Hijo, mira lo que hizo Nadab con Ajicar, su padre adoptivo: lo enterró vivo. Pero Dios le pagó a Nadab su infamia a la vista de su propia víctima. Ajicar salió otra vez a la luz, y Nadab cayó en las tinieblas eternas por haber querido matar a Ajicar. Como Ajicar fue generoso en dar limosnas, salió de la trampa mortal que le había puesto Nadab, y Nadab cayó en ella y murió.
»Tú sabes que Nadab enterró vivo a mi sobrino Ajicar, que era su padre adoptivo. Pero como Ajicar siempre compartió lo que tenía con los más necesitados, Dios lo sacó de la tumba, y delante de él castigó a Nadab enviándolo a la muerte eterna.