darles culto y adorarlos; me abandonaron a mí y no cumplieron mi ley”. 12 Pero las acciones de ustedes son peores que las de sus antepasados, pues ustedes van tras los planes de su obstinado y perverso corazón, y se niegan a escucharme. 13 Los arrojaré de esta tierra a otra tierra que ni ustedes ni sus padres conocen; allí darán culto a dioses extranjeros, día y noche, pues no pienso concederles mi gracia.

El tema del nuevo éxodo

14 Vienen días —oráculo del Señor— en que ya no se jurará: “Por vida del Señor, que hizo subir a los israelitas del país de Egipto”, 15 sino: “Por vida del Señor, que hizo subir a los israelitas de un país del norte y de todos los países por donde los dispersó”. Y los haré volver a su tierra, la que di a sus antepasados.

Castigo de los culpables y conversión de los paganos

16 Voy a enviar a muchos pescadores —oráculo del Señor— a que los pesquen, y después enviaré a muchos cazadores a que los cacen por montes y colinas, y por las hendiduras de las rocas. 17 Vigilo su conducta, nada se me escapa; su maldad no puede esconderse a mis ojos. 18 Les haré pagar el doble por su culpa y su pecado, por haber profanado mi tierra con la carroña de sus ídolos y haber llenado mi heredad con sus abominaciones.

19 Señor, fuerza y fortaleza mías,
mi amparo cuando llega el peligro.
A ti acudirán los paganos
de todos los rincones de la tierra
diciendo: “Sólo mentira
es el legado de nuestros antepasados:
pura nadería, inutilidad completa”.
20 ¿Puede alguien fabricarse dioses?
¡Pero si esos no son dioses!
21 Por eso, voy a enseñarles,
esta vez voy a mostrarles
mi fuerza y mi poder,
y reconocerán que mi nombre es “el Señor”.

Pecado de Judá y fuego del Señor

17 El pecado de Judá está escrito
con un punzón de hierro,
grabado con punta de diamante
sobre la tabla de su corazón,
en los ángulos de los altares.
Lo que sus hijos recuerdan
son sus altares y Aseras
junto a todo árbol frondoso,
sobre elevadas colinas,
en los cabezos del campo.
Voy a entregar al pillaje
tu riqueza y tus tesoros
pues pecabas en tus cerros,
en todo tu territorio.
Haré que abandones tu tierra,
la heredad que te otorgué;
haré que sirvas a tus enemigos
en un país desconocido,
pues mi cólera arde como fuego
y ha prendido para siempre.

Serie de dichos proféticos

Así dice el Señor:
Maldito quien confía en el ser humano
y busca el apoyo de los seres creados,
apartando su corazón del Señor.
Será como un matojo del desierto
que no llegará a ver la lluvia;
vivirá en los sequedales de la estepa,
en tierra salobre, inhabitable.
Bendito quien confía en el Señor,
quien pone en el Señor su seguridad.
Será un árbol plantado junto al agua,
que alarga a la corriente sus raíces;
no temerá la llegada del estío,
mantendrá siempre verde su follaje.
No le inquietará un año de sequía,
ni dejará por eso de dar fruto.
Nada hay más engañoso que el corazón;
no tiene remedio, ¿quién lo conoce?
10 Yo, el Señor, examino el corazón,
sondeo el interior de las personas,
para pagar a cada cual su conducta,
conforme al fruto de sus acciones.
11 Perdiz que empolla huevos que no puso
el que hace fortuna de modo injusto:
en la flor de sus días lo abandona
y acabará su vida como un necio.
12 Trono glorioso, excelso desde el principio
es el lugar donde se alza nuestro santuario.
13 Señor, esperanza de Israel,
todo el que te abandona fracasa.
Los que se apartan de ti
serán inscritos en el polvo,
pues abandonaron al Señor,
la fuente de agua viva.

Tercera confesión

14 Cúrame, Señor, y quedaré curado;
ponme a salvo y a salvo quedaré,
pues tú eres el objeto de mi alabanza.
15 Fíjate en ellos, cómo me dicen:
“¿Dónde está la palabra del Señor?
¡A ver si se cumple!”.
16 Pero yo no te presioné
para pedirte desgracias;
tampoco estuve deseando
la llegada de un día infausto.
Tú conoces lo que han dicho mis labios,
pues lo han dicho en tu presencia.
17 No seas para mí causa de terror,
tú eres mi refugio en la desgracia.
18 ¡Fracasen mis perseguidores,
no sea yo el fracasado;
que sientan ellos terror,
no sea yo el aterrado!
¡Envíales el día funesto,
destrózalos con doble destrozo!

Sobre la observancia del sábado

19 Así me dijo el Señor:

- Ponte en la Puerta de Benjamín, por la que entran y salen los reyes de Judá, y en todas las puertas de Jerusalén. 20 Les dirás: “Escuchen la palabra del Señor, reyes de Judá, judaítas todos y habitantes de Jerusalén que entran por estas puertas. 21 Así dice el Señor: Anden con cuidado y no transporten cargas en sábado ni las metan por las puertas de Jerusalén. 22 No saquen carga alguna de sus casas en sábado ni lleven a cabo actividad alguna; santificarán el sábado como ordené a sus antepasados, 23 aunque no escucharon ni prestaron atención. Se hicieron más tercos, hasta el punto de no escuchar ni aprender la lección. 24 Pero si ustedes me escuchan de verdad —oráculo del Señor— y no meten cargas por las puertas de esta ciudad en sábado, y santifican este día no llevando a cabo actividad alguna, 25 entonces entrarán por las puertas de esta ciudad los reyes que se sientan en el trono de David, montados en carruajes y en caballos, junto con sus ministros, con gente de Judá y con habitantes de Jerusalén; y esta ciudad estará siempre habitada. 26 Vendrán de las ciudades de Judá, del distrito de Jerusalén, del territorio de Benjamín, de la Sefela, de la zona montañosa y del Négueb: unos traerán consigo lo necesario para ofrecer en el Templo del Señor holocaustos, sacrificios y ofrendas, así como incienso; otros traerán las víctimas de acción de gracias. 27 Pero si no me escuchan y no santifican el sábado, si siguen transportando y metiendo cargas por las puertas de Jerusalén en sábado, prenderé fuego a sus puertas, un fuego que consumirá los palacios de Jerusalén; y no se apagará”.

La Palabra (Hispanoamérica) (BLPH)

La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España