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Allí temblaron de espanto; Porque Dios está con la nación de los justos.
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Cuando se allegaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron.
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Allí cayeron los obradores de iniquidad; Fueron rempujados, y no pudieron levantarse.
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Ciertamente en tinieblas anda el hombre; Ciertamente en vano se inquieta: Junta, y no sabe quién lo allegará.
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Tomólos allí temblor; Dolor, como á mujer que pare.
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Allí se sobresaltaron de pavor donde no había miedo: Porque Dios ha esparcido los huesos del que asentó campo contra ti: Los avergonzaste, porque Dios los desechó.
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Volvió la mar en seco; Por el río pasaron á pie; Allí en él nos alegramos.
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Allí estaba el joven Benjamín señoreador de ellos, Los príncipes de Judá en su congregación, Los príncipes de Zabulón, los príncipes de Nephtalí.
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Porque Dios guardará á Sión, y reedificará las ciudades de Judá; Y habitarán allí, y la poseerán.
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Allí quebró las saetas del arco, El escudo, y la espada, y tren de guerra. (Selah.)
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Yo me acordaré de Rahab y de Babilonia entre los que me conocen: He aquí Palestina, y Tiro, con Etiopía: Este nació allá.
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Jehová contará cuando se escribieren los pueblos: Este nació allí. (Selah.)
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No pondré delante de mis ojos cosa injusta: Aborrezco la obra de los que se desvían: Ninguno de ellos se allegará á mí.
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Allí anidan las aves; En las hayas hace su casa la cigüeña.
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Allí andan navíos; Allí este leviathán que hiciste para que jugase en ella.
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Allegáronse asimismo á Baalpeor, Y comieron los sacrificios de los muertos.
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Y allí aposenta á los hambrientos, Y disponen ciudad para habitación;
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Allegádome he á tus testimonios; Oh Jehová, no me avergüences.
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Y allá subieron las tribus, las tribus de JAH, Conforme al testimonio dado á Israel, Para alabar el nombre de Jehová.
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Porque allá están las sillas del juicio, Las sillas de la casa de David.
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Allí haré reverdecer el cuerno de David: He prevenido lámpara á mi ungido.
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Como el rocío de Hermón, Que desciende sobre los montes de Sión: Porque allí envía Jehová bendición, Y vida eterna.
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JUNTO á los ríos de Babilonia, Allí nos sentábamos, y aun llorábamos, Acordándonos de Sión.
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Y los que allí nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos, Y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo:
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Si subiere á los cielos, allí estás tú: Y si en abismo hiciere mi estrado, he aquí allí tú estás.