Tan pronto como recibió el nombramiento de manos del rey, regresó; pero no mostraba reunir las cualidades de un sumo sacerdote, sino los sentimientos de un tirano cruel y el furor de una fiera salvaje.
Apenas el rey lo nombró como jefe de los sacerdotes, Menelao regresó a Jerusalén. Pero él era muy malo y no tenía ninguna cualidad para ser jefe de los sacerdotes. Era tan malvado que parecía un animal salvaje.